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Fórmula 1 e Indy Car: unas vueltas con Romain Grosjean para conocer diferencias entre los autos
El piloto francés compara en video los compartamientos de su coche actual en Estados Unidos con un Haas que condujo en los últimos años, antes de su accidente con fuego en Bahréin.
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Más allá de sus 10 temporadas, 179 carreras y 10 podios en Fórmula 1, Romain Grosjean será recordado por ser el piloto que salió saltando y trotando de entre las llamas en el Gran Premio de Sakhir. El que se quemó las manos y así se despidió de la categoría, sin poder protagonizar las últimas dos fechas del campeonato, su último campeonato.
Ahora el francés de 34 años está en Indy Car, la categoría estadounidense más parecida a la F. 1, aunque no la más popular de su país (Nascar), y en la cual debutará el 18 de abril. Activo en Twitter, red social en la que tiene un millón de seguidores, y en otras plataformas, le gusta hablar de automovilismo, real y virtual. Y como ya estuvo probando su auto de Indy, del equipo Dale Coyne Racing, a pedido de sus simpatizantes hizo una comparación entre un coche de la máxima categoría del mundo y uno de la de Estados Unidos.
La comparación de Grosjean entre un auto de Indy Car y uno de Fórmula 1
La práctica de Indy tuvo lugar en Laguna Seca, uno de los clásicos autódromos de la categoría. Y con sendas cámaras a bordo, Grosjean elaboró un video comparativo entre su nueva máquina y los modelos de Haas que condujo en las últimas temporadas.
Empezó por el principio: estar detenido en los boxes. Se ve un cable grueso y largo enchufado en la cabina: es de telemetría (adquisición de datos electrónicos de coche). Es igual a los de Fórmula 1, pero distinto el lugar de conexión: en Indy va a la derecha, cerca de donde estaba la palanca de cambios en las cabinas de F. 1 hasta que se pasó a usar los secuenciales con aletas detrás del volante. Poner en marcha el motor es “bastante complicado al principio”, refiere Grosjean como primera diferencia operativa. Otra: “El volante es mucho más simple que el de Fórmula 1. Hay menos botones”, observa el ex piloto de Renault y de Lotus. Esperable: Indy Car es menos tecnológica que Fórmula 1.
Al comenzar a rodar en la pista ya siente una disimilitud práctica, de manejo. Cuenta Grosjean: “Una de las grandes diferencias es la falta de cobertores de neumáticos. Y pueden ver que la primera vuelta es muy patinosa. Después se mejora el ritmo, pero ésa es una de las cosas en las que voy a tener que trabajar en la carrera. Entenderla, para hacerla bien”. Alude a esas mantas que rodean a las gomas en los boxes de F. 1 para calentarlas antes de la salida a la pista y así el caucho le dé agarre al coche antes de que los neumáticos se calienten por el propio uso en el asfalto.
Luego toma una curva de Laguna Seca, la Sacacorcho, para ejemplificar algo que se puede hacer allí en Indy y, según cree, no se podría realizar en F. 1: recorrerla, nada menos. ¿Por qué? “Cuando uno llega a ese punto”, relata Grosjean, deteniendo la imagen en un viraje a la izquierda, antes de una bajada ciega, “no tiene idea de a dónde está yendo [...]. Me parece que en Fórmula 1 no podríamos transitar por ahí, porque tocaría el suelo y dañaría el auto”. Más allá de los aspectos parecidos de las máquinas de una categoría y la otra, cambian las dimensiones, las alturas, y por ende, la maniobrabilidad.
Tal vez la disimilitud más elocuente es la conducción: los coches del campeonato mundial, más complejos tecnológicamente, son más fáciles de llevar. Requieren menos esfuerzos, pelearlos menos. Lo muestra el francés con imágenes de respectivas curvas en Laguna Seca y el autódromo de Spielberg, Austria. “En los virajes de baja velocidad, en Indy Car se puede acelerar mucho en la entrada y se usa el agarre mecánico del auto; entonces uno no se preocupa por el derrape. En Fórmula 1 vemos la suavidad de la conducción; es muy diferente: uno no corrige el ángulo de manejo. Eso tuve que aprender, también, en el primer día [de ensayos en Indy Car]”, detalla el nacido en Ginebra, Suiza, que corre con licencia francesa.
