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Argentina y el Mundial de 1950: ¿por qué la selección decidió no jugar la Copa en Brasil?
Una serie de factores deportivos, organizativos y políticos le impidieron a uno de los mejores equipos de la década participar del primer campeonato de posguerra; ¿en cuánto influyó Juan Domingo Perón en esa determinación?
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Una rivalidad creciente con Brasil, cuestiones deportivas y organizativas, y la influencia de Juan Domingo Perón conformaron un cúmulo de factores que confluyeron en la no participación del seleccionado argentino en los mundiales de 1950 y 1954. Con el paso de los años, ya más de 72, reconstruir lo sucedido se torna muy difícil. Aunque una investigación de LA NACION intenta acercarse lo más posible a lo acontecido, con al menos aquellos tres focos concretos para tamaña decisión.
La década del 40 es considerada la época dorada del fútbol argentino, con grandes jugadores en cada equipo. En ese lapso, el conjunto nacional ganó los Sudamericanos de 1941, 1945, 1946 y 1947. Teniendo herramientas para intentar coronarlo a nivel mundial en 1950, aún cuesta comprender por qué se optó por no jugar las Eliminatorias y desaprovechar ese escenario ideal.
“Inamistad deportiva”
Existen varios hechos que ofrecen pistas y resultan piezas importantes en el armado del rompecabezas. Fechas marcadas con un círculo rojo en la agenda de los años previos. El primer casillero en esta línea de tiempo se ubica en el 2 de febrero de 1937. Esa madrugada, el seleccionado argentino se consagró campeón del Sudamericano luego de derrotar 2 a 0 a Brasil en el Gasómetro, el viejo estadio de San Lorenzo. Los goles los marcó un joven Vicente De La Mata, que por entonces tenía 19 años y jugaba en Independiente.
El partido había comenzado la noche anterior, cerca de las 21.30. Pero la primera final entre argentinos y brasileños tuvo un desarrollo escandaloso. Ambos equipos abusaron del juego brusco, hubo invasión de particulares en la cancha y más de 40 minutos en los que el equipo brasileño, en desacuerdo con los fallos del árbitro uruguayo Luis Alberto Mirabal, se retiró al vestuario y amenazó con retirarse del torneo.
“Un epílogo deplorable ha tenido el campeonato”, se escribió en la revista El Gráfico, que agregó: “Pocas veces se han registrado tumultos tan bochornosos. Puede ser necesario imponer la prohibición de encuentros internacionales”.
Antes del final, el equipo visitante se fue del campo de juego por insultos racistas. Con Uruguay en una curva descendente. La rivalidad entre argentinos y brasileños quedó oficialmente inaugurada.
Dos años más tarde, el 22 de enero de 1939, volvieron a cruzarse por la Copa Roca en Río de Janeiro. Con el partido 2 a 2, Argentina abandonó el campo de juego cuando el árbitro brasileño Carlos de Oliveira Monteiro sancionó un penal para los locales a 4 minutos del final. Reclamaron que la mano de Sabino Coletta fue afuera del área e increparon al juez, que expulsó a varios. Los demás se fueron. El remate se ejecutó frente al arco vacío, algo completamente antirreglamentario, y el encuentro terminó con triunfo brasileño. Algunos dicen que fue por 3 a 2, aunque la realidad es que el conjunto albiceleste lo perdió por abandono.
Llegó entonces el momento que terminó por romper las relaciones entre los dirigentes de ambas federaciones de fútbol y, posiblemente, el factor más determinante para entender la ausencia argentina en el Mundial de 1950.
El 10 de febrero de 1946, Argentina y Brasil definieron el Sudamericano de ese año. Con el conjunto albiceleste líder del hexagonal final con un punto más que su rival, el ganador del partido en el estadio Monumental se coronaría. Con el empate, el trofeo se quedaba en Buenos Aires.
En Brasil se lucían Domingos da Guía, Zizinho, Jair Rosa Pinto y Chico, entre otros. Argentina se destacaba por un ataque estelar compuesto por Vicente De la Mata, Norberto Tucho Mendes, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau. Y en la defensa estaba José Salomón, un defensor con capacidad de mando y una gran presencia física. Un verdadero caudillo.
A los 28 minutos de juego, Jair lesionó gravemente a Salomón de una terrible patada: fractura de tibia y peroné de su pierna derecha. La batalla campal posterior incluyó a la policía local, que en lugar de separar también golpeó a los brasileños.
