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Boca: el capitán Jorge Almirón, las primeras señales que se ven del DT en el equipo que pretende ser protagonista en la Copa Libertadores
El Xeneize todavía está en ablande, pero el entrenador toca resortes que reactivan al equipo y trabaja desde aspectos tácticas y físicas hasta las cuestiones de liderazgo
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Obsesivo. Intenso. Insoportable, en el mejor sentido de la palabra. Quizás, las mejores sonrisas se las brinde a los periodistas durante su conferencia de prensa. Todavía no sabe lo que es sentarse en el banco de suplentes: gesticula, grita, perfila su cuerpo para indicarle a sus jugadores qué movimiento quiere en determinada jugada y hasta se sale del corralito, por lo que el cuarto árbitro debe recordarle en reiteradas ocasiones que no puede hacer toda la banda como le gustaría para seguir el andar de la pelota. Para Jorge Almirón también es sagrado que se juegue como se entrena, pero él también dirige de la manera en la que quiere ver a su Boca. Despierto, atento a la pelota que se disputa y a la que se está por disputar, enérgico, detallista, motivado. Todo eso, paulatinamente, se refleja en lo futbolístico y los resultados van apareciendo.
El mismo es su propio despertador. La ilusión se potencia día tras día una vez que abre los ojos, si es que alguna noche los cierra del todo. Llega al predio que el club tiene en Ezeiza sobre la madrugada, varias horas antes del comienzo de la práctica, y se transforma en la alarma de todos. “¡Dejá de caminar!”, le dice al que empieza a perder intensidad y lo activa, cuentan, trotando a la par. No hace falta indagar: el miércoles pasado le abrió las puertas a la prensa para que vean nada menos que una hora y media de su trabajo, algo que no sucedía hace muchos años y cada vez menos habitual en el fútbol argentino. Nada que ocultar y mucho por mostrar.
El entrenador se deja ver igual que en los encuentros: así como no tuvo tapujos en exponer dos veces (ante San Lorenzo y, sobre todo, Rosario Central) su inconformismo con el bajo perfil de “Pol” Fernández como capitán, toda una contradicción, tampoco dejó pasar el exceso de voracidad de uno de los juveniles en la semana: “No te tirés de atrás que podés lastimar a alguien. En el entrenamiento, de atrás no”.
En aquella práctica, incluso, las cámaras ya habían captado que Luis Advíncula era probado como volante/wing por la derecha. Una posición que para el peruano no es ninguna novedad (supo jugar así en Sporting Cristal, Newell’s y en Rayo Vallecano), pero sí resultó un movimiento sorpresivo desde que arribó a Boca. Lo hizo Almirón. Porque experimenta, pone en práctica, se conforma, en otros casos no, retoca, consolida.
Lo mejor del triunfo de Boca ante Racing
Así gestó, en gran parte, el triunfo ante Racing (3-1): el habitual lateral fue la figura por lo trascendental que fue en la explosión de los espacios, acaso lo que buscó el técnico en una zona donde no logra desequilibrar con otros jugadores, y una de sus tantas escaladas terminó metiendo el pase al medio para la llegada goleadora de Pol. Los jugadores se sueltan. Por eso es que Advíncula y Marcelo Weigandt, también parte fundamental del plan, fueron a abrazar al técnico en medio de aquel festejo.
“Lo fuimos a abrazar porque él nos dijo que la clave del partido iba a estar por ahí. La verdad es que Jorge (Almirón) trabaja un montón y se merecía el triunfo. Lo practicamos y nos dijo que confiemos que así podíamos ganar. Lo bueno, además es que entre nosotros hay una competencia sana. Yo quiero lo mejor para él, lo banco a muerte a Luis”, dijo Marcelo Weigandt tras el partido en referencia también a Advíncula.
A diferencia de los anteriores técnicos, Almirón le pidió al Consejo de Fútbol –liderado por Juan Román Riquelme- tomar una de las oficinas que tiene el Centro de Entrenamiento para profundizar su trabajo. ¿En qué momento? Desde aquellas horas previas a comandar cada jornada matutina y, una vez que se despide de su plantel, vuelve a encerrarse entre las cuatro paredes.
“Estamos contentos del entrenador que tenemos. Tiene todas las condiciones para estar acá y tiene los jugadores que, por su manera de jugar, pueden rendir. Se está yendo del predio a las seis o siete de la tarde. Está muy feliz, se lo ve cómodo. Es muy serio, trabaja mucho y creemos que es el entrenador que necesitamos”, lo llenó de elogios el vicepresidente segundo en declaraciones a TNT Sports tras el éxito en la Bombonera.
Justamente, todo lo que permitió observar fue parte, nada menos, de su primera semana de trabajo completa desde que se puso al mando del equipo. Debió pasar por cuatro encuentros en doce días, pero el primer gran tiempo de trabajo le cayó en el momento justo: profundizó cuestiones tácticas y físicas no sólo para obtener la victoria en la noche del sábado, sino también para pisar fuerte tanto en la visita del miércoles próximo a Colo Colo, por la Copa Libertadores, como en el superclásico del domingo ante River.
Ajustes para que el funcionamiento tenga otro engranaje. Ejemplos sobran. Desde lo micro a lo macro. Valentín Barco volvió a ser su ‘3′, pero sabía que necesitaba darle otro respaldo defensivo tras lo mal que lo pasó en el primer tiempo ante el Canalla: cambió de lado a los volantes internos (Pol Fernández y Martín Payero), ubicando al capitán cerca de él para que hiciera mejores coberturas con respecto a las realizadas en Rosario.
