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Fernando Gamboa: “Cuando los dirigentes te ven por TV se enteran de que no estás muerto”
El exdefensor y DT critica el sistema: “Dirigen siempre más o menos los mismos, y los mismos seguimos afuera”; confiesa que, antes de la elección de Germán Burgos, se propuso en Newell’s para ser su técnico
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“¿Te acordás de Tom y Jerry?”, pregunta el ‘Negro’ Gamboa. A sus 50 años, se apoya en los dibujitos animados de la infancia para hablar con mucha seriedad. El angelito malo alentaba las fechorías del incansable y hambriento felino, mientras que el angelito bueno intentaba desanimarlo. “A mí me pasaba lo mismo. El angelito bueno me decía: ‘Fernando, andá preparándote que esto no dura toda la vida’. Esa era la verdad. Pero el angelito malo me decía lo que yo quería escuchar y me llenaba de felicidad: ‘Quedate tranquilo que vas a jugar toda la vida al fútbol’. Es tan grande mi pasión y mi amor por el fútbol que lo único que hice fue jugar y hoy, intentar ser entrenador. Nunca puse ni una heladería ni un bar. Yo sabía que el angelito malo me mentía, sabía que no existen los futbolistas de 50 años. Pero intentaba convencerme de que nunca me iba a llegar ese momento”.
Esta no es una historia de travesuras ni de persecuciones disparatadas entre el gato y el ratón que van destruyendo todo a su paso. No. Retrata el calvario del retiro. “Cuando volví de jugar en Suiza, en 2004, fui a Argentinos Juniors y tuve la desgracia de empezar a sufrir de pubialgia. No podía girar en la cama ni toser porque me moría de dolor. Los médicos del club me infiltraban tres veces por semana; yo les pedía que me operen, pero no lo recomendaban. Me infiltraban lunes y miércoles en el club, y yo me iba los sábados a la casa del doctor y me volvía a pinchar todo el pubis. Si no hacía eso, el lunes no podía ni entrenar y me daba vergüenza. Tenía un contrato por un año y había jugado siete u ocho partidos. Aunque me amparaba el contrato de trabajo, yo así no podía vivir. Entonces lo llamé al presidente del club, a Luis Segura: ‘Vamos a rescindir’, le dije. ‘¿Qué te pasa?’, me preguntó. ‘No tengo más cara, me estás pagando y no juego. Decime la verdad, ¿no te sacás un peso de encima?’, le pregunté. Iba a la platea y había gente que me decía: ‘Loco, si no jugás, andate’. Y los entendía, el hincha es así”.
Fernando Gamboa se marchó de la Paternal sin saber que nunca más se iba a vestir como futbolista. A las ocho semanas, con acupuntura, estaba perfecto, pero ya había rescindido. Después recibió tres propuestas de clubes de Primera, pero prefirió esperar porque intuía que iban a atravesar problemas con los promedios. Dos, perdieron la categoría. “Enseguida vino el otro torneo y me agarró sin club. Y se terminó mi carrera de la forma más horrible, de la forma más criminal, sin saber siquiera cuál era mi último partido. Con el amor que le tuve a mi profesión, ni siquiera pude llorar sabiendo que iba a jugar mi último partido. Cuando se me terminó, me morí. A mí, me destrozó dejar de jugar”.
-¿Y cuál fue ese último partido?
-Ahora que me lo preguntás…, no lo sé. Creo no equivocarme: Argentinos vs. Vélez, en la cancha de Vélez, una tarde de mucho calor. Yo tenía tanta vergüenza que ese partido lo jugué en reserva. Estaba probando antes de rescindir. Yo quería jugar, quería demostrarles a los dirigentes, a la gente, que podía jugar. Pero yo ya sentía que era una molestia.
