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A 20 años de Boca-Real Madrid: La charla mental y la jugada táctica con las que Carlos Bianchi cree que ganó la final en Japón
Daniel Fagiani había llegado como refuerzo a mediados de 2000. Nadie discutió su incorporación, lo veían como un lateral izquierdo aguerrido, con proyección y buena pegada para centros y remates. Llegaba de Newell’s para reemplazar nada menos que a Rodolfo Arruabarrena, un futbolista querido por todos y encima, surgido de las inferiores xeneizes. Sin embargo, pasó de titular a no ir ni al banco ante Real Madrid. El ejemplo sirve para empezar a entender cómo gestionóCarlos Bianchi a ese grupo en la previa a la Copa Europea-Sudamericana que el 28 de noviembre Boca le ganó al gigante español en Japón. Se cumplen 20 años.
"Dos días antes, en una práctica, antes de arrancar, hice unas boludeces, pateé en frío, boludeando con el Pato Abbondanzieri y sentí una molestia en la pierna, arriba del cuádriceps. Y lo peor que hice fue decirle a Bianchi. 'Ah, ¿te molesta? Andá con Araguas, el kinesiólogo', me dijo. Al otro día practicamos penales. Y a mí me tocó patear con Palermo, con Riquelme... Pero como me molestaba el cuádriceps, no le pegué como lo hacía siempre, no le pegué fuerte porque me dolía. Lo tiro con el pie abierto y despacito. Y lo erré. Entonces Carlos viene y me dice: 'Daniel, quiero que le pegue como hacía en Newell's, así de fuerte'. Y ahí le dije que no lo había hecho por la molestia. Y me mandó con Araguas otra vez...", contó Fagiani en una entrevista que le dio en 2014 al periodista Julián Bricco para el programa "Historias por dentro".
Y agregó: Y así terminó: "A las 11 de la noche, viene a la habitación en la que yo concentraba con Matellán y le dice: 'Aníbal, andá a dar una vuelta'. Y se me puso a hablar. Hablamos como una hora. Se emocionó él, lloré también yo, porque me fue explicando por qué no iba a jugar. Y fue una charla tan linda, que yo le agradecí siempre esa charla, por el trato", reconoció Fagiani. Aunque el ex lateral se quedó con esa espina. "Cuando termina de hablarme, digo: 'Me está dejando afuera de la final del mundo'. Entonces salgo de la pieza y le grito en el pasillo: 'Carlos, ¿y en el banco tampoco?' Y él me respondió: 'Daniel, todo lo que estuvimos hablando, en el banco es lo mismo. Acá se trata de no joder al grupo'. Y tenía razón".
Lo mejor del partido
Esa situación sirve para empezar a graficar el triunfo de Boca sobre Real Madrid. Porque hubo dos partes en la estrategia del Virrey. Una jugada táctica (ligada, entre otros detalles, a la salida de Fagiani, porque el reemplazante fue Aníbal Matellán, que luego se encargó de anular a Luis Figo) y una jugada mental. Bianchi se vio obligado a interceder un día antes del partido porque observó que lo grupal podría interferir negativamente en la final.
Fue dos días antes del partido. Una lucha de egos en el piso donde se alojaba el plantel en el hotel Keio Plaza fue el detonante.Los ecos de los ruidos llegaron hasta la habitación 3711 que Bianchi compartía con Carlos Ischia. Al otro día, a 24 horas de la final en Tokio, el DT más ganador de la historia de Boca juntó a todos en una habitación pequeña, donde apenas entraban, todos apretujados. Sólo habló él y el mensaje duró una hora. "Ese día comprendieron qué estaba bien y qué estaba mal. Ahí fue donde sentí que empezamos a ganar el partido. Más pasa el tiempo y más refuerzo esa sensación. Ahí empezamos a ganar el partido", piensa Bianchi.
El tono empezó siendo normal, pero luego el DT comenzó a hablar más fuerte, la pasión lo envolvió y terminó llorando, hablándoles a sus dirigidos a corazón abierto. Entre otras cosas, se habló de lo que les había costado llegar hasta ahí, de la importancia del partido, de que muchos iban a estar ante la situación de sus vidas, deportivamente hablando. El líder ajustó las tuercas en el momento justo y salió más fortalecido que nunca de esa reunión. ¿Si algún jugador le dijo algo o levantó la voz? Nadie.
