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Argentina tuvo contundencia en el ataque cuando más la necesitaba en el Mundial Sub 17 de Indonesia
Los tres de arriba se conectaron de la mejor manera en el 3-1 ante Japón
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El desafío era complejo. La selección argentina Sub 17, que había perdido en el partido inaugural contra Senegal, debía vencer a Japón para recuperarse, en la segunda fecha del grupo D. El equipo, abrumado por la ansiedad durante el estreno, precisaba serenarse para mostrar lo mejor de su repertorio. Diego Placente, el entrenador, tenía la misión de convencerlos. No había margen de error.
El poder de fuego de este combinado albiceleste tiene tres nombres propios. El cerebro es el capitán, Claudio “Diablito” Echeverri, un crack en plena educación con Martín Demichelis en River. Santiago López, en cambio, es el vértigo por la punta derecha, el uno contra uno; el desequilibrio permanente. Los ataques del equipo muchas veces terminan en el habilidoso jugador de Independiente. El tridente se completa con otro futbolista de River: Agustín Ruberto. El 9 (dos partidos, dos goles) es mucho más que una referencia ofensiva. Le gusta armar juego y es un delantero moderno, capaz de tirarse atrás y juntar pases con sus mediocampistas. Argentina precisaba a los tres. Y los tuvo, como los tuvo en el Sudamericano, en el que su rendimiento -al igual que el del equipo- fue de mayor a menor, pero en el que descollaron con fútbol y goles.
Lo mejor del triunfo de Argentina por 3-1 ante Japón
Vale la pena comenzar por el 10, el Diablito Echeverri, que fue uno de los goleadores del Sudamericano con 5 tantos. Encorsetado por la férrea marca senegalesa en el debut del Mundial, nunca pudo convertirse en el creativo que precisa la selección. En aquel partido contra los africanos, además, tiró “a las nubes” -como él mismo confesó- los tiros libres que tuvo. Peleado con el arco, amargado con su fútbol, no redondeó el estreno que él quería; que toda la Argentina anhelaba. Tal vez por eso volvió a practicar remates al arco desde todos los ángulos. Quería su revancha contra Japón.
Recostado hacia la izquierda, con panorama hacia adelante, con Octavio Ontivero como alternativa para jugar el 1-2 ante los eventuales marcadores asiáticos, Echeverri monopolizó la pelota cuando Argentina atacó. Se acercó a su versión del Sudamericano, ésa que hizo hablar a todo el continente sobre su talento. Pero, además, Echeverri abrió el partido con un soberbio tiro libre. La suerte había cambiado: lo que contra Senegal se iba alto, ahora entraba.
Echeverri tiene todo por delante. Aunque Martín Demichelis fue el primero en afirmar que no había que apurar su madurez, luego de que todos pidieran verlo en la primera de River tras el gran nivel mostrado en el Sudamericano. La participación de Demichelis en River fue con cuentagotas. Debutó en junio, en el Monumental, contra Instituto y dio una asistencia para el 3-1. Luego sumó un puñado de minutos contra Colón, Rosario Central y Racing.
“Está en su ADN pegarle bien a la pelota”, lo elogió Placente, su entrenador. El mismo que según el propio Diablito fue fundamental para que se tuviera confianza en este segundo partido, pese a los errores del estreno: “Todo es de la cabeza. El técnico me dijo que estuviera tranquilo. Estaba triste después del partido contra Senegal porque había jugado mal”, se sinceró el crack naciente en TyC Sports tras el triunfo ante Japón.
Ese gol de Echeverri fue una inyección de optimismo para Argentina. Un premio a no dejarse llevar por la ansiedad que los había atorado en el debut. Tanto, que una jugada colectiva apenas dos minutos después terminó con el 2-0, anotado por Valentino Acuña, futbolista de Newell’s. El trabajo no estaba terminado, pero esa ventaja era un gran aliciente para los chicos argentinos, que atacaban y atacaban como si no hubiera mañana; como si el debut con Senegal hubiera sido apenas un mal sueño.
De la cantera de Avellaneda
En esa fluidez que tuvo el equipo albiceleste de mitad de cancha hacia adelante fue fundamental Santiago López. El extremo derecho de Independiente (Ricardo Zielinski lo hizo debutar con la camiseta roja ante Central Córdoba en Santiago del Estero) es indescifrable para sus marcadores, bien porque encara para adentro y luego descarga para el lateral derecho (Gorosito) que corre a toda máquina, bien porque desequilibra en una jugada individual, talento de potrero. Sólo le faltó el gol, que tuvo a disposición luego de un gran remate a colocar de Echeverri que detuvo el arquero Goto. El último defensor asiático obró un verdadero milagro para evitar que el juvenil de los Rojos convirtiera para Argentina. López garantiza desmarques, velocidad, y vértigo. Complemento perfecto para un futbolista cerebral como Echeverri.
El tridente ofensivo se completa con el delantero que va por el medio, el que cierra los ataques; el encargado del pase a la red. Pero Agustín Ruberto, compinche del Diablito en la reserva River -a diferencia de sus dos compañeros de ataque, aún no debutó en la primera división- es mucho más que eso. Lleva dos goles (anotó el descuento de tiro libre contra Senegal y facturó desde afuera del área con Japón) en igual cantidad de partidos. En ambos, Ruberto se prodigó por el equipo. Disponible para conectar con los mediocampistas, generoso a la hora del contacto con los defensores, esforzado para buscar espacios, Ruberto es un atacante todoterreno. Más cercano a los delanteros modernos que no tienen problemas de perfil (Julián Álvarez) que a las torres que buscaban su alimento en el área. Y rara vez salían de ella. El Mundial de Ruberto acaba de comenzar, y promete mucho más.
Lo mismo vale para el equipo argentino, que dio una muestra de carácter ante Japón. Es cierto, los asiáticos atacaron mucho más en el segundo tiempo y redoblaron esfuerzos para que los mediocampistas argentinos no manejaran la pelota con tiempo y espacio a disposición. El conjunto albiceleste sintió el cansancio y en el segundo tiempo, por momentos, se vio superado. “Ganar hace que te recuperes con una alegría. Me parece que los chicos jugaron mucho más tranquilos; jugaron mucho más. Aunque erramos algunos goles, estuvieron más tranquilos para el último pase”, dijo Placente luego del triunfo ante Japón. El entrenador sabe que a su equipo le sobra talento. Sólo precisa serenarse para mostrarlo.
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