Con esa sinceridad hablará Fernando Gamboa en toda la entrevista. No esconde, no simula. Se arrepiente, pide disculpas, confiesa errores, no calla por conveniencia. Y revela un amor que lo obsesiona, que lo expone con una transparencia inusual en el ambiente del fútbol. Pero eso llegará más adelante. Vale una anécdota para conocerlo mejor. “Vinieron Macri y Bilardo y me dijeron: ‘No te vayas de Boca, te hacemos un contrato por dos años más’. Era feliz den Boca, pero no podía aceptar. Tenía un problema existencial, muy serio conmigo mismo. ¿Qué me pasaba? Yo quería saber si los podía marcar a Ronaldo, a Mijatovic, a Stoichkov, a Finidi George, a Raúl… yo quería probarme. Y no era para nadie, era para mí. Quería saber si podía competir en la elite, y para mí la elite era y es Europa”. Después de Newell’s, la selección argentina, River y Boca, en 1996 aceptó jugar en Real Oviedo, un club destinado a pelear por la permanencia en España.
Las vueltas de la vida: el debut fue contra el Barcelona de Stoichkov, Ronaldo, Guardiola, Figo, Amor, Bakero, Luis Enrique, Nadal… “Jugamos de igual a igual y perdimos 2 a 1. Tengo una imagen de ese partido: mi compañero, el 6, estaba marcando a Ronaldo; el ‘Gordo’ lo pasa y entonces yo lo empiezo a correr hasta que mi arquero comienza a salirle, le quita un poco la carrera, yo paso por el costado y me voy para la línea del arco. Ronaldo elude al arquero, patea, me tiro, me pega en la punta del pie, se levanta, pega en el travesaño, baja, me pega en la rodilla y se va afuera. Para mí eso fue un golazo”, cuenta, y vuelve a festejarlo.
-¿Y cómo te fue en la elite?
-Mal no me fue. En los grandes partidos, que son lo que yo quería, me sentí a la altura. Obviamente me pasaron mil veces, perdí mucho, hacíamos campañas para no descender en Oviedo… Mirá, fuimos dos veces a Madrid y perdimos 6-0 y 6-1. Estaba Fer Redondo. Entonces, vos me dirás: ‘Pero Negro, ¿cómo te va a ir bien se te comiste 12 goles y vos eras el central?’ Perdí, claro, mucho. Pero me refiero a que nunca participé de un gol que yo haya propiciado. Después, había mucha jerarquía colectiva de diferencia con los monstruos. Pero ellos vinieron dos veces a Real Oviedo y una empatamos y en la otra perdimos 3-2, e hice un gol: tiré una pared, pasé entre Hierro y Alcorta y me cuando me salió Illgner, la toqué suavecito. Perdimos, sí, pero sentí que estuve a la altura. Ese es el resumen. No volví de España defraudado conmigo mismo. Volví a la Argentina sin ganas, eso sí, quería quedarme. Eran otros tiempos, otros mercados, hoy un jugador confiable, que juega 35 de 38 fechas, hubiese permanecido en Europa hasta sin representante. Pero lamentablemente no fue el mejor momento de la relación con la persona que estaba conmigo… y no logré quedarme. Y esa sí fue una frustración. Yo sentía que estaba capacitado para quedarme, quizás en un equipo de mitad de tabla, pero me había demostrado que no iba a desentonar.
En la charla aparece una anécdota de aquellas experiencias en la elite. “En uno de los partidos contra Real ya nos iban ganando 4-0, creo. Yo estaba prendido fuego. Desfilaban por la cancha. Me acuerdo de memoria la formación: Illgner; Panucci, Hierro, Alcorta y Roberto Carlos; Seedorf, Redondo, Karembeu, Raúl, Mijatovic y Suker… La movían para acá, para allá. En un momento Suker se tira para mí lado, me mira, por supuesto que no tenía ni la menor idea de quién en era yo, y con un español medio cruzado porque venía del Sevilla, me dice: ‘Vos viste lo bien que jugamos nosotros’. Lo putee en colores, sólo quería que le llegue la pelota para matarlo. Era verdad, era verdad…, pero yo estaba incendiado. Ya no era impotencia, nunca me había sentido tan agredido futbolísticamente en una cancha, pero yo no creo que me lo haya dicho desde la vanidad, ni siquiera sé si me quiso cargar…, el tipo estaba entusiasmado por lo bien que jugaban sus compañeros y lo quiso compartir con alguien. Yo estaba ahí, justo conmigo… ‘Te voy a matar croata de mier…’, fue lo menos que le dije”, recuerda Gamboa.
