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Es difícil identificar a qué quieren jugar los Pumas
En la columna anterior hablaba de hacer cuestionar a los ingleses en sus puntos fuertes para generarles dudas y finalmente fueron ellos quienes lograron hacerlo con los nuestros. Durante todo el partido buscaron someternos con el line, con el maul y en especial, con el scrum; incluso hasta antes de la expulsión de Tomás Lavanini y aún siendo 15 contra 15, nos robaron una pelota de scrum que no hookeamos bien y hasta el primer try del partido se gestó luego de un maul perfectamente estructurado por los ingleses en el que nos empujaron varios metros. Esto es un signo que marca a cualquier equipo, ya que los Pumas venían sintiéndose fuertes desde el principio del Mundial en esas formaciones.
Inglaterra manejó el ritmo y en ningún momento se desesperó. Defendió bien durante todo partido con gran presión y una excelente organización defensiva, utilizó espaldas en ataque para poder juntar a la defensa argentina y luego aprovechar los espacios que generaba por afuera capitalizando la velocidad de sus wines, y tuvo un excelente juego con el pie que le permitió mantener alejado de su ingoal al equipo argentino. Esto es algo que evidentemente tenían planeado y deben haber preparado específicamente para ejecutar contra los Pumas.
Los ingleses son así: entran en la cancha y recitan exactamente todo lo que prepararon. Es como si se programaran y siguieran el plan a la perfección. Incluso, cuando se quedaron con un jugador más no dejaron de patear en ningún momento y no se salieron un segundo de su libreto, manejando los tiempos de juego a su antojo. Prueba de esto es el último try que marcaron en el primer tiempo: estando arriba 10-3 (raro que Owen Farrell errara tantas patadas a los palos), jugaron repetidos picks and go de un metro sin volverse locos durante dos o tres minutos y con perfecto control, obligando al equipo argentino a cometer infracción, y ya jugando con ventaja, fueron pacientes hasta que se les abrió el espacio.
Es difícil identificar a qué quieren jugar los Pumas. No hay duda de que pusieron muchas ganas y no se les puede reprochar la entrega, pero a este nivel, contra esta clase de equipos y durante un Mundial, es el requisito mínimo.
Del otro lado, es difícil identificar a qué quieren jugar los Pumas. No hay duda de que pusieron muchas ganas y no se les puede reprochar la entrega, pero a este nivel, contra esta clase de equipos y durante un Mundial, es el requisito mínimo. Es cierto que jugaron contra una gran presión de Inglaterra perfectamente organizada, pero nunca llegaron a mostrar cuál era su intención de juego. Más allá de las formaciones fijas y algunos arrestos individuales, no se notó un plan de juego definido como sí lo tenía perfectamente identificado Inglaterra.
Con respecto a la expulsión de Tomás Lavanini, hice justamente alusión en mi anterior columna de la necesidad de tener la mente fría y el corazón caliente, sobre todo en este tipo de partidos definitorios. Hablé de la importancia de no pasarse de rosca y, lamentablemente, fue lo que sucedió. La agresividad, cuando es mal controlada, lleva a una decisión que se toma en una milésima de segundo y de la cual uno suele arrepentirse por el resto del partido, y en este caso por el resto del Mundial seguramente. Es inevitable remarcar que la tarjeta roja aplicada a Lavanini fue un punto de inflexión. Si ya iba a ser difícil jugar con 15 contra un gran equipo con la organización de Inglaterra, con un hombre menos se complicó demasiado todo. A pesar de esto, los Pumas reaccionaron rápidamente y dejaron de meter jugadores en los rucks en defensa para no involucrar jugadores inútilmente y poder defender afuera, pero todo esto generaba un desgaste y un cortocircuito importante que contra un rival de este nivel es dar mucha ventaja.
La expulsión tuvo una gran influencia psicológica en Argentina, que recibió un mazazo en la cabeza. Sería demasiado duro atribuirle la derrota a Lavanini. Incluso con él en los 80 minutos iba a ser muy difícil ganar.
La sanción estuvo bien aplicada; en el rugby internacional está clarísimo que esa acción implica expulsión. En la cámara lenta se aprecia cómo Lavanini pegó un hombrazo justo a la altura de la mandíbula y los árbitros tienden a sancionar rigurosamente los golpes del cuello hacia arriba. Fue una infracción grave que no se puede discutir, y menos a un árbitro con la experiencia de Nigel Owens, uno de los mejores del mundo en mi opinión. Una bronca tremenda, porque los Pumas venían jugando tal vez el mejor partido en este Mundial, pero los jugadores saben que todas las acciones como ésta son sancionadas de la misma manera. La expulsión tuvo una gran influencia psicológica en Argentina, que recibió un mazazo en la cabeza. De todos modos, sería demasiado duro atribuirle la derrota a Tomy Lavanini. Incluso con él en los 80 minutos iba a ser muy difícil ganar. Seguramente el desarrollo del partido hubiera sido un poco más ajustado, pero Inglaterra estaba mucho más preparada y, sin dudas, es un equipo superior al argentino.
