Arsenal, para la historia: es campeón del fútbol argentino por primera vez

Tuvieron que esperar varios minutos que se hicieron eternos antes de poder estallar de felicidad. Pegar los oídos a las radios para saber qué sucedía en Victoria. Aguardar tensos y expectantes para festejar con el pecho henchido de alegría. Ellos, los jugadores de Arsenal, ya habían cumplido con su obligación: vencieron 1 a 0 a Belgrano para mantener la punta del Clausura con la ilusión de que el vecino grande del barrio, Independiente, les tendiera una mano en su viaje a Tigre. El tanto de Lisandro López, a la salida de un tiro de esquina de Leguizamón, seguramente será una de las imágenes que quedarán grabadas en las retinas futboleras de viejos hinchas de Arsenal. Y, claro, de todo el plantel que comanda Gustavo Alfaro. Una fotografía perfecta de la pelota parada, uno de los mejores argumentos del nuevo campeón. "Un gol para enmarcar y guardarme para el recuerdo", se animó a decir el zaguero con los ojos vidriosos.

Los del Viaducto, conociendo sus necesidades, salieron a disputar cada pelota con compromiso y convicción. Sabían que ayer no jugaban un partido más. Era la opción de entrar en la historia grande. Y no dejaron pasar ese tren. Por eso, ofrecieron, siempre, algo extra, algo más ante un apagado y deslucido Belgrano.

Arsenal fue inteligencia y sencillez. Sapiencia para explotar, como en casi todo el torneo, sus indiscutibles cualidades en ataque (con 30 goles, junto a Boca, fue el que más convirtió). Desde la generación de un aceitado mediocampo, donde el colombiano Carbonero se lució por la derecha y Aguirre, que iba y venía sin parar por la izquierda. Total, el Marciano Ortiz y Marcone se encargaban del trabajo más sucio: luchar y distribuir. Aunque, en un contexto donde todos los intérpretes fueron solidarios para correr y marcar, para asociarse y darle al compañero una opción más.

El Arse edificó un merecido triunfo a partir de la rápida anulación de un tibio rival. Además, adelante, el estratego Leguizamón generaba juego de manera permanente ante un Pirata que estuvo lejos de su habitual dinámica combativa. La medianía y la abulia con la que salió a jugar el equipo de Zielinski asombró a propios y extraños. Aunque hubo excepciones. Olave, en el arco, se interpuso en varias ocasiones, y el chico Lucas Melano peleó demasiado aislado. El uno le ahogó el grito a Carbonero, a Zelaya, a Legui… Por Olave, sólo por Olave, el local no goleó en su histórica tarde. El resto pareció evitar la responsabilidad y pensó más en el receso que en afrontar con temple la última jornada del campeonato.

Sin embargo, nada minimiza la producción del conjunto de Alfaro. Sólido y concreto para buscar por las bandas, sobre todo por la izquierda de la defensa visitante. Turus ofrecía muchas ventajas. Era una invitación porque lo superaban en velocidad y capacidad. Evidencias de un Arsenal que fue el mejor. En puntos. En cantidad de goles. En tener una de las vallas menos vencidas (15). Pruebas irrefutables que con orden y trabajo, tal como dijo su DT, es posible soñar en grande. Y los de Sarandí, en este oscilante Clausura, fueron quienes mejor lo hicieron para sumarse al selecto grupo de campeones del fútbol argentino.

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