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Boca - Atlético Mineiro: el VAR le quitó al Xeneize el triunfo y dejó abierta una serie que se definirá en Brasil
A instancias de la tecnología, el árbitro Rojas consideró que hubo falta de Briasco sobre Nathan en la acción previa al cabezazo a la red del Pulpo González; el martes próximo volverán a verse en Belo Horizonte
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Una polémica decisión del VAR le impidió a Boca lograr un triunfo más que importante ante Atlético Mineiro, por la ida de los octavos de final de la Copa Libertadores de América.
Diego González, a los 35 de la primera etapa, marcó de cabeza el primer gol del partido. Pero, después de seis minutos de deliberación, el árbitro colombiano Andrés Rojas decidió anularlo, luego de que el paraguayo Derlis López, a cargo del sistema tecnológico, le advirtiera sobre una supuesta infracción de Briasco a Nathan en el centro inicial de Weigandt.
El partido y la serie comenzaron con la intención del Mineiro de ser protagonista. Haciéndose dueño de la pelota e imponiendo el ritmo. Boca se mantuvo con sus once jugadores en su campo.
En el primer centro al área Agustín Rossi se mostró muy atento y controló con una mano tras un cabezazo de Izquierdoz. A los 5 Boca tuvo su primer corner, luego de un buen desborde de Pavón. Aunque pasó sin peligro por el área visitante. Hubo un buen comienzo de Briasco, apretando en la salida y obligando al rival a salir sin tanta libertad.
En los primeros 10, Boca exhibió una imagen aguerrida. Mordiendo a cada receptor e incomodando al Mineiro en cada uno de sus intentos. Pero siempre corriendo de atrás, siendo espectador de lo que hiciera el rival con la pelota.
Sin generación de juego, el xeneize se enfocó en evitar que Mineiro juegue cómodo. De todas formas, cada vez que el conjunto brasileño aceleró, llegó al área azul y oro.
Un muy activo Hulk activó las alarmas de la última línea xeneize cada vez que el balón pasó por sus pies. E incluso imponiendo su presencia física.
Boca tuvo una buena jugada por derecha. Medina cedió a Rolón, que avanzó unos metros y sacó el remate. Su derechazo fue desviado, pero sirvió para demostrarle al rival que no debe confiarse.
Después de la media hora Mineiro desaceleró sus intenciones de jugar cerca de Rossi. Y Boca pudo adelantarse.
Los desbordes de Villa y de Pavón resultaron intrascendentes. Pero sirvieron para mostrarse muy veloces
A los 35 llegó la polémica. Una muy buena jugada de Weigandt por derecha terminó con su desborde y su centro pinchado. Que generó una inexplicable desconcentración defensiva del Mineiro, que terminó siendo aprovechada por Diego González, que se la cabeceó por arriba a Éverson y anotó el 1 a 0.
Después de seis minutos de deliberación llegó la anulación. Rojas, a instancias del VAR, vio la jugada una y mil veces para luego considerar que Briasco había cometido infracción sobre Nathan antes del cabezazo del Pulpo.
Después de eso, el partido ingresó en un terreno complejo. Porque cada jugada fue reclamada por Boca, que se sintió perjudicado. Rojas, confundido y no tan convencido de lo sancionado, perdió toda autoridad. Rojo, amonestado, corrió 25 metros para pedirle un aparente penal. Pudo ser expulsado. Incluso, el juez dio cuatro minutos extra cuando solo la acción de esa jugada discutida había demandado seis del juego detenido.
Segundo tiempo
Los 42 días de inactividad oficial le pesaron a Boca. Quizás no tanto en lo referido a diferencia de jerarquía. Pero sí en lo vinculado con las sociedades. Con esas conexiones que se dan durante un partido y que sólo se automatizan con el correr de los partidos.
De todas maneras, el conjunto que dirige Russo resistió frente al equipo que más se había destacado en la etapa de grupos. Tal vez demasiado replegado por ser el local, pero muy atento en cada línea.
Si la primera parte había sido apenas discreta, en el segundo tiempo la intensidad bajó aún más.
Con el paso de los minutos, el resultado pareció conformar a ambos. Porque Boca lograba mantener su valla en cero y Mineiro consideraba que volverse a Belo Horizonte con un empate era buen negocio.
El equipo xeneize se mantuvo fiel a su libreto. Sin desarmarse, continuó en su rol de expectante. Incluso, sin tener claro qué hacer cuando el rival le cedió la iniciativa.
El partido se fue metiendo en un embrollo. El desarrollo trabado, luchado, interrumpido y con pocas jugadas claras en las áreas atentó contra el juego. Y recién en una semana se sabrá a quién favorecerá lo visto en la Bombonera.
Lo tuvo Boca a los 26. Pavón, desde la izquierda, envió un centro envenenado y con rosca, que se fue cerrando. Y otra vez Diego González, en el área chica, se zambulló hacia adelante pero no pudo conectar la pelota.
La salida del Pulpo desacomodó al xeneize. Porque Orsini se acomodó por la izquierda, pero eso hizo retroceder a Pavón. Al mismo tiempo, dejó al mediocampo azul y oro desbalanceado.
El ingreso de Varela, inesperadamente afuera de los titulares, por Medina liberó a Rolón, que pudo desligarse de la marca y jugar más adelantado.
Mineiro modificó su esquema y dejó de presionar. Incluso, le regaló la pelota a Boca. Que se las rebuscó para intentar lastimar, pero fue demasiado reiterativo en el pelotazo largo para que desborden Pavón, de muy buen segundo tiempo, o Villa.
A los 41, Mineiro se acordó de atacar. Aunque encontró siempre a la defensa boquense bien parada y a Rossi atento. Y, además, tuvo mala puntería. Porque Hulk tuvo varias, pero todas las definió mal.
Hubo algo importante en Boca. Y es que no se dejó intimidar. Ni al comienzo, en ese dominio claro de Mineiro, ni cada vez que buscó, sin profundidad, el área rival. La actitud, que en tantas otras ocasiones recientes brilló por su ausencia, esta vez sí dijo presente.
El final del partido llegó con la misma parsimonia que se fueron acumulando los minutos en el complemento. El desenlace se estiró como un chicle.
Jair, sobre la hora, tuvo una chance muy clara, pero su remate desde la medialuna del área se fue muy desviado.
El aburrido 0 a 0 (ni Rossi ni Everson tuvieron trabajo) deja la serie abierta. Con una leve ventaja para Mineiro por el solo hecho de definir en su casa. Pero con la tranquilidad que tiene Boca de saber que marcando un gol en Brasil complicará a su rival. El asunto pasará por buscar la manera de generarlo.
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