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Emil Zatopek, la locomotora humana
“Después de mis tres medallas en Helsinki, no pude caminar por una semana. Pero fue el dolor más placentero que sentí en mi vida”, dijo Emil Zatopek. Seguramente con una sonrisa enorme, esa que regalaba en todo momento.
La forma de correr de Emil Zatopek (Koprivnice, 1922 – Praga, 2000) nunca fue muy ortodoxa. Siempre daba la sensación de que iba al límite. Siempre iba al límite. En todas sus carreras y en la distancia que fuera parecía que en cualquier momento se iba a desplomar del esfuerzo. Pero, bajo ese estilo agónico y poco armónimoc para correr, se escondía una máquina de devorar kilómetros a una velocidad sobrehumana. Casi demencial.
Prefiero sufrir en los entrenamientos y no sufrir en las carreras
Su rigurosa forma de entrenamiento le valió cuatro oros olímpicos, una plata, batir durante su carrera deportiva nada menos que 28 récords mundiales en nueve especialidades distintas y estar seis años ininterrumpidos imbatible.
Corría en los climas más extremos. Incluso en la nieve, y agregaba peso extra a sus botas de la armada (se negaba a usar zapatillas de deportes cuando no eran eventos oficiales) para aumentar el nivel de exigencia. Su objetivo es correr en todo momento fuera de la zona de confort. Para él, correr así era elevar su umbral y. Con eso creía que en plena competencia podría tener un plus ante sus rivales de turno.
Su filosofía era muy simple y sencilla: "Prefiero sufrir en los entrenamientos y no sufrir en las carreras". Entrenaba durante todo el año: unos 800 kilómetros al mes y 1000 horas al año. Por todo ello se lo conoce como "La locomotora humana".
Era y es considerado por su pueblo como un héroe nacional. Sin embargo, cayó en la miseria cuando en 1968 apoyó al político Alexander Dubcek ante la invasión soviética, siendo degradado hasta acabar de barrendero para poder sobrevivir. Las presiones de sus compatriotas, que seguían adorándole, acabaron dando sus frutos y en 1975 se le devolvió parte de su reconocimiento, del que pudo disfrutar hasta su muerte el 22 de noviembre de 2000 a consecuencia de un derrame cerebral.
En su lápida aparece su particular forma de correr esculpida en piedra, junto a los anillos olímpicos y la leyenda "Olimpisky Vitez" ("Héroe Olímpico"). Lo fue. Lo es.
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