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El yachting siempre cumple: Olezza y Lange-Carranza lograron la clasificación para Tokio 2020
En escandinavo antiguo, Aarhus significaba desembocadura de río. Y por la bahía de esa ciudad danesa pasó el rey vikingo Svend I, camino a la conquista de Inglaterra. Mil años después, un argentino marca allí su propia historia. Facundo Olezza se convirtió en el primer atleta nacional en clasificarse a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 . "Fue muy emocionante alcanzar dos años antes el objetivo que nos propusimos, sobre todo porque para Río me había clasificado a último momento", relata desde Dinamarca el joven de 23 años, que se enteró de su logro de una manera particular: "Como no uso redes sociales durante el campeonato, para mantenerme concentrado, me enteré por mi novia. Me dijo que había leído una nota donde decía que era el primer argentino clasificado y yo le respondí que seguro había leído mal".
El timonel compite en la categoría de yachting Finn y logró su plaza en la primera oportunidad que se le presentó. Terminó séptimo en el Hempel Sailling World Championship, donde corren 1400 regatistas de noventa países, y que repartió un lugar en Tokio para ocho de ellos. Son días de alegría para el yachting nacional, ya que a Olezza se le sumaron los campeones olímpicos Cecilia Carranza y Santiago Lange en la categoría Nacra 17. "Santiago me llamó para felicitarme. Él está siempre aportándole al equipo y a mí me motiva mucho tener un ejemplo como Santi", destaca el oriundo de San Isidro.
Su pasión por el yachting comenzó a los 8 años en el Club de Veleros Barlovento, en Victoria. Papá Mario tenía un barco allí y fue en ese lugar donde Facundo conoció el Optimist, la categoría a la que denomina "fútbol 5" porque es donde arranca la mayoría de los chicos. "Es una experiencia diferente porque estás en el río, no es tu hábitat natural. Primero fueron los fines de semana y sin darme cuenta se convirtió en mi pasión. Cuando crecí se convirtió en mi trabajo y ahora tengo la suerte de que mi trabajo y mi pasión sean lo mismo".
La historia de Olezza
Facundo comenzó a competir en la categoría 49er, una embarcación a vela para dos tripulantes pero que por su fisonomía lo complicaba (mide 1,90m y pesa 98 kilos). Por ese motivo buscó una categoría que se adaptara a su cuerpo y encontró el Finn, un barco de más de 107 kilos tripulado por una sola persona. Ahí es donde, en menos de un año, logró su plaza para Río. "Tenía 21 años y se dio todo muy rápido. Mi entrenador Luca Devoti fue fundamental porque me fue guiando para que el camino fuera más corto", reconoce. En Río ganó dos de las ocho regatas, se clasificó a la final y ganó un diploma olímpico, aunque dice no saber dónde quedó: "No tengo idea, la verdad, pero llevo ese recuerdo en la mente".
El año de Olezza se divide en dos etapas. En la pretemporada, que va de septiembre a enero, se hace énfasis en las falencias, ya sean físicas, mentales o técnicas. La temporada va de febrero hasta agosto, cuando se hacen dos carreras por mes y cada una tiene su puntaje, aunque Facundo prefiere correr solo una para llegar de la mejor manera.
Cada carrera consta de diez regatas, más la final, cada una de ellas tiene una duración aproximada de una hora y pueden llegar a ser hasta tres por día. "Cada día es una guerra. Voy con 100 kilos y en una semana bajo cinco o seis. Para graficarlo, nuestras pulsaciones por minuto en promedio son de 160, con una máxima de 190 y una mínima de 95, mientras que las de una persona normal son de 80".
En la búsqueda de su objetivo se mudó a Valencia, España, para poder "dedicarme de forma seria". Para eso tuvo que dejar atrás a sus seres queridos, entre ellos a su novia Victoria, que desde hace un año lo acompaña en esta travesía. "Es una parte importante de mi proyecto y se hizo difícil porque los pasajes son caros y nos veíamos poco. Por suerte dimos el paso y se vino a estudiar acá".
Facundo logró su primer objetivo a 12 mil kilómetros de donde todo empezó, en un deporte de muchísimas variables, donde no solo se compite contra los rivales sino también contra las corrientes, las olas, el viento y las nubes, entre otras condiciones.
Fue en Aarhus pero bien pudo haber sido el Río de la Plata. "En el agua sentís que perdés noción de lo que pasa en el mundo, te olvidás de absolutamente todo y vivís el presente. Estar ahí es estar en conexión con el viento, el mar, las olas, el barco y con uno mismo. No pensás, sino que sentís", concluye. Sintiendo, Facundo Olezza escribe su propia historia.
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