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¿El último que apague la luz? El desguace de Boca, sin diálogos ni negociaciones: por qué son más los jugadores que se quieren ir de los que quieren llegar
Detrás de la salida de Pergolini, en la gestión de Ameal existen situaciones de conflicto con muchos jugadores, clima inestable hacia un entrenador como Miguel Russo que salió dos veces campeón y dificultades para conseguir refuerzos
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La renuncia de Mario Pergolini como vicepresidente es una salida más de las tantas que se fueron dando en los últimos tiempos en Boca. Seguramente, puertas adentro de la Bombonera, podrán esgrimir que su rol no era clave, que todo lo que sucede en el mundo xeneize se sigue circunscribiendo a si la pelota entra o no en el arco rival. Pero no se trata de algo aislado. Y, ahí, dentro de la cancha, también se dieron partidas que (cada una, desde lo individual) podrían justificarse, pero en lo global hacen ruido y generan confusión. Dicho más claramente: hay futbolistas que, analizando los contextos, pretenden irse y hay otros que, analizando el mismo contexto, son empujados a irse.
Se podrá seguir negando, pero hay claras diferencias entre los dirigentes convencionales históricos de Boca y el actual Consejo de Fútbol comandado por Juan Román Riquelme. Jorge Ameal, en su rol de presidente, le dio la llave del fútbol a uno de los máximos ídolos de la institución y no le preocupa en absoluto la sangría interna. O las decisiones que se puedan tomar en el fútbol y que puedan impactar en otras áreas del club, como sucedió ahora con Pergolini. Cuando da entrevistas en vivo en los programas de TV, Ameal hace chistes con el decorado del estudio y cuando le preguntan por los futbolistas que se van responde como latiguillo: “El que no quiera estar en Boca, se tiene que ir. El Consejo de fútbol piensa eso y está muy bien”. Y punto.
Sucede que desde que el fútbol es fútbol y desde que se profesionalizó y comenzó a tener dirigentes o hasta una secretaría técnica a cargo de los planteles, quienes conducen están obligados a “negociar”. Negociar desde voluntades hasta contratos, renovaciones, el juego que desarrolla el entrenador, contrataciones y desvinculaciones. “Negociar” no implica darle la razón o hacer todo lo que los jugadores o el cuerpo técnico pidan, pero sí analizar situaciones, causas y consecuencias, contextos y posibilidades. Y, como en toda negociación, se gana y se pierde, se consiguen mejoras y en algunos casos se cede por el supuesto bien del equipo o el club. El Consejo de Fútbol de Boca pretende ganar siempre (en el área del fútbol, en la designación del portero de la Bombonera, desde si los jugadores deben o no dar notas o hasta en la manera de comunicar obras en el predio de entrenamiento). Y el que está en desacuerdo con eso, piensa en irse. O se termina yendo.
El tema es que cada decisión tiene una consecuencia. Y, hasta ahora, la mayoría de las decisiones que tomó el Consejo de Fútbol de Boca (liderado por Riquelme pero integrado también por Jorge Bermúdez, Raúl Cascini y Marcelo Delgado), terminaron con salidas de jugadores o, la última, de Pergolini. Los tratos, puertas adentro y para afuera, tampoco son los correctos. En el medio, situaciones de conflicto. Muchas situaciones de cortocircuitos porque, al no negociar, escuchar ni apostar por el diálogo en la mayoría de las oportunidades que aparecen para comprar o vender futbolistas o renovar los vínculos de los que ya pertenecen al club, se generan climas de tensión internas que luego repercuten en el equipo de Miguel Ángel Russo.
Russo trata de hacer equilibrio entre el agradecimiento eterno que tendrá con Riquelme por haberlo elegido nuevamente para ser DT de Boca y sus propias voluntades. De todas maneras, hasta aquí, el entrenador respondió casi siempre a los intereses dirigenciales, desde la salida de Pol Fernández y Wanchope Ábila a los momentos contractuales de Julio Buffarini y Leonardo Jara o la sorpresiva titularidad de Carlos Zambrano en lugar de Lisandro López. “El que no quiera jugar en Boca, se va”, es el escudo del Consejo que todos los días firma Ameal. ¿Y si algunos de los que se fueron tenían ganas de quedarse? ¿Y si hubieran aceptado negociar con algunos casos puntuales, Boca tendría un mejor equipo hoy?
Lo cierto es que mientras se sueña a lo grande desde el departamento que lidera Riquelme con las contrataciones de Edinson Cavani, Gary Medel, Sergio Romero y Lucas Torreira, Boca sufrió una sangría que no resultó compensada (en base a rendimientos y resultados aún) con las llegadas de Zambrano, Rojo y Diego González o las renovaciones de los contratos de Fabra o Zárate. La incorporación de Edwin Cardona sí resultó un salto de calidad, ya que junto con Tevez y Salvio terminaron siendo los futbolistas más determinantes en asistencias y goles en el ciclo Russo.
