Estaba prohibido jugar por plata. Entre los códigos de convivencia interna, el técnico no aceptaba ni apuestas ni ningún entretenimiento por dinero. Ese entrenador era César Luis Menotti..., campeón del mundo allá por 1979. Un día los sorprendió el profe Ricardo Pizzarotti y no alcanzaron a esconder los billetes entre las cartas. Minutos más tarde abrió la puerta Menotti: ‘Párense los que estaban jugando... El que juega acá por plata, se va’. Nunca lo habían visto así. "César no podía entender que un compañero del equipo tuviera en su bolsillo la plata de otro compañero. No, era inaceptable", recuerda Osvaldo Rinaldi, el mayorcito, el único que ya pisó los 60 años de un grupo indestructible. Glorioso, inolvidable, chicos que le ganaron al tiempo. Cuatro décadas después del título mundial juvenil de Japón ’79, bromean como si se tratara de un viaje de egresados. Pero Juan Simón, Sergio García y Rinaldi, reunidos por LA NACION, recuperan la seriedad si se trata de Menotti. Y en medio de la admiración, aparecen trazos reveladores. Hablan de la rigurosidad del entrenador como uno de los secretos del éxito. ¿Menotti? Sí, para desmoronar mitos.
Porque exigencia y amabilidad no son refractarias. El imaginario popular fue construyendo la imagen de que el estricto era Carlos Bilardo y Menotti..., un perezoso. Rinaldi, desde el eje central de la cancha, se siente con más autoridad que nadie para establecer una comparación: "Por entonces yo los tenía a los dos al mismo tiempo. Me entrenaba fuerte con Bilardo en mi club, en San Lorenzo, y mucho más fuerte con Menotti en la selección. Mentira eso de que los entrenamientos eran livianitos con César". Simón, desde el fondo, suma un matiz: "El profe nos mataba, pero con un sentido moderno de la preparación: hacíamos muchos ejercicios con la pelota".
La Argentina arrolló en el Lejano Oriente. Jugó seis partidos y los ganó todos, convirtió 20 goles y solo recibió dos. La selección se relataba casi de memoria, con Sergio García; Carabelli, Simón, Rubén Rossi y Hugo Alves; Barbas, Rinaldi y Diego Maradona; Escudero, Ramón Díaz y Calderón. Nada ocurrió por casualidad para que esos pibes alcanzaran el primer título mundial juvenil, que luego la factoría Pekerman multiplicaría en 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007. El compromiso y la identidad marcaron el rumbo. Rinaldi abre la intimidad: "Menotti un día nos reunió y nos dijo: ‘Muchachos, miren, vamos a hacer una cosa. Nos quedan dos opciones, ustedes elijan. No nos concentramos, nos juntamos cada dos semanas, jugamos relajados y vamos al Mundial como fueron todos los equipos anteriores y vemos cómo salen las cosas. O hacen lo que yo les digo y nos concentramos. Confío en ustedes, y sé que si se rompen el alma y se cuidan entre ustedes, tal vez seamos campeones y la gente los recordará durante 30 años’. ¿Sabés lo que representó eso para un pibe? Este tipo era el Flaco Menotti y decía que confiaba en nosotros". Se equivocó Menotti: ya pasaron 40 años. Precisamente este sábado se cumplirán cuatro décadas del 3-1 a la exUnión Soviética, en el estadio Olímpico de Tokio.
La gratitud para Menotti llega hasta estos días. "Era algo increíble que el campeón del mundo con la selección argentina fuera a arriesgar su prestigio para jugar con el Juvenil un Sudamericano clasificatorio. Vino con nosotros a Montevideo, salimos segundos y conseguimos el pasaje al Mundial. César fue un padre, un consejero", cuenta Rinaldi. Y recuerda que Menotti siempre los trató de usted. "Imaginate: el Flaco de pie, con su 1,80 metros, y todos nosotros sentados... Era un prócer para nosotros", subraya García. Y agrega: "Había mucha carga cognitiva en las prácticas de César. Tenías que pensar, no era tirarla para arriba de cualquier manera. Tenías que decidir la mejor opción entre tres o cuatro. Y eso te generaba mucho cansancio físico y mental".
Nadie se olvida de alguien más, de don Ernesto Duchini. El padre del proyecto. No viajó a Japón, no resistía los aviones. Tampoco siguió el torneo por TV, se encerraba en su habitación y la esposa le contaba... Él comenzó el proceso en noviembre de 1977, y lo retomó en marzo de 1978, muy cerca del Mundial. Incluso, los chicos varias veces fueron sparrings de la mayor en la concentración de la Quinta Salvatori, en José C. Paz. Hasta que en septiembre del '78, en el Viejo Gasómetro, Menotti tomó definitivamente el plantel. "Ese día Duchini le dijo a César: ‘Te dejo estos 40 muchachos. No te puedo garantizar que ganen y sean campeones, pero sí que van a jugar muy bien a la pelota’. Y le pasó el mando", relata Rinaldi. Duchini murió en 2006.
