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Argentina campeón: Lionel Scaloni, el aprendiz de DT que ganó antes de tiempo con la selección
A los 43 años, en su primer trabajo como entrenador, se consagró con un seleccionado que venía agobiado por las decepciones
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Táctica, estrategia, corazón, gargantas rotas. La pesadilla se esfumó de repente, como si nunca hubiera existido. La imagen lo encontró con Lionel Messi. Y el N° 10, quizá como agradecimiento, lo abrazó y lo alzó. Qué mejor reconocimiento. Él es Lionel Scaloni, que ganó su partido, se impuso en su campeonato. Armó un equipo y, laboriosamente, adiestró once fieras. Fue él. Ningún otro.
Hubo que sufrir. Y demasiado. Alfio Basile era el último entrenador campeón de la Copa América con la Argentina. En realidad, era el último DT campeón con el seleccionado en cualquier competencia. Transcurrieron 28 años de penurias, rabietas y finales vacíos. Una eternidad. O un flash en un país acostumbrado a los sobresaltos. La real dimensión de la conquista cobra valor retrospectivo.
Daniel Passarella no lo consiguió. Tampoco Marcelo Bielsa. Ni Basile de vuelta. Ni Sergio Batista como local. Ni Gerardo Martino, en dos oportunidades. Fue Scaloni el que sacó de perdedor al conjunto celeste y blanco. En el medio, aunque sin dirigir el torneo continental, estuvieron José Pekerman, Diego Maradona, Alejandro Sabella, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli. Todo entre los vaivenes de una AFA que giraba en falso con o sin Julio Grondona. Vaya nombres.
Fue Scaloni, nomás, en los tiempos del streaming y las redes sociales. El hombre cuyo primer trabajo oficial como entrenador de un conjunto mayor fue… el seleccionado argentino. Pasantía, contrato temporal y a prueba, y, finalmente, trabajador efectivo en las “grandes ligas”. Llámenlo como quieran. La metáfora no intenta trazar el lineamiento laboral argentino ni meterse dentro de un estatuto. Pero fue más o menos así. Subestimado, miradas despectivas, traiciones. Aquel laborioso mediocampista, con más despliegue y esfuerzo que talento, supo absorberlas. Su vida como futbolista fue una lucha.
Scaloni formó parte del cuerpo técnico de Sampaoli en el caótico Mundial de Rusia 2018. Era uno de los colaboradores del DT, al que había conocido en Sevilla. ¿Cómo? Sampaoli es buen amigo del padre y representante de Lionel, Ángel, que le preguntó al entrenador si su hijo –por entonces en los juveniles de Mallorca– podía sumarse al staff trabajo. Al grupo le llegó la oportunidad del seleccionado argentino y nadie dudó.
Scaloni no hablaba mucho ni se zambullía en las cuestiones tácticas. Observaba. Siempre fue un gran observador. Lo suyo siempre se concentró en el vínculo con el jugador. Hoy eso queda aún más a la vista –volvamos si no al abrazo de Messi– . Hasta que se fue Sampaoli y Scaloni siguió. Eso no cayó demasiado bien dentro del cuerpo técnico. Pero siguió. Primero, como interino, condición bajo la cual ganó el torneo de L’Alcudia, en España, el cimiento en la relación con la AFA. Después, lo conocido.
“Siempre fue muy astuto para manejarse dentro de un vestuario. Ese era uno de sus grandes puntos fuertes. Cuando llegó se le señalaban ciertas falencias técnicas, pero enseguida se ganó a los grupos”, le dice a LA NACION una fuente que conoce muy bien el paso de Scaloni por España.
A medida que los nombres de peso se iban bajando para suceder a Sampaoli, Scaloni construyó desde su lugar. El tramado fue sustentable y preciso. Se aseguró resultados, más allá de ciertas formas en el juego, y empezó a dar indicios de que, bajo su gestión, se podría iniciar un recambio en el equipo.
Su vida en Mallorca, ciudad de la que quedó cautivado tras su etapa como jugador del club español, también fue objetada para hacerse cargo de un puesto con tanta trascendencia. ¿Cómo el entrenador del seleccionado argentino podría residir en España? Lo hizo. A la par. Yendo y viniendo. Y acortando distancias entre los futbolistas que también residen en Europa. El plan cerró. Inclusive, el logístico.
Scaloni no quiso detenerse en las críticas. Las escuchó, por supuesto. Se habrá hecho fuerte a partir de ellas, seguramente. Pero siguió. Prefirió aferrarse a una frase de Oscar Tabárez, entrenador de Uruguay, después de un amistoso en Uruguay. El DT albiceleste la recordó en una entrevista con LA NACION, en mayo último.
“A toda esa gente que dice que usted no tiene experiencia y que recién empieza, respóndale que tiene vivencias. Tiene más de 20 años jugando al más alto nivel y tiene un montón de cosas que no tiene aquel entrenador que empezó recién a entrenar. Entonces la cosa se va equiparando”, le dijo Tabárez. Un Maestro. Un sabio.
Scaloni potenció a De Paul y Lo Celso, por citar dos casos. Se la jugó por Nicolás González y, más acá en el tiempo, por Cristian Romero, por ejemplo. Ni que hablar de Emiliano Martínez… Sí, “Dibu”, el arquero que vuela de palo a palo y habla. Aunque el eje siempre fue Messi. Nunca faltó. Nunca faltará. Ni siquiera un minuto, si es la voluntad del capitán. Tuvo idas y venidas con los únicos “históricos” a los que consideró: Di María y Agüero. Moldeó su equipo. Rocoso. Utilitario. Quizá, como él jugaba. Con futbolistas versátiles y obedientes de la táctica. También supo rodearse entre sus colaboradores, Pablo Aimar –ídolo de Messi¬–, Walter Samuel y Roberto Ayala. Lo atrapó la pandemia, empezaron las eliminatorias, el tiempo se detuvo. Scaloni fue inteligente. Camufló defectos y construyó liderazgo desde una armonía grupal. No fue poco en un cargo volcánico. La Argentina ya es campeón.
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