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Bianchi, el hombre fórmula: cómo les fue a los otros técnicos argentinos en una final del mundo de clubes en los últimos 26 años
Carlos Bianchi regresó a Boca en enero de 2003. Apenas un año después de haberse ido y consciente de que, si las cosas no le iban bien, podría poner en riesgo toda la idolatría xeneize que había generado entre julio de 1998 y diciembre de 2001, donde ya había ganado seis títulos: dos Copas Libertadores, tres títulos locales y la Copa Europea-Sudamericana ante Real Madrid, en Japón. La Posada de los Pájaros, en Tandil, era el bunker nuevamente elegido para la preparación física del equipo. Y para conocer más al entrenador en cuestión, vale este mini diálogo que tuvo con un grupo de 50 periodistas el 10 de enero de aquél año, en lo que fue el comienzo de su segundo ciclo en la Ribera.
–¿Qué espera de esta nueva etapa?
–Hacer un buen trabajo de pretemporada para que el equipo esté entre los mejores, como marca la historia de Boca. Estoy conforme con el plantel que tengo y por eso creo que no tenemos que hacer ninguna incorporación, así como tampoco dejar ir a los que están acá.
–¿Hay similitudes con la pretemporada de 1998?
–No, es diferente. Aquél era un equipo que tenía mucha gente grande, con un promedio alto de edad y ahora es más joven. En lo que coinciden es que los dos tenían una actitud para lograr que Boca sea protagonista en todo lo que juegue.
–En el ciclo anterior se obtuvieron seis títulos. ¿El desafío es conquistar algo después de haberlo ganado todo?
–Para mí, Boca no ganó nada. Ya me mentalicé así. Lo que se logró quedó en el pasado y en el fútbol se vive del presente.
–¿Con su llegada están asegurados los triunfos?
–No soy el dueño del éxito ni soy ningún fenómeno. Lo que pasa es que el hincha de fútbol deposita su confianza en otra persona, eso contagia y produce que se piense que todo es fácil, pero no es tan así. Si Boca quiere lograr algo importante, va a tener que sufrir mucho, empezando por los entrenamientos y siguiendo con los partidos. Mi llegada a Boca no asegura nada, yo puedo aportar un 20 o 30 por ciento, pero lo más decisivo es contar con un plantel de jugadores inteligentes.
–¿Por qué se le da prioridad a la Libertadores antes que al torneo local?
–Porque una cosa es ser campeón de América y otra distinta es serlo de la Argentina. Además de ser el mejor del continente te da la posibilidad de jugar la Copa Europea-Sudamericana. La mayoría de los hinchas te pide volver a Tokio y no por lo linda que pueda ser la ciudad.
Ese año, el 2003, Boca volvió a tocar el cielo con las manos. Levantó la Copa Libertadores superando en la final a Santos por un global de 5 a 1, conquistó el Apertura antes de viajar a Japón y en Yokohama superó a Milan 3-1 por penales, tras empatar 1-1 en los 120 minutos. Ese triunfo, conseguido un 14 de diciembre, termina siendo (cada día que pasa) más relevante, incluso excede los colores azul y oro. ¿Por qué? Porque cada vez les cuesta más a los equipos sudamericanos estar a la altura de los europeos. Primero fue en los cruces directos de la Copa Europea-Sudamericana; después cuando el formato se transformó en el Mundial de Clubes.
Bianchi fue el único entrenador argentino que pudo, con equipos sudamericanos, vencer a los poderosos de Europa en los últimos 26 años, en los cuales se disputaron 27 torneos (incluido un Mundial de Clubes en enero de 2000 que la FIFA lo considera oficial). Lo hizo una vez con Vélez (1994) y dos con Boca (2000 y 2003). Desde 1986 hasta ahora, sólo Héctor Veira lo logró con River. Luego, el último DT que más cerca estuvo de conseguir la gloria fue Alejandro Sabella, en 2009: Estudiantes se imponía con un gol de Mauro Boselli y estuvo a minutos de vencer al Barcelona de Pep Guardiola en Abu Dhabi, pero un gol de Pedro sobre el final llevó el desarrollo al alargue y, en tiempo suplementario, Messi puso el 2-1 definitivo.