Todo eso corresponde al pasado. Incluso una carrera como entrenador que empezó con una estimulante propulsión y después de tres o cuatro años perdió impulso y se cubrió de ciclos intermitentes entre el ascenso y el exterior. “Si en la Argentina agarrás a un equipo comprometido con el descenso y lográs salvarlo, quizás a los dos meses estés de nuevo desocupado en tu casa. Esa dinámica es muy cruel. O te pasa como a mí, que en mi desesperación por trabajar, por no aguantarme más en mi casa, cometí uno de los peores errores de mi vida: bajé a dirigir al Nacional B después de tres campañas bárbaras en Primera con Newell’s, Chacarita y Colón, sacando más del 60% de los puntos.
-¿Por qué dirigir en el Nacional B fue un error?
-Porque me pusieron un cartelito. Hay dirigentes que al escuchar mi nombre han dicho: ‘Ahhh, no, pero el Negro Gamboa se fue a dirigir al Nacional’. ¿Y qué tiene que ver? Pero me marcaron por eso. Jamás me lo hubiese imaginado, por eso hablo de error, por la factura que me hacen pagar. Mira, yo estuve por ir a dirigir, por amor al fútbol y por un gran sentimiento por Jorge Griffa, a la cuarta división de Independiente cuando él había agarrado todas las inferiores del club en 2015. ¿Y cuál era el problema? ¿Por qué juzgamos a las personas por el lugar en el que trabajan? Eso es lo triste. Te juzgan y perdés el lugar. Porque yo había ido a dirigir a un equipo, o a dos [Gimnasia de Jujuy y Agropecuario] del Nacional B ya no estaba capacitado para Primera. Y me lo hicieron saber, se lo dijeron a las personas de mi confianza: ‘… Pero el Negro dirige Nacional B’, respondían. No estoy desconsiderando a la categoría, por favor, nada más lejos, sino lo cuento para reflejar lo que son algunos personajes de este fútbol.
El fútbol argentino es el más histérico que conozco, y esto que acabo de contar es parte de esa histeria. Una persona que no se toma media hora para evaluar a un entrenador que le ofrecen, que le fue bien en sus primeros tres años de carrera, que quiso bajar al Nacional B para no estar caminando por las paredes de su casa, también es un histérico. Ese dirigente o ese manager son unos histéricos. Y así se cierra las puertas. Y otros te dicen: ‘Pero si te contrato, ¿cómo les explico a los hinchas que vos venís del Nacional B?’ Y así pasa el tiempo, y cuando vos no estás de una estructura, tu nombre no suena en determinadas oficinas, se te achica mucho el marco laboral.
-¿Decís que hay un circuito de técnicos?
-Está todo a la vista. Pero no me pasa sólo a mí, le sucede a muchos entrenadores. Diego Cagna hace unas semanas se fue a entrenar a Wilstemann…, ¿qué, no está preparado para trabajar en el fútbol argentino, casi no salió campeón de Primera con Tigre? Él hasta llegó a decir que no iba a dirigir más porque no tenía propuestas. Entonces duele, fastidia ver que ni se toman un rato para analizar qué hiciste, qué propones. Nadie tiene ninguna obligación de contratarte, pero no puede ser que no haya ni una oportunidad para sentarse a tomar un café. También pensé: ‘Quizás nadie te quiere Negro’. Pero cuando ves que hay entrenadores a los que echan por malos resultados en esta esquina del barrio, y a los cinco días, en la otra esquina, los contratan como los salvadores…, te duele. Pregunto: ese mismo dirigente que no se tomó ni media hora para ver mi propuesta, ¿tampoco se tomó media hora para analizar que acaba de contratar a alguien que hace un par de días lo echaron de otro lado por lo mal que le iba? Somos muchos los Gamboa, los Diego Cagna que queremos entrenar y siempre quedamos afuera. A la persona que no le fue bien, lo normal sería que tenga un parate para optar por otra gente, otras ideas. No. Dirigen siempre más o menos los mismos, y los mismos seguimos afuera. Y me duele. Me duele porque sé la historia, no soy tonto, soy un tipo del fútbol y ya cumplí 50. Sé lo que pasa y tengo el derecho de no estar de acuerdo con lo que pasa.
