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Boca: historias de presidentes jugadores, de Baglietto a un Riquelme que generó un gran magnetismo con los hinchas
El sucesor de Baglietto en la presidencia fue Luis Cerezo, zaguero izquierdo que totalizó 98 partidos en el Xeneize, entre 1905 y 1916
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Juan Román Riquelme se impuso por amplio margen en las elecciones en Boca y conducirá al club por los próximos cuatro años. Acompañado en la fórmula por Jorge Amor Ameal, el ídolo xeneize venció en las urnas a la lista encabezada por Andrés Ibarra y Mauricio Macri al cierre de una jornada histórica que batió un nuevo récord de asistencia a una elección de autoridades de un club en la historia del fútbol argentino: 46.402 votantes. De esta manera, el ídolo xeneize se convertirá en el quinto presidente de Boca con pasado como jugador de la institución.
De un tiempo a esta parte, la reconversión de exfutbolistas a dirigentes deportivos dejó de ser una novedad para pasar a ser algo cotidiano. En Europa son famosos los casos de Santiago Bernabéu (exgoleador del Real Madrid que presidió la entidad merengue entre 1943 y 1978) y de Franz Anton Beckenbauer, gloria como jugador del Bayern Múnich y campeón del mundo con su selección que manejó los destinos del club entre 1994 y 2009. Pero en la Argentina tampoco escasean los futbolistas que, a lo largo de la historia, se animaron a calzarse el traje de dirigente y con suerte diversa.
José Norberto Volante fue jugador, DT y presidente de Lanús entre las décadas de 1920 y 1960. Carlos Babington continuó sus pasos en Huracán, aunque pasó de ídolo como futbolista y entrenador a dirigente imputado por administración fraudulenta. Daniel Passarella, referente histórico de River asumió en 2009 al mando del cuadro de Núñez y dos años más tarde fue partícipe necesario del descenso del Millonario. Juan Sebastián Verón volvió a una edad justa desde el Viejo Continente para levantar la Copa Libertadores de América como capitán y, ya en el rol de presidente, construir el nuevo estadio de Estudiantes de La Plata. Otro símbolo que decidió involucrarse de lleno en la política de su club fue el exarquero Nicolás Cambiasso, héroe del ascenso de All Boys en 2010 que gobierna al club de Floresta desde 2019. Luis Artime en Belgrano y Gonzalo Belloso en Rosario Central completan, junto a Juan Román Riquelme, el trío de presidentes de la Primera División que supieron defender en la cancha los colores de su club.
Sin embargo, Riquelme no será el primer futbolista en asumir al frente de la dirigencia del Xeneize. Esteban Luis Miguel Baglietto fue el primer jugador de Boca en alcanzar el cargo de presidente. O, mejor dicho, en ser futbolista y dirigente de manera simultánea. Nacido en el barrio de La Boca en 1887, en el seno de una familia de inmigrantes genoveses de humilde extracción, fue uno de los cinco jóvenes que fundaron la institución junto a Santiago Sana, Alfredo Scarpati y los hermanos Juan y Teodoro Farenga. Baglietto era estudiante de la Escuela Nacional de Comercio y, como amante y aficionado al deporte, a principios de 1905 comenzó a meditar la idea de darle vida a un club de fútbol.
O, al menos, un equipo de 11 jugadores que compitiera regularmente, con juego de camisetas y un terreno apropiado donde disputar sus partidos como local. Fue un trabajo de varios meses que tuvo su corolario durante los primeros días del mes de abril, tras una reunión fallida en la casa de Baglietto, en Ministro Brin y Suárez. Pero la mamá del adolescente, molesta por el alboroto que provocaban las deliberaciones, los echó a la calle y todo se resolvió al día siguiente en un banco de la Plaza Solís, frente al hogar de los Baglietto.
Aunque era Juan Farenga quien llevaba adelante las riendas del equipo, Baglietto fue designado presidente y se mantuvo en ese cargo hasta 1905. Baglietto asumió la responsabilidad con apenas 17 años, cuatro menos que Farenga, y también se dio el lujo de disputar el primer partido de un equipo de Boca del que se tenga registro: el 21 de abril de 1905 fue el arquero titular del Xeneize en el triunfo por 4 a 0 ante Mariano Moreno, en la vieja cancha de Boca en Colorado y Pedro de Mendoza. Luego se desempeñó como marcador central en otros cuatro encuentros (2-0 y 1-3 ante Presidente Roca, 1-3 frente a California y un nuevo 4-0 sobre Moreno) y se abocó de lleno a las tareas administrativas. En aquel tiempo, ser capitán del equipo se consideraba más importante que ser presidente, más allá del compromiso que requería el cargo: el motivo de la existencia de un equipo era simplemente el de jugar a la pelota.
