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Francia 2019, el Mundial de la desigualdad: la lucha australiana y la ausencia de Ada Hegerberg
El Mundial femenino que empieza este viernes en Francia repartirá 30 millones de dólares en premios. La cifra duplica al monto que entregó el certamen celebrado hace cuatro años en Canadá pero el aumento es insuficiente: los 30 millones representan el 7.5% de los 400 que la FIFA destinó para Rusia 2018.
Tras vencer a Croacia en la final, la selección francesa de Didier Deschamps levantó la Copa del Mundo y embolsó 38 millones de dólares. Si el combinado galo dirigido por Corinne Diacre que debuta ese viernes frente a Corea del Sur finalmente se consagra, también alzará el trofeo pero cobrará apenas cuatro millones, idéntica remuneración a la que recibió Alemania por ganar la Copa Confederaciones en 2017.
La Selección de Australia expuso la disparidad entre hombres y mujeres en una campaña cuyo lema es Our Goal Is Now (Nuestro Objetivo Es Ahora). Las Matildas, apodo que nace de la popular canción folclórica australiana Waltzing Matilda, se cansaron de esperar: "Si la igualdad sucederá, ¿por qué esperar?".
Si bien la proporción del incremento económico entre Mundial y Mundial fue del 100% para el evento femenino y del 12% en el masculino (45 millones), ese crecimiento paulatino recién establecerá una situación igualitaria en 2039. La brecha salarial aumentó de 343 a 370 millones en cuatro años en favor del fútbol masculino.
El último 29 de mayo, con la ilusión de que su propuesta fuera tratada en la primera convención femenina que se celebra en París entre el 6 y el 7 de junio, el sindicato de jugadores australiano le escribió una carta a la FIFA en la que repetidamente hace referencia a la discriminación que ejerce la entidad madre. En la misiva reclaman un aumento instantáneo de 27 millones, equivalente al incremento de la brecha salarial, como una señal positiva de cara al futuro. ¿Por qué seguir esperando?
Las Matildas recibirán apenas el 30% de lo que recauden por su actuación en el Mundial. La FIFA le transfiere el dinero a cada una de las Federaciones, que individualmente llegan a un acuerdo con sus selecciones, rubricado en el convenio colectivo de trabajo. El vínculo entre la Federación de Fútbol de Australia y sus combinados nacionales establece que los 23 convocados al Mundial, tanto hombres como mujeres, se repartirán el 30% de las ganancias mientras el 70% restante se utilizará para promocionar el fútbol en su país. Si las Matildas ganan el torneo con la prodigio Sam Kerr a la cabeza, cada una de ellas se llevará a casa US$ 52.000, la mitad de lo recibido por cada uno de los jugadores que integraron a los Socceroos eliminados en la primera fase de Rusia 2018.
Justicia, progreso y respeto imploran las australianas, el sexto mejor equipo del mundo según el último ranking de la FIFA. ¿Cuál es la cifra de la igualdad? 336 millones de dólares en premios, un equivalente al 11% de las reservas actuales de una FIFA que en el balance 2015-2018 declaró un superávit de 1.2 billones de dólares. Con US$ 336.000.000, cada equipo recibiría exactamente lo mismo según su posición final en el campeonato: US$ 38M el campeón, US$ 28M el subcampeón, US$ 24M el ganador del tercer puesto y US$ 22 el perdedor, US$ 16M cada uno de los equipos entre los puestos 5 y 8, US$ 12M los ubicados entre la 9ª y la 16ª posición y US$ 8M los que finalicen entre los lugares 17 y 24.
La justicia, el progreso y el respeto son los objetivos sobre los que se edifica su campaña: "La FIFA debería premiar a hombres y mujeres de igual manera porque es lo correcto. El logro de convertirse en campeón del mundo en el mejor juego del mundo debe ser tratado con igual respeto para ambos sexos", proclaman en su plataforma.
Las australianas también derrumban el argumento de que las marcas no se interesan por el fútbol femenino. "Visa y Adidas recientemente anunciaron que invertirán lo mismo en el fútbol femenino y masculino", escriben. Adidas anunció que si un equipo que viste su camiseta gana el torneo, recibirá el mismo premio que su par masculino.
