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Bayern Múnich-PSG. Los secretos de Hansi Flick, el entrenador que revivió a la topadora alemana y la llevó a la final de la Champions League
El día anterior al partido más importante de su vida, Per Mertesacker fue convocado a una habitación en el tranquilo y playero centro de entrenamiento del seleccionado de Alemania, a un par de horas de la ciudad brasileña de Porto Seguro, y se le comunicó que no iba a jugar.
Joachim Löw, el entrenador de la selección nacional, explicó con frialdad que iba a hacer algunos cambios para el partido de cuartos de final de Alemania contra Francia. Aunque Mertesacker era uno de los miembros más experimentados de su equipo y había jugado todos los minutos del Mundial de 2014, iba a ser uno de los que saldría de la formación. Jérôme Boateng se ubicaría como central y Philipp Lahm retomaría su puesto de lateral derecho.
En ese momento, Mertesacker –considerado y amable y comprensivo, un jugador tan inteligente como Löw podría haber esperado tener en su equipo– admite que su "ego afloró un poco". Y recuerda: "Estaba en shock. Pensando en que esos tipos confiaban en mí. Con un interrogante: ¿qué pasó?"
En ese momento Löw dejó de hablar, se dirigió a su asistente y permitió que Hansi Flick se hiciera cargo. Flick siempre supo qué decir. Desde afuera, el impacto que Flick ha tenido desde que se hizo cargo de Bayern Münich en noviembre tras el despido de Niko Kovac roza lo milagroso; ciertamente, el 8-2 con el que destruyó a Barcelona hace una semana, que representa su cénit hasta aquí, parecía llegar con un toque divino.
Bajo la conducción de Kovac, Bayern estaba en la mira. Un aire de fin de siglo se había instalado en el club. El equipo estaba en plena ebullición y sus ejecutivos se preocupaban por si había llegado el momento de sacar a las estrellas, figuras icónicas como Manuel Neuer y Thomas Müller, del equipo.
Los secretos de un nuevo milagro alemán
Flick era, como ellos lo veían, un hombre de convicciones, alguien que marca una línea. Había jugado en el club en los años 80 como centrocampista "agresivo, duro y práctico", según su antiguo compañero de equipo, Olaf Thon, y por eso entendía la "cultura de Bayern", como decía el futuro director general del equipo, Oliver Kahn.
Desde su retiro, Flick había construido un impresionante currículum como entrenador y una reputación discretamente elevada, en particular durante sus ocho años como asistente de Löw con Alemania. Bayern lo eligió en el verano de 2019, en parte porque el club pensaba que podría intervenir si se necesitaba despedir a Kovac.
Pero no estaba diseñado para ser una solución a largo plazo. Flick tenía 54 años cuando regresó a Bayern y no había dirigido un equipo en 14 años. Incluso entonces, su experiencia estaba en los niveles inferiores de Alemania: había dejado Hoffenheim en 2005 después de fracasar en su intento de ascender a la segunda categoría.
Cuando Flick fue nombrado asistente de Löw, Mertesacker admitió que había cierto escepticismo entre los jugadores. "Vacilación, diría yo", sostuvo. "Por supuesto que había sido jugador, pero igual hay que esperar a ver qué puede aportar". Para Bayern, que compartía algunas de las mismas reservas, Flick estaba allí para mantener el asiento caliente, no para ocuparlo.
En pocas semanas, sin embargo, era obvio que Bayern no necesitaba preocuparse por las demandas salariales de Mauricio Pochettino o si Julian Nagelsmann podía ser persuadido para alejarse de RB Leipzig. Flick terminaría la temporada con un equipo revitalizado, un récord de victorias que empequeñece incluso a Pep Guardiola: 33 partidos jugados, 30 ganados, además de un título de la Bundesliga y una Copa de Alemania.
Flick se hizo cargo cuando parecía que Bayern estaba acabado como una fuerza en Europa. Frente a Barcelona, por los cuartos de final de la Champions League, produjo lo que sin duda es el resultado más sorprendente de la temporada, y una actuación tan devastadora que puede haber llevado al equipo de Lionel Messi al final de una era. La transformación, entre entonces y ahora, entre ese equipo y éste, es notable. Y este domingo jugará en Lisboa la final de la Champions League frente al PSG de Neymar y Killian Mbappé.
Aunque los que conocen bien a Flick –los que, como Thon, jugaron junto a él y los que, como Mertesacker, trabajaron bajo su mando– no parecen tan sorprendidos como podrían estarlo. En lo que a ellos respecta, no hay ningún gran misterio aquí, ningún hechizo secreto, ningún giro táctico revolucionario que haya desenterrado.