-Tal vez tu perfil huidizo tampoco te ayuda.
-Es el primer reproche que recibo de la gente que me quiere de verdad. Me dicen: ‘Negro, Fernando o papá, -porque tengo hijos de 26 y 20 años-, andá a la televisión, andá a la radio, hace una nota con un buen diario’. Tengo un conflicto existencial, soy un renegado: ¿por qué me van a tener que contratar porque me vean en la tele? Tendrían que medirme por lo que hice, por quién soy. Pero también entiendo que ir la tele, a determinados programas que son pocos, sirve. Hay dirigentes que escuchan, o amigos del dirigente o el manager que pueden descubrir que tenés ideas interesantes y actualizadas. Muchos dirigentes se enteran que estás vivo cuando te ven en la tele. Y descubren que digo cosas coherentes, y te explico que te mienten cuando te dicen que juegan con línea de 3 y en realidad es línea de 5 si te ponen tres centrales y dos laterales. Línea de tres hacíamos en Chacarita, porque después de los tres centrales, por la izquierda jugaba ‘Ema’ Centurión y del otro lado el ‘Turco’ Zarich. ¿Qué eran? Volantes ofensivos. Me lo han dicho entrenadores amigos: ‘Fer, tenés que ir a la tele, porque una vez que vas, automáticamente te llega laburo’.
-Fuiste el DT de Eduardo López en el Newell´s 2008. ¿No estarás pagando esa factura todavía?
-Qué me han pasado factura, sí, claro, hasta gente de Newell’s se enojó, pero porque no sabía la realidad. No me fui por López, pero en ese momento no era libre para explicarlo. Me fui porque, debido a la comisión directiva que entraba, iba a tener que compartir el ambiente con una persona y se podía tensar el ambiente. Hoy, mirá vos, hablo con él sin problemas porque no soy un tipo rencoroso. Pero en ese momento pensé que le iba a hacer mal a Newell’s, y eso no me lo iba a permitir. El club venía de mil problemas, y si yo decía: ‘Me estoy yendo por vos, o por ustedes’, en lugar de ayudar, le iba a tirar tierra a la gente que había ganado las elecciones y debía conducir al club de mis amores. López fue el primero que me dijo ‘no te tenés que ir, vos sos más hincha de Newell’s que yo’. Fue el error más grande que cometí en mi vida como entrenador, y de alguna manera marcó mi carrera. Y el segundo ya lo expliqué: ir al Nacional B.
-Tal vez te fuiste imaginado que ibas a volver pronto a Newell´s. Pero no volviste más.
-Nunca me imaginé que iba a pasar tanto tiempo, hasta hoy, sin tener la posibilidad de regresar. Con todo el derecho del mundo, todos decidieron no darme ninguna posibilidad. Los que conducen, deciden. Cuando yo veo que estuvo la posibilidad de Newell´s, no digo no me eligieron, digo ‘perdí’. Y me toco perder siempre. Muchos entrenadores se han ido en todos estos años y siempre llamaron a otro.
-¿Te duele más por ser de la casa?
-No sé si duele más, pero sí digo que hay momentos en los que ser del riñón del club es muy importante. Los que conducen son los que deciden, repito y respeto. Y mirá…, voy a aclarar algo porque mucha gente me dice: ‘Negro, pero vos poné todo, poné lo tuyo para volver a Newell´s…’ Y me siento medio culposo, porque tengo miedo que alguien se crea que yo no me desvivo por Newell’s. No le hago daño a nadie contando esto. Esta última vez que se fue el entrenador, y solo después que se fuera Frank Kudelka, y antes de que se terminaran decidiendo por el ‘Mono’ Burgos, yo hice todo lo que tenía que hacer, y más, para volver. Por eso ahora lo cuento. Llamé y les dije que quería volver a mi casa para ser el técnico de Newell´s. Hablé con el presidente del club, con Jorge Bermúdez; hablé con Cristian D’Amico y hablé con Seba Peratta, el manager. A su vez, antes, porque en Newell´s están pendiente las elecciones, hablé con Nacho Astore, que es mi amigo; con Joaco Concina y con Ariel Moresco, en definitiva, con las tres agrupaciones, y todos me dijeron que querían que yo fuese el entrenador. Pero siempre entendí que debía esperar. A Rafael Bielsa también llamé, entendiendo que me podía ayudar, y me atendió de maravilla. Y lo cuento para que nadie piense que, cuando Newell´s no tiene entrenador, yo me quedo de brazos cruzados creyéndome que soy el profe Bielsa. Antes de ser contratado el ‘Mono’ Burgos, hablé con todos. ¿Qué más puedo hacer? ¿Un piquete en la puerta del Coloso?
