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A Juana Cángaro no la dejaban jugar en un equipo de varones, su lucha se hizo viral y llegó a la selección femenina argentina: “No me importa lo que digan”
Creció en Mercedes, donde se juntaron firmas, la apoyó el Estado y se viralizó una campaña, y a los 16 años juega en River y en la Sub 17 nacional; su historia familiar y el respaldo para ser feliz
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Juana Cángaro avanza por derecha desde la banda, mete la diagonal hacia el centro y desde afuera del área saca el zurdazo: es el gol -golazo- de la Selección Sub 17 en el Sudamericano en el que, un par de fechas después, Argentina se va a quedar afuera. A Juana la llaman por el apellido, pero esa jugadora que hoy viste la camiseta de River y del seleccionado fue una nena que peleó para llegar donde está. Fue #DejenJugarAJuana, la campaña que cinco años atrás empezó su mamá, Mercedes, cuando en el Club Atlético Mercedes la quisieron fichar para competir en la Liga junto a sus compañeros varones, pero las autoridades no la dejaron.
En aquel momento le dijeron que no podía porque “era nena”. Sin embargo, Juana siguió. Junto a su mamá y su papá juntaron firmas, recibieron el apoyo del Estado y viralizaron la campaña. Hasta que se probó en River y quedó y hoy, con 16 años y ya como futbolista, dice: “A mí mucho no me importa lo que diga la gente. ¿Vos querés discriminarme? Hacé lo que quieras. Yo voy a seguir con lo que me gusta”.
El recorrido de Juana tuvo más rivales que las que dejó en el camino para avanzar, rematar y anotar con la selección. Ella misma recuerda que la Liga de Mercedes hizo una votación a mano alzada para decidir si jugaba o no. En aquel momento, el intendente de Mercedes, Juan Ignacio Ustarroz, la respaldó: firmó un decreto con el que declaró de “interés municipal” que Juana jugara en campeonatos. Entre los fundamentos anotó el respeto al interés superior de la niña, previsto en la Convención Internacional de Derechos del Niño, y su derecho a no ser discriminada y a poder disfrutar del deporte como una actividad lúdica y recreativa. Juana cuenta y su mamá reafirma que eso que hoy hace todos los días, patear una pelota, fue lo que la hace feliz casi desde que nació: “Nada va a cambiar lo que el fútbol me hace sentir”, dice la jugadora.
Un video que se viralizó durante el Sudamericano la muestra en 2018, dando una nota. Entre lágrimas, dice: “El fútbol todos creen que es algo de varones y no es así. Cualquier deportes es para mujeres tanto para varones, hay que respetar la elección de cada una”.
Como la historia de tantas nenas, a Juana, la liga de Mercedes, no la dejaba jugar con varones. Luego de una gran campaña, medidas legales y apoyo de la gente, llegó a River. Y el viernes hizo un golazo con la sub17 🇦🇷 en el Sudamericano.
— Macarena Jorge Caamaño (@macajorgec) March 8, 2022
Esto decía Juana Cangaro en el 2018. pic.twitter.com/4xYA8ih1cl
– Ahora que pasaron unos años y lograste cumplir tu sueño, ¿te sorprende verte de más chica? ¿Era un peso aquello que pasaba?
– Ahora que soy más consciente, más grande, es distinto. Creo que si me hubiese pasado a esta edad, sí hubiera sido un peso. Pero cuando era chica no me daba cuenta, solo quería jugar al fútbol. No tenía dimensión de lo que la gente decía o hacía, ahora me hubiera costado más. Hoy sería un peso muy grande sentir que hay gente detrás que está hablando mal de mí. Capaz me harían dudar de jugar.
– ¿Y cómo habías empezado?
– Cuando tenía 4 o 5 años jugaba con mis primos en los cumpleaños. Había un club que tenía fútbol mixto, mis viejos lo vieron y fui. Se llamaba Paso a Paso, arranqué ahí. Mi vieja no me dejaba pero fui igual con una amiga, después se empezaron a sumar más chicas. De ahí pasé a Estudiantes, que era sólo de fútbol femenino. Después, al club Mercedes y de ahí a River.
Mercedes Rothermel, su mamá, confirma las palabras de la menor de sus dos hijas. Es chef, pero trabajaba en la Municipalidad de su ciudad y decidió mudarse a la Ciudad de Buenos Aires para acompañar a Juana cuando los entrenamientos en River ya exigían viajar a diario. Hoy trabaja en Aeroparque, en el Renaper (Registro Nacional de las Personas).
