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Athletico Paranaense-River: el equipo de Gallardo remó demasiado para lograr un empate agónico en Curitiba
Un tiro al arco en todo el partido. Tan solo eso necesitó Athletico Paranaense para poner en aprietos a River, lo que le daba al local una ventaja difícil de justificar desde el desarrollo del juego. El dominio del equipo de Marcelo Gallardo en Curitiba fue total: tuvo la posesión, los tiempos y los espacios. Y en contraposición, le faltó la calma y la precisión para poder destrabar un partido que siempre tuvo a disposición y necesitó de un agónico cabezazo de Paulo Díaz para rescatar un empate 1-1 en el duelo de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores. Gracias a la aparición salvadora del chileno, evitó la tercera caída del año en 19 encuentros y consiguió un gol de visitante que puede ser fundamental para ganar la serie, pero no se fue conforme, sabe que podría haberse llevado un panorama mucho más positivo de Brasil y entiende que los errores que comete pueden costarle caro en un torneo eliminatorio.
"¡Estamos bien! Falta el último pase". El grito de Marcelo Gallardo, captado por la transmisión televisiva, definió a la perfección uno de los déficits fundamentales de River en Curitiba. Su equipo dispuso un 4-3-1-2 que rompió con el habitual 4-3-3 y, en parte, le dio una gran ventaja: tuvo tenencia de pelota, presión alta, intensidad para marcar y moverse y dinámica de juego. Pese a eso, la ausencia de claridad y fineza para poder capitalizar todos esos aspectos positivos en el marcador terminó siendo determinante.
Con Enzo Pérez de volante central, Santiago Sosa por derecha y Nicolás De La Cruz por izquierda en la primera zona del mediocampo, Ignacio Fernández se posicionó libre y adelantado, detrás de los delanteros, y tuvo tiempo y espacio para recibir, controlar, pensar y jugar entrelíneas, pero no tuvo ni ingenio ni exactitud para resolver mejor y el equipo lo sintió. Adelante, Matías Suárez aprovechó las bandas para lastimar a espaldas de ambos laterales, aunque tanto él como Rafael Borré no estuvieron finos para definir.
Tampoco River buscó en demasía al arquero Bento, debutante de 21 años debido a los seis casos de Covid-19 que diezmaron a Paranaense. El equipo de Gallardo careció de contundencia y nunca contó con supremacía numérica en el área. Tanto en el primer tiempo como en el segundo, Borré y Suárez tuvieron situaciones para convertir, pero el dominio territorial no se reflejó en el área rival.
Enfrente se vio un tímido Athletico Paranaense, que debió rearmar su equipo titular sin dos arqueros y varios pilares del equipo titular (el lateral Abner y el mediocampista ofensivo Nikão, entre otros). Replegado, sin la intención de disputarle el dominio de la pelota, no presionó en la salida, soltó a Enzo Pérez con la pelota y apostó a encerrarse para contragolpear en algún error de River. La única aproximación concreta previa al gol se dio a los cuatro minutos de la segunda etapa, en un lateral que expuso algunas desconcentraciones defensivas que luego volvieron a parecer: Richard apareció solo en el punto del penal y elevó demasiado su remate.
En la segunda mitad, con los ingresos de Bissoli y Walter en ataque, logró cambiar el aire, adelantarse unos metros y lastimar al aprovechar una marcada desatención de Paulo Díaz y Javier Pinola, los centrales millonarios. Una pelota aislada cayó entre ambos y el defensor chileno le dio tiempo y espacio a Bissoli para que pudiera sacar un preciso remate de derecha con una gran media vuelta que venció a Franco Armani a los 12 minutos.
Rápidamente, el ingreso de Jorge Carrascal le dio frescura al Millonario, que se envalentonó tras la expulsión de Reinaldo por doble amarilla a falta de 25 minutos para el final. Y, aunque no mejoró sustancialmente y siguió mostrando falencias en la creación y la definición, logró poner en aprietos a Paranaense a puro ímpetu, presencia y voluntad con un gran desgaste físico. La recompensa llegó muy tarde: con el tiempo cumplido, Díaz logró enmendar su error inicial con un gran cabezazo en un córner para estampar un empate que no hizo juego con el desarrollo. Aunque sabe River que la responsabilidad del empate es suya.
Según los números de Opta, River tuvo el 69.8% de la posesión, dio 504 pases (83,3% precisos) contra 228 (63,2% precisos), remató 16 veces (5 a puerta) contra cinco (uno a puerta), tuvo 15 córners contra cuatro, envió 32 centros al área en jugada contra tres y ganó 61 duelos contra 46. Pero toda esa superioridad ante un equipo que se supo inferior no la pudo transformar en un claro dominio para doblegarlo con precisión y contundencia.
El empate le deja a Gallardo un saldo de dos triunfos, cinco igualdades y tres caídas en sus excursiones a Brasil y una estadística que le permite confiar a futuro: ganó las cinco definiciones mano a mano frente a equipos brasileños. De ese empate agónico de Díaz y con la necesaria misión de corregir errores y resolver deficiencias, River se aferra para confiar.
La revancha será, a la misma hora, el próximo martes 1 de diciembre en el estadio Libertadores de América, de Independiente. El ganador de la llave se cruzará en cuartos de final contra Nacional, de Uruguay, o Independiente del Valle, de Ecuador, que abrirán su serie el miércoles en Quito.
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