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Arqueros suplentes: vivencias del momento más difícil del puesto más ingrato
Entrenan pero no juegan. Si les toca entrar es por un mal momento del titular, quien suele ser un amigo o un gran compañero. Cómo es estar relegado en la posición que menos chances ofrece
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En un equipo de fútbol hay diez jugadores que pueden correr libremente por el campo, meter un pique al espacio vacío, buscar ese gol que todos festejarán, saltar a cabecear, tirarse al piso a barrer y hasta camisetear a un rival sin mayor riesgo que una tarjeta amarilla. Es decir, hay diez tipos que pueden hacer cualquier cosa (menos tocar la pelota con la mano). Pero hay uno para el que todas esas acciones tan comunes y esenciales del juego están vedadas: el arquero, ese puesto que ha sido definido sin mayores resistencias como el más ingrato. ¿Qué pasa además cuando a los que cuidan el arco les toca ser suplentes?
En la vida profesional de los guardametas hay otra situación que los aleja de las vivencias de la mayoría de sus compañeros, pero que a la vez los hermana con sus colegas de puesto. Ser suplente es para ellos peor: les toca jugar cuando algo malo le pasa al titular. Ya sea por una lesión, por una expulsión o por un mal desempeño, el arquero suplente ve cómo su deseo más profundo -que es, naturalmente, el de jugar- se materializa solo ante un momento delicado del dueño del arco. “Ser arquero es vestir distinto, entrenar distinto, usar las manos en un deporte bello por el arte de jugar con los pies”, escribe el reconocido psicólogo clínico y deportivo Marcelo Roffé junto a Claudia Rivas en el libro El partido mental.
Y aportan elementos para entender una de las características principales de estos jugadores: la fortaleza psicológica. Para ambos autores, ser arquero requiere de “una psicología particular”. Qué siente un arquero cuando es suplente, por qué algunos eligen soportar esa situación durante muchos años o cómo es dar lo mejor en cada entrenamiento sabiendo que el día de partido no habrá lugar para él, son algunas de las preguntas que ayudan a indagar en la psiquis de estos personajes tan particulares del fútbol.
Leonardo Corti, el “eterno” suplente
Tiene 40 años, hace casi 12 que está en San Martín de San Juan y su mejor marca de partidos jugados como titular en una temporada es de 6 encuentros. Sí, es un caso único. En el club cuyano solo fue titular en 21 ocasiones, mientras que en otras 288 fue al banco, sin contar las veces que ni siquiera se concentró por ser el tercer arquero. Hoy, mientras disputa el certamen de la Primera Nacional con el conjunto verdinegro y atiende su escuelita de arqueros, le cuenta Leonardo Corti a LA NACION su experiencia. “Uno quiere jugar siempre, pero a medida que van pasando los años por ahí las prioridades cambian, te hacés más grande y no tenés ese capricho de poner mala cara si no te toca jugar. Priorizás que el equipo ande bien, que se peleen cosas. En mi caso, todos los años que he estado acá siempre me preparé para atajar. Me decía bueno, no atajo, ¿qué hago?, ¿me fastidio o me preparo y si me toca en algún momento lo aprovecho? Esa fue mi cabeza y me ayudó mucho a disfrutar los entrenamientos”, se sincera.
Fuerza de voluntad, trabajo mental, ver el lado positivo. Para Corti, ahí está el secreto de tantos años esperando algo que nunca llegó. “Y sí, me queda la espina, ahora que estoy llegando al final, de no haber participado más en el 11 titular. Pero se dio así, tampoco me como la cabeza”, agrega. Hace un par de temporadas lo llamaron de Almagro, el club donde debutó hace 20 años. Pensó en aceptar la propuesta, dudó seriamente por primera vez en mucho tiempo. Pero finalmente decidió seguir en San Juan, su lugar en el mundo, donde está súper arraigado con su familia, otro de los factores por los cuales siempre le costó buscar nuevos aires.
Cuando Luis Ardente llegó a San Martín de San Juan, a mediados de 2011, Corti ya llevaba dos temporadas en el club. Ese primer año compartiendo plantel, el titular era Luciano Pocrnjic, por lo que Leo quedó relegado al tercer lugar. ¿Celos por la llegada del ex Tigre? Nada de eso. Hoy son grandes amigos. “Con Luis quedó una amistad, seguimos en contacto. Como compañero era excelente, en ningún momento hizo que la relación sea mala, siempre fue de respeto y de apoyo más allá de que él sabía que si me tocaba jugar quería agarrar el arco y quedarme, pero mantuvo un nivel altísimo durante todos los años que estuvo”, recuerda hoy Corti.
