Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
El Puma Martínez salió del rincón más oscuro y quiere regalarse un título mundial
“Estuve varios meses perdido, lo eché todo a perder cuando murió mi viejo”, confiesa el boxeador, que superó las adicciones y el 26 de febrero peleará por el cinturón supermosca de la FIB
- 8 minutos de lectura'
Hay un futuro que indica una fecha; un lugar marcado como destino de viaje; un nombre como objetivo a vencer. Hay un presente que acuna una ilusión y una sonrisa que delata un sueño. A los 30 años, Fernando Martínez tiene el itinerario a la gloria dibujado en su rostro. Y no es para menos: el próximo 26 de febrero se enfrentará al filipino Jerwin Ancajas, campeón mundial supermosca de la Federación Internacional de Boxeo, en Estados Unidos. Una oportunidad dura, pero palpable. “Fe es lo que sobra para volver con la corona”, le dice el ‘Puma’ a LA NACION, sentado sobre el ring del gimnasio del Club Renunciamiento de Dock Sud, mientras experimenta la acuciante sensación de estar frente a la gran chance de su vida deportiva.
Entrenado y manejado a la vieja usanza por el profesor Rodrigo Calabrese, el ‘Puma’ Martínez es una de las joyitas del boxeo argentino con destino de grandeza. Las expectativas que porta desde el mismo día que, con 14 años, debutó como amateur en el tradicional gimnasio Unidos de Pompeya y comenzó a acumular triunfos, no le pesan cada vez que sube al ring.
Tiene hambre de gloria y condiciones. Con un récord invicto de 13 triunfos (8 KO), el ex olímpico en Río 2016 afrontará la primera oportunidad mundialista ante un rival que lleva siete años como campeón y varios nombres de fuste entre sus vencidos.
–¿Qué significa para vos esta pelea con Ancajas?
–Esto es uno de los sueños de mi vida. Llevo mucho tiempo esperando esta oportunidad y estoy muy enfocado para no desaprovecharla. Desde que me inicié en el boxeo, a los 11 años, siempre aspiré a ser campeón mundial. Se me juntan todas las emociones, porque llegó la chance. pero no está mi viejo para verme. Por eso voy a dejar todo para lograrlo.
–¿Te pusiste a analizar lo bueno y lo malo que esta chance te llegue a los 30 años?
–A lo mejor la oportunidad se hizo esperar demasiado, pero eso ya no dependía de mí. La espera me ayudó a madurar y a tomar mejores decisiones sobre mi vida. Hoy siento que estoy en el momento personal y boxístico justo para afrontar una pelea mundialista.
–¿Cómo manejás la ansiedad previa?
–Yo confío mucho en mis condiciones y la preparación que hacemos con el ‘Profe’. Soy autoexigente y trato de mantenerme ocupado analizando al rival con mi técnico y entrenando. Me gusta sufrir en el gimnasio para estar tranquilo arriba del ring. Aunque no es fácil dejar de imaginar o pensar lo que puede pasar el día de la pelea.
Con 30 años y un récord de 33 triunfos (22KO), una derrota y dos empates, Jerwin Ancajas es un típico peleador filipino. No tiene elegancia ni técnica descollante. Ni la velocidad de piernas de Manny Pacquiao ni la potencia de Nonito Donaire. Pero es un tesonero, buscador permanente de su adversario, generalmente intentando la sorpresa para el recto o el cross de izquierda, su mejor golpe. Físico fibroso. Alto para el peso: 1,70 metro. Se maneja con gran libertad y fiereza sobre el ring. Trabaja mucho a la zona blanda. Además, cuenta con la ventaja de ser el campeón y un acuerdo firmado para unificar la corona con Kazuto Ioka, el campeón AMB. El negocio gira en torno a su nombre. “Será porque no me conocen. Qué sé yo…”, acota Martínez, que será el primer argentino en pelear por una corona mundial en 2022.
–¿Te gusta esto de ir de punto?
– Sí, es donde más cómodo me siento. Esa condición me obliga y mentaliza para dar el cien por ciento arriba del ring. Ya lo viví en Sudáfrica (contra Athenkosi Dumezweni), que fui de cabeza y terminé ganando muy bien. Me acostumbré desde chico a que me subestimen por el físico. El filipino tenía todo arreglado para unificar, pero optó por hacer la pelea mandataria conmigo. A lo mejor piensa que me gana fácil…
– ¿De qué tenés que cuidarte de Ancajas?
–Tiene una izquierda peligrosa, que la tira muy bien tanto abajo como arriba. Voy a tener que estar muy atento y no cometer errores los primeros rounds. Confió mucho en mi experiencia y en mi boxeo para dar el batacazo.
Los ojos achinados y traviesos de Fernando Martínez se transforman al hablar de los sueños. Irradian el brillo genuino del pibe del barrio de la Boca con resabios infantiles y desprolijos cabellos. Su presente boxístico está mucho más allá del exitoso paso por la selección argentina y el difícil desafío que asoma en su horizonte. Es el hijo de Silvia y Abel, que falleció hace unos años y lo extraña horrores, es el séptimo de 12 hermanos que se criaron en un conventillo de la calle Olavarría, es el hincha fanático de Boca, es el joven vulnerable y soñador que le encontró sentido a la vida boxeando.
–¿Es verdad que estuviste a punto de largar el boxeo?
