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Félix Sánchez: pinta de atleta
La doble vida del atleta Félix Sánchez: pintor de obra y corredor reconocido; cómo conviven dos universos tan distintos en un mismo cuerpo; una flamante sección dondedescubrir historias impensadas del atletismo amateur
Ocho ladrones lo persiguen, corre dos cuadras, les saca media de ventaja. De golpe para, los insulta a pleno pulmón, la patota lo acorrala, él vuelve a correr. Otra vez los deja atrás, otra vez se detiene, otra vez los insulta, otra vez se escapa. Así fue, cada dos cuadras, más de un kilómetro: se podría tomar como un buen entrenamiento intervalado. Hasta que por fin, los desentrenados asaltantes desisten cansados, enojados y desconcertados ¿Por qué su víctima paraba a insultarlos cada dos cuadras sólo para volver a correr? "Es que venía peleando con mi novia por celular", aclara Félix Sánchez "y aproveché para descargarme con los chorros".
Hace 29 años nació en Formosa, al menos eso le dicen, él no recuerda nada; era un nenito cuando llegó con su mamá y un par de hermanas a la ciudad de la furia. A los 12, murió su madre, y él se fue a vivir con su hermana mayor. Pero no quería ser una carga en el nuevo hogar, entonces el cuñado le enseñó los oficios de la construcción: al poco tiempo traía plata la casa. "Aprendí de todo, pero elegí la pintura porque dos rodillos y una lata las llevo en cualquier colectivo", explica, práctico.
Brochas, pinturas, lijas y el kit de emergencia: pantalones cortos y zapatillas "nunca sé bien donde termino entrenando", confiesa Sánchez. Fanático del deporte, arribó a atletismo por un desafío que tocó su orgullo. Un compañero de club -que corría- lo retó a competir en una carrera de 8k. "Pobrecito, yo nunca había corrido", se burla Sánchez "y le saqué 300 metros". Desde ese domingo, hace siete años, nunca más dejó de correr
El oficio de pintor le da cierta independencia para entrenar. "Cuando necesito unos días libres para una carrera importante, me los pido", cuenta y ríe. "Total mi jefe soy yo", añade. Y se los pide seguidos. En la temporada de verano, en la costa atlántica, corrió 11 carreras en 5 semanas –y tan mal no lo hizo, ganó 5 y en una sola quedó afuera del podio-. Larga entre 40 y 60 carreras por año, aunque dice que jamás las contó.
¿Pero, qué es lo que más le gusta de correr? "La pregunta sería, ¿qué es lo que no me gusta? ¡Si me gusta todo!", se sincera Félix. Tanto le gusta, que en el último Campeonato Nacional de pista, participó de tres competencias, ¡en dos días!
Tras las carreras de calle con mayor nivel "me encanta cuando me tengo que matar para entrar dentro de los diez primeros", visitó unas ocho provincias, y en todas conquistó amigos. Entre ellos, uno de sus mayores rivales, Ezequiel Monín (subcampeón Nacional de 1500 metros en menores, juveniles y sub23). "Muy aguerrido, siempre deja un poco más que cualquier otro atleta", describe así, el atleta marplatense, a Sánchez. "En el atletismo y en la vida es un laburante", sostiene Monín.
Dicen que haciendo se aprende. Una vez, a Sánchez le propusieron empapelar una habitación, nunca había hecho ese trabajo, pero puso manos al papel. Pidió ayuda a un par de amigos atletas, "me había comprometido a terminar sí o sí", y el sábado competía en Entre Ríos. Pero llevaban empapelando 24 horas seguidas (¡sí, 24!), eran las 8 de la mañana del sábado, y aún quedaban varios rollos sin pegar. Félix se dio por vencido, llamó para bajarse del viaje, pero los ayudantes eran, ante todo, atletas y entendieron la emergencia. "Andá que nosotros te cubrimos", le dijeron. Viajó sin dormir, se tomó tres cafés dobles y largó los 15 km en pleno verano entrerriano. Terminó 5to y con 1500 pesos de premio en el bolsillo. Lo dice sin dudar: "valió la pena".
No siempre el trabajo está primero que las carreras, a veces es al revés. En la Fila de 2012, terminó de competir y se fue al trote, suavecito, a pintar todo el domingo. Había que entregar un local el lunes sin falta, y el sábado se pidió el día libre, para descansar antes de competir. Aunque hay que reconocer que, a veces, se ordenan un poco mejor. Para la media maratón de Rosario, un miércoles trabajó 20 horas, "pero el jueves y el viernes, solo 8", y la planificación dio resultado: corrió en 1h09m36s.
