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Boca: de ser campeón a acostumbrarse a no ganar, la nueva realidad del equipo de Hugo Ibarra
Luego de consagrarse en la Liga Profesional de 2022, apenas triunfó en dos partidos de los últimos 11 que disputó, incluidas las dos finales perdidas ante Racing
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“Y Boca va...” fue la frase predilecta del hincha durante la parte final de 2022, cuando el equipo de Hugo Ibarra se caracterizaba por no agradar desde lo futbolístico, pero sí desde los resultados. Por eso, el 23 de octubre pasado todo fue festejo y desahogo, aunque el final empezaba a marcar una pauta: el conjunto xeneize merecía la Liga Profesional sin discusión alguna, algo tan cierto como que esa tarde en la que debía ganarle a Independiente terminó empatando y en la historia inolvidable del trofeo obtenido se terminó metiendo el penal que Racing desechó sobre la hora en las manos de River.
Ser campeón local podía significar que en 2023 se prolongara aquel Boca y pareciera que rumbo a eso va el club. El gran objetivo de este semestre es otro (La Copa Libertadores) y todavía está lejano, las consecuentes motivaciones son menores, el plantel es prácticamente el mismo y las decisiones del técnico exponen una relajación alarmante.
Así como los números fueron los aliados para justificar y festejar el andar de Boca, ahora son los mismos los que le dan la espalda en el último tiempo y profundizan las críticas y dudas. Porque lo trabajado sigue sin gustar ni entender, con el agregado de que son apenas dos triunfos en los últimos once encuentros, incluyendo los amistosos de verano.
Además, los éxitos fueron distantes. Uno data de tres días antes a la consagración: el vital a Gimnasia (2-1), en el Bosque. ¿El otro? El reciente debut ante Atlético Tucumán (1-0), en la Bombonera.
El flojo partido de Boca en Córdoba
Previo a la alegría en La Plata comenzaría el conteo, porque Newell’s ponía la definición en suspenso al vencerlo en Rosario (0-2). Con Independiente empató ese domingo de coronación (2-2) y en el primer amistoso (0-0). No pudo frente a Patronato por la semifinal de la Copa Argentina (cayó por penales). Racing le negó el Trofeo de Campeones y la Supercopa Internacional, ambos por 1-2. No doblegó a Everton, de Chile (0-0), en el segundo encuentro de preparación. Y lo último: Central Córdoba estuvo cerca de ganarle en la Bombonera (0-0) y Talleres le pudo haber hecho más goles el último sábado (1-2).
De ganar mucho y seguido pasó a acostumbrarse a no hacerlo. ¿Qué sucede para semejante contraste? Ibarra no está dando en la tecla. Se insiste: el funcionamiento del año pasado no era un lujo, pero entre los puntos positivos que potenciaron a ese equipo sin ideas se destacaron la actitud de los de adentro y la capacidad del entrenador para leer qué suplentes aportarían un lavado de cara.
Por estos días, Ibarra se encierra en once nombres que, en algunos casos, no están respondiendo y piden a gritos salir del equipo. Así, empieza a entrar en una confusión inédita: mientras hace ocho días declaraba que “no hay que desesperarse”, pedía paciencia con los que no juegan porque “ya van a tener su oportunidad” y aseguraba que “a Luca [Langoni] hay que llevarlo despacio, de a poco”, al que se le quemaron los papeles durante la mala función en Córdoba, sólo seis días después, fue al propio DT.
En el entretiempo se dispuso a que ese chico, figura total en la obtención del último campeonato, le solucionara ciertas cuestiones ofensivas tras la pobre labor colectiva. Se expuso como el desesperado de la jornada, olvidó que hay más partidos para que los suplentes tengan su chance y aceleró los tiempos del joven al que, de repente, había que esperar. Más allá de todo eso, lo positivo es que entendió los cambios, el equipo reaccionó (tarde, pero lo hizo) y Boca dejó abierta la puerta a una mejora que se observa viable, pero que el entrenador debe ejecutar con convicción. Decir y desdecirse puede estar transmitiendo inseguridad y desconfianza dentro del plantel... Pero el equipo juega mal desde incluso aquella última fecha del año pasado, cuesta que se visualice un estilo de juego y además le cuesta muchísimo hacer goles.
No todo es de Ibarra, claro. Los jugadores también son responsables. Varios de los futbolistas elegidos entre los titulares son los mismos que dieron todo (y más) para coronarse en octubre, pero no está mal asegurar que hoy sus niveles futbolísticos son los mismos que aquel. ¿La diferencia? La motivación de tener claro el objetivo era alta y las ganas sobraban: las piernas aceleraban -incluso- cuando estaban desgastadas. Un maquillaje clave que dio frutos.
Ahora, con el nuevo año iniciado, las metas se restablecen. Y la obsesión cambia: la Copa Libertadores. No obstante, para la institución de la Ribera comienza dentro de más de dos meses. El cambio de chip para semejante desafío es necesario, pero el tiempo que falta puede estar influyendo.
Así las cosas, “Pol” Fernández, Juan Ramírez, Nicolás Orsini y Sebastián Villa (expulsado con Talleres por la agresión a un rival) son los grandes apuntados por el hincha. Ahora bien, el contagio es inminente: ya se ven rasgos de relajación y malas caras en Luis Advíncula y Frank Fabra, además de que los equipos le sacaron hace rato la ficha a Boca y tapan a su eje, Alan Varela, generando que el ‘5′ adopte un ritmo cansino y no tenga la misma lucidez.
La parte dirigencial tiene su cuota. Prácticamente es el mismo plantel: se sumaron solamente el zaguero Bruno Valdez (cuando se esperaban más defensores) y el atacante Miguel Merentiel, además del regreso de Ezequiel Fernández (también querían sumar más volantes). Aunque se fueron Agustín Rossi, Carlos Zambrano y Aaron Molinas, con Marcos Rojo todavía recuperándose. En ese sentido, Ibarra no tiene variantes nuevas que le proporcionen algo diferente.
El panorama parece complejo porque hace varios partidos que la situación futbolística no mejora, y encima Ibarra se fue sin hacer declaraciones de Córdoba. Boca siempre puede aspirar a volver a ser y hasta tiene tiempo, pero cuanto más tarde en corregir los diferentes aspectos que lo llevan siempre a correr en la misma rueda, más fuerte será la adversidad.
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