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Boca elige un camino diferente: el cambio de idea, en busca del despegue internacional
Riquelme se convenció de que el equipo precisa un DT de jerarquía y sin vínculo con el club; los motivos de una búsqueda diferente a la de los últimos años
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En Boca hay cambios. A no confundir: esa sentencia no se encierra únicamente en la ya conocida desvinculación de Hugo Ibarra de la dirección técnica. Esta gestión, léase el Consejo de Fútbol, se contempla a sí mismo y compara con el que empezó a maniobrar a fines de 2019 y festejó inmediatamente aquel título que le arrebataron a River eufóricamente: no le dan las manos para sostener los seis trofeos locales obtenidos en tres años.
Ahora bien, en esa autoevaluación, se ve desfigurado. Significativamente, esos logros terminaron quedando en la nada, más allá de reflejarse en la gloria del escudo. No han marcado un camino ni le han dado una mejor forma. Quizás, hasta causaron confusión y consecuente daño. Por eso, el volantazo. Quiere verse más eficaz y, en efecto, se convenció de que debe actuar de otra forma. En estas horas, deja el short y la postura relajada de lado para calzarse zapatos y pantalones largos.
Cuando el martes por la noche se abrió el portón del predio de Ezeiza, Ibarra se retiró acompañado de un paradigma que predominaba puertas adentro. Este gobierno y su sector futbolístico, comandado por Juan Román Riquelme, inició el trayecto de entrenadores con Miguel Ángel Russo, campeón de la Copa Libertadores 2007 que tuvo al exenganche como figura absoluta. Continuó con Sebastián Battaglia, el mayor ganador de la historia de la institución que comenzó a cargo de la reserva, pero teniendo en claro que era el proyecto pensado. Lo terminó Ibarra, para muchos el mejor lateral derecho de la vida xeneize.
Todos ídolos. Todos con conocimiento acerca de cómo se respiran los colores azul y oro. Ante cada época de crisis, que derivó en la necesidad de sacar al técnico (Battaglia fue un caso especial por el quiebre de relaciones, no por malos resultados ni funcionamientos), el vicepresidente segundo creyó con orgullo que la cirugía para mostrar mejorado a Boca debía hacerse con anestesia local: la gente que trabajaba con los juveniles.
Riquelme, ahora, agacha la cabeza. Por despedir a un amigo personal, pero también por reconocer que, más allá de las medallas que se cuelga ante tanto logro nacional, Boca no terminará en ningún lado si transita siempre por ese camino de baches. En cada etapa, los futbolistas tuvieron momentos en los que no creyeron en la cabeza, problemas en el vestuario y chispazos del plantel con el Consejo.
Entonces, hay intenciones que distan de los manejos anteriores. Por un lado, se creía que Ibarra y su cuerpo técnico serían reubicados en las inferiores por la afinidad que tienen. “Eso se deja a un costado”, dijo Mauricio Serna. Conclusión: el trío fue echado sin ofrecerle aquella alternativa.
En esta postura más seria y profesional aparece el interinato, la función que ha sabido ocupar el formoseño cuando nadie lo tenía en los planes: por más que fue presentado como un DT más, el inicio de Ibarra tuvo carácter de “vamos viendo”. Ahora estará a cargo de Mariano Herrón y Claudio Morel Rodríguez, los técnicos de la reserva, pero el Consejo lo tiene claro: “Esperamos que sólo sea por unas horas… O pocos días”, casi que imploró el colombiano.
Porque vuelven a la carga por un DT de peso, requisito que fue cumplido sólo con Russo. Ahora bien, será la primera vez que salen del predio y del pasado en Boca. Razonaron que es menester contratar a un técnico de experiencia y nombre pesado, con una identidad de juego ya marcada, al que los jugadores xeneizes respeten mucho antes del primer saludo.
Ese hombre, para Riquelme, es Gerardo Martino. Tres veces subcampeón de América (dos con la selección argentina y una con la paraguaya), reciente mundialista en Qatar con México, semifinalista de la Copa Libertadores 2013 con Newell’s y técnico que ha llegado hasta el Barcelona de Lionel Messi, entre otros lugares y conquistas. No existe otro candidato que esté en la misma línea de obsesión.
¿Qué tan fácil está la contratación? Un nombre semejante no estrecha la mano enseguida. Sin embargo, el directivo dio un paso muy alentador: en la noche del martes, cuando el puesto quedó vacante, se comunicó con “Tata” y éste aceptó un contacto vía Zoom. Si Martino no tiene voluntad de escuchar una propuesta, apenas agradece y cuelga. En otras palabras, Boca le movió el piso.
Así es como, según pudo conocer LA NACION, el encuentro a distancia le sirvió al rosarino para interiorizarse, específicamente, sobre aspectos vinculados al proyecto deportivo. Lo salarial y contractual no se tocó: para el hombre de 60 años no es un detalle menor, pero sí le resulta esencial acordar otros puntos de su trabajo.
Preguntó mucho y gran parte del miércoles la dedicó a analizar y proyectar todo lo que respondió Riquelme. Ni lejos ni cerca: la idea es comunicar este jueves si decide una segunda instancia de interés –que lo ubicaría más próximo al cargo– o simplemente le termina dando las gracias por priorizar su nombre.
¿Por qué tan rápido? Así lo desean en el club, ya que en seis días debuta por la Libertadores ante Monagas, en Venezuela, y quieren tener certezas, ya sea para acelerar y ganar tranquilidad, o para tener tiempo inmediato para ir a buscar otro candidato que se encargue de esa competición tan importante para el club.
El año electoral no es algo más en la decisión de cambiar el rumbo. Claro que, para los encargados del fútbol, la máxima intención es que a Martino –o el que fuere– le vaya de manera exitosa, pero poner a disposición del plantel y los hinchas a un entrenador que genera unanimidad en cuanto a la carrera y sus credenciales es una forma de entregar todo lo posible para ver un Boca mejor. Si no se consigue, ya excederá la responsabilidad del Consejo: puede quedar señalado si no hace un mercado de pases como pretenderá el entrenador que acepte. No obstante, ya es una especie de jugada para blindarse de cara a los comicios.
Boca quiere ser otro Boca. Paradójicamente, las constantes cachetadas le hicieron entender que el camino está fuera de sus entrañas. Y, para este jueves, Riquelme espera expectante un “sí” de Gerardo Martino.