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Arquero sapiens: Juan Musso, el 1 de la selección que hace yoga, medita y estudia el fútbol
A los 26 años, Juan Musso tiene el doble de partidos en la Serie A (80) que en el fútbol argentino (34). No es una estadística habitual, acaso porque la de Musso no es una carrera corriente. Pasó cinco años entrenándose en la primera división de Racing hasta que llegó la chance del debut, a los 23. Y no soltó el arco académico hasta que fue vendido por cuatro millones de euros a Udinese, de Italia, en el que empezó con una lesión en un dedo.
Cuando se recuperó se afianzó en el arco bianconero. "Paciencia" parece ser una de las palabras que definen al arquero de San Nicolás. "La paciencia es importante, pero tiene que ir acompañada por determinación y convencimiento. El fútbol me ha dado cosas muy lindas", dice Musso desde el frío del norte de Italia, donde empieza a dar vuelta la página de un 2020 que, si para todos resultó largo, para él lo fue aun más: una lesión en un menisco durante una práctica en el predio de Ezeiza lo sacó de las canchas por cinco semanas, y además la pausa que tuvo la Serie A por la pandemia entre marzo y junio coincidió con los rumores no concretados sobre una transferencia a Inter por 30 millones de euros, una cifra que sería récord para un arquero argentino.
–En el fútbol, se dice, juega cada vez más lo mental. ¿Cuánto influye en el arquero?
–La motivación es lo que a uno lo mueve. Uno tiene que ser capaz de dar el máximo todos los días y jugar cada partido como si fuera el último. El cómo afrontar cada momento marca la carrera. El entrenamiento de la cabeza, para mí, es estar metido en el presente. En el arquero se hace difícil porque no está en contacto con la pelota; tiene poca participación pero muy importante. Para eso hay que liberar la cabeza y estar presente con indicaciones. Eso se entrena. Creo que he crecido mucho en ese aspecto: puedo ayudar al equipo con una palabra, decirle al defensor lo que necesita. Eso me hace estar comprometido con el partido.
–Cuando recién comenzabas en Racing contaste que cuando el equipo atacaba cerrabas los ojos para respirar y concentrarte. ¿Mantenés eso?
–Durante el partido estoy metido ahí. No hay tiempo para hacer nada. Cuando recién empezaba era distinto; hoy tengo otros roles: debo estar los 90 minutos con mis compañeros. Durante el partido, una palabra, un movimiento, siempre son importantes. Pero mantengo la costumbre de la meditación desde hace bastante. La hago en mi casa, a la mañana, a la noche. Siento más lenta la mente cuando no lo hago. Es fundamental para dejar ir los pensamientos, lo que no resulta productivo en el momento del partido. Me hace bien estar en silencio todo lo que puedo, un rato largo sin desviarme del foco de la respiración. Le pongo la atención a eso y me ayuda a llevar la tensión a donde yo quiero, no a donde me lleva la cabeza.
–¿Cómo apareció esa costumbre?
–Siempre supe que el trabajo mental, el tener libre la cabeza, llevaba a que las cosas salieran mejor. Empecé con yoga en Buenos Aires, en un lugar que estaba cerca de mi casa. Ahí tomé confianza con el profesor y me dio unos ejercicios de meditación que me sonaron más parecidos a lo que estaba buscando, a esto de meter la tensión donde uno quiere. Siempre fui muy ansioso; esos hábitos me ayudaron con el tiempo.
–Te fuiste hace tres años, pero ya tenés más partidos en Serie A que en la primera categoría de la Argentina. ¿Cuánto te mejoró atajar en Italia?
–Los entrenadores que encontré en Udinese, más allá de que todos lo que tuve en Argentina fueron excelentes, confiaron mucho en mí de entrada y me mejoraron cosas técnicas y de ubicación que yo no tenía incorporadas. A veces, para atajar me guiaba más por mi instinto que por un concepto claro de dónde tenía que estar en cada jugada.