Y se nota claramente en el video cuán distinto es llevar el auto doblando a un lado o al otro. “Acá [Laguna Seca en Indy] les muestro las correcciones con el volante. Se puede sentir en el auto todas las protuberancias de la pista y se lo ve en el volante. Acá [Austria en Fórmula 1] vemos un poco de subgiro en el volante y una salida muy suave. Esto permite ver que la diferencia a bordo entre un auto de Indy y uno de Fórmula 1 es bastante grande, realmente”, grafica Romain. En efecto: el manejo en el Haas parece de videojuego, con trayectorias regulares, limpias, ayudado por el pavimento impecable del A1 Ring a pesar de ser montañoso el autódromo.
A tono con eso, a Grosjean en Indy Car se le complican por ahora los virajes de tránsito más rápido. “Acá [Laguna Seca] podemos ver mucha menos carga aerodinámica; se lo nota en las curvas de alta velocidad. Estoy tratando de aprender y entender cómo se comporta el auto en ese tipo de curvas. Es muy diferente en ese sentido”, apunta el ex piloto de Renault y Lotus, que se toma su participación en las redes sociales con simpatía y algo de humor. “Resistente a los odiadores y al fuego”, alude en su perfil de Twitter a los críticos ácidos de su desempeño en Haas y al incendio que lo despidió de la Fórmula 1. “Más conocido como «El Fénix»”, se presenta, refiriendo al ave mitológica que resurgió de las cenizas.
Didáctico, Grosjean comenta sobre una variante en la que la competencia estadounidense parece sacarle ventaja a la mundial. “Algo que hay en Indy Car y no en Fórmula 1 es el cambio de la barra antirrolido, tanto de la delantera como de la trasera. En la cabina, a la derecha, donde está mi mano”, señala en el video pausado, “está la manija para cambiar la posición de la barra antirrolido frontal, y a la izquierda, la manija para operar la trasera”. Esas barras regulan la inclinación del coche producida por la fuerza centrífuga en las curvas. Según Romain, “sirven para ajustar el balance del auto, a dónde van las ruedas”, y lo muestra con un ejemplo práctico: “Acá vamos a la curva 2, la primera curva propiamente dicha [de Laguna Seca], con mucha subvirancia. Quise más blanda la dirección en ese giro con la barra, para ayudar a doblar en medio de la curva. Y luego se puede jugar con la barra trasera donde normalmente se va blando e ir más rígido con la de adelante”.
Las vueltas de Grosjean en Laguna Seca terminan, naturalmente, en los pits, cuya entrada es una curva angosta y muy cerrada. Allí aparece otra disparidad clara entre las dos categorías, pero más visual que funcional: el lugar para maniobrar y trabajar. “Es bastante difícil el ingreso acá, teniendo que tocar el limitador de velocidad. Y comparados con los grandes boxes de Fórmula 1, éstos son muy, muy chicos. Hay un espacio muy apretado para estacionar el auto y dejarlo derecho”, describe el piloto con voz en off, mientras los mecánicos intervienen en el coche, a cielo totalmente abierto.
Grosjean no proporciona cifras de potencia, aceleraciones ni velocidades, pero da la impresión de que los bólidos de F. 1 son más fáciles de conducir y más rápidos en curva. Lo que está claro, sin muchas dudas previas, es cuál categoría es superior, por el plantel de pilotos: en Indy Car tienen lugar muchos conductores que la Fórmula 1 fue descartando. El 18 de abril, cuando comience el campeonato con el Gran Premio de Alabama, se alinearán el francés Sébastien Bourdais, el inglés Max Chilton, el colombiano Juan Pablo Montoya, el sueco Marcus Ericsson, el brasileño Pietro Fittipaldi (reemplazante de Romain en las últimas dos fechas de 2020 en Haas F1), el estadounidense Alexander Rossi y el japonés Takuma Sato. Además de Grosjean, claro, el Ave Fénix y padre de tres chicos al que el fuego no le quitó las ganas de correr. Y el que encara el juego de las diferencias y comparte sus conclusiones con sus seguidores.
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