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El show del Super Bowl rompe el hielo en la fría Minneapolis
Hasta los ciervos buscan refugio de la intemperie de tanto frío que hace en Minneapolis. Para pasado mañana, el pronóstico anticipa una temperatura de -17° centígrados. El Super Bowl LII será el más gélido de la historia.
En los 60 minutos de acción netos que durará el partido eso no será un inconveniente. El flamante US Bank Stadium es un domo y el clima no será un factor que determine quién se empapará en papel picado, si New England Patriots o Philadelphia Eagles . Pero el Super Bowl es un fenómeno que excede largamente el encuentro en sí. No solamente por el espectacular show musical del entretiempo y los singulares comerciales televisivos, sino también por la cantidad de eventos que ciñen al acontecimiento desde el fin de semana anterior. Para la ciudad anfitriona, es un fenómeno de diez días que mueve muchos millones de dólares.
Lejos de intimidarse por las temperaturas, los turistas ya invaden Minneapolis. El Super Bowl está en todas partes. Desde el aeropuerto, donde una horda de voluntarios se presta generosa a asistir a los visitantes, hasta las calles totalmente cortadas al tránsito en el centro de la ciudad.
Para propiciar la afluencia de público durante toda la semana, y las dividendos en que ello redunda, la National Football League (NFL) suele elegir sedes de clima subtropical para la definición de su certamen anual. Florida (15 veces), California (12) y Louisiana (10) son los estados más visitados. Ahora el Super Bowl llega por primera vez a Minnesota, en lo que será la final jugada más al norte en la historia. El récord de -9° del Super Bowl XVI, de 1982, quedaría atrás.
La elección de Minneapolis se explica como una suerte de devolución de favores por la construcción del nuevo estadio para el local Vikings. Inaugurado en 2016, el US Bank Stadium es el segundo más moderno de la liga, detrás solamente del Mercedes-Benz Stadium, de Atlanta, que albergará el Super Bowl el año próximo. Su construcción demandó 1129 millones de dólares, de los cuales casi 50% proviene de fondos públicos: 348 millones fueron costeados por el estado de Minnesota y 150 millones por la alcaldía. Según The New York Times, el impacto económico que recibirá la ciudad esta semana será de entre US$ 350 y 400 millones, lo que prácticamente compensa tamaña inversión.
Desafiando al frío, Minneapolis vive una revolución. La reventa oficial creció un 60% respecto de 2017 y la entrada en promedio oscila en US$5500, según USA Today. Durante la semana, las posibilidades de entretenimiento son incontables: desayunos de tipo tenedor libre con leyendas de la NFL, eventos de caridad, desfile de esposas de jugadores, recitales, fiestas privadas, espectáculos gratuitos, cenas de mil dólares el cubierto. Y si no, se puede ir al Mall of America, el paseo de compras más grande de Estados Unidos, con el incentivo de que la ropa está libre de impuestos en todo el estado. ¿Frío? El centro de la ciudad está intercomunicado por 12 kilómetros de skyways, una suerte de puentes cerrados que unen los edificios.
El que no se divierte, no lo hace porque no quiere... o porque no tiene plata. Un grupo de 60 homeless que viven en un albergue cercano al estadio fue trasladado a otro seis cuadras más apartado, hasta el domingo.
Lejos de penar por la derrota en la final de la Conferencia Nacional frente a Eagles, que privó a Minnesota Vikings de transformarse en el primer equipo en protagonizar el Super Bowl en su cancha, los anfitriones se enfocan en los beneficios que propicia la localía. Una entrada para el recital de P!nk de esta semana, por ejemplo, sale casi cuatro veces más que lo usual (US$ 225 contra 47,5).
Ya se sabe a quiénes apoyarán pasado mañana: Patriots, con Tom Brady, será local en el US Bank Stadium. No tanto porque fue Eagles el que coartó el sueño de los vikingos, sino más bien por la hostilidad con que sus hinchas fueron tratados en Filadelfia, cuyos fanáticos son reconocidos por ser los más radicales de la NFL.
Para quienes prefieran ver el Super Bowl desde su casa, el entretenimiento está también garantizado. P!nk entonará el himno nacional y Justin Timberlake estará a cargo del show del entretiempo. Según Forbes, la audiencia global superará los 100 millones de espectadores por noveno año consecutivo, aunque se espera una merma respecto al Super Bowl LI. Este año, el rating de la NFL se redujo un 10%, pero así y todo el valor de los comerciales del descanso largo alcanzó otro récord: 5.000.000 de dólares por cada 30 segundos percibirá la cadena NBC, cuyo contrato para transmitir partidos de la etapa regular y uno de cada tres Super Bowl orilla los 1050 millones por año.
Los ciervos se esconden, los turistas copan la ciudad y los millones rompen el hielo. Cambia el clima, pero el Super Bowl no pierde su esencia.
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