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Banfield se quedó con un triunfo ante Lanús que esperó 6 años y se acercó a Boca
El volante del Taladro anotó el tanto de cabeza, a los 45 minutos del primer tiempo; fueron expulsados Matheu y Silva
Tantas veces tropezó Boca en la segunda parte del campeonato que Banfield, un equipo hecho a base de esfuerzo, quedó a cuatro puntos de la cima luego de ganarle a Lanús, ayer, en el estadio Florencio Sola, tras tres derrotas consecutivas en el clásico del Sur.
Fue un duelo deslucido, nervioso, apenas vigorizado por un segundo tiempo con dos expulsados –Silva y Matheu, uno de cada equipo–, lo que abrió los espacios y le subió la temperatura a lo que era, hasta ahí, un enfrentamiento anodino. El juego, a todo esto, quedó reducido a un movimiento, el último de la primera etapa, simple pero efectivo. Lo demás, terreno yermo.
Se apagaban los primeros 45 minutos cuando Banfield tuvo un tiro libre que ejecutó Brian Sarmiento, que inmediatamente después desembocó en un tiro de esquina. Mauricio Sperduti le pegó desde la derecha y Nicolás Bertolo, luego de ganarle en el salto al pequeño José Luis Gómez, gatilló de cabeza, imposible para Esteban Andrada, que no salió y quedó indefenso ante semejante remate. Fue la última jugada del primer tiempo, tal vez la única seria de un partido que sólo será recordado por el resultado.
Darío Cvitanich, el futbolista más ofensivo de Banfield, fue el ejemplo de lo que pasó sobre el césped. Lejos de inquietar a la defensa rival, el ex atacante de Boca, de un sacrificio supremo, fue el punto de partida de la destrucción que propuso el local, un equipo graduado en el dominio de los tiempos.
Sabe, el conjunto de Falcioni, cuándo atacar y cuándo protegerse. No le sobra nada, pero le resulta suficiente para estar donde está: cerca de Boca y con la esperanza de conseguir un lugar en la próxima Copa Libertadores.
Mientras que Banfield pegó justo donde duele, Lanús se perdió en su estilo. Preocupado por seguir los pasos del manual de Almirón, lateralizó tanto el juego que casi no pateó al arco. El conjunto, como si fueran piezas de dominó, redujo el nivel de las individualidades. Fue una consecuencia. Acosta, Sand y Toledo, los más adelantados, nunca pudieron tirar del carro. Ni siquiera el medio campo, el motor de Lanús, estuvo a la altura.
Apenas la solvencia de Marcone, experto en combinar la belleza del control con la ferocidad de la marca. En la segunda parte entró Román Martínez, que estaba en el banco de los suplentes, para tratar de despertar a sus compañeros, pero no funcionó: sus intervenciones fueron insuficientes y se sometió a varios entredichos con Sarmiento, siempre activo, detalle que lo corrió de su eje.
Lanús, está claro, no es el mismo del año pasado. Juega como si estuviera hastiado, como si necesitara refrescar su funcionamiento. Sus avances ya no son los mismos. Puede ser temporal, pero necesita renacer. A Banfield, por modus operandi, le alcanza con menos.
Hacía seis años que Banfield no ganaba un clásico en su estadio. La última vez había sido en el Clausura 2011. Desde ahí sobrevino una estadística negativa en su propio territorio. Ayer por la tarde, con poco, ganó 1 a 0 y se acercó a Boca.
El gol de Bertolo
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