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Almeyda: "En River no me dieron tiempo, mi sistema de juego nunca lo pude concretar"
En su primera experiencia en el exterior, en Chivas de Guadalajara, el Pelado cuenta: "Voy a cumplir cinco años como entrenador. Si miro para atrás, veo un crecimiento grande"
Matías Almeyda atiende el teléfono desde su habitación en el hotel en Denver (Estados Unidos), donde transita el último tramo de la pretemporada de Chivas de Guadalajara, que el domingo próximo disputará ante Veracruz la final por la Supercopa de México, que da una plaza para la etapa previa de la Copa Libertadores.
Mientras el televisor trae las imágenes del partido Italia-Alemania por la Eurocopa, el Pelado vive como un remanso estos nueve meses en uno de los grandes del fútbol mexicano (junto con América), luego del bautismo de fuego que fue River y el relanzamiento de su carrera en Banfield.
–¿Necesitabas tu primera experiencia en el exterior después de lo de River y Banfield?
–Creo que sí, quería esta posibilidad. Siempre dije que como entrenador aspiraba a hacer una carrera parecida a la que tuve como futbolista. Jugar en la Argentina, después en Europa, participar en mundiales. Estoy muy enfocado en mi trabajo, en ir corrigiendo errores. Me gusta el lugar al que vine, las propuestas futbolísticas que hay. Soy un agradecido.
–Si entrenar a River fue un curso acelerado de director técnico, ¿ahora en qué punto está tu carrera?
–Voy a cumplir cinco años como entrenador. Si miro para atrás, veo un crecimiento grande. Mi dedicación es otra, también porque estoy más maduro. En los lugares que dirigí tuve la suerte de conseguir triunfos e instalar una idea de juego, que es lo que más pretendo. Que los equipos tengan mi impronta, que sepan a lo que juegan y por qué es conveniente hacerlo de esa manera.
–Si como jugador empezaste a disfrutar del fútbol a los 35 años, ¿como técnico te va a llevar menos tiempo?
–Ya lo disfruto, desde el primer día que asumí en River, más allá de que la campaña del ascenso fue durísima. Si me hice técnico fue para transmitir que el jugador debe disfrutar de lo que hace. Que jueguen a la pelota, que sean libres, que se relajen y no consuman la basura exterior. Que se dediquen a jugar a la pelota porque todo pasa rápido. Si les preguntás a los jugadores que dirigí, seguramente van a recordar lo que te estoy diciendo. He tratado de que por intermedio del juego, la convivencia en grupo y la honestidad, puedan disfrutar de algo tan lindo como el fútbol.
–"El descenso con River fue lo más triste que viví en el fútbol", dijiste una vez. ¿Difícil que pases por una experiencia peor?
–Y... nunca se sabe. He pasado por cosas feas en el fútbol, pero eso queda como una marca. También es una marca haber ganado la Copa Libertadores. Esto es como las redes sociales: te mandan 100 mensajes buenos, pero si hay uno malo es el que resalta. Por suerte, el fútbol me dio más alegrías que tristezas.
–¿Te gustaría volver un día a un River más estabilizado institucionalmente? Como por ejemplo el que le tocó a Gallardo.
–Sería lo ideal, pero por algo me tocó estar en ese momento. Me sirvió un montón, fue un gran aprendizaje. Ese año equivale a cuatro o cinco en otros equipos. Sufrí porque sabía que lo único que servía era ganar, todo el tiempo bajo una presión terrible. Ahora me pone contento que cada entrenador que llega a River lo agarra en un mejor momento, más organizado, que no pase por las que pasé yo.
–El día del descenso te fuiste del Monumental a las 4.30 del lunes y a las 9 lo estabas llamando a Passarella para saber si mantenía en pie la propuesta de que algún día ibas a dirigir a River. Nadie asumió tanta responsabilidad como vos.
–Y creo que Passarella también, eh. Passarella se la jugó. Me podría haber dicho: "Mirá, la gente y el periodismo me van a matar". Él me vio muy seguro y me apoyó.
–¿Fue una locura compartida?
–Creo que sí, y salió bien. Si yo no ascendía con River, obviamente que no dirigía más. Nadie me iba a contratar o a tener en cuenta. Y para Passarella hubiera sido otra mancha más como presidente.
–¿Seguís teniendo los 42 años que marcan tu documento o 47 con los cinco que dijiste envejecer con el descenso?
