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Boca gana o pierde: cronología de una intermitencia que exaspera y que lo aleja de las pretensiones de título
El xeneize curiosamente no registra empates: ganó 6 y perdió 6; las razones de un rendimiento tan dispar
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Si algún curioso tiene la intención de ver la tabla de posiciones bien detallada de la Liga Profesional, encontrará en la columna de “empates” a un solo equipo que no contabiliza ni siquiera uno: Boca. En doce jornadas, no existen los grises. Y en repartos iguales: gana tanto como pierde. Para otros conjuntos de menor calibre una actualidad semejante puede ser sinónimo de tranquilidad, de una “regularidad” que le termina conformando. Para el elenco xeneize, significa todo lo contrario. Ganar tres puntos y, luego, perder otros tres se torna insoportable y la aspiración al título se vuelve prácticamente imposible. Más aún si la lupa expone que es el más goleado en lo que va del campeonato.
Es toda una preocupación puertas adentro. De hecho, este andar intermitente, habituándose a relucir un día una buena imagen con triunfo y, al otro, una forma desganada y desmotivada en las caídas, alimenta esa tensión con la que el club convive desde hace semanas. No es común que en Boca la palabra alivio sea la que vaya continuamente ligada a la de victoria. Incluso, siendo más profundo en el concepto, los hinchas –y varios dirigentes importantes- están convencidos de que, cuando la Bombonera los arrincona, las piernas de los jugadores corren más, el esfuerzo es mayor y hasta el juego colectivo mejora; cuando salen de la condición de local aparece un llamativo decaimiento.
Algo que viene acentuándose desde que el interinato de Hugo Ibarra se puso en marcha hace casi un mes (seis encuentros), aunque la irregular campaña local empezó cuando Sebastián Battaglia era el entrenador, pero con un asterisco de ese entonces: además de que la irregularidad se presentó de diferente manera, la serie de octavos de final de la Copa Libertadores ante Corinthians tapó todo. En efecto, la eliminación le sacó la sábana a la cuestión y de pasatiempo pasó a ser una realidad incómoda. Especialmente, para el técnico (interino) actual, que obtuvo tres éxitos y tres pésimas actuaciones que fueron ascendiendo en palidez interna e indignación externa.
Porque el Boca de este semestre puede ganar dos encuentros consecutivos (lo logró una sola vez con el 5-3 a Tigre y el 3-1 a Barracas Central) y después caer tres veces seguidas: los suplentes perdieron 1-2 y 0-3 ante Unión y Banfield, respectivamente, en medio de la llave con los brasileños y con Battaglia en el banco, además de que los titulares tropezaron feo ante San Lorenzo en el estreno de Ibarra. O hacerle tres goles a Estudiantes y ganarle, pero que Patronato (último en la zona del descenso) lo golee haciéndole esa misma cantidad de tantos y Central Córdoba, que entra y sale de esa misma situación límite, le gane en Santiago del Estero (1-2).
Suena paradójico, pero los únicos empates de estas semanas fueron justamente ante el “Timão” (ambos sin goles), no logrando clasificar a cuartos de la Libertadores. El sábado ratificó el subibaja. Venció a Platense (2-1) ante su gente, como se preveía en esta tendencia en la que vive. No obstante, al plantel le sirvió para entender que hay que hacer un cambio de chip para volver a acostumbrarse a ganar seguido o, por lo menos, empezar a meter un punto (algunas de las veces en las que juega afuera de su casa) en un bolsillo que se queda más vacío que lo normal.
“Sabemos que en otros partidos no se nos está dando el juego ni el resultado. Tenemos que corregir algunos errores, mantener durante los 90 minutos el mismo ritmo, la misma intensidad, pero hoy (por el sábado) lo importante era sacar un resultado positivo y lo conseguimos”, expuso Oscar Romero, el goleador ante el Calamar con un doblete. Puso a la Bombonera como el argumento principal para estar alterando la versión colectiva partido a partido: “El aliento y empuje nos genera un plus. Nos motiva. Debemos mantener esta misma concentración jugando de visita, es lo que hablamos entre nosotros. Estamos trabajando para ser un plantel más completo en todos los aspectos. Esta institución te exige ganar siempre”.
“Levantamos lo anímico porque jugábamos en casa, con nuestra gente. Los jugadores lo están viendo de esa manera y ojalá que podamos seguir por este camino. No solamente de local, sino que la idea es jugar así de visitante. Para lograr eso, necesitamos encontrar orden. Podés perder un partido, claro que sí, pero sabemos lo que nos pasó la semana pasada (ante Patronato) y no se tiene que volver a repetir”, sentenció Ibarra durante sobre qué es lo que tiene que trabajar para encontrar regularidad.
Es que se le avecinan dos encuentros importantes. El primero, de eliminación directa: Agropecuario será su rival en los octavos de final de la Copa Argentina a disputarse el miércoles, en Salta: aunque no sea la Bombonera, el Padre Martearena estará colmado de azul y oro, la motivación que –evidentemente- necesita este equipo. No será la noche ideal para empatar: en ese caso, la ejecución desde los doce pasos sentenciará su avance o despido.
Tras el encuentro ante el “Sojero”, el objetivo será nada menos que ante un Racing con sed de venganza: tras el cruce de semifinales de la pasada Copa de la Liga, en la que la “Academia” fue mucho más, pero que el “Xeneize” terminó ganando a través de los penales, genera en Avellaneda las ganas y ansias de pisotear a un Boca que, se insiste, se hace débil en campo ajeno. Y que, encima, arrastra la falencia de ser el equipo más goleado del torneo, ya que le convirtieron 20 tantos.
Se lo consultaron a Ibarra, pero su respuesta tuvo dos etapas. La primera, innecesariamente desafiante y sin relación alguna, interrumpiendo la consulta sobre la cantidad de goles recibidos: “Ganó Boca, eh. Ganó, ¿lo sabés? Bueno, empecemos por ahí… Tres puntos”. Luego, en la segunda parte, lo terminó aceptando: “Lo estamos trabajando. Sin dudas, mientras no te conviertan, te hacés más fuerte. Es lo que queremos”.
Aún en el triunfo hay que saber visualizar y reconocer los defectos como sí lo hizo después. Claro que tres puntos son importantes, pero si se corrige tal defecto evidente se pueden ahorrar derrotas como las que sufre su equipo cada rato. En 12 jornadas, sólo Talleres no pudo convertirle a Boca (1-0). Y en tres oportunidades de esa cantidad de juegos padeció tres goles: los mencionados en el triunfo a Tigre, los que le hizo Banfield en el primer tiempo del 0-3 y los convertidos por Patronato hace una semana, en otra goleada estrepitosa.
Boca retorna al proceso de recordar cosas que perdió: vallas invictas y lo que era ganar seguido. Con la necesidad de, cuando está cerca de caer, cosechar al menos un punto. Aunque parezca poco, a esta altura, significaría mucho para un conjunto que reconoce estar tocado más allá del último triunfo.
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