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Boca - Deportivo Cali, por la Copa Libertadores: un semestre lleno de vaivenes con un presente feliz (e impensado hasta hace muy poco)
La victoria por 1-0, en la Bombonera, le dio el pasaje a octavos de final además como primero del grupo al equipo de Battaglia
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Una película. No existe otra manera de verlo. Un semestre lleno de vaivenes para Boca, con muchos momentos de incertidumbres que apuntaron una y otra vez a Sebastián Battaglia y su sostenimiento en el cargo, pero con un desenlace en el que, además de despertar y mostrar una cara muy cambiada en lo futbolístico, finalizó con todos los objetivos cumplidos. Porque, además de quedarse hace cinco días con la Copa de la Liga Profesional por la goleada (3-0) a Tigre, este jueves consiguió el triunfo que le urgía ante Deportivo Cali (1-0), que le otorgó el acceso a los octavos de final de la Copa Libertadores. Más loco todavía: la zona de grupos, que no hace mucho lo tenía en el último puesto, la terminó en el primer lugar por su victoria y el increíble empate (1-1) que Always Ready consiguió en San Pablo ante Corinthians. Alan Varela, otra vez, el hombre del desahogo.
Si Boca quedaba eliminado no era precisamente por lo que pudiera suceder en la última fecha del grupo. Por algo es que llegó tan obligado, en un ganar como fuera para que el sufrimiento se quedara tan sólo en una anécdota más de una competición que está acostumbrándose a darle reveses año tras año, desde hace quince. El mal debut en Cali y la dura derrota en territorio brasileño ante Corinthians (ambos por 0-2), cuando el camino del semestre era transcurrido por aquel equipo de Battaglia que no paraba de dar pasos en falsos y potenciaba su palidez, terminaron siendo determinantes para llegar a esa obligación de no repetir aquello que vivió hace 28 años, cuando en la edición de 1994 no avanzó a la siguiente fase con César Luis Menotti en el banco.
Por eso no extrañó que, tras el partido, los jugadores se quedaron varios minutos cantando con los hinchas de cara a la tribuna; hasta el entrenador Battaglia agitó sus brazos de frente a los hinchas para festejar con ellos la clasificación como primero en el grupo de la Copa. Tras meses de mucha tensión, el desahogo fue grande.
Lo mejor del partido
El conjunto de Sebastián Battaglia salió a jugar la “final” como había que hacerlo. Apoyado también en el envión futbolístico que arrastró en los anteriores siete encuentros, en los que los resultados se le dieron (no perdió ni en la Copa de la Liga Profesional ni en los que había disputado por el certamen subcontinental), mejoró mucho en el juego y, como consecuencia, hasta levantó hace cinco días ese título nacional. Decidido a llevarse por delante al elenco colombiano mediante un indiscutido protagonismo, a los 22 minutos ya había tenido cuatro situaciones claras: a través del desequilibrio de Exequiel Zeballos (el más importante en el primer período) había encontrado las primeras dos, gambeteando en el área y rematando una pelota que terminó en el córner y, luego, generando un rebote que tomó Oscar Romero para exigir a De Amores; Alan Varela había impactado un bombazo en el poste izquierdo del arquero y Nicolás Figal tuvo el gol en su cabeza, pero la pelota terminó yéndose por encima del travesaño.
Claro, el empate era sinónimo de historia para los colombianos. Además de buscar ese resultado, tantos minutos de inferioridad forzaron aún más la pérdida de tiempo: en menos de media hora ya se habían caído cuatro futbolistas.
Como acostumbra en instancias así, si Boca no sufre, no vale. La tensión ya empezaba a respirarse en la Bombonera. No obstante, el destino del fútbol tiene estas cosas. Varela, ese chico que juega de galera y bastón, cerró un semestre personal de novela. Había protagonizado hace casi tres meses un acto de indisciplina que lo sacó -por un rato- del plantel profesional, retornó y se ganó la titularidad, pero en su función de Nº5 no había gritado un gol con la camiseta azul y oro: su único encuentro con la red había sido en la definición por penales frente a Racing, en la que su ejecución le dio a Boca el pasaje a la final que terminó ganando. Nada menos que en una jornada límite como la de ayer, fue el responsable de que la clasificación sea un hecho.
Todavía no transcurrían 10 minutos del complemento cuando Frank Fabra, por fin, se había desprendido para hacer un desdoble a las espaldas de Zeballos: éste se la entregó exigida, pero el lateral se las ingenió para hacer un amague que terminó en una infracción infantil de Aldair Gutiérrez. Los hinchas pidieron que el chileno Maza cobrara la falta al costado del área, Fabra solicitó lo mismo y el juez, que señaló el tiro libre, no advirtió lo ocurrido: el contacto había sido dentro del área y era penal. No obstante, todo terminaría en la justicia divina.
Porque la ejecución de esa peligrosa jugada detenida terminó con una pelota sobrevolando, entre intenciones de gol y de rechaces, que le dejaron el balón a disposición de la mira que ya tenía preparada el volante, de 20 años. Esperó el pique justo para sacar el latigazo de media distancia que el arquero de Deportivo Cali se esforzó por detener, pero se le filtró por debajo de su cuerpo estirado. Gol de Boca. Gol de clasificación. Gol de un volante boquense, el segundo -y último- del primer semestre de 2022.
Todo Boca sonríe. Campeón local y en el sorteo de este viernes como parte de los ocho equipos clasificados en el primer puesto.
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