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Atlético Mineiro campeón brasileño 50 años después: ADN argentino e historias de amor y odio
El vínculo comenzó a cimentarse en la década del 40′, con los Baztarrica, Villalba y Valsechi, continuó con las locuras de Ortíz, las actuaciones de Dátolo, la solidez fugaz de “Otamonstruo” y los goles de Pratto
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BELO HORIZONTE.- Con su triunfo por 3 a 2 frente a Bahía, en Salvador (y en un choque atrapante porque perdía 0-2), Atlético Mineiro volvió a ser campeón brasileño tras 50 años de sequía doméstica. Fue inclusive 1971, año de su primer y único título hasta esta temporada 2021, la primera edición del Campeonato Brasileño como lo conocemos actualmente; en aquel certamen, los albinegros dieron la sorpresa dejando atrás a grandes equipos como, por ejemplo, el Santos de Pelé, meses después del título conseguido por la Canarinha de manera brillante en el Mundial de México 1970.
Si bien en ese primer campeón, “pionero” del fútbol brasileño, no había futbolistas argentinos, la relación entre nuestro país y Atlético había comenzado mucho antes, precisamente en 1946, temporada en la que Guido Baztarrica y José Villalba se sumaron al elenco de Belo Horizonte. El porteño Baztarrica era mediocampista, había surgido de las inferiores de Atlanta y ostentaba un título con Boca Juniors, en 1932. Por su parte Vilalba, como se lo conocía en Belo Horizonte, hizo toda su carrera en Brasil, pasando por clubes como Internacional de Porto Alegre y Palmeiras, entre otros. Con ambos en el plantel, el Galo conquistó el Campeonato Mineiro.
Desde Baztarrica y Villalba hasta Ignacio Nacho Fernandez, los belorizontinos contrataron 18 argentinos, con diferentes resultados. En 1948, Roque Finimondo Valsechi, delantero que jugó en Boca, Platense y Chacarita, estuvo en el club apenas unos meses. Dos décadas después (1968), Roberto Marcos “Sapo” Saporiti, quien fue ayudante de César Luis Menotti en el Mundial de 1978 y técnico del Argentinos Juniors campeón del Metropolitano 1984, disputó solo un encuentro con el albinegro mineiro.
En la década del 70′ fue un arquero, Miguel Angel Ortíz, quien llegó a Atlético Mineiro para revolucionar no solo al club, sino también al fútbol brasileño. A diferencia de los goleiros que se veían en el certamen local, el santafecino, que había intentado una carrera como cantante, lucía en sus presentaciones vincha, bermudas hasta las rodillas, buzos “colorinches”, pelos largos y pateaba penales. Además, le gustaba llegar montado a caballo a los entrenamientos. Había debutado en Colón, de Santa Fe, y llegó a Atlético Mineiro en 1976, para convertirse en ídolo de la hinchada rápidamente.
Al estilo Loco Gatti, Ortíz, con sus casi dos metros de altura, dejaba a los espectadores brasileños boquiabiertos al salir jugando del área y pasar la mitad de cancha gambeteando rivales, siempre con su particular look, elegido especialmente para cada partido. “Ya me escupieron, me tiraron botellas, piedras y cualquier otra cosa que se te ocurra. Ya oí estadios enteros gritándome ‘¡maricón! ¡maricón!’, pero nada de eso me impidió ser quien era”, contó El Loco Ortíz en un homenaje que le realizó Atlético Mineiro años después.
Tras una pelea con el técnico Barbatana, el arquero se refugió en Uruguay. Al regresar, le prohibieron entrenar con el primer equipo y solo volvió a integrar el plantel debido a la influencia del gran capitán del Galo, Toninho Cerezo. Sin embargo, nunca recuperó la titularidad y se fue del club en 1977. Su último equipo en Brasil fue el Caxias, de Río Grande do Sul, donde tenía como compañero a Luiz Felipe “Felipão” Scolari. Falleció a los 48 años, víctima de cirrosis. Sin embargo, los torcedores más antiguos de Atlético Mineiro aún recuerdan con cariño aquel “espíritu indomable”.
Tras la salida de Ortíz, el Galo pasó más de dos décadas sin fichar a ningún argentino. Hasta que en 1998 llegó a Belo Horizonte Carlos Galván, quien venía de destacarse en Racing y tuvo un buen rendimiento durante sus dos temporadas en Atlético Mineiro, donde fue campeón estadual. Su identificación con la hinchada fue tan relevante que el de Pontevedra terminó tatuándose un gallo en el brazo derecho.