–Sí, estuve mal, lo eché a perder todo cuando falleció mi viejo. Me metí en el alcohol y arranqué a rodearme con la gente equivocada. Estuve varios meses perdido, no quería saber nada con el boxeo. Mi vieja y Rodrigo hicieron lo imposible para sacarme de ese ambiente. Y de a poco se fue acomodando todo. En el 2015 volví a la selección, gané el Preolímpico y fui a Río 2016. Hoy estoy como siempre lo quiso él.
–¿Cuál fue el click para salir?
–Darme cuenta un día del sufrimiento de mi vieja, de lo mal que la pasaba viéndome en ese estado. Con Rodrigo venían a hablarme todos los días para sacarme de eso. Ella estaba desesperada, hacía lo imposible para que entienda que estaba equivocado y que mi viejo no quería eso para mí.
–¿Recurriste a alguna ayuda profesional?
–No, salí por mi propia voluntad. Pero me hubiese gustado la palabra de alguna especialista, tengo ganas de hablar con algún psicólogo. Sobre todo, porque ahora se me vienen cosas nuevas, que uno no las sabe manejar.
Cuando Fernando, el pibe recio y de pegada letal sobre el ring, habla de su pasado y recuerda a su padre en la charla, sucumbe en lágrimas. No puede esconder el vacío que le dejó su partida y el dolor que le provoca su ausencia. Es que Abel, de profesión pintor de autos, fue quien le inculcó al ‘Puma’ la pasión por el boxeo. “Él me paseaba por el barrio diciendo que iba a ser campeón mundial. Nosotros somos 12 hermanos y nos criamos con muchas necesidades, pero mi viejo siempre se desvivió para que no me faltara nada. Ellos desayunaban mate cocido con pan y a mí me compraba un yogurt para complementar la dieta; ellos cenaban un guiso y a mí me daban el mejor corte de carne. “Hay que cuidarlo, va a ser campeón mundial”, decía. Lo extraño un montón”, admite, sollozando.
–No tenés miedo que ese pasado malo vuelva en algún momento?
– Creo haberlo superado, nunca me puse a pensar en lo que puede pasar a futuro. Soy de cumplir con lo que me propongo. Un día me puse en la cabeza ser más fuerte, concentrarme en mi carrera y en los compromisos que fueron surgiendo para olvidarme de los problemas.
–¿A qué le tenés miedo?
–Soy de ir para adelante en todo. Pero cuando subo al ring tengo miedo de defraudar a mi gente, de no estar a la altura de lo que están esperando de mí.
–¿Te sentís mentalmente preparado para ser campeón mundial?
–Me siento preparado, pero no sé cómo será realmente cuando me toque. Gracias a Dios, por las cosas malas que viví, sé dónde no quiero volver a estar. De esas cosas malas aprendí mucho y espero no repetirlas el día que me toque ser campeón mundial.
Hoy, lejos de ese momento de oscuridad, Martínez vive un presente lleno de optimismo. Su panza está más llena y la menta más limpia. Se dedica cien por ciento al boxeo. Vive en pareja con Micaela Torta, una boxeadora aficionada, logró comprarse su autito y ayuda a su mamá Silvia. Y mucho tuvo que ver Rodrigo Calabrese, su formador y consejero. La relación excede a lo técnico; es como un padre, que lo rescató de la mala vida. Se encarga de negociar las ofertas de peleas y cuidarlo a sol y sombra desde hace siete años. “Antes que muera su papá me dijo que lo cuide y lo haga campeón del mundo”, acota el entrenador. Lo que Amílcar Brusa fue para Monzón, Rodrigo lo es para Fernando. “Siempre me está encima aconsejándome para que haga las cosas bien”, confiesa el ‘Puma’.
–¿Siempre quisiste ser boxeador?
–Sí, de chiquito. Cuando tenía seis años le dije a mi papá que quería ser como Tyson. Todos los amiguitos del barrio querían ser Superman y yo soñaba con ser Tyson, porque miraba las peleas con mi viejo.
–¿Qué hubiese sido de vos si no eras boxeador?
–Nunca me lo puse a pensar. Pero seguramente todo en mi vida hubiese sido más difícil. Gracias al boxeo me formé como persona, recorrí el mundo, representé a la Argentina en un Juego Olímpico y puedo proyectar un futuro con mi novia. El boxeo me enseñó a luchar por mis sueños y a manejarme correctamente en la vida. Me sacó de las adicciones. Ojalá pueda ser campeón del mundo para ayudar a mi familia.
Seguí leyendo
Otras noticias de Boxeo Internacional
La pelea que no debió ser. A los 58 años, Tyson se presta a un show riesgoso, con 80 millones para repartir, a casi dos décadas de su retiro
Boxeo. El millonario botín de la pelea entre Jake Paul y Mike Tyson, ¿quién ganará?
Qué dicen las casas de apuestas de EE.UU. sobre quién ganará la pelea Jake Paul vs. Mike Tyson
Más leídas de Deportes
Con movimientos. Así quedó la tabla de posiciones de las eliminatorias sudamericanas, tras la fecha 12
Detalles. Final de la Copa Sudamericana 2024: cuándo se juega el partido Racing vs. Cruzeiro
Primer paso. Cerúndolo derrotó a Musetti y Argentina se adelantó 1-0 ante Italia en los cuartos de final de la Copa Davis
Arranca la acción. Fórmula 1 hoy: días, horarios, prácticas y clasificación del Gran Premio de Las Vegas