Parece que fue ayer para ellos... Las pequeñas sociedades, las prácticas que terminaban 9-1, los amistosos por las provincias a estadio lleno, el amistoso contra el Cosmos y Franz Beckenbauer..., y Maradona. "Un día le hicimos once goles a San Telmo. En un momento Diego la agarró en nuestra área y me dijo: ‘Me voy a tratar de eludir a todos’. No lo sabía nadie. Y se los eludió a todos y marcó el gol. No me lo olvido más...", cuenta todavía con asombro Rinaldi. "Diego siempre fue una realidad, nunca fue una promesa", agrega. "Diego ya era Diego", suma Simón. Y vuelve Rinaldi: "Convivir con él era como estar en Disney todos los días. Fantasía en continuado. Y fue el más humilde, un estupendo compañero. Divertido, protector, capitán. Diego nos llenó el corazón". García encuentra la síntesis: "Él dice que ése fue el mejor equipo que integró en su vida. Maradona lo dice..., no yo". La Argentina aterrizó en Japón vía los Estados Unidos, y en Los Ángeles disputó un amistoso contra México antes de completar el viaje. Maradona y Menotti se sumaron entonces a la delegación, porque venían de jugar con la mayor contra Bolivia, por la Copa América.
El torneo resultó una plácida excursión. Ganó el Grupo B tras golear 5-0 a Indonesia, 1 a 0 a Yugoslavia, y 4-1 a Polonia, el campeón europeo. Los chicos aseguran que en esa etapa preliminar encontraron la mayor oposición: los yugoslavos. Simón lo explica: "En el entretiempo, César nos reta: ‘¿A qué mierda vinieron a Japón? Me cago en el resultado, salgan y jueguen el fútbol que ustedes pueden jugar’. Y en el segundo tiempo mejoramos muchísimo y ganamos 1 a 0 con un gol del Pichi Escudero. "César no perdía la calma, pero sí se enojaba si no nos animábamos a jugar", aporta Rinaldi.
En los cuartos, la selección apabulló 5-0 a Argelia. "Antes del final el Flaco lo sacó a Diego para cuidarlo. ¡Para qué! Diego lloraba de bronca en el vestuario, estaba como loco. Él quería jugar siempre. Ni César podía calmarlo..." En las semifinales llegó Uruguay, la revancha del Sudamericano, y la Argentina aprobó con su sociedad letal, Maradona-Díaz, un gol cada uno. Calor, humedad y un partido tras otro: 26, 28 y 30 de agosto, 2, 4 y 7 de septiembre. La final.
Fue uno de los equipos que más feliz me hizo. Hay muchas maneras de ganar, y ese equipo ganaba como un campeón, con un sentido de pertenencia... La pelota y ellos formaban un lazo de amor
¿Nervios? Menotti se los había sacado. "En la última práctica, el día anterior, el Flaco sentado sobre una pelota, nos dice: "Para mí ya cumplieron. Les voy a decir a mis hijos, cuando crezcan, que este equipo fue el que más se acercó a lo que yo pretendo. Todo lo que yo esperaba me lo dieron ustedes. Ya está’. Nosotros le decíamos que no, que faltaba ganar la final. Y él, insistía: ‘¡Qué me importa la final! Puede haber un accidente, nos pueden hacer un gol de casualidad y podemos perder. Quiero que sepan que ya son el mejor equipo que dirigí en mi vida", evoca García. La idea había sido quitarles presión y ansiedad. "¿Cómo íbamos a fallarle al tipo que un año antes había ganado la Copa del Mundo con Passarella, Kempes, Luque...?", enfatiza Rinaldi. "Alguna vez César me confesó que le devolvimos las ganas de entrenar, porque después del Mundial había terminado muy desgastado", confió García. La Argentina comenzó en desventaja, pero no importó, con una ráfaga de virtuosos ocho minutos allanó el camino al título: a los 68, Hugo Alves, de penal; a los 71, Ramón Díaz y a los 76, Diego Maradona, de tiro libre. En el tanto de Ramón, para el 2-1, apareció uno de los contadísimos festejos públicos que se le conocen a Menotti.