Si bien otros compatriotas como Diego “Coco” Capria (2000), Livio Prieto (2005), Jonathan Fabbro (2006), Mariano Trípodi (2009) y Damián Escudero (2012) formaron parte del club, los argentinos volvieron a dejar huella en el flamante campeón brasileño a partir de 2013, con la llegada de Jesús Dátolo, quien llegó a la institución de la capital de Minas Gerais tras sus pasos por Banfield, Boca, Nápoli (Italia), Espanyol (España), entre otros. “Todo el mundo sabe como amo a este club. Mi corazón es albinegro. Si fuese millonario, jugaría gratis y para siempre acá”, dijo Dátolo en una entrevista al portal Goal, el volante nacido en Carlos Spegazzini, provincia de Buenos Aires, cuando aún estaba en Atlético Mineiro.
El cariño entre el volante argentino y la Massa Atleticana es recíproco, y tuvo su momento de mayor devoción cuando Dátolo convirtió un golazo ante el archirrival Cruzeiro (hoy en la Serie B) durante la final de la Copa de Brasil, en 2014. Además, el actual jugador de Banfield también levantó la Recopa Sudamericana (2014) y fue bicampeón mineiro (2013 y 2015). “Los atleticanos tendremos muchas emociones acá”, dijo Dátolo en 2020, cuando fue invitado, junto a otras glorias de Atlético Mineiro, para visitar el estadio que la institución está construyendo para casi 50.000 espectadores, que será inaugurado en octubre de 2022.
“Otamonstro”
Aunque muchos no lo recuerden, Nicolás Otamendi, actual defensor de la Selección Argentina, también fue parte de la historia de Atlético Mineiro. A pesar de que solo jugó durante cuatro meses en el club, por estar a préstamo desde Valencia (España), rápidamente se ganó el apodo de “Otamonstro” (Otamonstruo) por sus buenas actuaciones. En total, el de Benfica disputó 19 partidos y marcó un gol, pero hasta hoy los hinchas del Galo lo recuerdan, lo veneran y lo piden como refuerzo en cada mercado de pases.
En 2015, se puso en marcha “la era Lucas Pratto” en Belo Horizonte. Otra vez, un argentino en la capital minera. Otra vez un amor casi a primera vista. Anunciado como refuerzo por el presidente Daniel Nepomuceno en diciembre de 2014, proveniente de Vélez, el Oso se ganó el cariño de los hinchas a fuerza de goles importantes, como los de la Libertadores 2015 ante Santa Fe, de Colombia, y Colo Colo (Chile). Además, también fue verdugo de Cruzeiro en el Campeonato Mineiro de 2015, anotando dos veces en el clásico y dejando al eterno rival fuera de la competencia. En 2017 se marchó a San Pablo tras recibir una millonaria oferta, pero continúa siendo el máximo goleador extranjero de la historia de Galo, con 42 goles en dos temporadas (2015-2016).
Si bien Tomás Andrade (2018) y Franco Di Santo (2019-2020) tuvieron pasos discretos por el club, el idilio entre Atlético Mineiro y la Argentina nunca se detuvo. A pesar de que su salida del club rumbo a Olympique de Marsella fue desprolija, los hinchas del Galo reconocen la mano de Jorge Sampaoli en el equipo de Cuca que acaba de coronarse. Si bien la “decepción” por lo que consideran un abandono del técnico aún provoca cierto dolor en la Massa Atleticana, saben que el santafecino le aportó un salto de calidad al plantel. Bajo su comando, Atlético Mineiro estuvo a punto de cortar la sequía en el Brasileirao de 2020, pero terminó apenas tres puntos por debajo del campeón, Flamengo.
Es cierto que Sampaoli pidió mucho, quizás demasiado. En total, según informó el portal UOL, todo el “paquete Sampaoli” (léase salario de su cuerpo técnico y contrataciones) le costó al club alrededor de 320 millones de reales (casi 57 millones de dólares).
También es cierto que buena parte de los jugadores que pidió son figuras de este equipo campeón, que además estuvo a un paso de llegar a la semifinales de la Libertadores (cayó ante Palmeiras). El arquero Everson (ya lo había tenido en Santos), el defensor paraguayo Junior Alonso, los laterales Guilherme Arana y Mariano (lo había dirigido en Sevilla), el ex-Racing Matías Zaracho y el delantero Keno fueron deseos de Sampaoli cumplidos por la dirigencia mineira. Entre enero y febrero de 2021 también llegaron por pedido del casildense Nacho Fernández y Hulk, aunque se privó de dirigirlos porque días después se marchó al fútbol francés.
Pero la historia de Atlético Mineiro con nuestro país tiene aristas que van más allá de los argentinos que pasaron por el club. En 2014, el complejo Cidade do Galo, donde entrenan los albinegros, fue la casa de la Selección de Alejandro Sabella durante 33 días. Los preparativos para recibir a Messi y compañía comenzaron dos años antes. En las modernas instalaciones ubicadas en Vespasiano, los empleados de Atlético dejaron frases de incentivo en español, personalizaron los cuartos, distribuyeron gigantografías de los jugadores y hasta pintaron un mural con la imagen del Papa Francisco. Durante la estadía, el plantel albiceleste se sintió a gusto en el predio donde además festejó la clasificación a octavos de final con las actuaciones del grupo de cumbia-pop Los Totora y de la Princesita Karina.
