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Atlético Tucumán-Junior, Copa Libertadores: el impactante recibimiento y los festejos de una clasificación con sabor a hazaña
Atlético Tucumán le ganó a Junior por 3 a 1, se clasificó por primera vez para la Copa Libertadores y la pasión se desbordó en las calles
TUCUMÁN.– Son unos 30.000 hinchas, de modo oficial. Parecen muchos más: deben ser unos 40.000, por cómo cantan, por cómo saltan, porque todavía siguen en el magnífico estadio Monumental casero. Hace rato que el partido de la historia terminó: Atlético Tucumán superó a Junior por 3 a 1 y jugará en el Grupo 5 de la Copa Libertadores, un capítulo histórico. Así será, por primera vez. Peñarol, Palmeiras (dos gigantes) y Jorge Wilstermann, de Bolivia, serán sus próximos rivales. Qué importa ahora, en este instante: el pueblo tucumano, el pueblo todo, se siente en la cúspide de América. Pero ahora empieza un mundo nuevo. Para los hinchas, para el club, para la provincia. O no tanto: la prioridad, se dice, seguirá siendo el torneo de primera división.
Con dos temporadas en la máxima categoría, los dirigentes entienden que es el mejor camino. Que desviarse con este paso inmenso sería equivocar el rumbo. El Decano no se permite emborracharse con una copa. Aunque América lo mira más que nunca. “Esto es hermoso y soñado, pero no podemos perder de vista que somos un equipo con sueños de grandeza. Y la prioridad es hacernos grandes en primera. Quedarse, permanecer”, comenta Gabriel Alperovich, un hombre, un apellido, con fuerte impacto en la institución. Es el hijo del ex gobernador, con decisiones sólidas en el día a día del club. Lo suscribe, también, Ángel Zamoratte, vocal: “Esto es para Tucumán, no sólo para nosotros. Más digo: para todo el NOA. Es un motivo de orgullo global. Vamos a prepararnos de la mejor manera, pero la prioridad es el campeonato. Tenemos que reforzar el promedio, pasar largas temporadas bien arriba, sin volver a bajar. Esto nos sirve para confirmar que estamos haciendo las cosas muy bien”.
Algunos cánticos contra San Martín, el clásico de siempre, hoy en la B Nacional. Sin embargo, el empacho de efervescencia es bien propio: se canta por el Decano y por la copa. Hoy, ahora mismo, nadie cree que la Libertadores será jugada por un equipo alternativo. Hay algo bueno: a diferencia de otros años, la copa será casi de un año entero. Habrá tiempo para dosificar esfuerzos en el equipo que dirige con sapiencia Pablo Lavallén, un joven con el espíritu de viejos conductores coperos, que entienden a la perfección el juego del ida y vuelta. “Estamos en donde queremos estar”, afirma el DT que preparará al plantel para el debut el miércoles 8 de marzo ante Palmeiras, en Tucumán.
La alegría no tapa la otra realidad. Se recuerda, justo hoy, la épica clasificación en Quito, en aquel partido con El Nacional. El vuelo retrasado de Guayaquil, la llegada tardía al Atahualpa, cuando casi, casi, pierde los puntos. Atlético Tucumán tendrá que pagar 150.000 dólares de multa por haber llegado tarde en la revancha de la fase 2 de la Libertadores, según lo informado por la Conmebol en su sitio oficial.
La sanción fue dispuesta por el Tribunal de Disciplina al considerar que los tucumanos cometieron “una serie de infracciones al reglamento de la Conmebol y el de la Copa Libertadores”, entre ellos retrasar el inicio de un encuentro más allá de los plazos establecidos. El importe de la multa será debitado automáticamente del monto a recibir en concepto de derechos de televisión, según precisa el parte oficial.
Poco importa eso hoy. El Decano, famoso desde hace un puñado de semanas en buena parte de América, por aquel incidente y por esta clasificación ante un conjunto importante de Colombia –la historia de Junior así lo certifica–, tiene algunos motivos extra para reconfortarse. Motivos económicos. Por haber pasado esta etapa y por ingresar en la primera rueda, recibirá 1.400.000 dólares. Hay, al menos hasta hoy, unos 2000 socios nuevos. Pero el boom, de merchandising y venta de indumentaria, comenzará a partir de ahora. Hay, se siente, una locura genuina por el fútbol, en una provincia que ama el balón redondo tanto como el ovalado.
De los miles de hinchas que disfrutaron desde largas horas antes del encuentro –y que sufrieron por el descuento en los minutos finales–, hay muchas historias. Algunos llegaron a pagar, en la reventa, unos 2500 pesos por una platea, cuando esas ubicaciones costaban 1400 como máximo.
Aliendro, Menéndez y Zampedri resolvieron rápido el asunto. Ni el tanto del equipo colombiano frenó la efervescencia: los tucumanos se sienten decisivos otra vez, como en otros capítulos de la historia. Más trascendentes, claro. Pero volvieron a sentir ese cosquilleo especial. El ingreso de la Pulga Rodríguez, el emblema, en los minutos finales, los fuegos de artificio y la explosión inolvidable del pitazo final, después de la impensada angustia, cerraron la gran noche de la revolución.
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