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Argentina, sin Messi ni Scaloni, venció a Perú, pasó a cuartos como primera y espera rival en la Copa América
Con dos goles de Lautaro Martínez y una formación alternativa, se impuso 2 a 0 en Miami; el jueves, en Houston, jugará por el pase a las semifinales
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MIAMI (enviado especial).- Argentina es confiable. Sea quien sea el titular, ponga a quien ponga Scaloni, la conclusión primaria en este fin de la primera fase es ese: la selección es siempre un equipo serio. El 2 a 0 sobre Perú en la noche del Hard Rock Stadium no es una anécdota; por el contrario, es la fiel muestra de la voracidad de este grupo, que le demostró a las casi 65.000 personas que presenciaron el encuentro, que el prestigio del campeón de América y del mundo no se negocia. Ahora mira hacia adelante y ve que jugará el jueves próximo en Houston, por los cuartos de final, ante el segundo del Grupo B, que podría ser México, Ecuador o Venezuela.
Era esta la prueba para que muchos tomasen rodaje y también para que la selección se mentalice para afrontar desafíos sin Lionel Messi. Las dudas sobre si llegará en condiciones al partido de cuartos de final están flotando en el aire, y era crucial conocer si el equipo respondía sin su líder futbolístico. Sin Scaloni, suspendido, Samuel tomó las riendas al borde del campo de juego.
Di María fue quien se puso el traje de líder dentro de la cancha ante la ausencia de Messi. Fideo participó de todos los ataques, se adueñó de las pelotas paradas y siempre buscó los espacios para recibir en zona de gestación. Fue la verdadera figura de la noche y la demostración de un fenómeno de clase mundial.
Paredes en el eje, Palacios a su izquierda y Lo Celso volcado hacia la derecha, así comenzó el juego Argentina. Tagliafico muy activo en ofensiva, triangulando con un preciso Palacios y con un Garnacho que desbordaba de ganas de destacarse. A los 11, el de Manchester United enganchó para adentro y su remate se desvió al córner. Fue un aviso.
Argentina fue solo intenciones aisladas, espasmos. Esta vez no jugó pelotas largas, intentó los circuitos con los internos y volcó mayormente el juego por la izquierda. Pero Garnacho se fue apagando, enredado en sus propias fintas. Lo Celso volvió su hábitat natural, como interno por izquierda, con la idea de filtrar una pelota para Lautaro o encontrarse con el de Manchester United.
Un partido tan cerrado y con una oposición tan férrea se abre con la precisión del juego asociativo o con alguna gambeta que se salga del libreto. Lo segundo, Argentina podía tenerlo con Di María y, en menor medida, con Garnacho. Los instantes de mayor inquietud se dieron con toques de primera, pero fue apenas un espejismo. Perú no ofreció demasiadas ideas más que apostar a hacerse respetar con entradas duras, algunas más de la cuenta (una de Paolo a Paredes terminó con amarilla para el capitán peruano). Como pasó con Chile, el rival se asumió inferior y apostó a algún error argentino a través de la velocidad de Marcos Johan López o la habilidad de Reyna. Perú aletargó el desarrollo y Argentina no salió de ese sopor.
¿Tuvo situaciones la selección en el primer tiempo? Contó con un par, sí. Paredes conmovió con un tiro libre que se metía en el ángulo, pero Gallese le mostró su jerarquía e impidió el gol.
Di María, a los 40, hizo una con sello propio, la finta y el enganche terminó con un zurdazo sin pimienta que controló Gallese.
Y a los 43, el partido salió de la modorra con la más clara: Di María la entretuvo por la izquierda, la abrió con Montiel y el centro atrás lo encontró a Lo Celso, que la agarró mordida y Gallese respondió heterodoxamente, con las piernas, una atajada casi de handbol. En el rebote, Garnacho la tiró por arriba.
La gente se despertó de entrada y pudo por fin soltar la garganta. Apareció el goleador, apareció Lautaro Martínez con una definición estupenda, a la altura de la jugada previa. Cuando Lo Celso se suelta es clave. El de Tottenham encontró a Di María que dejó a Lautaro solo frente a Gallese. Tac, tac, tac. Un gol de alta gama, a la altura de lo que puede ofrecer la selección. Nació en un quite de Tagliafico y fueron quince pases, de los que participaron todos menos Garnacho (sí, también Dibu). Es una marca registrada de lo que está proponiendo Argentina. Ya lo había hecho en el debut ante Canadá, con gol también de Lautaro.
Lautaro demuestra que está con el pie caliente y repite una marca de la Copa América 2021: anotar un gol en tres partidos seguidos. Aquella vez fue a Bolivia (fase de grupos), Ecuador (cuartos de final) y Colombia (semifinales). Ahora... ¿Seguirá encendido? Dependerá de la decisión de Scaloni, darle continuidad a Julián o apostar por el goleador intratable.
La primera llegada de Perú se dio a los 21 minutos del segundo tiempo, con un remate de Díaz desde fuera del área, que Dibu no pudo controlar y se le fue al tiro de esquina.
Di María condujo, amo y señor del equipo, abrió para Montiel –muy eficiente a la hora de proyectarse- y el centro dio en la mano de Castillo. Penal que Paredes estrelló en el palo. Un infortunio para uno de los mejores hombres de Argentina, que no merecía ese revés.
Argentina se afirmó en sus propias seguridades y fortalezas para gobernar a placer el partido. Samuel movió el banco y les dio la oportunidad a casi todos. Entró Carboni, entró Guido Rodríguez y hasta entró el Chino Martínez Quarta. Todos son parte, todos se sienten a gusto y tienen un rol asignado. El grupo es de 26, el equipo es un conjunto que va más allá de los 11 iniciales.
Y en ese viaje agradable hacia el final del partido, Lautaro, voraz por naturaleza, aprovechó unas desinteligencias en los defensores peruanos, robó y facturó ante Gallese. El 2 a 0 ante el equipo más débil del grupo –Perú se va sin haber podido anotar un gol en los tres partidos- mostró también otro aspecto: Dibu no tuvo ningún sofocón, producto de grietas que sí había mostrado el equipo en algunos instantes frente a Canadá y Chile.
Y la gente se fue cantando “que de la mano de Leo Messi todos la vuelta vamos a dar”. Pero también fue testigo de que sin el 10 la selección pudo ser un equipo serio y confiable. Algo que a esta altura es otro sello de la Scaloneta.
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