Desde Corrientes, donde se prepara con Boca Unidos para el Federal A, Ardente asiente. “Desde que llegué a San Martín siempre tuve muy buena relación con Leo, de estar concentrando todos los partidos durante siete años seguidos nos conocemos a la perfección. Entendíamos, porque tenemos la misma edad, que el puesto es para uno. Y bueno, en este caso me ha tocado estar a mí mucho tiempo atajando con él apoyándome. Eso es muy importante para el arquero que está jugando, tener un compañero, o un amigo en este caso, que te apoya incondicionalmente”, cuenta.
Podio de suplentes
Contando todas las competencias con equipos argentinos de los últimos 20 años, incluida la Primera Nacional (o B Nacional como se llamaba antes), hay un arquero que fue más veces al banco de suplentes que Leonardo Corti. Damián Albil estuvo 382 veces sentado al lado del director técnico, aunque a diferencia del guardavallas verdinegro le tocó jugar mucho más: 147 contra 28. Con pasado en Independiente, Estudiantes, San Lorenzo, Tigre, Ferro y Central Córdoba, lo curioso es que solo fue claramente titular en el club de Caballito en la temporada 2014/15. Así y todo pasó por dos clubes grandes, e incluso volvió al Rojo de Avellaneda para terminar ahí su carrera.
Completa el podio de arqueros suplentes del fútbol argentino de las dos últimas décadas el futbolista de Godoy Cruz Nelson Ibáñez, con 362 partidos en el banco. Sin embargo, el mendocino fue titular en 213 partidos, por lo que la relación entre jugados y no jugados es un poco más equilibrada. Aquí el dato curioso es que en su segunda temporada como dueño indiscutido del arco tombino, fue convocado a la selección. Luego, sus años en Racing y Newell’s lo tuvieron relegado y hoy, nuevamente en Mendoza, está alternando.
Aunque lejos del récord de Corti, otro caso interesante es el de Pablo Bangardino, hoy arquero titular de San Martín de Mendoza en el Torneo Regional Amateur, pero supo ser suplente en Gimnasia de La Plata durante 8 temporadas, con una breve interrupción para ser titular en el lobo jujeño. Y Enrique Bologna, eterno suplente en el River de Marcelo Gallardo (14 veces titular y 93 veces suplente), tardó 9 temporadas en adueñarse del arco titular de Banfield, club en el que debutó tres años y medio después de haber ido al banco por primera vez.
Deportista individual
¿Forman parte los arqueros de una estirpe especial en el fútbol? ¿Están hechos de otra madera? Roffé y Rivas no dudan en afirmar que ser arquero requiere de una “enorme demanda psicológica”. Para ellos, el mundo cognitivo de quien ocupa el arco es similar al de los deportistas individuales. Responsabilidad, concentración, reacción ante la adversidad y una gran cuota de liderazgo forman parte de su ABC. Ahora bien, ser suplente puede ser, dicen en El partido mental, un viaje de ida a la espera de una oportunidad que quizás nunca llegue.
A pesar de sus escasísimas chances de jugar, el arquero suplente siempre debe estar preparado para entrar. El desafío, entonces, es mantener todos esos atributos mentales que requiere el puesto aun sabiendo que no no está dentro de las preferencias del entrenador. En otras palabras, no se puede “bajonear”. Para Roffé, lo más duro no es ser el primer arquero suplente, sino el tercero, el cuarto o el quinto. “Ser el primer suplente te da alguna posibilidad, remota por cierto, pero existe la ilusión. En cambio, para el que no va ni al banco es durísimo desde lo mental y hay que tener una capacidad de resiliencia enorme”, cuenta el psicólogo que trabajó junto a Néstor Pekerman durante 15 años en las selecciones de Argentina y Colombia.
“No por casualidad, un video motivacional que utilizó Guardiola cuando estaba en Barcelona en un partido contra el Manchester comienza filmando al tercer arquero. El tercer arquero es el puesto de la ingratitud. Que el video empiece por ahí honra, enaltece y reconoce la dificultad del puesto”, agrega. En un mundo tan competitivo y profesional como es el del fútbol, otra cuestión no menor es la de la relación entre los arqueros. Si en los planteles suele haber diferencias entre sus integrantes, cuando no conflictos abiertos, el vínculo entre los que defienden el arco parece ser más solidario.
