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Allá ya no lo quieren y acá se tendrá que ganar el afecto
Ya sabemos que por Andalucía la imagen de Jorge Sampaoli cayó estrepitosamente. No sabemos si en el futuro le tocara volver al Sánchez-Pizjuán, cuán estruendosa sería la silbatina. Hay una relación que no tiene marcha atrás.
También sabemos que muchos de sus colegas (argentinos especialmente) no lo tienen bien considerado: lo acusan de manejarse en las sombras a la hora de apuntar a un nuevo proyecto. Sea cierto o no, todo lo que vino sucediendo en las últimas semanas lo expone, lo deja sin argumentos de defensa. Si es que necesitara defenderse.
Y finalmente conocemos cómo juegan sus equipos, un estilo más aplicado al ataque que a cuidar el arco propio, y su pasión para vivir el fútbol. Lo han comparado con Marcelo Bielsa y probablemente a Sebastián Beccacece, su ex ayudante y hoy DT de Defensa y Justicia, le encuentren muchas similitudes con Sampaoli. De esos entrenadores a los que, de vez en cuando, habría que tenerlos 10 minutos atados en el banco.
Lo que aún no sabemos es cómo le irá en la selección en lo que resta de las eliminatorias, dando por sentado de que será el sucesor de Edgardo Bauza, de acuerdo con las negociaciones entre él y la AFA, negadas públicamente, pero existentes. Y mucho menos sabemos qué recepción tendrá en el público argentino. Ahí radica un punto interesante.
En las últimas cuatro décadas, la elección de los técnicos de la selección recayó en nombres conocidos para nuestro público: Menotti, Bilardo, Basile, Passarella, Bielsa, Pekerman, otra vez Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino y Bauza. Con mayor rodaje en algunos casos (Maradona y Batista fueron los de menor experiencia) y logros que validaron sus designaciones.
De Sampaoli, las referencias son mayormente mediáticas, lo que en sí no lo descalifica. Ha sido un DT de tierra adentro en la Argentina: del 94 al 2001 pasó por Alumni de Casilda, Belgrano de Arequito, Argentino de Rosario y Aprendices Casildenses. A partir de 2002 comenzó su periplo por el exterior (en Juan Aurich, de Perú), hasta su etapa más auspiciosa, desde 2011, en Universidad de Chile y la selección de ese país.
No se desmerece su recorrido ni las instituciones: simplemente se trata de ser realista. No dirigió ninguno de los grandes de su provincia: Colón, Unión, Rosario Central, Newell’s. Es, para la Argentina, un desconocido si se lo compara con sus colegas contratados por la AFA desde 1974 a la fecha. Consecuentemente, la falta banca, no tiene espaldas. Todo eso se lo tendrá que gestionar y ganar él mismo.
Felizmente, el público que va a ver a la selección no tiene barras, pero Sampaoli será sometido por ojos exigentes y desgastados por desilusiones varias en su riguroso paladar exitista. A los 57 años, Sampaoli tratará de cosechar simpatías en su país y llevando adelante el sueño de su vida. Es la silla de Sevilla, paradójicamente, la que está perdida.
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