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Lucas Alario, en Alemania: un jefe mundialista, el dueño del "13", y qué aprendió en Leverkusen
Lucas Alario se crió en un lugar casi olvidado por el mundo. En el silencio de los puntos perdidos. Cuatro Bocas, un paraje rural del sur de Santiago del Estero, un puñado de calles, una capilla, una escuela, una salita de primeros auxilios, algunos almacenes, una estación de servicio y algo más de 100 habitantes. Casi tres décadas atrás ni la cigüeña sabía cómo llegar a Cuatro Bocas, por eso los chicos nacían en el hospital de Tostado, a 50 kilómetros, en Santa Fe, cruzando el límite provincial. Desde hace algunos años vive en Leverkusen, a orillas del río Rin, en la mitad del camino que une a Düsseldorf con Colonia. Cuando la realidad supera a la ficción, muchas veces el fútbol anda detrás.
Creció en el campo, jugando a la pelota con sus hermanos mayores, Diego y Gonzalo, y otros pibes de por ahí. A los 13 años se fue a vivir con su abuelo Renato, en Tostado, porque en Cuatro Bocas no había colegio secundario. Un entrenamiento rumbo al desarraigo. A los 17 se mudó a Santa Fe, para jugar en Colón. A los 22 se instaló en Buenos Aires porque River creyó en él. A los 24 se descubrió en Alemania. Hoy tiene 28. Se ha adaptado a todo..., o casi. "Uhhh, sigo peleado con el alemán. Entiendo bastante, hablo un poco menos, pero me la rebusco. De vago no seguí estudiando como lo hice en los primeros seis meses y ahora ya no..., en el club me han ayudado un montón y con eso la voy tirando". Asoma la culpa, y asume la batalla perdida.
A veces huele a asado en Leverkusen: son Lucas y su parrilla eléctrica. Se acuesta temprano, porque el Bayer se entrena por la mañana. Lleva una vida tranquila, casi monótona, con muy pocos pasatiempos en los ratos libres. Todo se acentuó en tiempos de pandemia. Y mucho más ahora, que la canciller Angela Merkel anunció las nuevas restricciones para atravesar las Fiestas. Ni siquiera cuenta con su compinche Exequiel Palacios, que se recupera en Buenos Aires de la fractura en las vértebras lumbares que sufrió en el choque de la selección ante Paraguay.
Pero si a Leverkusen llegan de visita los padres de Lucas, Mónica y Abel, los días se le llenan de ruidos y colores. "Extraño a mi familia y a mis amigos, extraño la convivencia de la Argentina, la manera que tenemos de relacionarnos en el día a día. Pero estoy en contacto siempre, la tecnología reduce la distancia y a veces siento que a mis viejos los tengo conmigo", describe en una charla con LA NACION que organizó la Bundesliga.
Un particular hombre del fútbol está cerca de Alario: Rudi Völler está clavado en la memoria de los argentinos. El exdelantero alemán jugó las finales del ‘86 –marcó el 2 a 2 parcial en el minuto 81– y en el ‘90 fue la víctima del presunto penal de Sensini. Völler se retiró en 1996 en Bayer Leverkusen, comenzó su carrera como entrenador en Leverkusen y actualmente es el director deportivo de Leverkusen. El jefe de Alario. Centroatacantes los dos..., ¿alguna vez le pediste un consejo?, escucha Lucas. "Hemos charlado con Rudi, pero de otros temas. Nunca se mete en cuestiones futbolísticas. Ha sido un grandísimo jugador, lo ganó todo, pero noto que es muy respetuoso, no se mete en el área del técnico. Personalmente estaría encantado si me diera un consejo o alguna opinión. Pero es su decisión. Tampoco yo me animo a preguntarle para no ponerlo en ningún compromiso".
Un particular número vive en Alario: el 13, hace años es su dorsal. El que llevó el portugués Eusebio para ser el goleador del Mundial ’66; el de Alessandro Nesta, por allá, y el de Sebastián Abreu, por acá. Y nada menos que en Alemania, el del bombardero Gerd Müller y el del exquisito Michael Ballack. "Cuando llegué a River había tres o cuatro números libres. Uno de esos era el 13. Todos dicen que es de mala suerte, pero mi representante me dijo "agarralo". Grandes jugadores lo han usado, y dije ‘sí, ¿por qué no? Y lo agarré. Y quedó. Cuando vine a Alemania estaba y lo tomé, sin dudarlo".
