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Boca, afuera de la Copa Libertadores: un impacto difícil de asimilar y un sueño que se aleja cada vez más
La derrota por penales frente a Corinthians estira la frustración xeneize; lejos de las instancias decisivas, la eliminación es también un golpazo en lo económico
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El impacto es fuerte. Doloroso. De los que hacen ruido y de los que cuesta recuperarse. Por segundo año seguido, Boca se quedó afuera de la Copa Libertadores en los octavos de final. Fue derrota 6 a 5 por penales, después de 180 minutos en los que buscó más que Corinthians, pero no alcanzó, con un 0-0 en San Pablo e idéntico resultado en la Bombonera. El objetivo de levantar la séptima se postergó una vez más.
Son momentos en los que, ni el plantel, ni el cuerpo técnico, ni la dirigencia, ni los hinchas encuentran explicaciones. La enorme ilusión generada por la evolución futbolística que venía demostrando el equipo dirigido por Sebastián Battaglia tuvo que detenerse en seco ante este imponderable. Que era una posibilidad, por supuesto, pero que a la vez nadie imaginaba.
¿Cuántos centros cayeron sobre el área de Corinthians? ¿Diez? ¿Cien? ¿Mil? Sólo uno fue efectivo: el que Zeballos le sirvió a Benedetto a los 18 minutos de juego y el Pipa, casi desde el área chica, con el arco a su disposición, la mandó a las nubes.
Boca pagó caro su falta de ideas. La reiteración de jugadas de ataque que terminaron en centros intrascendentes de Villa o Fabra por la izquierda, expuso que el equipo no tiene variantes ante rivales que salen a defenderse. Porque Corinthians, lastrado por las bajas por lesiones, hizo eso: apostó a los penales desde el primer instante. Y se llevó el premio mayor.
Tres situaciones claras malogró el Pipa. La más clara fue la primera, la jugada generada por Zeballos por la derecha. La otra fue el penal (codazo de Raúl Gustavo a Varela sancionado a instancias del VAR). Su remate dio en el poste izquierdo de Cassio. En la otra, ya en el segundo tiempo, definió por arriba del arquero con clase, pero el balón se quedó en el techo del arco. Y su penal, a las nubes.
El resumen del encuentro
Posiblemente el clima festivo que hubo en la previa en la Bombonera haya sacado de eje a los jugadores. La efervescencia que generó la habitual confianza ciega de sus hinchas se fue convirtiendo en una presión adicional, sobre un equipo que sabía desde hace una semana que sólo había un resultado posible: ganar.
Si bien está en un escenario muy similar al del resto de los equipos argentinos, el hecho de haber quedado marginado de la Libertadores también es un impacto en los elementos de seducción que el Consejo de Fútbol pueda tener para intentar sumar a su plantel un refuerzo de jerarquía. Muy lejos en lo económico, el poder de convencimiento no es el mismo sin copa internacional posible en el horizonte.
Boca volvió a padecer algo que se hizo moneda frecuente en este 2022. Y es que le resulta complicado ganar en la Bombonera. De 15 partidos disputados en su casa (sumando todas las competencias), apenas ganó 6. Empató 6 y perdió 3, las últimas dos de forma consecutiva (Unión y Banfield, por la Liga Profesional, con goleada incluida ante el Taladro).
La definición por penales
Más allá de todo eso, que es lo más tangible para los que juegan, los que conducen y los que alientan, hay algo mucho más doloroso, y está referido con las pérdidas económicas. El impacto en lo financiero es gigantesco. De la posibilidad de ganar US$ 25.050.000 (el premio total que recibe el campeón, a lo que hay que sumarle las dos recaudaciones de los partidos de local en cuartos y en semifinales, más el 25 por ciento de la venta de tickets para la final), el club se encuentra ante la situación de que a sus arcas sólo ingresaron apenas US$ 4.650.000, desglosados en US$ 3.600.000 (correspondientes a la etapa de grupos, a razón de US$ 600.000 por partido) y US$ 1.050.000 por avanzar a octavos.
Eso influirá de manera negativa en los próximos pasos del club, llámese refuerzos u obras en la institución. El presupuesto deberá ser revisado con lupa. En lo dirigencial, sienten que han perdido una posibilidad inmejorable de intentar ganar la Libertadores, algo que desde lo económico se viene haciendo muy complicado por la enorme diferencia de poder adquisitivo del fútbol argentino, en comparación con los clubes brasileños. Ocurre que las instancias decisivas de la Libertadores 2023 (a la que Boca ya está clasificado como campeón de la Copa de la Liga 2022), se jugará en medio del pantanoso clima preelectoral, en el que el barro político siempre desgasta y también juega su partido.
De lo único que no hay dudas es que Sebastián Battaglia seguirá siendo el entrenador de Boca hasta fin de año, aunque este impacto es fuerte e inesperado. Y será su tarea poner otra vez de pie al equipo e ir en busca de un trofeo internacional, aun cuando no sea el que a comienzos de año estaba en los planes.
En este escenario, Boca deberá enfocarse en reencauzar su camino en la Liga Profesional (luego de 6 fechas está en el puesto 11° con 9 puntos sobre 18 posibles, a 5 de los líderes Gimnasia y Newell’s) y seguir en carrera en la Copa Argentina, donde defiende su corona y se enfrentará en los octavos de final con Agropecuario. El sueño internacional quedó postergado, una vez más.
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