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Armando Pérez: "Me imaginaba dejando una AFA mejor"
El presidente del Comité de Regularización hace un balance de los nueve meses en el cargo; habla de la FIFA, la Conmebol y el gobierno nacional y recuerda el episodio que casi le cuesta la vida
A Armando Pérez la AFA le cambió el ritmo de sus días. Debió bajar un cambio a la fuerza, justo cuando iba a toda velocidad como presidente del Comité de Regularización del fútbol argentino. A los 73 años, Pérez se dio un golpazo. Tuteó a la muerte. Cuando, por fin, abrió los ojos, se le acercó un médico: “Usted tuvo un 3% de vida”. Entendió todo. De aquella trombosis que casi le corta la circulación le quedan dos secuelas: Pérez habla más despacio. Y ya no fuma. Abandonó a su terapista y ahora hace kinesiología. Le perdió la fobia a los médicos: “Veía uno y salía corriendo para el otro lado”, recuerda en la oficina del tercer piso del edificio de la AFA, durante una charla con LA NACION.
“Lo que me pasó me hubiera pasado estando sentado en París. Es un error muy personal, porque nunca le di bolilla a los médicos. Fumé lo que no tenía que fumar, dormí menos que nadie y trabajé en 17 cosas distintas.”, recuerda Pérez sobre el fin del año pasado, el peor de los 73 que vivió. Pérez es el prototipo del autodidacta: “Yo fui siempre un loco importante. Me metí en cosas que no sabía. Aprendí porque quería aprender. O uno va a aprender a una universidad o aprende por equivocación”. La enseñanza de aquellos días de internación se refleja en su ropa (adelgazó varios kilos) y en la cadencia de su voz. Ni la enfermedad pudo con su elegancia: lleva un pañuelo al tono con el saco y el pantalón. Pérez hasta se permite un mensaje: “No es que ahora te hacés menos mala sangre: tomás las cosas en su verdadera dimensión. Lo más importante es la vida…Lo demás…Si hay plata o no hay plata no es problema mío”.
Armando Pérez debió superar la negativa rotunda de su familia para continuar en la AFA luego de aquella internación. Sus hijos no querían que volviera. “Muchas veces pensé en renunciar, pero cuando te dí la mano, te dí la mano. Si vos aceptás una responsabilidad, la tenés que cumplir, con los riesgos que tiene”. Entre esos riesgos estaba perder todo el capital político que había ganado como gerenciador (primero) y como presidente (después) de Belgrano.
Pérez fue el último de los entrevistados, y el primero en el organigrama del flamante Comité de Regularización, que asumió a mediados de 2016 para instalar un poco de calma en el convulsionado fútbol argentino. Pasaron nueve meses, en los que Pérez debió sortear internas políticas, crisis económicas, promesas incumplidas y dos paros de futbolistas. Será quien delegue el mando el miércoles próximo a Claudio Tapia, el presidente de Barracas Central que lo sucederá por los próximos cuatro años. “Me imaginaba dejando una AFA mejor”, dice Pérez con un dejo de resignación. Y se explica a sí mismo: “Creo que hice hasta donde pude. Y a lo mejor no fui capaz de hacer las cosas mejor. Hay todo un tiempo para trabajar en un montón de cosas que necesita la AFA. Una visión de lo que significa este producto que es el fútbol. En el corto plazo, la AFA va a dar ganancia”.
A continuación, Pérez hace un balance. Por primera vez en casi una hora de charla, habla de corrido, rememora. Procura no olvidarse de nada. “Bajamos un 60% la deuda que teníamos con proveedores. Cada club sabe cuánto le debe a la AFA. Y habíamos cronometrado la devolución de ese dinero: la acreencia más grande que tiene la AFA son los clubes. Esta es la crítica más grande que nos tenemos que hacer: administrarnos mejor. Y no pensar si somos todos campeones, porque campeón hay uno solo. Acá hay gente que tiene la posibilidad de controlar a los clubes. El Tribunal de Cuentas está. Y no he visto tipos más fracasados que ellos: hicieron informes de todo tipo”.