Equal pay for equal play.#WWC#WorldCuppic.twitter.com/F9UD7zvp6s&— adidas (@adidas) March 8, 2019
Kerr, una de las atacantes más talentosas del planeta e integrante de la última publicidad de Nike, es el símbolo de su selección. Debutó con apenas 15 años y una década después es una estrella mundial, además de la goleadora histórica de la competitiva National Women's Soccer League estadounidense. Sin embargo, en 2017 fue descartada por la FIFA en la segunda edición del premio a la mejor jugadora del mundo que conquistó la holandesa Lieke Martens. La estadounidense Carli Loyd y la venezolana Denya Castellanos completaron el podio. La presencia de la joven venezolana, quien sobresalió en el Mundial Sub 17 de Jordania 2016, despertó las críticas de la propia Kerr: "No me sorprende, es la FIFA".
El justificado reclamo de las australianas no es un caso aislado. Ada Hegerberg fue la primera mujer en la historia en recibir el Balón de Oro que France Football entrega desde la temporada pasada a la mejor jugadora del mundo. En esa misma gala fue premiado Luka Modric, subcampeón de Francia 2018 con Croacia y campeón de la Champions League con el Real Madrid. Cuando la noruega recibió el galardón, el DJ Martin Solveig le preguntó si sabía hacer twerking. Hegerberg disimuló su enojo y respondió con una contundente negativa.
Hegerberg es hoy la mejor jugadora del mundo: marcó por triplicado en el triunfo del Lyon frente al Barcelona en la final de la Champions League femenina, acumula 44 goles en 46 partidos de Champions League, anotó 211 tantos en 208 partidos de ligas locales en su carrera y celebró 38 dianas en 66 juegos con Noruega.
Sin embargo, no representará a su país en la Copa del Mundo. Su ausencia responde a una lucha que sostiene con la Federación Noruega de Fútbol para alcanzar la equidad total entre hombres y mujeres en su país. Si Lionel Messi o Cristiano Ronaldo decidieran renunciar al Mundial masculino, ningún otro tema dominaría la agenda mediática. Sin embargo, la baja de Hegerberg está pasando prácticamente desapercibida: los medios suelen ser cómplices de la desigualdad.
En agosto de 2017, Hegerberg renunció a su selección después de la pronta eliminación en la primera fase de la Euro. Cuatro meses después, su abdicación forzó a que la Federación firmara un convenio histórico con la Asociación de Jugadores en la que se estableció la igualdad salarial entre ambos sexos. Las futbolistas duplicaron sus ingresos de 330.000 euros a 640.000 después de que los hombres cedieran 58.000 euros -sus ingresos comerciales- en favor de la causa femenina. Caroline Hansen, una de las estrellas noruegas y flamante refuerzo del Barcelona femenino, agradeció el gesto: "Esto tal vez es algo pequeño para ustedes, tal vez ni siquiera lo noten en sus bolsillos. Pero significa todo para nosotras, para nuestro equipo y para nuestro deporte. Un gesto muy importante para todas las mujeres atletas que hacen el mismo trabajo, que practican el mismo deporte que los hombres pero se les paga menos".
Pero no fue suficiente. Para Hegerberg, quien creció en un pueblo de 7.000 habitantes en la ciudad de Molde en el que su madre era la entrenadora de un equipo masculino que capitaneaba su hermana Andrine -jugadora del PSG que tampoco concurrirá al Mundial-, la desigualdad no es solo salarial. "Podría hablar durante horas sobre igualdad, y qué tiene que cambiar en el fútbol, y en la sociedad en general. Pero al final de todo, se trata de respeto", escribió en The Players Tribune.
"No es todo sobre el dinero. Se trata de la preparación, del profesionalismo, puntos muy claros que les presenté directamente a ellos cuando tomé mi decisión. Se lo que quiero y conozco mis valores, por lo tanto es fácil tomar decisiones difíciles cuando sabés cuáles son las ambiciones y los valores que defendés. Se trata de ser sincera conmigo misma", profundizó en una entrevista con la CNN.
Crack del Lyon, el equipo más poderoso de Europa que conquistó las últimas cuatro Champions League es el paradigma al que apunta Hegerberg: "Fui muy afortunada de firmar con el Olympique Lyonnais, un club modelo por su nivel de respeto. En el Lyon, los hombres y las mujeres son tratados como iguales. Necesitamos a más gente en el fútbol con la visión de Jean-Michel Aulas, quien sabe que invertir en el fútbol femenino es un win-win para el club, la ciudad y las jugadoras".
Aulas, dueño del Lyon desde 1987, decidió revolucionar el fútbol femenino mientras escurría las camisetas de sus jugadoras durante el entretiempo de un partido de semifinales de Champions League entre su club y el Arsenal en 2011. Sin otro juego de indumentaria, debían utilizar las mismas casacas que habían transpirado durante la primera mitad. Desde ese día, Lyon conquistó seis Champions League y 13 títulos locales. En su academia, niños y niñas comparten las instalaciones y los métodos de entrenamiento, mientras los entrenadores sostienen una misión evangelizadora en la que intentan desarraigar los prejuicios del fútbol en particular y de la sociedad en general.