Así lo describió el periodista Félix Frascara en la revista El Gráfico: “En ese momento explotó la bomba de agresión colectiva. Salomón quedó caído tras un encontronazo con Jair; Fonda y Strembel persiguieron a Chico y a Jair; puñetazos y puntapiés; revuelo general, confusión, zancadillas, palos; invasión del campo por innumerables agentes de policía; Chico, tras pegarle a Pescia, es perseguido por Marante, recibe un puntapié, sigue su carrera hacia el túnel y los policías, ante la imposibilidad de alcanzarlo con los brazos, pretenden derribarlo haciéndoles zancadillas; cae Chico frente al mismo palco de periodistas, y recibe una andanada de golpes, hasta que lo dejan reanudar su marcha hacia los vestuarios, tomándose la cabeza dolorida y mirando, extraviada la vista, con expresión de terror; en el resto del campo de juego -¡amarga ironía!- se prolonga la gresca. Son cinco o diez minutos de locura increíble. La policía, excesivamente numerosa, ha sido también excesiva e innecesariamente enérgica. Atenuada la riña, desahogados los puños y los pies, van los brasileños al vestuario, mientras los jugadores locales permanecen en la cancha. Y transcurre una hora y once minutos hasta el momento en que se reanuda el match. En realidad, el match no se reanudó. Por lo menos el juego no tenía nada que ver con lo que habíamos presenciado antes del escándalo. El árbitro había decidido expulsar a Chico y a De la Mata, de manera que cada cuadro reapareció con diez hombres. No estaba Salomón en el equipo argentino. El capitán había resultado la víctima más seria: doble fractura en la pierna derecha (…).”
Increíblemente, el partido siguió. La Argentina ganó 2 a 0 con dos goles de Tucho Méndez y se consagró campeón. Un libro oficial de la Copa América, que se editó en 2008, asevera que el partido arrancó a las 15 y terminó a las 22.
Desde entonces, nada fue igual. De hecho, en 1947, la Argentina retuvo la corona en Ecuador, pero Brasil no participó. Y, para evitar conflictos, alternaron su presencia en la competencia continental en las siguientes tres ediciones.
“La relación quedó muy tirante hasta que apareció el Sudamericano de 1949, que se jugó en Rio de Janeiro y San Pablo. Argentina decide no participar porque en noviembre de 1948 se había declarado una huelga y los jugadores que se fueron al exterior no podían jugar. ¨Para no mandar un equipo alternativo, opta por no viajar”, le explica a LA NACION Ricardo Gorosito, miembro de Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF).
El historiador detalla: “Esto molestó muchísimo a los brasileños. Porque Uruguay estaba en la misma situación, pero presentó un equipo y terminó tercero”.
El enojo se potenció cuando la AFA, presidida por el dirigente sindical Oscar Nicolini decidió romper relaciones y retiró la participación argentina en el Mundial 50.
Inicialmente, el seleccionado albiceleste debía compartir el grupo de la Eliminatoria con Colombia, Chile y Bolivia. Dos de ellos se clasificaban. En tiempos de amplia supremacía, la participación albiceleste en Brasil estaba prácticamente asegurada.
Pero la Argentina se retiró y el conjunto del país cafetero no quiso participar. En síntesis, al Mundial 1950 fueron Chile y Bolivia. En la otra zona sudamericana, Ecuador y Perú no se presentaron y los que se sumaron a la cita en país verdeamarelo fueron Paraguay y Uruguay, al fin y al cabo el gran protagonista del histórico Maracanazo.
“El enojo fue mayúsculo. Al punto que la Confederación Brasileña de Deportes (CBD) les prohíbe a sus equipos disputar partidos amistosos contra los argentinos. Racing, por ejemplo, tenía pactado un partido con el Bangú de Rio de Janeiro que no se pudo jugar por ese motivo”, agrega Gorosito.
Todo esto quedó plasmado en el libro de la Memoria y Balance de la AFA de 1950. En sus páginas se describe: “En el momento que las autoridades de la AFA se encontraban intercambiando opiniones con los dirigentes de las Federación de Football de Chile y de la Federación Boliviana de Fútbol para determinar la forma en que podían disputarse los partidos de la clasificación, la Confederación Brasileña de Deportes adoptó una insólita resolución: prohibió a uno de sus clubes, que se trasladaba a Santiago de Chile, disputar partidos con equipos argentinos....”, en referencia al Bangú y a Racing.
¿Pudo ser esa enemistad dirigencial la razón de la no participación argentina en el mundial de 1950? Es posible. Aunque no el único argumento.