–Zlatan Ibrahimovic, Romelu Lukaku, Cristiano Ronaldo... Los delanteros con los que te enfrentás deben de elevar la vara.
–En la cancha se les nota que son de élite. La Serie A es una liga competitiva. En la tabla salen uno primero y otro último, pero cada partido es dificilísimo. No hay equipos que no tengan delanteros de alto nivel. Eso exige mucho. Si uno tiene poca concentración, paga el doble un error. Los delanteros nos miran mucho, son muy rápidos e inteligentes para definir.
–En el caso de Ibrahimovic, te tocó salir en la foto de su gol de chilena.
–La pelota se me fue alejando, se me levantó. Busqué el camino para cortarla pero como había un compañero en el medio la pelota le quedó a él. Tiró la chilena e intenté taparle el espacio pensando que si la agarraba de lleno me pegaba en la cara. Pero tuvo la suerte de que le pegó con el tobillo y le salió un golazo. "Suerte" digo entre comillas: por cosas como ésa es el goleador que es.
–¿Cómo te llevás con el error?
–El error es algo natural, pero intento que no se repita, no equivocarme en las mismas cosas. Le presto atención, lo reconozco y trato de corregirlo con entrenamientos. Soy muy autocrítico; eso es lo que me hace ir para adelante, es una de mis características. No tengo problema en asumir mis errores. Estoy siempre intentando ver qué se puede hacer mejor, estudio a los delanteros antes de los partidos. Veo mis partidos dos o tres veces. Hay una plataforma, WyScout, en la que cada uno tiene su clave, y que le separa sus jugadas. De cada error se aprende algo.
–¿Te sorprendió el nivel de racismo que encontraste en el fútbol italiano?
–La verdad es que me sorprendió mucho, porque en Argentina prácticamente no existe el racismo como existe acá. Nunca lo había vivido en carne propia. Creo que se lo tolera cada vez menos y que los jugadores somos más conscientes. Y así es cómo nacen los cambios: tolerando cada vez menos este tipo de cosas. Que los jugadores tomemos posición en una causa así es recontra importante y ayudará a mejorar la situación, a que haya más conciencia. Es una cosa del pasado, que no tiene ningún sentido y a la que paso a paso se está erradicando. Va a desaparecer.
–¿Es un problema del que se habla en el vestuario?
–Hay equipos que hasta pararon sus partidos. No hay mucho por hablar de este tema: es una ridiculez que exista. Lamentablemente hay gente que recién hoy está entendiendo que un comentario o un grito puede causar daño. Al hacer hincapié cuando sucede este tipo de cosas, al parar el partido, al poner el foco en quien está siendo víctima, se va dejando en claro que es ridículo.
–En el mercado de pases anterior apareciste en los radares de grandes clubes de Italia. Se habló de hasta 30 millones de euros, que serían un récord para un arquero argentino. ¿Cómo manejás eso?
– Justo coincidió con el encierro y con la cuarentena, que se me hicieron un poco largos. Traté de hacer cosas que en otro momento no puedo hacer. Que digan esas cosas me pone contento, pero al final pienso en jugar bien cada domingo porque eso es lo que me hace rendir. Cuando vine a Udinese, entre mis objetivos estaba dar el salto a un equipo acostumbrado a jugar Champions League. Para eso me esfuerzo, me entreno y me enfoco cada día. En el club estoy bárbaro, me tratan de maravillas. Me enfoco en dar lo mejor que esté a mi alcance. Que llegue lo que tenga que llegar.
–¿Te sentís un arquero de selección?
–Me siento parte. Estar en consideración del cuerpo técnico me hace sentirme dentro y es una motivación más, porque uno como arquero de selección tiene que mantener ciertos niveles, ciertos estándares. Es una motivación para no relajarse y buscar siempre más. Así lo vivo. Para mi es recontra positivo estar considerado ahí. Mi objetivo principal, mi sueño, es jugar un mundial.