Noruega, uno de los dos países junto a Dinamarca en haber sepultado la brecha salarial, todavía está lejos de la estructura que Hegerberg reclama aunque es uno de los combinados de mayor tradición en el fútbol femenino: su selección fue campeona del mundo en 1995 y subcampeona en 1991, oro olímpico en Sydney 2000 y bronce en Atlanta 1996. Eliminadas de la última Euro sin siquiera haber marcado un gol, Hegerberg decidió renunciar: "Se ha dejado de hablar de cómo desarrollamos el deporte femenino y otros países nos han adelantado", esgrimió con razón.
El reclamo de las australianas y la ausencia de Hegerberg exponen una problemática mundial en el torneo de mayor prestigio del calendario futbolístico.
Dinamarca, subcampeón de Europa, no participará de la Copa del Mundo pese a contar con Pernille Harder y Nadia Nadim en su plantel: no se presentó a un duelo clave frente a Suecia en octubre de 2017 por una disputa con su Federación, la UEFA le dio por perdido el partido por 3-0 y entregó tres puntos que obligaron a las danesas a participar de unos playoffs en los que cayeron en semifinales frente a Holanda.
En Estados Unidos, el combinado femenino es más exitoso que el masculino: fue tres veces campeón del mundo y conquistó la medalla de oro en cuatro de los seis Juegos Olímpicos que se celebraron desde que el Comité Olímpico Internacional aceptó al fútbol femenino como disciplina en Atlanta 1996. Alex Morgan, Carli Lloyd, Megan Rapinoe y Hope Solo son estrellas en su país. No existe jugador masculino que esté a su altura y, sin embargo, las mujeres ganan menos. Hace tres meses, 28 jugadoras presentaron una demanda por discriminación de género institucionalizada.
En España, que en la temporada que acaba de finalizar batió el récord de asistencia con 60.739 fanáticos que se acercaron a ser testigos de un apasionante Barcelona-Atlético de Madrid femenino, integrantes de 13 de los 16 planteles amenazaron con declararse en huelga si no avanzan las negociaciones del primer Convenio Colectivo de Trabajo. La selección alemana, con Dzsenifer Marozsán del Lyon como figura, protagonizó una campaña publicitaria en la que le responde a quienes la subestiman: "Desde que empezamos, no luchamos solamente contra nuestros rivales. Luchamos contra los prejuicios. No tenemos bolas pero, ¿saben qué? Sabemos como usarlas".
Más cercano es el caso argentino. La Selección, que debutará el lunes frente a Japón, regresa a un Mundial después de 12 años tras haber conseguido una clasificación milagrosa. En septiembre de 2017, sin actividad ni entrenador, se declararon en paro por el incumplimiento de una Asociación del Fútbol Argentino que ni siquiera le pagaba los 140 pesos de viáticos por jornada de entrenamiento. Pese a todo, consiguieron un meritorio tercer puesto en la Copa América de Chile 2018 y clasificaron a la Copa del Mundo gracias a su triunfo en el repechaje frente a Panamá, después de convocar a 11 mil hinchas al partido de ida en la cancha de Arsenal de Sarandí.
Macarena Sánchez, quien a principios de 2019 fue despedida por la UAI Urquiza, se convirtió en un emblema universal en la lucha por la profesionalización del fútbol femenino. Gracias a su lucha y la de millones de mujeres, el 16 de marzo se firmó un acuerdo entre Claudio Tapia, presidente de AFA, y Sergio Marchi, Secretario General de Futbolistas Agremiados, como puntapié inicial. Cada uno de los 16 equipos que integran la liga deberán tener al menos ocho contratos profesionales en una primera instancia. La AFA acercó 125 mil pesos a cada institución para cubrir los salarios, cuyo sueldo básico es el mismo que el de un jugador de Primera C.
We have a winner! Enjoy, #ARG fans! #FIFAWWCpic.twitter.com/BpKL33ZSpb&— FIFA Women's World Cup (@FIFAWWC) 6 de junio de 2019
Mientras la pugna por la igualdad continúa en diferentes puntos del mapa, Francia y Corea del Sur inaugurarán un Mundial que seguirá siendo desigual. En Australia y Argentina, en Dinamarca y en Estados Unidos, siguen luchando porque vale la pena lucha en un contexto social ideal. La revolución no se detiene. ¿Por qué esperar?
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