El resumen del partido
Tal vez, lo único que se podría objetarle al juez es no haber puesto una tarjeta amarilla en los primeros minutos, cuando el pilar Kyle Sinckler tackleó sin utilizar los brazos y dio lugar al penal que convirtió Urdapilleta. Owens le habló al capitán Farrell y le indicó que habían cometido tres infracciones seguidas en la misma jugada, pero sinceramente no sé si esa acción llegaba a merecer una amonestación. Más allá de esto, el árbitro no influyó en el juego y Lavanini fue bien expulsado. Ante jugadas como esa no hay muchas dudas y se sabe que conllevan tarjeta roja. Apuntar al árbitro sería buscar excusas...
Ya en la segunda mitad y con el partido prácticamente definido, los jóvenes que ingresaron lo hicieron con muchas ganas pero en un contexto complicado, de completa desorganización del equipo y con Inglaterra controlando perfectamente los tiempos del partido. A tal punto, que daba la impresión que los ingleses dejaban pasar el tiempo para no jugar más... Parecen tener entrenado en qué momentos del partido deben acelerar: los primeros y los últimos minutos de cada período. De hecho, si nos fijamos bien, fueron en estos momentos donde marcaron tries. Después, durante el desarrollo, suelen privilegiar el juego con el pie y aunque siguen presionando con la defensa, hacen más lento el juego, aún en este caso, cuando contaban con un jugador más. Es como si tuvieran la capacidad y la frialdad para manejar los ritmos y evitar generar desgaste.
De los ingleses me gustó mucho la tercera línea, y sobre todo el 7, Sam Underhill. ¡Un animal! Muy completo. Joven, pero muy agresivo y con gran despliegue. Estuvo en todos lados, tackleó a destajo, se hizo sentir y fue ofensivo durante los 80 minutos. Se manejó siempre con una excelente posición del cuerpo en el contacto y ganó metros cada vez que tuvo la pelota en sus manos. Me sorprendió.
Algo malo para remarcar, fueron los varios tumultos que se ocasionaron en el partido. Si existieron cargadas, hay que hacerse respetar y no dejarlas pasar, ya que no deben aceptarse de ninguna manera. Es una falta de respeto. Ahora, si no las hubo, debemos evitar este tipo de reacciones por impotencia. Dan una mala imagen.
Es una decepción enorme que, imagino, pegará fuerte en los jugadores y el staff. Pero antes del Mundial se sabía que este resultado era una de las posibilidades y la camiseta argentina debe honrarse siempre. Cada vez que uno tiene la chance de ponérsela está representando a su familia, a su gente, a su club.
Es cierto que matemáticamente hay chances de clasificarse todavía, pero debemos tener demasiada suerte. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y con Francia puede pasar cualquier cosa. Pero lo normal sería que para los Pumas el Mundial se termine luego del partido contra Estados Unidos. Francia sabe que debe ganarle a Tonga para clasificarse a los cuartos de final. Ya vivió una derrota en el pasado contra Tonga en el Mundial de 2011 y, teniendo en el staff jugadores que participaron aquel día, me sorprendería que vuelvan a cometer los mismos errores como para faltarle el respeto a los tonganos y no llegar preparados a un partido tan importante para ellos. De no ganarle a los tonganos, Francia terminaría jugándose contra Inglaterra el pase a cuartos… Los Pumas necesitan prácticamente un milagro.
Pero todavía le queda un partido al equipo argentino para tratar de mostrar otra cara. Se viene una semana corta, ya que el choque contra Estados Unidos será el miércoles. Hay pocos días para digerir esta derrota... Es una decepción enorme que, imagino, pegará fuerte en los jugadores y el staff. Pero antes del Mundial se sabía que este resultado era una de las posibilidades y la camiseta argentina debe honrarse siempre. Cada vez que uno tiene la chance de ponérsela está representando a su familia, a su gente, a su club. Creo que eso es motivación suficiente para enfocarse y terminar de la mejor manera. Sería irrespetuoso afrontar el último partido sin darle la importancia que merece. Uno tiene que dar siempre el 100% con la camiseta argentina, por el honor que implica llevarla y defenderla, por el respeto a la rica historia del seleccionado y a toda la gente que representa.
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