Pero se puede armar un equipo entero -y con banco de suplentes- entre los jugadores que el Consejo de Fútbol decidió prescindir y los que, analizando el contexto, se les fue las ganas de quedarse en Boca y terminaron (o terminarán) emigrando, con el asterisco en Pol Fernández, primer refuerzo de la gestión Riquelme y que también finalizó en conflicto.
En un hipotético equipo se podría armar la siguiente alineación: Manuel Roffo; Nahuel Molina Lucero, Carlos Izquierdoz y Junior Alonso; Iván Marcone y Bebelo Reynoso; Alexis Mac Allister, Pol Fernández y Cristian Pavón; Wanchope Abila y Carlos Tevez. Entre un banco de suplentes simbólico podrían estar Esteban Andrada, Gastón Ávila, Julio Buffarini, Emmanuel Mas, Walter Bou, Mateo Retegui, Leonardo Jara, Eduardo Salvio y Lisandro López (según los dichos de su representante, Gustavo Goñi, en las últimas horas).
Ameal está convencido de que los frutos de la gestión del Consejo de Fútbol se verán más adelante. Ahora bien: ¿es normal que un club como Boca viva en ese clima de tensión y conflicto permanente? ¿Es normal que se anuncie en la previa de un partido importante como Racing que Buffarini no iba a renovar un contrato que vencía recién en 8 meses? ¿En cuántos casos se involucraron realmente a fondo para intentar negociar o analizar la situación de cada uno aunque luego los futbolistas se terminen yendo igual? Estas preguntas se hacen también los dirigentes de Boca que integran la Comisión Directiva y que, al menos, les gustaría tener información sobre las decisiones que se toman en el fútbol.
Carlos Tevez fue clave para la conquista de los últimos dos campeonatos xeneizes, pero juega su propio partido y en eso también influye su amistad con Daniel Angelici. Y por estas horas también volvió el rumor de una posible salida a la MLS en junio. Pero el actual capitán, el mismo que le debe la continuidad en la nueva gestión a Riquelme, es uno de los que más tironeos tuvo con el Consejo de Fútbol.
Russo quedó en el ojo de la tormenta con el plantel por el manejo de algunas situaciones, aunque levantó en el vínculo con los jugadores en los últimos tiempos. ¿Cómo es la relación entre el DT y el Consejo? “A veces bien, a veces mal”, aportan allegados al entrenador, aunque Russo está dispuesto a pagar el costo político por el respeto y agradecimiento que tiene con Riquelme. Está convencido de que puede volver a encaminar al equipo, que lo puede hacer jugar mejor y que puede terminar de volver a enamorar a hinchas y un Consejo que le exige más que resultados.
Por eso cuando Mariano Herrón y Leandro Somoza (sus ayudantes de campo), en medio del torbellino, le dijeron “nos tenemos que ir”, él no los escuchó. Pero están dentro de la lista de los que tuvieron ganas de irse. ¿Por qué le dijeron eso? Porque se enteraron que los primeros que cuestionaban su trabajo, lo exteriorizaban off the record y les habían puesto plazo habían sido los integrantes del Consejo.
En medio de esta situación, hay una apuesta que –si tiene continuidad y pasa a ser una política del club- podría ser saludable con la aparición de muchos chicos de las inferiores como Alan Varela, Cristian Medina, Gonzalo Maroni, Nicolás Capaldo, Agustín Obando, Luis Vázquez, Exequiel Zeballos, y la recuperación de Agustín Almendra, otro que tuvo conflictos y estuvo más de tres meses sin entrenarse en rebeldía porque no fue vendido al exterior, pero que logró revertir la situación. Como Juan Román Riquelme no se expresa públicamente, es una de las cosas que no se saben. ¿Pero es una política que Russo lleva adelante por convencimiento o un recurso porque el DT siente que tiene un plantel corto?
Hace varias semanas que, desde el Consejo de Fútbol, apuntan a que “el mercado de pases fuerte de Boca será en junio”. Y puede que den allí varios golpes de efecto desde figuras consagradas que están en el radar y fueron llamadas para ponerse la camiseta de Boca en el corto plazo o se agudice el ingenio y vean a futbolistas con poco cartel y mucho potencial que vayan más allá de las oportunidades económicas que pueda ofrecer el mercado de turno.
Eso sí: para concretar eso, los exjugadores que están a cargo del fútbol xeneize, van a estar obligados a negociar. Y sin soberbia, porque si un integrante del Consejo llama a un dirigente de otro club y le empieza diciendo: “Hola, sí, ¿cuánto vale el 9 ese que tienen ustedes y del que todo el mundo habla?”, seguramente la negociación no llegará a buen puerto. O directamente no habrá negociación. Por eso, quizás (hasta ahora), las cuentas dan que son más las personas que se quisieron (quieren) ir de Boca, de las que hacen esfuerzos por llegar.
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