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Avasallante: Independiente dejó maltrecho a Racing
Los Rojos se impusieron por 4 a 0, con brillantes tareas de Frutos, autor de tres goles, dos de penal, y Agüero; fueron expulsados Torres y Méndez La ficha del partido
El bullicio no lo acobardó. Mucho menos lo confundió. Independiente utilizó ese delirio, ese éxtasis sanguíneo en su favor, y lo mezcló con la dosis exacta de astucia, osadía y templanza. Diseñó la estrategia con sagacidad y entregó su propio corazón en la causa, tal cual lo manda, lo exige, la tradición de los clásicos de alta alcurnia. Independiente se lució con un circuito tan solvente como eficaz y con las brillantes tareas de Nicolás Frutos y de Sergio Agüero. Racing sucumbió ante su propia desesperación y, con los ojos vidriosos, no le quedó otro consuelo más que taparse los oídos ante la locura del vecino.
La goleada, que resplandece ante la vista de expertos y novatos, exalta las virtudes de una solidez estructural llamativa para un partido de alto vuelo sentimental, pasional y de pierna dura hasta que las fuerzas flaquean. Esa ventaja, cuatro goles, marca de manera tajante los aspectos distintivos entre un equipo, Independiente, que le profesó fidelidad a una convicción de juego que puso en evidencia que el paladar -cualquiera que fuese su color- se rinde ante la inteligencia, y otro, Racing, que parece haber dejado su identidad arrumbada por algún rincón y que fue incrédulo testigo de una superioridad aplastante.
El bastón de mando sólo pasó de mano en mano durante los primeros momentos, esos de juego friccionado y entrecortado por el impulso y el consecuente nerviosismo. Racing se sostuvo durante ese breve lapso con firmeza en el medio campo y hasta pudo tomar distancia con un mano a mano que falló Estévez, tras una certera habilitación de Romero. Poco a poco Independiente creció en el terreno y encerró a la Academia en una compleja trampa sin salida.
Cuando se acomodaron Herrón, Buján y Biglia se acabaron las posibilidades de Racing. Marca y acertada distribución aportaron los volantes, y, a la par, demostraron que tres N° 5 pueden convivir en un mismo campo. Ellos aislaron a Capria, la cuota de talento, y a Mirosevic, un socio que se extravió en medio del trajín. Sólo Romero pareció mantener la mente despejada en Racing. Ante ese panorama se vio un quiebre evidente que aisló a Estévez, el único atacante, que se movió por los costados, pero que jamás encontró una referencia dentro del área. No arriesgó. Tampoco se defendió con criterio.
Independiente acechó y el gol pareció una lógica consecuencia. Frutos remató un penal fuerte y bajo, tras una mano de Torres, que en la línea del arco frenó el cabezazo de Méndez y que, lógicamente, se retiró expulsado. Si Racing ya se encontraba en una pendiente delicada, el descenso fue más brusco con un hombre menos. A diferencia del encuentro ante San Lorenzo, Independiente administró la pelota a la perfección con la supremacía numérica.
Los Rojos nunca cambiaron su postura. Siempre serios y concentrados, ampliaron con un cabezazo de Frutos, que además de su conocida potencia goleadora agregó una interesante visión de juego y que se entendió a la perfección con el endiablado Agüero. Racing cayó definitivamente en la desdicha después de que Cabral, desairado, derribó a Agüero dentro del área. Frutos amplió y sentenció el partido. De nada valió la arremetida de la Academia. Ni ese tiro de Benítez que rozó el palo derecho.
Agüero dejó su firma con una obra maestra: en una veloz carrera eludió a Vitali; tras varios amagos y una pisada, dejó tendido a Crosa y definió con un zurdazo cruzado. Impecable. La música sonó más alto que nunca. No hubo descanso. Faltó el aliento. Es más:el bullicio aún baja por los escalones de la doble visera. Delirio y frustración. De un lado o del otro, Avellaneda se mantendrá en vilo durante un buen rato más.
- Aquella última goleada
Independiente no vencía a Racing por una diferencia de cuatro goles desde el Metropolitano 1975. En ese certamen, los Rojos se impusieron por 5 a 1, con goles de Balbuena (dos), Ruiz Moreno, Pavoni y Giribet. Scotta marcó el único tanto de la Academia.
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