Ese muy buen Estudiantes que había vencido en la final de la Copa Libertadores a Cruzeiro, en Brasil, hizo historia, pero le faltó la frutilla del postre, la que estuvo a segundos de conseguir. Esa final ante Barcelona, aún en el dolor por el resultado para los hinchas platenses, significó un reconocimiento para Sabella: a su planificación, a su perfil bajo, a su trabajo. El DT analizó, observó y, en función del rival, veía qué podía hacer y dónde lo podía lastimar. Sabía que Estudiantes no llegaba en condiciones óptimas y, por bajas y por lesiones, adaptó al equipo a la realidad del momento.
El último sudamericano en perder la final del Mundial de Clubes fue Flamengo (0-1), en diciembre de 2019. El equipo brasileño hizo una gran final, pero terminó cayendo en el alargue con Liverpool. De las últimas 13 ediciones del Mundial de Clubes, 12 fueron ganadas por los europeos, solo colándose entre ellos el Corinthians de Tite, Danilo y Paolo Guerrero, que en 2012 venció a Chelsea, de Inglaterra, por 1-0, en Japón.
Las tres ediciones anteriores a la del Liverpool de Klopp, habían sido de Real Madrid, venciendo en 2018 a Al-Ain (4-1), en 2017 a Gremio (1-0) y en 2016 a Kashima Antlers (4-2). La final de 2015 quedó en manos de Barcelona, que venció al River de Marcelo Gallardo por 3-0. Justamente, ese resultado, más allá de que el conjunto millonario no había llegado de la manera que pretendía, potenció el debate y las polémicas sobre el poderío económico de los equipos europeos y la brecha con respecto a los sudamericanos.
El Corinthians de Tite (actual DT de la selección brasileña) venció a Chelsea, pero la figura del partido, además de Paolo Guerrero, autor del gol de cabeza en el segundo tiempo, fue el arquero Cassio, que tuvo atajadas muy buenas, sobre todo una al Niño Torres, un "penal en movimiento". En situaciones de riesgo, Chelsea se había impuesto por 10 a 5. En ese equipo inglés, dirigido por Rafa Benítez, atajaba Petr Cech y jugaban David Luiz, Frank Lampard, Juan Mata y Eden Hazard.
Hubo 11 entrenadores argentinos finalistas de la Intercontinental/Copa Europea-Sudamericana/Mundial de Clubes desde 1994: cuatro veces fue Bianchi, ganando tres y perdiendo en 2001 ante Bayer Munich (0-1), en el alargue y luego de disputar 75 minutos de la final con un futbolista menos por la expulsión de Marcelo Delgado, que vio la tarjeta roja al final de la primera etapa. Incluso en ese contexto adverso, Boca estuvo a la altura del partido, que perdió por un gol de Kuffour.
En 1996, el River de Ramón Díaz no tuvo equivalencias ante la Juventus de Zidane y Del Piero (0-1). Más allá del remate en el travesaño de Ortega y algún que otro disparo desde afuera del área, si el partido solo terminó por la diferencia de un gol fue gracias al arquero Roberto Bonano; Sorín salvó un par de goles también con coberturas justas.
Tampoco hubo equivalencias con el Boca de Miguel Angel Russo ante el Milan de Ancelotti, Pirlo, Inzaghi y Kaká (2-4), que en 2007 se tomaban revancha del 2003, y el San Lorenzo de Edgardo Bauza ante el Real Madrid de Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema (2-0) en 2014. El Patón había tenido otra chance en 2008, dirigiendo a una Liga de Quito de Ecuador que se topó con el Manchester United de Ferguson, Tevez, Rooney y Cristiano. El conjunto inglés ganó 1-0.
¿Qué sucedió con River en 2015? En el entretiempo ante el Barcelona de Messi, Neymar, Suárez e Iniesta, que el equipo millonario perdía 0-1, Gallardo se salió de su libreto. Quiso dar vuelta el partido enseguida, generar un golpe de efecto. Las dos modificaciones parecieron apresuradas en función del desarrollo. Es cierto que Ponzio y Kranevitter estaban amonestados, que River debía revertir el 0-1 de Messi, pero -desde lo táctico- había hecho un muy buen primer tiempo.