-¿En Alemania qué les genera curiosidad por tu condición de argentino, qué te preguntan?
-Dos preguntas son las que se han repetido con más frecuencia: Messi y el mate. Les extrañaba el mate y me preguntaran qué era eso. Ahora, ya están acostumbrados porque me ven todo el día con el mate: si concentramos, lo llevo, y cuando viajamos, también lo llevo.
-¿Cómo definirías a la Bundesliga y en qué te mejoró?
-Estructuralmente, cada año crece más. Los equipos son cada vez más y más competitivos. Es una liga muy física, te obliga a estar al 100% físicamente, de otro modo lo padecés adentro del campo. A mí me mejoró un montón; insisto, primero, en el plano atlético. Después, también me llevó a jugar en otro ritmo, aprendí a jugar más rápido. Incorporar la idea de que enseguida debía buscar a un compañero. En todo eso me mejoró la Bundesliga.
-Vos llegabas de River, ya habías ganado la Copa Libertadores y hasta en la selección habías debutado. ¿Tanta diferencia notaste?
-Es una liga mucho más compleja que la Argentina y me tuve que adaptar en lo físico y en lo futbolístico. Y me llevó tiempo lograrlo, tuve que sacrificarme para poder estar a la altura de mis compañeros. Ya lo conseguí, y ahora lo disfruto.
-Ganarte un lugar en la selección no parece sencillo. ¿Cuál creés que es la principal virtud de Lionel Scaloni?
-En la selección es distinto, son todos muy buenos jugadores. El de Lionel es un mérito muy grande porque ha tomado un cargo muy complejo. Y hasta la actualidad lo ha hecho de la mejor manera, obviamente con errores, como cometen todos. Pero con muchas virtudes también. Ojalá que le siga yendo bien, por él y por la selección argentina, que hoy es una selección regular, pero está en crecimiento, y ojalá también ese crecimiento no se detenga porque por delante vendrán cosas muy importantes.
-Jugaste Colón vs. Unión, y después River vs. Boca. Ahora, tu clásico es Leverkusen vs. Colonia, que será este miércoles..., ¿algo muy distinto?
-Uhhh, sí, es totalmente diferente. Pero ojo que acá la gente es pasional también, la victoria y la derrota dejan huella, no es un partido más. Así lo vive el club y así lo vive el rival. Ciudades están atrás y se prepara diferente, es un gran partido para estar adentro. Pero por distintos motivos, claro, no se puede comparar con un clásico en Sudamérica porque son totalmente distintos el juego, el marco, la conducta de la gente... El escenario es otro.
-Este año no habrá Balón de Oro, pero la FIFA sí entregará el The Best. ¿Se lo darías a Lewandowski?
-...Nooo, no soy quien para decir quién se lo merece. Para eso hay gente, especialistas. Pero sin dudas, Lewandowski ha hecho una temporada excepcional, porque ha ganado todo, ha marcado muchísimos goles, y los sigue haciendo. Pero esas decisiones no me corresponden.
"Este es mi mejor momento en Europa, sí", confirma. Y no hay nada de soberbia, es el insobornable peso de los datos. Disfruta de un gran comienzo de temporada –11 goles en 13 partidos por todas las competencias–, dejó atrás unas molestias en la rodilla y volvió a enfocarse en los dos desafíos del equipo del holandés Peter Bosz: la Europa League –jugarán en 16avos de final con Young Boys, de Suiza–, donde son el equipo más goleador del continente, y la Bundesliga, donde marchan invictos, y el domingo pasado le arrebataron la punta al Bayern Munich. Al campeón de Europa que persigue su octavo título de entrecasa consecutivo.
-¿Se le puede quitar el título a Bayen Munich? Lo recibirán el próximo domingo...
-Es difícil, es muy difícil, pero nada es imposible. Ellos, hoy, son el mejor equipo del mundo. Esto es fútbol y una vez que estás adentro del campo, todos queremos ganar. Las estadísticas indican que en los últimos años ha ganado siempre el Bayern, pero va a llegar un año en el que no van a ganar. Nosotros solo debemos trabajar pensando en nosotros; después, si nos alcanza, bienvenido, y sino, trataremos de llegar lo más lejos posible. Falta mucho, el camino es muy largo todavía y tendremos que seguir de esta manera.