Practicar en una suerte de “burbuja” reforzaría los lazos. “En mi experiencia los arqueros conviven bien porque entrenan aparte, con un entrenador de arqueros, una figura que ya no se discute. Pero después obviamente que hay celos y competencia inconsciente entre ellos. De eso no hay duda. En la apariencia está todo bien, pero muchas veces no”, afirma Roffé.
Catriel Orcellet y una experiencia difícil
Por el desbalance entre la cantidad de partidos jugados como titular y las veces que le tocó ir al banco, el de Catriel Orcellet es otro caso parecido al de Leonardo Corti. Al remitirse a su trayectoria en las dos máximas categorías del fútbol argentino, se puede advertir que solo ocupó el arco desde el arranque de un partido en 37 oportunidades, en tanto en otras 266 le tocó estar sentado en el banco de los suplentes
Orcellet, entrerriano surgido de Boca, llegó en 2002 a Nueva Chicago tras su primera experiencia en Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay. De Mataderos saltó al Valladolid de España. Y aunque reconoce que no es la norma, allí tuvo algunos inconvenientes con el tercer arquero. “Normalmente la relación entre los arqueros es buena. Te diría que en el 99% de los casos es así. Pero cuando fui a España, el arquero titular era Albano Bizarri y había otro chico que era el suplente. Y a ese chico no le gustó y me hizo la vida imposible. Encima estaba en otro país. Él terminó siendo tercer arquero y buscaba la forma de hacerte sentir mal. Yo traté de llevarlo de la mejor manera pero no teníamos el mejor diálogo”, recuerda hoy desde Entre Ríos.
Tras una temporada en España, Catriel regresó a la Argentina para atajar en Talleres, Lanús y Arsenal. En el equipo de Sarandí fue suplente los 6 años que estuvo. ¿Por qué se quedó tanto tiempo si no jugaba? “Cuando arranca la temporada, el técnico elige el arquero titular y el que es suplente sabe que va a ser todo el año así. A mí en Arsenal me tocó jugar un partido o dos al año, pero pasó que la primera temporada nos habíamos clasificado a jugar la Copa Sudamericana y me gustó la idea, creía que con más partidos iba a tener más de chances de jugar. Ganamos la Sudamericana y se venía la Libertadores. Y así fueron pasando los años. Además, con mis hijos en edad escolar, fui decidiendo más familiarmente que deportivamente. Pensaba en que no cambiaran mucho de colegio. Y aparte estaba muy tranquilo a pesar de que no jugaba, me hacían sentir muy bien”, explica.
Entrenar en la burbuja
Bien entrenados, preparados psicológicamente para jugar y con un vínculo sano entre ellos es el objetivo que persiguen los entrenadores de esa burbuja. “Rara vez en el fútbol se crea un clima tan especial como el de los arqueros”, dice el “Mono” Rodríguez, actual entrenador de arqueros de Atlético Tucumán. Para él, el puesto más ingrato del fútbol tiene una clave que ayuda a la buena convivencia entre las personas que están compitiendo cara a cara y día a día por un solo lugar. “Sabe el rol que ocupa dentro de un equipo. Es el primero en darse cuenta qué lugar tiene en la escala. Sabe quién es el 1, quién es el 2 y quién es el 3. Y a partir de ahí empieza la competencia, que en lo que me ha tocado dirigir a mí siempre ha sido buena y sana”, resume.
Para generar ese clima de cordialidad, en los entrenamientos de arqueros no suele haber distinciones de acuerdo al status de cada uno. Los ejercicios son los mismos y puede empezar cualquiera de los suplentes. Pero el rol del entrenador tiene un límite: la decisión del director técnico. “Mis arqueros tienen claro que lo mío es de la línea para afuera y que de la línea para adentro decide el técnico. Si bien yo trabajo con ellos y recibe mi opinión, la última palabra siempre la tiene él”, marca Rodríguez, que forma parte del cuerpo técnico de Omar De Felippe.
A Leonardo Cortizo, entrenador de arqueros de Quilmes, hoy le toca lidiar con una de esas situaciones en las que el que venía atajando se ve relegado por la llegada de nuevos compañeros. Esteban Glellel, un joven de 22 años surgido de las divisiones inferiores, ocupó el arco varias veces en el certamen anterior de la Primera Nacional por lesión del titular Alejandro Medina. Pero para el nuevo torneo llegaron Rodrigo Saracho de Estudiantes de Buenos Aires y Matías Budiño de Excursionistas. El primero, claramente, para ser el 1 titular. El segundo para pelear con Glellel el segundo lugar.