Aunque nunca jugó en Atlético Mineiro, otro referente del seleccionado argentino, Juan Sebastián Verón, se convirtió en algo así como un “amor platónico” de la torcida del Galo tras comandar a su Estudiantes en la final de la Copa Libertadores 2009 ante Cruzeiro, el enemigo futbolístico de la ciudad. A partir de allí, la camaradería entre el Pincharrata y el club de Belo Horizonte se convirtió en una amistad de fuertes lazos. Por su parte, Verón, ya como presidente del club platense, llegó a viajar a Belo Horizonte para ver un partido de Atlético y recibió ovaciones dignas de un ídolo de la institución.
Pero no todo es amor en el estrecho vínculo entre Atlético Mineiro y los argentinos. Seguramente es eso lo que estarán pensando los lectores simpatizantes de Arsenal, Rosario Central, Lanús, Newell’s, Boca y hasta los de Chacarita. Sí, porque en 1953, un amistoso para nada amigable entre Atlético Mineiro y el Funebrero, disputado en Belo Horizonte, empezó con discusiones entre los jugadores de ambos equipos y terminó con una invasión de campo de los hinchas. El partido fue suspendido a los 29 minutos del segundo tiempo.
En 1995, Rosario Central revirtió una goleada sufrida en la capital mineira (0-4) para quedarse con la extinguida Copa Conmebol en una definición dramática. Tanto en Belo Horizonte como en Arroyito, los enfrentamientos fueron al límite, con expulsiones en ambos bandos. En 1997, Atlético Mineiro volvió a disputar la final del certamen, esta vez ante Lanús. En el partido de ida, los brasileños ganaron por 4 a 1 y tras el pitazo final se produjo una “batalla campal”. “No crean que me olvidé de ese día. Me quedan marcas de la vida, marcas en el corazón”, dijo en 2020, en una entrevista a la TV Globo, Emerson Leao, que era técnico del Galo y terminó hospitalizado tras recibir un fuerte golpe.
Ya en la Libertadores de 2013, Arsenal, primero, y Newell’s, después, tuvieron problemas con los albinegros. En la primera fase, el equipo de Ronaldinho venció a los de Sarandí por el mismo marcador, 5 a 2, tanto en Argentina como en Brasil. Sin embargo, en el duelo disputado en el estadio Independencia, de Belo Horizonte, los jugadores de ambos equipos comenzaron una pelea que continuó durante el segundo tiempo y siguió más allá del final del partido, con patadas, golpes de puño y machetazos de la Policía Militar, que intervino en el escándalo.
En las semifinales del mismo certamen, los torcedores de Atlético Mineiro no la pasaron para nada bien en su visita a Rosario. En el juego de ida, el equipo dirigido por Gerardo Martino venció al Galo por 2 a 0 y varios hinchas brasileños fueron agredidos o tuvieron que correr por su integridad física.
En el partido de vuelta, el plantel leproso debió soportar huevazos y piedrazos contra el colectivo que los transportaba hasta el estadio Independencia. Durante el juego, un sospechoso “apagón” a los 33 minutos del segundo tiempo, cuando Newell’s administraba la ventaja (perdía 1 a 0), “enfrió” el partido y los de Ronaldinho empataron la serie (gol de Guilherme), para luego quedarse con el pasaje a la final en la definición por penales.
El episodio de Boca contra Atlético Mineiro está mucho más fresco, ya que sucedió en julio de este año, en los octavos de final de la Libertadores. Tras un 0 a 0 opaco en Buenos Aires, el VAR fue protagonista de una noche caliente, que terminó con la polémica clasificación de los brasileños en los penales e incidentes en la zona de vestuarios.
Más allá de esta serie de altercados coperos, la conquista del Brasileirao 2021, esperada durante 50 años, con Nacho Fernández y Matías Zaracho como protagonistas principales del título, afianza aún más una relación entre Atlético Mineiro y los argentinos, que comenzó a cimentarse en la década del 40′, con los Baztarrica, Vilalba y Valsechi, continuó con las locuras de Ortíz y el tatuaje de Galván, para decantarse con las actuaciones de Dátolo, la solidez fugaz de “Otamonstruo” y los goles de Pratto. Como estrellas invitadas, Messi, Sabella y la banda que hizo soñar a un país entero. Todos ellos, responsables de que hasta hoy las camisetas albicelestes no sean prendas raras en las adyacencias del Mineirao, en las plazas, los colectivos y los bares de la capital mineira.
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