-Kevin Volland pasó al Monaco y Patrik Schick estuvo un tiempo lesionado... ¿Sus ausencias fueron clave para que este sea el mejor arranque de temporada en tu cuarto año en Europa?
-La competencia con Volland fue muy dura la temporada pasada y él se destacó mucho, eso hay que aceptarlo. Me tocó seguir esforzándome para demostrarle al entrenador que siempre podría contar conmigo. Y en un momento, saber que yo era el único delantero centro del plantel jugó muy a favor de mi confianza. Tener continuidad y aprovechar los momentos ha sido importante. También, siempre es importante una dosis de fortuna: a veces pateas pocas, pero van adentro. Sabía que iba a llegar el momento, y nunca dejé de luchar por mi lugar. Continuidad, oportunismo y suerte, diría que son esas tres razones. Ahora Patrik [Schick] volvió y necesitamos de todos, porque hay muchos partidos entre todas las competencias y los tiempos de recuperación son cortos.
-En la Bundesliga pasada, en 24 partidos marcaste 7 goles. Ahora ya llegaste a 8 goles, en ocho partidos... ¿Qué importancia le das a las estadísticas?
-Obviamente que miro las estadísticas, pero no es mi objetivo principal. Cada temporada intento ser un poco mejor que la anterior, pero no estoy pendiente, salvo cuando intento transformarlo en un desafío.
-Arriba en la tabla de goleadores están Lewandowski (13), luego Håland (10)..., y casi enseguida aparecés vos. ¿Qué te provoca competir contra ellos?
-Verme ahí me llena de emoción, me estimula para seguir haciendo goles, pero tengo claro que hoy en día, la Bundesliga tiene dos jugadores que están más arriba que el resto: Lewandowski y Håland. Yo trataré de seguir dándole mi aporte al equipo, con juego, con goles, con esfuerzo, y al final de la temporada contaremos cuántos goles he hecho. Personalmente siento que puedo hacer mucho más, pero siempre desde un sentido colectivo Sin mis compañeros yo no marcaría goles.
-¿Por qué hay pocos futbolistas argentinos en la Bundesliga?
-No lo sé..., tal vez porque no es un país fácil..., hay que acostumbrarse, primero que nada, al idioma. Después, también a la cultura, al frío..., pero no tengo una explicación concreta. De todos modos, me gusta mucho lo que están haciendo Nico y Klimowicz en Stuttgart. Yo puedo decir que estoy contento con la decisión que tomé hace tres años de venir a Alemania, estoy contento de estar acá. Hice bien en venir en el momento que lo hice.
-¿Qué ocurrirá cuando termine tu contrato en 2022?
-Tengo un año y medio de contrato por delante. Estoy feliz y cómodo acá, pero esto es fútbol y cambia muy rápidamente. No puedo decir algo que, tal vez, en algunos meses, me lleve a decir lo contrario. Trato de vivir el presente, me gusta pensar que sólo tengo que preocuparme por lo que sucede hoy.
La huella de Demichelis y los goles de Klimowicz, pero la mejor liga del planeta no mira para el Cono Sur
La Bundesliga es un modelo de gestión rentable, atractivo, prolijo, previsible y competitivo. Tienen un calendario organizado de principio a fin. Los clubes mayormente funcionan como sociedades mixtas, mezcla de capitales privados y socios. Ninguna empresa puede retener más de la mitad del capital, salvo que haya probado por más de 20 años su responsabilidad en esa institución. Cuando toda la gente podía ir a los estadios, la media superaba los 40 mil espectadores; en plena pandemia, la primera liga que abrió parcialmente sus puertas fue Alemania. Los precios de las entradas son más accesibles que en España o Inglaterra. Los derechos de TV se negocian colectivamente y también son equilibrados. ¿La liga perfecta? No..., pero casi. El mejor de Europa es alemán, sí, Bayern Munich. El mejor equipo del mundo juega en esta liga.
