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Boca - Belgrano, por la Liga Profesional: el equipo de Almirón volvió a dar señales positivas luego del traspié en el superclásico
En la Bombonera, superó al Pirata 2-0 con los goles de Martín Payero y Darío Benedetto
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Boca tenía la obligada tarea de reponerse rápido del golpe Monumental. Aquel 0-1 agónico de River, más allá de la bronca por el penal polémico, significó un parate del avance futbolístico debido a una postura mucho más cautelosa. La visita de Belgrano era el momento de volver a arrancar. No de cero, pero sí era vital retomar el progreso. Con el plus del regreso de jugadores importantes como Darío Benedetto y Frank Fabra, que hizo su debut en el ciclo de Almirón: protagonistas –junto a Oscar Romero- de un examen para analizar sus influencias en un equipo que se llena de confianza: hizo un partido casi perfecto y le ganó 2-0 a los cordobeses. El hincha se vuelve a ilusionar y cantó por la Copa Libertadores.
Las tribunas de la Bombonera tampoco volvieron a empezar de cero. La caída en Núñez habrá dolido, pero no al punto de tener ganas de volver a intoxicar la relación con el plantel, como sucedió hasta hace algunas semanas. Hubo aplausos para todos: Sergio Romero, el mejor de Boca en el fin de semana pasado, fue el más reconocido ante su nombramiento en la formación. Si bien no hubo discutidos, Facundo Roncaglia fue el único que recibió algún silbido esporádico, aunque sí generó murmullos durante el encuentro por una pifia y un pase atrás que fue directo al tiro de esquina en contra.
Lo mejor del partido
Entonces, el hincha (y el club) preparó una fiesta más grande que las habituales. A las banderas, el rugido de la gente y el color azul y oro en las bengalas de humo se le sumaron las bengalas de colores en ambas populares medias. El grito marcó la unión: “¡Dale, Boca, que no ha pasado nada!”.
Fue dueño absoluto. El conjunto de Guillermo Farré (aplaudido en el estadio por el gol que hizo en 2011 para el descenso de River) llegaba al encuentro posicionado sexto con la feroz versión goleadora (nueve) de Pablo Vegetti, a uno del liderazgo de artilleros en la Liga Profesional. Sin embargo, el de Almirón lo sacó de la cancha rápido desde el juego y la intensidad. Los goles tardaron, pero cuando llegaron también fueron una ráfaga.
El Xeneize volvió a la profundidad de los partidos anteriores. Se fue al descanso con una igualdad en cero porque, simplemente, no tuvo puntería. Benedetto tuvo dos oportunidades claras por un gran centro de Sebastián Villa y, luego, un córner rápido de Fabra, de esos que empiezan a moldear la identidad: no giró bien la cabeza y el frentazo se fue arriba en el primer intento, mientras que en la otra no agarró bien el zurdazo y también la direccionó alto.
Más insólita fue la que desperdició Martín Payero: centro raso y atrás de Villa para que el volante, que ingresó al área y se encontró con la definición por delante del punto penal, la lanzara a la tribuna. Hubo revancha para todos y Boca cerraría un partido muy bien jugado y nada sufrido.
Fabra regresó y volvió a ser la herramienta útil que está en sus genes. Vertical, agresivo ofensivamente y retomando el tándem con Villa que tanto desequilibra entre desdobles y pases a la carrera. Por eso el técnico se agarró la cabeza no bien asumió y se enteró de la baja del lateral colombiano por el esguince de rodilla que ya dejó atrás: proyectaba ataques de ese estilo, como los que tiene en la derecha con la dupla conformada por Marcelo Weigandt y Luis Advíncula y que tan bien le hacen al progreso futbolístico.
Darío Benedetto fue un “Así, sí” en la noche del domingo. Como se desliza, no fue una actuación personal perfecta por algunos yerros. Sin embargo, es importante para el entrenador saber que puede contar con esta versión que, sin dudas, es consecuente a la mejora de Boca. Permanentemente activo, pivotando, abriendo el juego, gambeteando en espacios reducidos. Y con la frutilla del gol.
Porque los de azul y oro salieron al segundo tiempo con voracidad y en los primeros seis minutos (como ante Racing, pero en la otra mitad) liquidaron el trámite por el bombazo de Payero que el arquero Nahuel Losada ayudó para abrir el marcador y, 180 segundos después, el desborde de Advíncula y su pase fuerte al fondo terminara con el ‘9′ definiendo: se perdió el clásico por un desgarro, pero hizo su primer gol en el presente campeonato.
También fue una prueba para Oscar Romero, con pocos minutos de la mano del actual DT (227 en ocho encuentros). El paraguayo, junto a Benedetto y Fabra, son los tres importantes que faltaban arrancar en el ciclo desde lo individual. Su partido fue de menor a mayor: se nota que el contraste con respecto a la impronta de Almirón radica en sus pausas lógicas de conductor: quieren intensidad y ahogar al rival con la verticalidad. De todas formas, sus buenas pelotas al espacio, las del último tramo del primer tiempo, fueron muy provechosas y hasta recuperó la pelota que terminó en el primer gol, pero Almirón decidió que fuera el primer cambio: el volante pateó un cartel.
A Boca lo distrajo un ratito el escándalo del superclásico, pero entendió que aun eso no debía detener el buen humor que predomina ante un ya notorio lavado de cara: Boca juega a algo y empieza a ser una amenaza.
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