Después del partido no durmieron. "César nos dijo que nos comportáramos como campeones del mundo al volver al hotel, pero también bromeó: ‘A partir de ahora, el que llega antes de las 3 de la mañana está sancionado’, recuerda Simón. A la tarde siguiente los llevaron a la embajada argentina, en Tokio, y dos días después, el domingo 9 de septiembre, regresaron. No todos. Menotti y Ramón Díaz se dirigieron a Berlín y a Belgrado, donde la mayor perdería dos amistosos con Alemania y Yugoslavia. Maradona también estaba citado para esos juegos..., pero la orden fue "todos los soldaditos se vuelven". Sí, Maradona, Simón, Escudero, Rinaldi, García y Barbas estaban haciendo la conscripción y debían completarla. ¿Una orden? Desde ya, de la Junta Militar que encabezaba Jorge Rafael Videla.
"De regreso hicimos Tokio, Los Ángeles, Acapulco y Río o San Pablo, no nos ponemos de acuerdo ni entre nosotros, donde nos subieron a un avión de la Fuerza Aérea, y Aeroparque. De ahí, en dos helicópteros a la cancha de Atlanta... no entendíamos nada", cuenta García. "Y desde ahí, bajamos tooooodo por Corrientes; el recorrido era inexplicable. Pero mucho después comprendimos que había sido para pasearnos ante los emisarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que un día antes de la final había llegado al país. Una fiesta popular... ¡Qué utilización!, pero nosotros no sabíamos nada en ese momento", agrega Rinaldi.
"Llegamos a la Casa Rosada, donde nos recibe Videla y dice: ‘Argentina por siempre 3-1’, porque había sido el mismo resultado que en la final del ‘78 contra Holanda", relata Simón. Y García amplía: "Ustedes son el ejemplo de la juventud argentina’, agregó Videla. Dios…" Ahí estábamos, con nuestro saquito marrón y la camisa amarilla, casi dos días dando vueltas por el mundo. De ahí a la AFA..., y a mí todavía me quedaba llegar a Luján y pasear arriba de una autobomba...", sonríe García. ¿Agotados? Ninguno podía sospechar que el recorrido más maravilloso recién empezaba: un viaje al recuerdo eterno.
QUÉ FUE DE LA VIDA DE LOS 18 CAMPEONES
¿En qué club jugaban en 1979 y a qué se dedican hoy los campeones del mundo?
Arqueros:
- Sergio García (Flandria)/ Director deportivo del centro de entrenamiento de Argentinos Juniors, en Tortuguitas.
- Rafael Seria (Central Córdoba, de Rosario) / Taxista.
Defensores:
- Juan Simón (Newell’s) / Columnista televisivo de la cadena ESPN.
- Hugo Alves (Boca)/ Ayudante de campo de Ricardo Gareca en la selección de Perú.
- Abelardo Carabelli (Argentinos)/ Coordinador de las selecciones juveniles Sub 13 y Sub 15 de Olavarría, y dirige un centro de formación de futbolistas que se llama ‘Juvenil 79’.
- Rubén Rossi (Colón SF)/ Docente de la escuela de entrenadores de César Luis Menotti, y coordinador de la Universidad Nacional del Litoral y del club Ben Hur, de Rafaela.
- Jorge Piaggio (Atlanta)/ Tiene una escuelita de fútbol en su ciudad, Conesa.
- Marcelo Bachino (Boca) / Entrenador desocupado. Integrante del equipo Senior de Boca. Responsable de una empresa de fumigación
Volantes:
- Juan Barbas (Racing)/ Coordinador de la inferiores y DT de la reserva de Olimpo (BB).
- Diego Maradona (Argentinos)/ Flamante entrenador de Gimnasia (LP); su último club fue Dorados (México).
- Osvaldo Rinaldi (San Lorenzo)/ Asesor-productor de seguros de vida.
- Juan José Meza (Central Norte de Tucumán) / Tiene un emprendimiento de ladrillos en Tucumán.
- Daniel Sperandío (Rosario Central) / Representante.
Delanteros:
- Osvaldo Escudero (Chacarita) / Entrenador, dirigió por mucho tiempo con éxito en Ecuador. Hoy conduce a un equipo de intercountry.
- Ramón Díaz (River)/ Entrenador desocupado, su último club fue Pyramids, de Egipto.
- Gabriel Calderón (Racing)/ Director técnico de Persépolis, de Irán.
- Alfredo Torres (Atlanta) / A cargo de un emprendimiento gastonómico en Luján.
- José Luis Lanao (Vélez) / A cargo de un emprendimiento hotelero en España, donde vive.
Director técnico: César Menotti / Director deportivo de selecciones nacionales.
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