Durante sus nueve meses al frente del fútbol argentino, Pérez durmió con los enemigos. Ni la Asamblea (que es soberana y se mantuvo durante todo ese lapso) ni el Tribunal de Disciplina confiaron en el Comité de Regularización para encauzar el fútbol argentino. Todas las decisiones que tomaban erosionaban el poder de Pérez y sus compañeros. “Me parece que la FIFA no va a repetir un error de mantener una Asamblea, porque uno no puede manejarse con total libertad. Y cuando hablan de cambio, bueno, la idea era cambiar. Pero mucho no se pudo hacer”, reflexiona. Y añade: “Fue como ser presidente y gobernar con el Congreso en contra”.
–¿Siente que no lo ayudaron?
– No es que no me hayan ayudado: no compatibilizamos muchas cosas. Tendríamos que haberlo tenido claro. La conformación de la comisión, como mínimo, debería haber sido de otra forma. Primo Corvaro, el primer representante de la FIFA que vino acá, debió decir: “Estos son los postulantes, señor presidente…¿A quién acepta? ¿Qué le parece? ¿A quién sugeriría?”. Teníamos la potestad de nombrar a otros, pero la verdad es que con este tiempo de adaptación, lo primero que había que hacer era no resquebrajar la comisión. Hay cosas incomprensibles…
Aunque no haga nombres, Pérez tuvo cortocircuitos con Javier Medín, su vicepresidente, quien tuvo siempre línea directa con el Poder Ejecutivo. Tampoco cuenta entre sus colegas de comité a Pablo Toviggino, quien desde el principio jugó para el ascenso. “Me parece que siempre debe haber una comunión, un diálogo, sin marcar diferencias. Cada uno sabe qué lugar ocupa y para qué está. Cuando se confunden esos roles, empiezan los problemas”. Pérez no individualiza a sus enemigos. Ya les dijo todo lo que necesitaban saber.
Llega el momento de hablar de política. Y Pérez ensaya una convicción: “Yo no creo que hubiéramos tenido que jugar a la política. Había que gestionar.
–¿Sin política se puede gestionar?
–Bueno…esto es lo que yo intenté. Ser razonable, cauto y no entrar en disputas y no hacer permanentemente política. No era mi intención. A lo mejor, el error más grande es no hacer política.
–¿Cuánto influyó la famosa promesa fallida de los $350 millones del Gobierno?
–Creo que eso fue un error muy grande.
–¿De ustedes en creerles o de ellos al prometerlos?
–El Gobierno tenía un compromiso con nosotros.
–¿Por qué pensás que de un día para el otro, en el mismo momento en que se discutían las ofertas de la TV, con una empresa sola, la plata desaparece?
–Tendrían que preguntárselo a ellos.
–¿Pero no tenés una opinión formada de por qué pasó?
–No es que la plata no estuviera. Se agregaron situaciones como la aceptación del estatuto nuevo, la aceptación de la Superliga…
–¿Condicionantes o situaciones?
–En estos flancos que todos usan para decir “la inacción” o “la acción”, lo hacen, a lo mejor políticamente. Y se convencen de una cosa así. Yo creo que hubiera sido una solución y no hubiéramos entrado ni en paro ni nada si el dinero ese estaba en tiempo y forma.
La charla con LA NACION se interrumpe con la llegada de Carolina Cristinziano, que le consulta a Armando Pérez en menos de un minuto sobre tres temas de la actualidad de la gestión… El presidente del Comité toma su mano con cariño y con los ojos vidriosos esboza un tierno “Te voy a extrañar...”.
La vida después del comité
"Voy a tratar de que me den trabajo en Belgrano"
"No voy a tener mucho contacto con la AFA, porque también en el club tengo elecciones y ya estuve dos mandatos. Así que la agrupación mía se va a presentar... Voy a tratar de que me den trabajo en Belgrano", dice entre risas. Pérez irá a Rusia a ver al seleccionado argentino en el Mundial. En el banco de suplentes estará el hombre que él eligió para ese trabajo: Edgardo Bauza. Como el Patón, Pérez se ilusiona con ser campeón.
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