-Te ofreciste para ser el DT de Newell´s y aun así no te eligieron. ¿Cómo te sentiste?
-Nada lo hice con esfuerzo, fue puro amor y deseo lo que me movilizó. Ahora, ¿cómo me sentí? Te lo digo con sinceridad absoluta: me destrozó. Pero no por el ‘Mono’…, por mí…, es que en un momento me imaginé que me iban a elegir. Por supuesto, tienen todo el derecho de elegir a quien quieran, pero me destrozó, me destrozó, me hizo muy mal. Estuve un par de semanas tambaleando, pisando en el aire. Después te tenés que volver a acomodar, y prepararte, soñando con que alguna puerta alguna vez se pueda abrir. Yo perseguí esta posibilidad, y cuando no se produjo, Seba Peratta me dijo: ‘Si no es ahora será más adelante’. Y yo llegué a decirle: ‘Si no es ahora, no será nunca’. Y es mentira, porque siempre voy a estar al pie del cañón para Newell’s.
“Gallardo es el mejor de todos, lejos, y también lo va a demostrar en Europa”
Al día siguiente debían presentarse en la práctica con dos palos de escoba. Tenían que sacarle punta en uno de los extremos. “Para la mayoría de los chicos no era un problema, pero para mí, para los que vivíamos en la pensión de Newell’s, sí. ¿De dónde íbamos a sacar diez escobas? Me acuerdo que dimos vuelta el club en búsqueda de escobas viejas que estuviesen tiradas por ahí”. Habla Gamboa de Marcelo Bielsa y se le acelera el pulso. Tenía 14 años cuando lo conoció y fue su técnico durante seis años en distintas categorías. “Siempre fue un adelantado. Hoy veo que se muestran ejercicios de algunos equipos del mundo y se los describe como una gran innovación, y nosotros los hacíamos en el año 1984. Nadia sabe todo, pero yo creo que él realmente está muy cerca de saberlo todo”.
La carrera, la vida de Fernando Gamboa en el fútbol, está llena de nombres propios. Desde Jorge Griffa: “Mi papá futbolístico”, hasta Oscar Tabárez: “Un caballerazo”. Lo dirigieron César Luis Menotti y Carlos Bilardo, ambos en Boca. “Fue mágico conocerlo a César. Es de esas personas que, además de enseñarte de fútbol, si tenés los oídos bien abiertos te ayudan a vivir de otra manera. Y Carlos también fue maravilloso. Un obsesivo, pero cómo no serlo si la tenía clarísima. Claro que es diferente al ‘Flaco’ Menotti, pero los dos llegaron a lo máximo. Son tan diferentes que, al dar la vuelta, sentís que en algún punto se encuentran”.
Y en la selección argentina lo dirigió Alfio Basile: “Otra maravilla de ser humano y de entrenador. Le estaré siempre agradecido. Un tipo muy clarito conceptualmente. Hablen de códigos, no, eso es de los mafiosos, ‘Coco’ tiene principios. Yo inicié el ciclo de Basile, pero me lastimé la rodilla antes de la Copa América de 1993. Tardé tanto tiempo en volver, cuatro o cinco meses, que el ‘Coco’ lo llamó al ‘Negrito’ Cáceres y ahí perdí terreno. En la selección el nivel es altísimo, todos son buenos. No digo que iba a jugar, pero en el grupo del Mundial ’94 sentía que iba estar. Después me fui a River, me pasa eso desagradable con Passarella, Passarella después agarra la selección y ya supe que nunca más habría lugar para mí en la selección...”
-¿Qué pasó con Passarella?
