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Boca ganó y con eso le alcanza para ser puntero de la Liga Profesional, pero sigue jugando con fuego
Se impuso por 2-1 a Aldosivi, casi condenado al descenso; de nuevo, mostró un rendimiento sin brillo, aunque mantiene la convicción de ir por todo
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Ganó Boca. De la manera de siempre: con un gol de diferencia (2-1, por los de Martín Payero y Darío Benedetto), aportando poco más que eso. Incluso, cuando enfrente estuvo el endeble Aldosivi. Ratifica que, aun en ese contexto favorable, todo eso que no le sobra como equipo le alcanza para estar arriba en la Liga Profesional. Porque, evidentemente, merece el primer puesto, el que volvió a conseguir –al menos parcialmente-, por los puntos que va cosechando en el tiempo, obteniendo más que los de sus perseguidores. Esto es Boca. Y no mucho más.
Aburre. Tanto el equipo de Hugo Ibarra como el concepto en sí, repetido una y otra vez. Gana y también es líder parcial. Incluso, con los 81 minutos que le quedan por completar ante Gimnasia (el cruce de este lunes entre Racing y Atlético Tucumán puede dejarlo mejor parado aún). Ahora bien, dentro de tanta confusión futbolística, siempre fue cierto señalar como esenciales a la actitud, el empuje y la convicción de que el fuego interno lo hará vencedor. Cuando le tocó ser local, la fuerza de la Bombonera fue muy importante para irradiar confianza e ir en búsqueda de lo impensado. No obstante, este domingo se sintió algo diferente.
Costó contagiarse mutuamente. Desde ya, se insiste, el equipo no transmite expectativas. En cambio, la gente magnífica que tiene Boca en sus tribunas sí inspira a sus futbolistas. Así, por ejemplo, ha vencido recientemente a los tucumanos (2-1), ha ganado el superclásico con River (1-0) y superado a Vélez (1-0), todo en los tramos finales de cada encuentro. Sin embargo, pareciera que el rival de turno generó en el exterior una relajación importante que este apático Boca, lógicamente, también sintió.
Lo mejor de la victoria de Boca
Como si los fanáticos se hubieran presentado, en esta ocasión, a simplemente ver el partido de fútbol. A sus colores, obvio, pero como si el presente del conjunto de Mar del Plata imaginara en la gente que en la jornada del domingo no sería necesario su aliento incondicional para despertar el ímpetu de sus jugadores.
Es que, en este nuevo paso que el conjunto xeneize debía dar a falta de dos semanas para el desenlace del campeonato, aparecía el Tiburón. Ese que no logra salir del último puesto de la tabla de posiciones, ahora con 16 derrotas en 24 partidos. Al que sólo un milagro puede salvarlo del descenso. Equipo que llegaba a la Bombonera habiendo ganado una única vez en sus últimos nueve compromisos. Ese factor, parece, fue letal para el semblante amodorrado.
Porque la hinchada no estuvo ensordecedora como en otras presentaciones. Quizás, el propio público subestimó la talla del duelo. O confía demasiado en un equipo que vive jugando con fuego: el ciclo del actual entrenador, entre la Liga y la Copa Argentina, ostenta 13 victorias y la de anoche fue la duodécima sin sacar una diferencia de dos goles.
Boca tuvo algo más de protagonismo con la pelota, como debía. Especialmente en los minutos iniciales del primer período. No obstante, se sigue buscando con una lupa demasiado sucia algún aspecto bello que justifique por qué podrían pensar Juan Román Riquelme y su Consejo de Fútbol en darle el primer equipo a este cuerpo técnico en 2023.
Así las cosas, casi que dependió de una tarde-noche bastante olvidable de Mario Quintana, el primer central que eligió Diego Villar. A los 10 minutos dejó correr una pelota hacia atrás, pero la velocidad y -sobre todo- las ganas de Payero generaron desesperación y caída del defensor, que le permitió al exBanfield convertir fácilmente desde afuera del área.
Quizás la tempranera ventaja también aportó para que en las tribunas potenciaran la idea de que Boca volvería a ser puntero, sin importar cómo ni el resultado final. Aunque el cabezazo llovido de Nicolás Valentini, cedido por la institución de la Ribera, directamente puso en pausa el cuerpo de cada hincha.
Debió aguardar hasta el descuento de la primera mitad para volver a la euforia. Luca Langoni aprovechó otra floja defensa de Quintana, que chocó con la salida de Devecchi y le facilitó al joven atacante el recorrido hasta el arco y el pase para que Benedetto definiera sin resistencia.
Boca tiene eso: con muchas ganas de ser campeón, no perdona. “Esta camiseta te inculca eso. Tengo que ir a todas las pelotas así: sé que puedo ayudar en ese punto”, declaró Langoni tras el triunfo. Aunque los de camiseta azul y oro le ponen suspenso a todo y le permitieron a la visita ataques sobre el final.
Luego, el desahogo. Porque ahí sí explotó la gente. Boca es puntero, que no es poco. Sí es poco lo que muestra, pero por ahora le basta para ser un firme candidato al título.
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