El que quiera encontrar a Sánchez un domingo, que lo busque en la calle, compitiendo. En cambio, los sábados, su lugar es la pista. Los torneos de la Federación Atlética Metropolitana (FAM) en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) lo tienen siempre presente. Y si no compite –algo raro- va a alentar a sus compañeros de club, FCMax. Reconoce que allí es donde se siente más querido, apreciado por todos. Es que no hay un fondista en la pista que no sepa quién es Félix.
Allí, casi todos tienen una anécdota con él, y yo también tengo la mía. Era la Copa Nacional de Clubes, donde los atletas buscan sumar puntos para su equipo. Félix tiene la camiseta de su club grabada en la piel y largó los 10.000 metros a velocidad crucero, haciendo de liebre a varios compañeros, para que todos ganen puntos. Yo debutaba en la distancia y me infiltré en ese grupito que iba detrás de él. Pero de a poco se fueron descolgando los vagones de la locomotora. Yo apenas lograba resistir, era mi primer 10.000 y se me hacían largas las 25 vueltas, pensé que estábamos luchando una terrible batalla de igual a igual. De repente Félix mira a la tribuna, se ríe, se lleva la mano a la boca y bosteza: así me dio la bienvenida Sánchez a la pista.
Más allá de la pista, más allá de la calle, su terreno favorito es el cross country. "Es donde me siento realmente libre", dice. En la Argentina la temporada de cross no es grande, a diferencia de Europa donde los Nacionales y el Mundial de la disciplina, causan furor. Aquí suelen ser 4 o 5 fechas y luego el Campeonato Nacional. En esa instancia, allá por el año 2011, él recuerda la mejor carrera de su vida, "a pesar de que me había peleado con mi novia" –no la misma con la que discutía por celular, otra, con la que tampoco se llevaba muy bien-, aclara. Clasificó a 30 segundos del campeón nacional, luchando hasta los últimos metros con lo mejor del atletismo argentino.
La contracara, también la vivió en los cross. En ese año 2011, también se celebra el clasificatorio para el Campeonato Sudamericano en Concordia, la gran oportunidad de representar por primera vez al país. "Llegué preparado como nunca", recuerda, pero la partida fue un descontrol, todos apretados durante un cuarto de hora antes de largar, cuando finalmente se oyó el disparo, la manda de atletas se desbordó, y al primer paso le sacan la zapatilla. Perdió medio minuto intentado recuperar el calzado mientras dos mil corredores lo pasaban, literalmente, como poste. "Cuando me pude calzar, salgo como loco, llorando", aún hoy se emociona, logró conectar la punta antes de los 2 km y luchar hasta el final. Pero en los últimos metros de carrera sintió el esfuerzo final y quedó a poco segundos de ser parte del equipo. "Estoy seguro que con una buena largada me clasificaba", se lamenta, triste, Félix.
Fue ese año, en 2011, donde intentó el gran salto: vivir del atletismo. Estaba entrenado al límite y sentía que podía correr de igual a igual con los mejores del país. Pero cuando llegó la primera lesión importante, le faltó apoyo. "Principalmente de mi familia", aclara, y tuvo que retomar las brochas, los rodillos, y volver a pintar.
Hoy por hoy, los días de entrenos se suman después del trabajo, de lunes a lunes. "Paro un día si estoy muy cansado, pero puedo darle un mes seguido", reconoce . "Tengo la suerte de un cuerpo que aguanta mucho", cuenta. Sabe que podría correr más fuerte, pero por ahora el destino pinta así.
-¿En qué te aventaja un profesional al competir?
-Pueden entrenar doble turno y descansar entre ambos estímulos. Yo a veces hago doble, pero en el medio trabajo diez horas. Aunque, por otro lado, ellos tienen más estrés, porque si no ganan no comen.
-¿Entonces no les envidiás el lugar?
- ¡Si! Me encantaría dedicarme a pleno, no tengo problema en vivir con presión.
-¿Qué te falta para volver a intentarlo?
-Algún sponsor, aunque sea de comida, un supermercado o algo así. No quiero algo material, con tener para comer y correr estoy completo.
Vive de pintor, sueña como corredor. Una historia, de las tantas, que se esconden tras una foto arriba de un podio. Los caminos secretos que se recorren para llegar, pero que no retratan ninguna cámara, no aplauden ningún público, no regalan ningún trofeo. Dos caras de la medalla del atletismo amateur. La doble vida de Félix Sánchez: de lunes a viernes le pone color a la realidad; los fines de semana pinta de atleta.
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