Presionando alto (quizá demasiado, teniendo en cuenta lo bien que juega Bravo), sin dejar mover a Barcelona y tratando de aplicar contraataques directos. La faceta ofensiva no salió bien, pero defensivamente era meritorio lo de River, con Ponzio haciéndole marca personal a Iniesta, con Alario bloqueando desde atrás a Busquets.
Fue un acierto ubicar a Tabaré como titular. Pero las modificaciones de González y Martínez por Mora y Ponzio (adelantando a Viudez) sumaron audacia y desarmaron, desde la estructura, la simetría entre líneas. Fue una apuesta del DT, pero -en diez minutos- quemó los tres cambios de un partido que podía tener alargue, con la sustitución obligada de Viudez (ingresó Driussi). El equipo se quedó sin intensidad, sin presión, y la estructura se quebró. River, a contramano de lo que siempre quiso Gallardo, quedó desarmado. Barcelona se aprovechó de esos espacios y terminó goleando 3-0 con las dos anotaciones de Suárez.
Hubo cuatro entrenadores argentinos que también participaron de la competencia pero que no llegaron a la final del Mundial de Clubes: Pablo Marini, con Pachuca (2010); Ricardo La Volpe, con América (2016); Gallardo, con River (2018) y Antonio Mohamed, con Monterrey (2019). El equipo mexicano hizo un muy buen partido ante Liverpool, pero perdió 2-1.
El otro gran golpe de Bianchi fue con Boca, ante Real Madrid, en Tokio (2000). El equipo xeneize salió filoso y con el tridente Riquelme-Delgado-Palermo le hizo dos goles al equipo de Vicente Del Bosque en seis minutos, dos apariciones del N° 9 tras asistencias de los antes mencionados. El conjunto merengue, entre los que se destacaban Casillas, Hierro, Figo y Raúl descontó por intermedio de Roberto Carlos, pero luego Boca supo manejar con oficio y un gran despliegue la final. Una de las imágenes de aquella consagración es Riquelme aguantando la pelota y con los jugadores de Real Madrid, entre ellos Figo, sin poder sacarle el balón.
Cuando los logros son tan importantes, el tiempo los potencia, incluso les da otra magnitud. Pero los tres títulos de Carlos Bianchi en Japón, además, toman una dimensión desconocida. Hace más de 30 años que ningún otro DT argentino puede lograr ese objetivo. "Es más difícil confirmar que llegar", es otra de las frases de cabecera del Virrey. Con esto pretendía motivar a sus dirigidos para que no se relajen luego de la primera vuelta olímpica. Los incentivaba a ir por más. Por eso cuando asumió en 2003, dijo en La Posada de los Pájaros aquello de "para mí, Boca no ganó nada. Ya me mentalicé así. Lo que se logró quedó en el pasado y en el fútbol se vive del presente".
Era una forma de relanzar al plantel y también de valorar el doble a aquél conjunto que lograba mantenerse competitivo y ganador más allá de un semestre o un año de buenos resultados. El, con Vélez y Boca, se acostumbró a "confirmar" equipos y títulos.
Todos los DT argentinos finalistas desde 1994 en adelante
Fecha / Partido / Entrenador
1-12-1994 / Vélez 2 vs. Milan 0 / Carlos Bianchi
26-11-1996 / River 0 vs. Juventus 1 / Ramón Díaz
28-11-2000 / Boca 2 vs. Real Madrid 1 / Carlos Bianchi
27-11-2001 / Boca 0 vs. Bayern Munich 1 / Carlos Bianchi
28-11-2002 / Olimpia 0 vs. Real Madrid 2 / Nery Pumpido
14-12-2003 / Boca 1 (3) vs. Milan 1 (1) / Carlos Bianchi
16-12-2007 / Boca 2 vs. Milan 4 / Miguel Angel Russo
21-12-2008 / Liga de Quito 0 vs. Manchester United 1 / Edgardo Bauza
19-12-2009 / Estudiantes 1 vs. Barcelona 2 / Alejandro Sabella
20-12-2014 / San Lorenzo 0 vs. Real Madrid 2 / Edgardo Bauza
20-12-2015 / River 0 vs. Barcelona 3 / Marcelo Gallardo
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