La UEFA certifica en sus periódicos informes que la Bundesliga es la liga más rentable del mundo y la que mejor crece. Los clubes desembolsan conjuntamente más de 40 millones de euros para desarrollar sus academias formativas, que no paran de nutrir a la selección hace años. El proyecto está a la vista, y los resultados también.
De las cinco ligas más poderosas de Europa, es en la que menor repercusión han tenido los argentinos. De todos modos, hubo algunos nombres importantes. Sí, pero pocos entre los 44 criollos que al menos disputaron un partido en la historia de la primera división alemana. El principal, Martín Demichelis, campeón en la Bundesliga con Bayern Munich en cuatro ocasiones en ocho temporadas, en las que en total alzó 11 títulos. Actualmente se desempeña como entrenador de la Sub 19 en el club bávaro.
También en Alemania dejaron su huella Rodolfo Cardoso, con una larga trayectoria, con un primer contacto en 1989, en FC Homburg, y la despedida en 2003, en Hamburgo. Y en el medio, el paso por Friburgo y Werder Bremen. Javier Pinola, leyenda de Nüremberg, campeón de la Copa de Alemania 2006/07, una pieza incondicional –incluso, estuvo una temporada en el ascenso–, entre el 2005 y el 2014, al punto que al despedirse del club, bautizaron una tribuna del estadio con su nombre. Y Diego Klimowicz (ocho temporadas, entre 2002 y 2010, repartidas entre Wolfsburgo, Borussia Dortmund y Bochum, donde jugó 214 partidos y marcó 81 tantos).
Precisamente el ‘Granadero’ Klimowicz, ex Instituto y Lanús, es el máximo anotador albiceleste en la historia de la Bundesliga. Lo siguen ‘Pelusa’ Cardoso, Lucas Barrios, Bernardo Romeo y en el quinto lugar, y en ascenso, ya aparece Lucas Alario. El santafesino, ex River y Colón, suma 33 goles en la Bundesliga, y llega a 47 entre las copas nacionales y los torneos internacionales con Leverkusen.
En esta lista surgen otros argentinos, con buen paso, como Barrios –dirigido por Jürgen Klopp en Borussia Dortmund– y Romeo, y también vale mencionar experiencias más breves como las de José Sosa, Juan Pablo Sorin, Facundo Quiroga, Andrés D’Alessandro, Juan Carlos Menseguez, Diego Placente, Aníbal Matellán, Sergio Zárate, Marcelo Carracedo y José Basualdo. ¿Los pioneros? El ‘Tanque’ Ricardo Neumann, en Colonia, y el también delantero Christian Rudzki, en Hannover 96, ambos en la estación 1972/73.
En la temporada actual hay seis argentinos en el torneo alemán. Además de Alario, su compañero de equipo Exequiel Palacios; Santiago Ascacíbar (Hertha Berlín); David Abraham (Eintracht), y en Stuttgart se encuentran Nicolás González y Mateo Klimowicz, hijo del ‘Grandero’, de 20 años, que debutó en este certamen. Una particularidad: son pocos y uno se encuentra inactivo, Palacios, que se lesionó en la selección. Un caso idéntico al de González, pero Nicolás volvió el fin de semana pasado y con un tanto en la goleada al Dortmund.
Lothar Matthäus, histórico emblema alemán, consultado por LA NACION sobre por qué la Bundesliga no suele contratar argentinos, ofreció una particular visión. "Jugamos un fútbol atractivo, mayormente en forma ofensiva. Los partidos tienen un promedio de gol muy alto. La realidad es que no nos gusta jugar defensivamente en la Bundesliga. A todo el mundo le divierte ver un fútbol atractivo, por eso no nos atrae jugar para el 0-0 o el 1-0". Esa fue su explicación, dando a entender que el futbolista argentino puede tener un perfil más combativo, menos vistoso y ofensivo.
Precisamente sobre Alario, hace unos meses Matthäus pareció presagiar este presente del delantero. "Es un muy buen jugador, un delantero bien de área. Marca muchos goles y el Bayer Leverkusen está feliz de tenerlo en su equipo porque anotó en momentos importantes. Entre la competencia con sus compañeros y el estilo del DT Peter Bosz, muchas veces le ha tocado estar en el banco. Pero, normalmente, Alario es un atacante que te va a garantizar goles si juega en su puesto natural". Matthäus sabía que sólo se trataba de creer en Alario.
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