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Ángel Di María: una fiera que se despierta
Tras una mala temporada en Inglaterra, vuelve a su mejor versión en la Argentina
LA SERENA, Chile.- En el comedor de la concentración del seleccionado, en el hotel Serena Suites, hay un televisor que desde los primeros días, allá por el 8 de junio, dejó de sintonizar el canal deportivo en el que estaba. Alguien lo cambió por el de Animal Planet y ahí quedó, no hubo disputas por el control remoto, se mantienen los informes y las investigaciones del mundo animal mientras el plantel se sienta a las mesas. En las tertulias de sobremesa del cuerpo técnico, que Gerardo Martino matiza con café cortado en jarrito mientras charla con Jorge Pautasso y Adrián Coria, hay un consenso sobre la jerarquización que se hace del plantel: en ataque, después de Lionel Messi, el jugador que ellos consideran más determinante es Ángel Di María. Es el N° 2 detrás del 1 indiscutido. Eso siempre y cuando se acerque a su mejor nivel, objetivo que en la temporada alcanzó esporádicamente.
Después de haber estado algo confuso contra Paraguay y Uruguay, Fideo completó un buen partido contra Jamaica. Dio la asistencia en el gol de Higuaín, si bien el primer destinatario de la pelota era Messi, y desplegó parte de su catálogo: cambio de ritmo, capacidad para jugar en corto y en largo, movilidad para ir por afuera o por adentro, iniciativa individual y criterio colectivo. Estuvo cerca del gol: un remate lo devolvió el travesaño. Fue elegido el mejor del partido por los auspiciantes de la Copa.
Di María cumple en el seleccionado una terapia de recuperación después de un año en Manchester United que lo tuvo muy cerca de la frustración, tanto en lo deportivo como en su integración a la vida en Inglaterra. Al cuerpo técnico del seleccionado lo recorre la bronca cuando se acuerda de Louis van Gaal, el técnico de Di María. Están convencidos de que el holandés "lo arruinó" al rosarino, les devolvió un jugador sin ritmo futbolístico y anímicamente decaído. Las diferencias del cuerpo técnico con Van Gaal también abarcan al estilo y los gustos futbolísticos: lo señalan por haber convertido a la "Naranja Mecánica en un pomelo" por la propuesta conservadora de Holanda en el Mundial de Brasil. Martino está enamorado de la manera en que su Argentina interpreta los partidos, con ambición y valentía, sin mezquindades, y, aunque los respeta y nunca los censurará públicamente, le dan sarpullido los planteos avaros de los demás.
La relación de Di María con Van Gaal es distante, casi sin retorno. El trato poco afectuoso del holandés tampoco contribuye a crear cierta empatía. Al desencanto futbolístico, Di María le agregó una situación traumática en su vida privada, como lo fue el asalto violento que sufrió en su casa de Manchester. El jugador surgido en Rosario Central tiene deseos de irse, pero su salida no es tan sencilla desde el momento en que los 75 millones de euros que pagaron por él en agosto pasado lo convirtieron en la transferencia más alta en la historia para un jugador argentino y para la Premier League. Hoy es un futbolista que se desvalorizó un poco y Manchester United no está dispuesto a resignar dinero tras una operación récord. En España, según el diario Sport, Barcelona quiere comprarlo para integrarlo al triángulo sudamericano, junto con Messi, Neymar y Suárez.
Di María mantiene un absoluto hermetismo sobre su futuro. Es la recomendación de su representante. Le concedió una nota al sitio oficial de la Copa América con la condición de que no le preguntaran por su situación en Manchester. Hubo sondeos de Manchester City, pero trascendió que a él le gustaría ir a Bayern Munich; espera un llamado de Pep Guardiola que aún no se produjo.
Mientras, en el seleccionado se regenera futbolística y humanamente. Recibe la consideración por su juego y la contención amistosa que le falta en Inglaterra. Con Lavezzi y Mascherano integra el grupo canalla de Rosario Central, que cruza bromas y burlas contra los leprosos Guzmán, Messi, Banega y gran parte del cuerpo técnico.
Esa rivalidad afuera deriva en complicidad dentro de la cancha. En los tres partidos por la Copa, el compañero que le dio más pases a Di María fue Messi, con 36; son un clásico las pelotas cruzadas a la banda izquierda, como Leo lo hace en Barcelona con Neymar o Jordi Alba. Y Fideo está segundo entre los que más buscaron a Messi, con 33 cesiones, una menos que Pastore.
El cuerpo técnico del seleccionado no tuvo dudas sobre Di María desde que lo dirigió en el debut, en el amistoso 4-2 a Alemania en Düsseldorf, a principios de septiembre. Esa noche empezó por la derecha, pero a los 15 minutos intercambió de banda con Erik Lamela -para Martino, hoy es su sustituto- y fue poco menos que imparable. Hizo un gol y La Nacion lo calificó con 10. Un desgarro lo dejó afuera de la semifinal y la final del Mundial. Al sitio oficial de la Copa le confesó una obsesión: "Cambiaría todo lo que gané por ganar algo con la selección". Vino apichonado de Manchester y en el seleccionado quiere volver a ser una de esas fieras que espía de Animal Planet por el rabillo del ojo en el comedor.
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