Ella misma explica por qué no quería que Juana jugara: “Yo tengo más de 40 años y una estructura que me indicaba que el rosa era para las nenas y el celeste, para varones. Que había juegos de nenas y otros de varones. Sin embargo, yo era machona, siempre estaba con los varones pero tenía eso que me metieron en la cabeza desde chica. Me pasaba de ir con Juana por la calle y que por ahí alguien se diera vuelta a mirarla porque estaba vestida con ropa de fútbol. O porque se rapara el pelo. Yo me ponía como a la defensiva y Juana, que tenía 4 años, me decía: ‘No les digas nada, mamá, si a mí no me importa’”.
En la casa familiar, Ramiro, el papá de Juana, que murió hace tres años, era quien incentivaba a la hija menor a jugar. Le transmitía su propia pasión por el fútbol. Era quien le decía a Mercedes: “Dejala jugar”.
“Yo la iba a buscar a los cumpleaños y me decían que había estado todo el tiempo en patas jugando con los chicos al fútbol. Y yo la había llevado vestida –cuenta ahora y se ríe–. Abrías el placard de Juana y toda su ropa era de fútbol”.
Cuando vio que la Liga había decidido no dejarla jugar, Mercedes cambió su postura. Empezó la campaña porque, relata, jugando la veía feliz. “Ahí dije: es lo que quiere, no puedo ir en contra de esto”.
– El #DejenJugaraJuana se volvió realidad, hoy está en River y en la selección juvenil. ¿Sentís que aprendiste algo de ella?
-Ella, su hermana y su papá me fueron sacando de mi estructura. Y me enseña todos los días. Por ejemplo, aceptar que viaje a jugar y no verla. Hubo un momento en que yo me planteé: no puedo saber dónde va a llegar, pero no quiero ser la culpable de que no lo intente. Ahora mudé toda mi vida a Capital, pero estoy tranquila de que si ella mañana no juega más al fútbol no fue porque yo se lo impedí. No le corté los sueños, no me sentiría bien haciéndolo.
Juana Cángaro maneja los dos perfiles. Y rota en distintas posiciones. En la Sub 17 fue citada para jugar de lateral por derecha, pero en su categoría en River juega de 3 y cuando representa a la Reserva juega de 11. “Cuando era chica jugaba de extremo izquierdo o derecho. Cuando fui a River me probé ahí. Soy derecha, pero cuando era chica mi viejo me hinchaba y bueno... le sé pegar bastante bien con las dos. Ahora de hecho le estoy pegando mejor con la zurda”, dice.
Ramiro aparece varias veces en la entrevista. Fue el responsable de que patee con la izquierda: cuando Juana volvía de los entrenamientos la hacía patear en su casa, contra la pared, con los dos pies buscando eso.
Murió hace tres años y a Juana, en sus palabras, se le notan dos sentimientos: tristeza pero también admiración. “Mi papá era hincha de Boca, fanático del fútbol. Hay una foto en la que me está hablando antes de mi debut con varones, en Mercedes. Yo estaba muy nerviosa y él me decía: ‘Tranquila, vos sabés jugar’. Hablábamos todo el tiempo de fútbol, siempre. En aquel partido metí un gol. Cuando me tenían que traer a River él se quejaba porque decía que no iba a tocar esta cancha ni loco. Pero después me trajo”, recuerda.
Juana, que ya jugó con River dos ediciones del Torneo Desarrollo de Conmebol, tiene dos tatuajes vinculados a su papá: sus iniciales, que acompañan a las de ella, su hermana y su mamá y una frase que representaba al padre: “Una banda de mil amigos”. Cuenta que así era él, que todos los fines de semana tenía un cumpleaños diferente y usaba esa frase para justificarse.
Es su forma de tenerlo presente. También en los festejos de gol, algo que antes no tenía en cuenta, pero que cambió tras la muerte de su papá: “No era de dedicar goles ni nada, pero ahora siempre miro al cielo. Empecé a hacerlo como un recuerdo vinculado a él, la señal de la cruz y el dedo para arriba. El que hice contra Venezuela primero fue un saludo para los kinesiólogos que me habían ayudado y después al cielo, sí. Él me enseñaba todo lo que sabía y creo que al seguir jugando al fútbol yo estoy haciendo lo que más me gusta a mí, pero también una de las cosas que más le gustaban de mí a mi papá”.
– ¿Te llegan las campañas que hacen otras nenas para jugar al fútbol en lugares donde no las dejan competir con varones?
– No mucho, a veces me entero por mi mamá. Es increíble que siga pasando. Yo si tengo que darles un mensaje es que no le den bola a lo que dicen los adultos y que sigan siempre su sueño.
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