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Eugenia De Armas ganó la medalla de oro en wakeboard en los Juegos Panamericanos Santiago 2023
La campeona mundial de la modalidad defendió el título panamericano conseguido en Lima 2019
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SANTIAGO DE CHILE.– Las acrobacias de Eugenia De Armas sobre el agua son un show. Pero literal. Es tan buena que en 2021 fue contratada como doble de riesgo para la serie de Netflix “Cielo grande”, basada en los deportes acuáticos, y hoy es bicampeona panamericana en wakeboard, con el antecedente de su triunfo en Lima 2019 y la consagración de ayer en Laguna Los Morros, San Bernardo, un emplazamiento al sur de esta ciudad que colinda con zonas rurales.
Se estaba haciendo desear la primera medalla de oro para Argentina en Santiago 2023, después de dos días sin el metal más preciado en el medallero general. Finalmente, en la tercera jornada intensa del certamen, llegó el mejor premio gracias a la increíble destreza de esta chica de 24 años nacida en Núñez pero criada en el Barrio Náutico de Escobar.
Su hermana tres años mayor, María Victoria, fue su guía y mentora. “Empecé en este deporte para copiarla a ella, yo la seguí en todas las competencias. Aunque al principio, Vicky le tenía miedo al agua y no se quería meter, entonces mis viejos buscaron una manera para que entrara y encontramos el wake. Como buena hermana menor, la seguí y nos empezamos a meter cada vez más, cada vez más... Ella fue la que más me ayudó a progresar, estuvo en todos mis logros y mis caídas”, narra a LA NACION Eugenia, que ganó todos los desafíos a lo largo de su camino y hasta se consagró campeona mundial.
En realidad, no le falta un objetivo por cumplir, porque es la primera bicampeona panamericana de la historia y esta disciplina no es olímpica. “Me encantaría que lo fuese, pero no me quejo ni insisto mucho. Una siente como deportista que falta un título más, pero en realidad no, porque no figuramos en los Juegos Olímpicos”, detalla.
Finalizó primera, con un puntaje de 83.11, por encima de la estadounidense Mary Morgan Howell (80.56) y de la chilena Ignacia Holscher Castillo (64.89). Sin embargo, no estaba tan segura de que se llevaría la medalla dorada: “Una se imagina que la rompió, que es oro seguro, pero a veces, arriba de la lancha, se ven otros movimientos que por ahí no ven fuera del agua. Todos me decían que la de oro era mía, pero hasta no tener el resultado oficial no quería quemarla antes de tiempo”.
Desde 2018 es la única mujer en la historia del wakeboard en ser capaz de realizar un doble giro completo. Nadie la pudo igualar aún. Será que ese corazón valiente le nacía desde chica. “Toda la vida me dijeron que tenía la cabeza en las nubes, que estaba en otra. Siempre fui la más mandada y catrasca en todo sentido, dentro y fuera del agua”, sonríe, con la misma frescura con que vuela por los aires aferrada a un manillar. Para asegurarse la medalla de oro probó un último truco a todo o nada, tal como describió, y terminó festejando con esa comunidad náutica que siempre la acompaña.
Pero cuando era muy chica estaba del otro lado, secundando a su hermana en todas las competencias desde la orilla. “Me acuerdo que a mis 5 años, viendo a Vicky, se me ensució un oso Winnie the Pooh. Se me rompió todo y yo estaba más preocupada por mi peluche que por verla a ella en el torneo. En mi cabeza fue algo tremendo, un trauma”, cuenta, y vuelve a soltar una carcajada.
En esta increíble aventura conviviendo siempre con el oleaje de la lancha, la espuma del agua y las piruetas aéreas, también se le abrió aquella oportunidad en Netflix que disfrutó al máximo, y de manera impensada. Actuaron ella, su hermana y su padre y filmaron durante tres meses, tanto en Pilar como en el Delta. “Lo de la serie estuvo buenísimo; a mi papá no se lo ve tanto, está más escondido y le pusieron un gorrito y lentes. Nos moríamos de risa; que el deporte se difunda en una plataforma tan importante es un orgullo. Lo haría un millón de veces más por amor al deporte”.
La rider admitió que ahora, con cuatro años más de currículum y logros, sintió una exigencia mucho mayor: “Tenía más expectativas en estos Juegos de Santiago que en Lima, donde en su momento hice lo mejor que pude. Esta vez sentía más presión por conseguir el oro, pero más por mí. Estaba más presionada porque tengo el título de campeona mundial”.
Su sensación es que ahora es mucho más consistente, con más control. “Hace cuatro años, por ahí salía algo a veces y otras no, ahora estaba más concentrada; sabía lo que tenía que hacer”. Lloró, sonrió, saltó, se abrazó y habló con Vicky por teléfono. Un sinfín de emociones y esa saludable sensación del deber cumplido, una vez más. “Hace un año y medio me avisaron que vendría a representar a la Argentina en los Juegos Panamericanos de Santiago y era algo que quería. Es una felicidad enorme y un esfuerzo que valió la pena”.
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