Hansi Flick es muy humilde. Tiene un sentido muy humano, un verdadero compromiso social, un interés genuino en la persona. No teme mostrar su propia vulnerabilidad y eso es muy contagioso
En cambio, dicen que la gran fuerza de Flick es lo que hizo que Löw se dirigiera a él en esa habitación en Brasil y le pidiera que ayudara a Mertesacker a entender su decisión. "Es muy humilde. Tiene un sentido muy humano, un verdadero compromiso social", dijo Mertesacker. "Tiene un interés genuino en usted como persona. No teme mostrar su propia vulnerabilidad. Y eso es contagioso".
Ese día en 2014, mientras Mertesacker luchaba con su decepción, Flick lo tranquilizó, calmó sus dudas, le dijo que las cosas podrían cambiar de nuevo para la semifinal. Hizo hincapié en que lo más importante era lo que resultara positivo para el equipo. "Es un fantástico comunicador", reconoció Mertesacker.
"Es muy abierto, muy honesto Flick, incluso cuando se trata de opiniones críticas. Se toma su tiempo con los jugadores. No es sólo 'trabajo, trabajo, trabajo'. Es muy auténtico. Y esa es la fuerza más importante que puede tener un entrenador". De Arne Friedrich, ex miembro de selecciones alemanas.
Esa es la misma experiencia que recuerda Arne Friedrich, miembro de las selecciones alemanas en los Campeonatos Europeos de 2008 y en la Copa del Mundo de 2010. "Es muy abierto, muy honesto, incluso cuando se trata de opiniones críticas", dijo Friedrich, ahora director deportivo de Hertha Berlin. "Se toma su tiempo con los jugadores. No es sólo 'trabajo, trabajo, trabajo'. Es muy auténtico. Y esa es la fuerza más importante que puede tener un entrenador".
Kahn, un miembro de la junta directiva de Bayern, lo dice de forma más sucinta. "Siempre sabe lo que les tiene que decir a los jugadores, especialmente en los momentos difíciles", dijo. "Sabe cómo manejar a los jugadores".
Esa puede ser la habilidad más crítica que cualquier entrenador de un club como Bayern puede tener. El equipo está lleno de estrellas de alto perfil y de grandes ganancias. Aunque la reputación del club como "FC Hollywood", un lugar que nunca pasa un día o dos para estar envuelto en alguna polémica, ha disminuido, una parte sustancial del trabajo del entrenador sigue siendo la gestión de la frágil política del vestuario.
Es un papel en el que Flick sobresale. Mertesacker le atribuye no sólo el establecimiento de líneas de comunicación entre los jugadores, el cuerpo técnico y el resto del personal de los vestuarios – "para que todos los que necesitaban información la tuvieran"–, sino también el haber ayudado a fomentar el espíritu de equipo que llevó a Alemania a su victoria en la Copa Mundial de 2014.
La química de equipo, determinante
"Fue él, creo, quien le dijo a Jogi Löw que siempre alabara a los suplentes", dijo. "No se alaba al primer equipo. Alabas a los chicos que no jugaron, los que trabajaron duro toda la semana y crearon el ambiente". Friedrich ve una similitud en el enfoque de Flick con el de Jupp Heynckes, el único entrenador en la historia de Bayern que ha ganado una liga, una copa y un triplete europeo. "Mirando desde lejos, Heynckes tenía esa capacidad de construir una buena química de equipo", dijo. "Nunca se escuchaba a un jugador en el banco de suplentes quejarse. Me parece que Hansi es similar".
En parte, eso puede deberse a las relaciones que Flick tiene con muchos de sus jugadores. "Conoce a Neuer y Müller de la selección nacional", dijo Kahn. Otros, como Joshua Kimmich y Serge Gnabry, le son familiares de su época como director técnico de la Asociación Alemana de Fútbol. Tenía una ventaja en la construcción de puentes.
Eso no quiere decir que Flick no haya cambiado nada del estilo de Bayern. El enfoque de Kovac fue reactivo: transformó las sesiones de entrenamiento abocando a jugadores talentosos a tareas defensivas, creando un clima de frustración. El énfasis de Flick, en cambio, está en lo que pueden hacer con el balón, animando a los jugadores a pensar más en cómo utilizar sus talentos. En todo caso, ha mejorado el ritmo de Bayern –sólo Liverpool presiona más comparando las cinco principales ligas europeas– y ello sirvió para devolverle el brillo a jugadores como Müller.
En Múnich existe la creencia de que Lisboa puede ser la marca de la alta sociedad. Para un comunicador tan entusiasta, la carrera de Flick ha sido tranquila. Ha pasado mucho tiempo lejos del centro de atención, como asociado y asistente. Mertesacker, por ejemplo, nunca tuvo la impresión de estar ante una persona especialmente interesada en ser "el hombre principal".
Ahora, sin embargo, Flick está a sólo un partido de la más brillante mirada que el fútbol puede ofrecer, una clase de logro que no admite discusión. Thon, ciertamente, no tiene ninguna duda de que su momento ha llegado. "Bayern tiene la calidad", dijo. "Ganará la Champions League en público y él será visto como un gran entrenador".
Fuente: The New York Times
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