En la resolución que la AFA toma el 11 de enero de ese año y que cinco días más tarde hace pública su presidente, Valentín Suárez, se refiere al impacto de la huelga de futbolistas que hubo en la Argentina entre 1948 y 1949: “Teniendo presente las manifestaciones efectuadas (por la CBD) a raíz de la ausencia de la representación argentina en el último campeonato Sudamericano de fútbol realizado en Río de Janeiro, a pesar de ser de pública notoriedad los motivos de fuerza mayor que hicieron imposible la participación argentina, los antecedentes reseñados revelan una posición inamistosa con respecto a la AFA. En resguardo de indeclinables principios de dignidad y respeto, la Asociación del Fútbol Argentino no concurrirá al campeonato del mundo”.
Con huelga y sin actividad
La huelga iniciada en noviembre de 1948 por jugadores profesionales de la Argentina tuvo consecuencias fundamentales para la historia del fútbol en nuestro país y en varios otros del continente americano.
El punto más icónico fue el de rechazar la decisión de la AFA de cerrar el libro de pases por tres años (nadie podría cambiar de equipo hasta 1951). Al mismo tiempo, Futbolistas Argentinos Agremiados (creado en 1944) exigió la libertad de acción de sus representados al término de los contratos (hasta entonces cada futbolista debía pedirle permiso a su club anterior para cambiar de camiseta, y si no lo recibía no podía jugar), eliminar el techo máximo salarial de US$ 1500 y sustituirlo con un salario mínimo, y el pleno reconocimiento de beneficios propios del trabajo: aguinaldo, vacaciones de 45 días e indemnización por despido.
Con éxito relativo para los jugadores, el impacto de la huelga fue mucho más allá de su fin, en junio del 1949. Varios jugadores siguieron bajo la órbita de la AFA, pero muchos más fueron los que emigraron para competir en países donde pudieron firmar contratos con salarios mucho más altos. La gran mayoría recaló en Italia, Uruguay, Colombia y Perú.
Para dimensionar el éxodo, apenas un dato de 1949: en Colombia jugaban aproximadamente 109 extranjeros, de los cuales, 57 eran argentinos. Para 1951 esa cifra se duplicaría.
En suelo cafetero se destacaban Adolfo Pedernera, Alfredo Di Stéfano, Néstor Pipo Rossi, Antonio Sastre, René Pontoni y Julio Cozzi, entre los nombres más rutilantes.
Había 12 argentinos en Independiente Santa Fe de Bogotá, 10 en Universidad de Bogotá, 8 en Deportes Caldas de Manizales, 7 en Millonarios de Bogotá, 5 en América de Cali, 2 en Boca Juniors de Cali, 3 en Once Deportivo de Manizales, 5 en Bucaramanga de Santander, 1 en Deportivo Medellín y 1 en Deportivo Pereyra.
El fútbol argentino siguió su camino, pero la selección albiceleste quedó golpeada: en esa época solo podían ser convocados al equipo nacional los jugadores que se desempeñaban en el ámbito local. Aunque tampoco hubiera sido tan difícil reencauzar el barco. En la Argentina seguían jugando figuras como Angel Labruna, Félix Loustau, Norberto Tucho Méndez, Ernesto Grillo y Amadeo Carrizo, entre otros.
El foco entonces se posiciona sobre la falta de competencia. Sin actividad en 1948 y 1949, la selección argentina recién volvió a competir de manera oficial en marzo de 1950, cuando jugó dos partidos ante Paraguay, por la Copa Chevallier Boutell. El primero terminó en empate 2 a 2 en la cancha de River y el otro, en el Gasómetro, fue triunfo local 4 a 0. Fue la única actividad del conjunto albiceleste en el año mundialista.
Gorosito aporta: “En el año 51 Perón se entera de que Inglaterra no había perdido nunca en Wembley contra seleccionados no británicos, y le ordena a Valentin Suárez que organice un amistoso. La selección argentina viaja y pierde 2 a 1 en aquel memorable partido donde se destaca Miguel Rugilo, que pasa a la posteridad como El León de Wembley por lo bien que ataja. En esa gira le gana a Irlanda 1 a 0 con gol de Labruna”.
El historiador prosigue con la etapa posterior al Mundial 50 del seleccionado argentino, que de alguna manera expone los fundamentos de la ausencia en el Mundial siguiente, realizado en Suiza, en 1954.