¿Cómo fue gestionar a ese grupo realmente en la previa del partido? "Facilísimo, porque eran todas personas que lo único que hacían era escuchar y trabajar. Los grandes grupos son inteligentes. Y tanto en Vélez como en Boca fueron grupos inteligentes. Había una voz de mando y se acabó. Los que discuten no ganan nunca nada. O pueden ganar algo de manera esporádica", sostiene Bianchi ante la consulta de sus allegados. No suele dar entrevistas desde que se alejó de la dirección técnica, pero tampoco deja trascender nada que haya ocurrido en la intimidad de los planteles que dirigió. Lo que dijo en esa charla, en otras palabras, fue: "Cuando jugamos, el equipo por encima de todos. Y punto. Siempre".
"Todos sabían que las decisiones las tomaba yo"
Incluso le niega a su grupo más íntimo que ni Martín Palermo ni Juan Román Riquelme le hayan pedido, en la previa de ese partido, para que sean titulares los amigos respectivos de cada uno, Guillermo Barros Schelotto y Marcelo Delgado. El Mellizo, además, venía de una lesión. ¿Qué hubiera sucedido si a Bianchi Riquelme le pedía por Delgado o Palermo por Guillermo? "En broma les hubiera dicho: 'ok, está bien, pero mirá que el que sale sos vos'. Y ahí se hubiera terminado la polémica. Pero nunca sucedió. Todos en el plantel de Boca sabían que las decisiones las tomaba yo y que siempre buscaba lo mejor para el equipo".
Palermo, hace unos días, en su rol de panelista en ESPN, dijo mientras repasaba imágenes con sus mejores goles con la camiseta de Boca: "Bianchi explicaba por qué tomaba sus decisiones. Y explicó que Guillermo venía de una lesión, que no estaba al 100% y que iba a jugar Delgado. Yo había jugado todo el año con Guillermo pero le dije: ‘Está bien, Carlos’. No me iba a poner como un caprichoso y decir ‘no juego’".
Cicatrizadas a tiempo algunas heridas que podían autoboicotear al grupo, Bianchi volvió a centrarse en lo futbolístico. Antes de la táctica, otra elección grupal: los tres futbolistas que quedaron afuera del banco de suplentes fueron el mencionado Fagiani más Hernán Medina y Fernando Pandolfi. Los tres habían llegado a mitad de año, no habían sido partícipes del camino recorrido por el grupo para llegar a Japón.
"Antes de salir a la cancha, en la charla técnica, les dije a los jugadores: ‘Acá no es momento de palabrerío. Es el momento para usar la inteligencia. Si nosotros somos inteligentes, la final la ganamos'. Y Boca fue inteligente en todo momento, a lo largo de los 90 minutos", le había reconocido Bianchi a LA NACION, todavía en Tokio, el día después de la consagración. Y sobre cómo vivió el partido, había agregado: "Estaba tranquilo. Lo controlamos tan bien al encuentro que hasta me atrevería a decirte que no nos iban a empatar aunque el partido siguiera un tiempo más. Es como si Dios hubiese dicho: ‘esta copa es de ustedes’".
En el ping pong de situaciones de riesgo, Boca se impuso 5 a 3 a Real Madrid. Tiene razón Bianchi cuando dice que su equipo manejó los tiempos de ese partido, incluso cuando en algunos pasajes le costó tener la pelota.
El plan de juego, la variable táctica
¿Dónde cree Bianchi que ganó tácticamente la final? "Nosotros sabíamos que no íbamos a especular, que el partido lo íbamos a jugar de igual a igual", cuenta el DT. Eso sí: ni en el más optimista de los optimistas (ni Palermo, el optimista del gol) pensó que Boca estaría arriba 2-0 a los seis minutos de juego, ni que Roberto Carlos iba a descontar a los 11 minutos. "El escenario del comienzo fue demasiado perfecto para nosotros, porque en una final así, que haya dos goles en 6 minutos. Pero si el destino lo quiso así, no íbamos a desaprovecharlo. ¿El descuento de Roberto Carlos? Ese gol no nos iba a cambiar, nosotros debíamos seguir el plan", explicó el Virrey.