El sucesor de Baglietto en la presidencia fue Luis Cerezo, zaguero izquierdo que también estuvo presente en aquel primer encuentro ante Mariano Moreno y que totalizó 98 partidos en Boca entre 1905 y 1916. Cerezo era nacido en Montevideo y se cree que llegó a la Argentina tras los levantamientos de 1903 y 1904 protagonizados por el caudillo nacionalista de Uruguay Aparicio Saravia. Cerezo fue, de hecho, el primer extranjero en vestir la camiseta azul y oro. Vecino de La Boca, una tarde se acercó a observar un partido y lo invitaron a sumarse.
Según consigna el sitio historiadeboca.com.ar, Cerezo no ganó títulos pero llegó a convertir tres goles durante su campaña como jugador del club: uno a San Isidro en 1908, otro a Pretender en 1909, y el último a Instituto Americano en 1910. En 1907 disputó un solo encuentro, ya que también se desenvolvió como secretario. Ya retirado, entre 1921 y 1924 fue vocal de Comisión Directiva; mientras que en 1929 vio debutar a su hijo Oscar, que jugó cinco partidos en la Primera del Xeneize.
Juan Brichetto, Ludovico Dollenz y Pablo Giúdice se alternaron en la presidencia de Boca hasta el 5 de febrero de 1914, cuando se dio la asunción de otro exfutbolista del club: Santiago Pedro Sana, otro de los socios fundadores. Sana disputó cuatro partidos en 1905, incluido el del debut frente a Moreno y una goleada 7 a 1 en contra frente a Radical, de Flores. Sin embargo, su paso por la institución dejó varias perlitas para destacar. Por ejemplo, haber sido el dirigente que propuso el término “Juniors” para completar el nombre del club, ya que era un aplicado alumno de inglés.
Sana, además, fue delegado del equipo y el encargado de inscribir a Boca en la Argentine Football Association y tuvo un largo recorrido como directivo del club: secretario en 1906 y 1918, tesorero en 1907 y entre 1909 y 1913, y presidente en 1914. Durante su gestión al mando del club se dio la famosa mudanza de Boca a un terreno ubicado en Wilde, una decisión que no resultó del todo acertada. El equipo no hizo pie y Boca perdió 1.200 de sus 1.500 socios.
En charla con LA NACION, Sergio Lodise, historiador oficial del club y miembro de la Subcomisión de Historia del Xeneize, aclara que “Boca jamás se fue del barrio, sino que alquiló un terreno en Wilde que había sido comprado por un socio del club”. Además, cuenta que Pablo Giúdice, presidente en 1908, fue jugador de Divisiones Inferiores del club y habría disputado una serie de amistosos con el plantel superior, aunque eso aún está en etapa de investigación. “En rigor, podría haber más presidentes que hayan jugado en Primera o Inferiores. Es que a veces algunos directivos quedaban a cargo de la presidencia en ausencia del principal, y estos ejercían el cargo por un tiempo determinado. Son cuestiones difíciles de determinar, pero a través de actas, publicaciones periódicas y genealogía, se terminan confirmando datos que hacen a la historia del club”, agrega.
A partir de 1919 llegarían las primeras vueltas olímpicas: los campeonatos de Primera División de 1919 y 1920, las Copas Competencia e Ibarguren de 1919 y la Copa de Honor de 1920. Uno de los emblemas de aquel Boca multicampeón era su capitán Alfredo López, half derecho de gran calidad que conformó una famosa línea media junto a Mario Busso y Alfredo Elli. López también defendió la camiseta de la Selección Argentina entre 1918 y 1921 y fue un importante billarista. En 1947 fue elegido presidente del club tras la salida de Eduardo Sánchez Terrero, el dirigente que había inaugurado la Bombonera el 25 de mayo de 1940. Se mantuvo en el cargo hasta 1948 y sus principales logros deportivos fueron el subcampeonato de 1947 y la Copa Ibarguren de 1944, disputada tres años después.
Juan Román Riquelme, el futbolista con más partidos en la Bombonera y uno de los más ganadores de la institución, tendrá ahora la difícil misión de repetir sus logros como presidente. El 65,3% de los socios lo eligieron para conducir el club. Y buscará seguir escribiendo una historia a la que nadie se anima a ponerle un final.
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