-Me abrió las puertas de River, y eso se agradece, y después fue la persona más nefasta que me crucé en el fútbol. Me fui de River a Boca porque Passarella me echó por lo que me pidió, por lo que me dijo… Me lo voy a llevar conmigo. Si digo que, gracias a él, pude conocer a Boca, donde iba a vivir cosas maravillosas. Me hizo muy, muy mal cómo se portó conmigo.
Aparecen otros apellidos. “A Alejandro Sabella no lo tuve porque eran el ‘Tolo’ Gallego y Pitarch los que estaban con Passarella, después se sumó Sabella; con su partida perdimos a un maestro. Y a Gallego lo quiero con todo mi corazón, él me llevó a River. Siempre sentí que intentaba ayudarme. Es uno de los técnicos con la lectura más veloz de lo que ocurre en un partido”. El turno de Macelo Gallardo, que en 2014 estaba camino a Rosario, quizás para arreglar como DT de Newell´s, cuando lo llamó Francescoli para River. “Cuando yo llegué a River, el ‘Muñeco’ estaba apareciendo. Con el ‘Pelado’ Almeyda, el guatemalteco Rojitas, estaba Hernán Crespo y el ‘Burrito’ ya venía jugando. Lo conocí ahí como compañero, era un chico maravilloso; te dabas cuenta de que iba a ser un gran jugador e hizo una carrera extraordinaria. Con mis 23 años no podía imaginarme este técnico, estaría sanateando. Sí puedo evaluar lo que está haciendo desde hace un tiempo largo, y es el mejor de todos, el mejor, lejos. Lo que consiguió es inmenso. Toma decisiones para que le pasen las cosas que le pasan, no es que gana porque está en River. Tiene todo el derecho del mundo de que en algún momento no le vaya bien, y nadie podrá decir que estos siete años han sido casualidad. Es el mejor de todos. Un entrenador de elite, y si a alguien le queda alguna duda, en Europa también lo va a demostrar”.
Ahora, el repaso se cubre de rojinegro. “Yo no era nadie al lado de él, y ahora tampoco. Pero el ‘Tata’ Martino me ayudó mucho a crecer y a entender lo que significaba el fútbol, hablándome muy poco. Lo veía como jugador y el ‘Tata’ era todo lo que estaba bien. Hoy, es un entrenador de elite”, cuenta, revisando aquel Newell´s de los ’90.
Entonces, surge su gran compañero de zaga: Mauricio Pochettino. “Yo tenía 20 y Poche, 19…, en ese momento no lo veía a él como técnico, pero tampoco me veía yo como técnico. Sos muy joven, sólo querés jugar y toda la vida está por delante. Cuando te vas haciendo más grande desarrollás la capacidad de ver eso en el otro. Te podría decir ‘siiiiiii, ya se veía un técnico en Poche, como se podría decir del Cholo…’ Pero mentiría. Yo jugué con el ‘Cholo’ Simeone el Sudamericano Sub 20, el Mundial Sub 20 de Arabia en 1989 y el Preolímpico del ’92, pero en esos momentos sos muy pibe, todo está por venir. En ese momento el futuro no está en tus planes, pero tal vez había alguien grande en el grupo y ese sí podía imaginarse que el ‘Cholo’, Poche, el ‘Toto’ Berizzo, Darío Franco o yo íbamos a ser entrenadores”.
¿Y el leproso Lionel Messi? “Sólo crucé un saludo muy cortito las dos veces que lo ví. Fue cuando él vino al Showbol a saludar a Armando. No tuve nunca la posibilidad de tomar un café y charlar un rato con él”. ¿Gamboa dijo Armando? Para él, desde siempre, Diego Maradona es Armando. “No podía dejar de llorar cuando se nos fue Armando… Intenté llegar por todos los medios hasta Armando…, éramos muchos los que intentamos llegar a él, e hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance. Yo llama 42 veces por teléfono por día y siempre una cosa, otra y nada. Toda sanata. Yo sólo quería decirle que lo quería mucho, y nunca le pasaban los mensajes. Compartí tantas cosas con él, un tipo enorme, generoso, amigo. Lo llevaré siempre en mi corazón y lo seguiré llorando”.
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