El plan. Boca, en los papeles, salió a jugar como (casi) siempre: 4-3-1-2, con Córdoba; Ibarra, Bermúdez, Traverso y Matellán; Battaglia, Serna y Basualdo; Riquelme; Delgado y Palermo. Pero hubo una (sutil) diferencia. Por momentos, el equipo del Virrey se paró 4-3-2-1 y la clave era que entre Riquelme y Delgado se alternen para ser una especie de "volante por la izquierda". Ahí, entre una zona intermedia, para recibir balones largos lejos de los retrocesos de Figo o McManaman (quienes jugaban por derecha delante del 4-2-3-1 de Vicente del Bosque), lejos también de Makelele, uno de los medios de contención y lejos de Geremi, el lateral derecho. Porque recién en el segundo tiempo fue cuando Figo se tiró por la derecha y Matellán le ganó casi todos los duelos. Esa estrategia de buscar con pelotazos entre la espalda de Geremi y los cierres de Fernando Hierro Boca la aplicó también para sus tiros libres defensivos, hacia esa zona intermedia (¿tuya o mía?) que hacía dudar a los adversarios.
Los dos goles de Boca se generaron con lanzamientos largos de Matellán para Delgado (en el 1-0) y de Riquelme directo para Palermo (en el 2-0). La mayor ventaja de la velocidad el equipo de Bianchi la sacó en la toma de decisiones, luego en las ejecuciones. Así sorprendió a Real Madrid. Y así siguió jugando Boca: si Battaglia y Basualdo recuperaban la pelota, enseguida "tac", debían jugar para adelante. El tema fue que, en el primer tiempo, ambos mediocampistas estuvieron imprecisos.
Para el segundo tiempo iba a aparecer otra sorpresa táctica de Boca: el ‘achique’ para defender los tiros libres frontales y laterales. La orden la dio Bermúdez, segundos después de que Guti y Raúl ganaran de arriba en un córner. A los 13 minutos hubo gol de Geremi, tras un tiro libre lateral de Figo, pero… además del lateral derecho había otros dos jugadores del Real en off-side. Más allá de las pisadas de Riquelme para "congelar" el desarrollo en algunos pasajes y de sus movimientos para atacar, fue de diez puntos el partido que jugaron –entre sí- Delgado y Palermo. Se buscaron, se asistieron mutuamente, ganaron la mayoría de sus duelos individuales incluso cuando Boca atacaba en inferioridad numérica.
Riquelme y el arte de defender la pelota
"Si nosotros les dejábamos espacios, tal vez ellos podían haber jugado como pretendían. Y, en el segundo tiempo, digamos que sabíamos que teníamos que jugarlo tácticamente a la perfección", le explicó Bianchi a LA NACION el día después de la consagración. Para jugarlo "tácticamente a la perfección", fue clave un Riquelme que atacó pero que también transformó en arte la defensa de la pelota. Para Bianchi, en esa final "Riquelme la descosió. Es importantísimo que en los momentos calientes de un partido un jugador ponga la pelota bajo la suela y no se la saquen. Así, los compañeros pueden dormir tranquilos".
La celebración en el Hotel Keio Plaza duró hasta pasada la madrugada de Japón (el partido había comenzado a las 19 de allá), pero Bianchi se fue a dormir temprano. Sabía que, a la vuelta, lo esperaba un encuentro clave con San Lorenzo, por el torneo Apertura. Y seguía despierto y atento a todos los detalles: "¿Dormiste bien?" Le preguntó a Oscar Córdoba a la mañana siguiente mientras lo veía ingresar en el piso 44 del hotel, donde se podía desayunar viendo todo Tokio a través de ventanales gigantes. El colombiano era uno de los pocos que solía levantarse para los desayunos en los viajes; el resto, directamente para el almuerzo. "Siempre que se ganan esta clase de partidos se duerme súper bien", le respondió el arquero.
Otro diario japonés y la cobertura de la Copa Europea-Sudamericana 2000
Bianchi, horas después de ser campeón del mundo, ya pensaba en la planificación para jugar ante San Lorenzo, en el viaje, qué equipo poner y qué estrategia utilizar. Siempre estuvo un paso adelante. "Ya está. Ahora hay que pensar en el próximo. Ahora no hay que dormirse en los laureles que supimos conseguir. Ahora hay que pensar en seguir ganando", dijo el Virrey. Un puñado de días más tarde, Boca le ganó al Ciclón 1-0 en la Bombonera (a cinco minutos del final y con gol de Palermo) y se encaminó a la triple corona del 2000.
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