–Este último período de técnico me hizo rejuvenecer un poco. Estoy llegando otra vez a los 42, jaja... Es que fue muy duro ese año, de gran tensión, con muchas críticas. Si ganábamos 7-0 era porque no habíamos jugado contra nadie, y si perdíamos era un caos. Sólo perdimos seis o siete partidos, hicimos más de 100 goles... Me quedo con que cumplimos con el objetivo, que River volvió al lugar que debía estar.
–¿Cómo se explica que en Banfield hayas apostado por un estilo más arriesgado y ambicioso que el que aplicabas en River?
–En River no me dieron tiempo. Era mi primer año como entrenador, en la B Nacional, con todo lo que implicaba ese contexto. Fue muy fuerte, en serio. Tenía que entrenar a ex compañeros... Hay que ver quién volvería a hacer algo así. Yo me jugaba todo mi futuro como entrenador. Después, ya en primera arrancamos con pocos jugadores. Iba a ser un semestre para estabilizarse. La proyección era desde diciembre, y bueno, no llegué, lo fueron a buscar a Ramón (Díaz). Mi sistema de juego nunca lo pude concretar. En Banfield me dieron la oportunidad y por medio del estilo en el que creo marcamos diferencias con los rivales.
–¿Qué es lo que más te agradece el hincha de River?
–El hincha tiene el recuerdo de cuando era jugador. Sabía que no era muy exquisito con la pelota, pero la camiseta la defendía a muerte, pero a muerte de verdad. Yo le había costado cero peso al club y cuando me vendieron a Sevilla fue por una cifra millonaria. Después está la vuelta a los 35 años, en un momento muy complicado, el hincha lo valora un montón eso. Siempre hubo un cariño especial. Yo soy un eterno agradecido al hincha de River. Por eso lo llevo en el corazón.
–¿Sos mejor técnico que jugador?
–(Piensa) Creo que sí. Como futbolista era un animal, actuaba por instinto. Y como técnico soy más pensante. Son roles diferentes, pero como jugador también disfruté al final, al ver por todos los lugares que había pasado. Y renegué por no haber disfrutado antes.
–Bertolo, Noir, Chávez, Domingo, Cazares, Tagliafico, Toledo, Noguera. Potenciaste muchos jugadores y le hiciste ganar mucho dinero a Banfield. ¿Es tu principal legado?
–Está bueno. Les dimos confianza a esos jugadores para sacar la jerarquía que tenían. Todos los que nombraste son excelentes jugadores y profesionales, tengo un gran recuerdo de ellos. Al principio costó porque la gente de Banfield estaba acostumbrada a otro sistema de juego, y después terminó disfrutando. Hubo una unión enorme y el club creció.
–¿Hacia a dónde va el fútbol como juego?
–Creo que ha ido mejorando, y también se equiparó mucho, para bien. Hoy, hasta Venezuela te hace dudar. El fútbol va a ser igual que hace 200 años. Hay una pelota, once contra once. Cambiaron algunas reglas, pero lo fundamental sigue siendo pasársela a un compañero y hacer goles, y evitarlos. Después están los diferentes esquemas y estrategias. Hay entrenadores a los que solo les importan los resultados, y otros que quieran que sus jugadores crezcan y disfruten. Yo estoy dentro de estos últimos.
–De joven te veías de adulto lejos del fútbol por la hipocresía, la falta de valores. ¿Qué hiciste para adaptarte y seguir en el fútbol? ¿Endureciste el estómago, cambiaste la mirada, cambiaste vos?
–Me di cuenta de que yo no soy quién para cambiar nada. No tengo el poder ni la fuerza para hacerlo. Sí la puedo luchar desde adentro, hablando con mis jugadores. Me encantaría que cambiaran cosas, pero me miro para adentro y me pregunto: "Yo quién soy para cambiar cosas". Lo que yo protestaba contra el fútbol después lo vi afuera, en una carnicería, cuando me fui a trabajar al campo, hablando con mi papá, con periodistas conocidos. Afuera pasa lo mismo que en el fútbol, solo que este tiene más repercusión. Está el falso, el trucho, el honesto, el que quiere subir de cualquier manera... Por eso digo que hay que inculcarles más valores a los jóvenes. No sólo en el fútbol, ya en las escuelas, en los talleres.
–Una casa con cuatro mujeres (esposa y tres hijas), ¿es lo que más y mejor te desconecta del fútbol, o hay otra cosa?
–Mi familia es sagrada. Hago todo por ellas, manteniendo la educación que me dieron mis padres y hermanas. Hay otras cosas que me desenchufan del fútbol, como ir a pescar con mi papá, con mi amigo Pato, comerme un asado con mis amigos de Azul. Disfruto de otras cosas que no están relacionadas con la pelota. Mi vida no es sólo fútbol.
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