“A Esteban le tocó debutar sin haber ido al banco por lesión de Ale Medina, pero hoy está peleando el segundo y tercer puesto y obviamente no le gustó. Por eso le hablo mucho, le digo que tiene que trabajar para él porque si se cae se perjudica. Pero si le hubiese dado lo mismo estaríamos en un problema también porque no tendría la ambición de querer jugar”, explica Cortizo.
Esos raros arqueros suplentes
El mundo de los arqueros suplentes también está lleno de curiosidades. Como, por ejemplo, la posibilidad de ser suplente en un club y titular en la selección, una paradoja que puede generarse a partir de la opulencia de los planteles europeos. Es el caso de Sergio Romero, quien si bien se adueñó del arco albiceleste cuando era el portero titular del AZ Alkmaar holandés, luego lo mantuvo durante el tiempo en que ya no tenía continuidad.
Desde la temporada 2013/14, “Chiquito” acumula más partidos en el banco de los suplentes que ente los titulares, tanto en Monaco, como en Sampdoria y Manchester United. Pero ha sido número puesto en el conjunto nacional hasta fines de 2017. Ser arquero suplente de un equipo importante también puede ser un gran estímulo para no salir a buscar la titularidad en otra institución. El caso ya mencionado de Bologna o de Germán Lux, ambos en River, o el de Javier García, hoy tercer arquero de Boca, parecen ir en esa dirección. Y los más memoriosos recordarán a Esteban Pogany, eterno suplente de Navarro Montoya en Boca durante 5 años, con tan sólo 6 partidos como titular y 196 en el banco.
Los que recuerdan los 333 partidos consecutivos jugados por Pedro Catalano entre 1986 y 1994 seguramente se pregunten qué habrán sentido sus suplentes, especialmente Claudio Argüeso, tan fija en el banco como el recordman en el arco titular hasta principios de 1991. Luego de él, otros arqueros de renombre también “sufrieron” la racha de Pedro, como Jorge Vivaldo o Marcelo Pontiroli.
Hoy te convertís en héroe
Pero así como ser arquero suplente es una situación de mucho esfuerzo y pocas garantías, el fútbol siempre da revancha y está lleno de momentos de puro heroísmo. Y algunos de ellos los suelen tener a estos sufridos guardametas como protagonistas. Todos, alguna vez, terminan siendo figuras. Y, claro está, el disfrute es mucho mayor.
Cuando Sergio Goycochea se convirtió en el actor principal del Mundial 90 por la epopeya de los penales, había llegado como suplente de Nery Pumpido y venía de una larga inactividad porque el torneo colombiano, donde jugaba para Millonarios, se había suspendido por el asesinato del árbitro Álvaro Ortega Madero. Azares del destino, cosas de la vida, todo lo que vino después para Goycochea, incluso su presente mediático, se puede explicar a partir de aquellas definiciones desde los 12 pasos.
Pero sin tantas luminarias y trascendencia, también Leo Corti se vistió de héroe cuando después de dos años y medio sin arrancar de titular le tocó formar parte desde el inicio y se atajó todo, incluido un penal, en la visita del santo sanjuanino a Nueva Chicago en Mataderos por el Torneo de Primera División de 2015. Y le pasó a Ardente cuando tuvo que hacerse cargo del arco en los dos partidos de la Promoción 2012 contra Rosario Central: mantuvo la valla invicta en ambos y el verdinegro conservó la categoría ante un grande como el canalla rosarino.
O a Catriel Orcellet, quien tiene un curioso récord en España: jugando para Valladolid le tocó entrar en reemplazo de Albano Bizarri a los 38 minutos del primer tiempo por expulsión del ex Racing y la selección y atajó dos penales. “En España no recuerdan a otro arquero que entrando desde el banco de suplentes haya atajado dos penales. Pero después no se cuenta el final de la historia: entré perdiendo 1 a 0 y en el segundo tiempo me hicieron tres goles”, dice hoy con una sonrisa.
Ya sea con la tapa de las portadas internacionales o apenas el reconocimiento íntimo de los compañeros, los sufridos arqueros suplentes siempre tienen algo para contar.
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