¿Otra? El pizarrón con jugadas preparadas. El primer gol ante la Academia tuvo mucho de ello, más allá de que luego se ensució: el córner de Sebastián Villa fue dirigido adrede al primer palo para que el exvolante de Banfield la cabeceara hacia la aparición por el fondo de Weigandt, con la intención de que, con un segundo cabezazo, encontrara en el otro poste la definición de Nicolás Figal, pero Racing rechazó corto antes del último toque y ahí estuvo la fuerte volea de Payero que rompió el cero. Minutos más tarde se evidenció una premisa: los alcanzapelotas deben estar atentos y dejar la pelota rápido en la esquina para centrar sin pensar.
El hincha se está empezando a tranquilizar. No canta victoria, por supuesto. Sin embargo, así como se percibieron fácilmente los murmullos en derrotas pasadas, también se palpa que empieza a gustarle lo que dentro del campo exhiben. Mayores sociedades, mucha más actitud y personalidad grupal, y menos individualismo.
Casi que el crecimiento innegable va por capítulos: el sábado le tocó al ataque. Boca pudo haber hecho, al menos, un gol más. Fueron directos, a pura velocidad y con mucha gente llegando a la definición. No es un trabajo que Almirón haya decidido exclusivamente por dirigir a un gigante: es su esencia. Y los jugadores creen en una idea nítida que ya ha tenido éxito, principalmente visible, en el Lanús de 2016-2017.
Para eso, claro, es fundamental el oxígeno. El ser tan intenso, como lo es él desde la línea de cal (incluso, a veces, se pasa), requiere de un trabajo físico fuerte durante un margen grande de preparación: tiempos que hoy Almirón y su cuerpo técnico no tienen. No obstante, incluso en eso, hay avances que el propio entrenador sabe regular.
“Los primeros minutos del equipo fueron avasallantes, me gustó porque se vio lo que queremos ver. El desgaste fue enorme y, en algún momento, lo íbamos a sentir: fue en la mitad del primer tiempo. El segundo tiempo estuvo bastante bien, recobramos piernas y los cambios entraron muy bien porque nos hicieron aprovechar los espacios”, explicó el técnico, que indicó la necesidad del orden (y el contragolpe) no bien a sus hombres le habían bastado sólo los primeros seis minutos para conseguir dos goles.
Así, de hecho, consiguió el tercero a través de Miguel Merentiel. Un delantero que se había apagado, al igual que Darío Benedetto, y todavía no encontraba el desahogo. Algo similar, aunque cada uno con lo suyo, le pasaba al propio Pol, silbado y abucheado antes de la llegada del actual DT por su poco ímpetu: el sábado se retiró muy aplaudido. Marca, juega, releva y se esfuerza, al punto de llegar al gol. Lo propio vivió Advíncula: se la agarraron con él en la jornada ante Pereira, pero su golazo del empate lo salvó de una reprobación peor y ante Racing fue más que reconocido. Almirón apostó por Payero como ningún otro y éste le cumplió, a tal punto de declarar que le “duele” perderle para el superclásico, mientras que se la jugó por Barco y eso ha sido un punto a favor para el hincha: no fue por populista, sino por convicción.
No puede asegurarse que alguno de ellos (u otros) tengan carácter de intocable cuando apenas van cinco encuentros del ciclo, pero se empiezan a sentir los aires de renovación, incentivación y voluntad. “En los entrenamientos ya se ve otra mejoría en cuanto a la disposición y la dinámica. Estoy muy contento, están creciendo todos. Los chicos la estaban pasando mal, pero siempre fueron positivos desde que llegué. Veo la entrega del día a día. La idea era esa y el equipo se va ensamblando de a poco. Están todos muy enchufados”, concluyó Almirón con plena satisfacción.
Un detalle no menor es que tiene muchas bajas de protagonistas importantes, como Benedetto, Luca Langoni, Frank Fabra, Exequiel Zeballos y hasta Marcos Rojo, el verdadero dueño de la cinta, que se va sumando de a poco. Almirón espera por su regreso: sabe que le aportará a la defensa el toque de jerarquía que le está faltando para empezar a sumar vallas invictas. Incluso, Villa está a disposición, pero él sí mantiene una actualidad floja: no asiste ni convierte.
Con todo eso, igualmente, Boca le está ganando a Boca. El tiempo perdido sin un técnico de oficio ya es cosa del pasado. El plantel se demostró a sí mismo que puede. Primero, salió de un pozo lleno de derrotas consecutivas (Colón, San Lorenzo y Estudiantes) logrando dos victorias y una igualdad. Ganó su segundo partido consecutivo en la Bombonera –ya le había ganado a Deportivo Pereira, de Colombia- tras perder tres en fila anteriormente (antes de los santafecinos y los platenses, Instituto fue verdugo). Y volvió a convertir: hizo siete entre los últimos tres compromisos (dos a los colombianos, dos a Rosario Central y tres a Racing) cuando había llegado al duelo copero sin convertir en tres de los anteriores cuatro partidos.
“Yo a Pol, Fabra, Villa y Rojo no los defiendo, sino que los admiro”, volvió a defender a los suyos Riquelme. Esta vez, parece, con la tranquilidad de que en la dirección técnica empieza a notarse la mano de otro capitán llamado Almirón.
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