–¿Cómo es este nuevo grupo que va formándose? Son muchos los que tienen ese anhelo de jugar un mundial.
–Falta bastante para Qatar 2022, pero al final el tiempo pasa rápido. Todos tenemos la ilusión y la expectativa de ser parte de la selección. Cada citación es algo que uno se gana y que debe construir en su club. Son muy pocos los que tienen asegurado el puesto, y estar es una motivación para todos. Somos muchos chicos los que estamos en la misma. Es una camada nueva, en un recambio que se dio de forma natural porque veníamos de una gran generación que estuvo muchos años en la selección. Queremos representar a Argentina de la mejor manera. Es un grupo que no se achica, que no le tiene miedo a nadie y que sabe que puede jugar de igual a igual con cualquiera. Obviamente, con humildad y sabiendo que hay que correr para todos lados además de jugar bien.
–¿Cómo es entrenarse con Lionel Messi?
–Es impresionante. Hay algo que dijo una vez Oblak [Jan, arquero de Atlético de Madrid] que me pareció tal cual: parece que está mirándote en cada momento. Cuando uno hizo un paso, él la tiró al otro lado. Por eso no necesita patear fuerte: sabe adónde tiene que ir la pelota para entrar. Ningún jugador me generó esa sensación de entender tanto lo que está pasando en el área, en qué momento patear y a qué lugar. Me sorprendió mucho. Me resultó muy difícil cuando tuve que enfrentarme con él en tiro, o en un reducido. De él como persona no puedo hablar mucho porque estoy desde hace poco, pero en ningún momento parece ser lo que es. Se brinda como todos. O más, también.
–Te toca compartir la selección con Rodrigo De Paul y Lautaro Martínez, también surgidos de Racing. ¿Por qué salieron de la Academia tantos jugadores de ese nivel en los últimos años?
–Muchos jugadores que pasamos por ahí nos hemos dado cuenta de que Racing tiene cierto cariño al jugador del club. Si uno se brinda y se propone llegar y dar todo realmente, corre con ventaja. En Racing se valora mucho al jugador del club. El hincha quiere ver un jugador de las inferiores que la rompa. Además uno ve que tiene lugar, que eso es una vidriera, que vienen a comprarlo. Y es una motivación. Facilita mucho. Parece que el hincha estuviera esperando a uno, que todo está dado para que uno vaya al Cilindro y la rompa. Eso genera una ilusión. Y el que se siente motivado por eso puede andar muy bien. Me parece que es la clave.
–Al repasar las redes sociales se nota que das mucha importancia a qué y cómo comunicás. ¿Por qué? ¿Es parte de ser un profesional?
–Me gusta mantener lazos con los lugares donde me formé, donde fui feliz y me dieron cosas. Creo que poner una foto, recordar un momento son detalles o gestos que me mantienen unido con Racing y Regatas, de San Nicolás, que es mi club de toda la vida. Me gusta tenerlos presentes porque uno se construye en los lugares donde estuvo, y eso es lo que los clubes le dejaron.
–¿Cómo se vivió en Italia la muerte de Diego Maradona?
–Fue shockeante. Parecía inmortal Diego. La peleó y ganó muchas situaciones; pensábamos que iba a vivir mucho tiempo más. Acá no se dio en el nivel de Argentina, sobre todo en el norte, pero a todos nos trajo recuerdos. Mi viejo me habló toda la vida de Diego, me mostró videos, se encargó de que supiera lo que le había dado al país en un momento en que la gente necesitaba tanto esas alegrías. Fue justo que todo el mundo del fútbol lo reconociera. Cuando estaba en la Sub 15 él fue una vez a saludar a todo el equipo. Tuve esa suerte de conocerlo, aunque fue de pasada; no llegué a hablar con él. Fue nada más que ese saludo.
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