“En el 52 volvió a Europa: le ganó 1-0 a España (gol de Infante) y 3-1 a Portugal. En el 53 los ingleses retribuyeron la visita. En el primer partido perdieron 3 a 1 con el famoso gol de Ernesto Grillo, el segundo quedó inconcluso a los 20 minutos y en el tercero le ganó 1 a 0 a España. Un año más tarde volvió a Europa: perdió con Italia 2 a 0 y le ganó a Portugal. Muy poquita competencia. Dos partidos por año en un lapso de seis años. La falta de actividad redundó en que no estaban en condiciones de participar. Aunque sí envían al director técnico, Guillermo Stábile, para que evalúe el nivel de competencia. Cuando vuelve del Mundial, el entrenador afirma que, de haber ido, el equipo hubiera tenido una destacada actuación”, resume.
El rol de Perón
Resulta muy difícil de explicar la ausencia de la selección argentina en los dos mundiales de fútbol que se disputaron durante las primeras dos presidencias de Juan Domingo Perón.
Sobre todo, porque el líder político, como nadie antes o después, fue siempre muy proactivo a fomentar la inclusión social a través del deporte. Había entendido como nadie que una fuerte inversión en el fútbol servía como elemento de dominación política.
No es casualidad que en su primera presidencia los grandes clubes recibieran aportes económicos muy importantes, que algunos aprovecharon para modernizar sus estadios.
Raúl Cereijo, ministro de Hacienda, fue el encargado de la distribución de esos fondos millonarios, con los que se favorecieron River, Vélez, Boca, Huracán y Gimnasia y Esgrima de La Plata, entre otros.
El más beneficiado fue Racing, que con lo que recibió del gobierno pudo construir el Cilindro de Avellaneda, muy moderno para la época. No por casualidad se llama “Juan Domingo Perón”, ni los rivales de la Academia rebautizaron irónicamente al club como “Deportivo Cereijo”.
Las mieles políticas marginaron del reparto a San Lorenzo. Con un presidente que era militante de la UCR (Luis Nardelli), no recibió aportes y se quedó con las ganas de edificar un estadio de cemento.
Si bien no existen registros que así lo determinen, es imposible imaginar un escenario en el que Perón no haya participado u opinado en la determinación de no competir en Brasil 50 ni en Suiza 54. De todas maneras, también es cierto que el líder político poco pudo hacer durante la huelga. Ese es precisamente el hecho que marca la plena autonomía que tenía el fútbol en esa época.
“No tan profundamente como sucede ahora, pero de una u otra forma la política intervino siempre en algunas decisiones deportivas. De hecho, un año después del mundial de Brasil es Perón el que plantea organizar el partido contra Inglaterra en Wembley, precisamente porque se había enterado que los ingleses no habían perdido nunca contra un rival no británico en su estadio”, aporta Gorosito. Y agrega: “Durante la época de Perón la mayoría de los presidentes de la AFA fueron dirigentes políticos muy cercanos a ese gobierno”.
Existen dos aspectos que pueden determinar la influencia de Juan Domingo Perón en la negativa final para que la Argentina no participe en el Mundial de Brasil en 1950.
El primer factor tiene tintes de orgullo. Casi sin competencia a nivel selección y aun padeciendo los coletazos de la huelga del 48, el gobierno nacional habría decidido no jugar el Mundial porque no existían garantías del triunfo. “No le puedo asegurar que vayamos a ganar”, le habría dicho Valentín Suárez a Perón en ese momento, recordó la agencia Télam.
Por otro lado, ¿Pudo Perón modificar los estatutos de la AFA para determinar que “los exiliados” sí puedan ser citados al equipo albiceleste, y así presentar un equipo mucho más competitivo? Es algo que ya nadie puede responder. Aunque como ocurrió siempre, los dirigentes del fútbol eran muy cercanos al gobierno de turno, y ni siquiera ese lazo pudo resolver rápido la huelga.
Existen versiones no confirmadas acerca de que el presidente argentino había quedado muy enojado con los futbolistas que habían tenido las agallas de ir a la huelga en pleno gobierno peronista, que derivó en más de un año sin fútbol en la Argentina y el posterior éxodo.
Al mismo tiempo, Perón siguió apostando fuerte al deporte como elemento de inclusión social y de propaganda de su gobierno. En 1950, la Argentina fue sede del Mundial de Básquetbol (se proclamó campeón) y, un año más tarde, Buenos Aires organizó los Juegos Panamericanos. Además, durante su gobierno, en 1949 se realizó en nuestro país el Mundial de Tiro, y se construyeron el autódromo y el velódromo de Buenos Aires.
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