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El penal que imaginó Osvaldo Soriano
Como en el cuento del recordado escritor argentino, “El penal más largo del mundo”, ayer se pateó uno despúes de 24 días de haber sido sancionado
Dio la sensación de que la ficción se mezclaba con la realidad; hubo un cosquilleo en el cuerpo, fue un momento hermoso, surrealista. En un partido de la primera B Metropolitana pasaba lo mismo que había imaginado hace muchos años el recordado Osvaldo Soriano, que falleció en 1997, a los 54 años, en su cuento "El penal más largo del mundo", escrito especialmente para el compilado "Cuentos de fútbol".
No fue en Río Negro, no jugaban Estrella Polar y Deportivo Belgrano. El resto, fue igual. Ayer, Lucas Ferreiro, de Atlanta, pateó un penal cobrado por el árbitro Alejandro Toia 24 días antes, cuando el partido ante Defensores de Cambaceres fue suspendido por incidentes, en La Plata, a cinco minutos del final. El encuentro comenzó con la ejecución del penal, el arquero adivinó el lugar, pero la pelota entró limpita, al ángulo izquierdo, y el Bohemio ganó por 1 a 0, aunque su arquero, Darío Barrera tuvo que tapar un mano a mano cerca del final... en realidad, fueron cuatro minutos después del gol.
Lo escrito y los hechos se comparaban permanentemente, todo parecía místico. Los jugadores de Atlanta hicieron el calentamiento previo; Lucas pareció estar tranquilo, aunque la sombra de Constante Gauna (el atribulado shoteador del cuento de Soriano) lo sobrevoló. Dentro del vestuario de Cambaceres todos alentaban a César González, el arquero, que pareció tener como guía, sobre sus hombros, al rostro del Gato Díaz (el guardavalla que buscaba la gloria del pueblo y algo más de las bondades de la rubia Ferreira).
El árbitro Víctor Toia no es epiléptico como Herminio Silva (que hizo patear de nuevo el penal atajado por Díaz porque no lo vio, en medio de un ataque de su enfermedad), pero cuando salió a la cancha de Argentino de Quilmes debe haber pensado en volver a suspender el match, porque el terreno era una laguna y las líneas no estaban marcadas.
Igual que en el cuento, los 9 minutos se jugaron a puertas cerradas, aunque en este caso un policía tenía una lista, como en los casamientos, de personas invitadas. Las incidencias del partido fueron transmitidas por la radio partidaria de Atlanta, no llegaban de boca en boca, como escribió el Gordo Soriano.
Cuenta la historia que Gauna pateó el penal imaginariamente tantas veces "que lo volvería a patear a cada instante de su vida, dormido o despierto". Ferreiro cuenta que durmió bárbaro, que se puso un poco nervioso desde el mediodía de ayer, que había decidido patear a la derecha del arquero, pero que cambió cuando acomodó la pelota. El relato dice que El Gato Díaz sabía que Gauna siempre pateaba los penales a la derecha, pero que como su rival sabía que él lo sabía, lo iba a cambiar. El arquerito González, de Cambaceres, aseguró que vio que Ferreiro pateaba los penales a la derecha, pero como pensó que el pateador lo tenía en cuenta, el remate iría a su izquierda. Pateó el de Atlanta, voló el de Cambaceres, pelota y arquero hacia el palo izquierdo, gol de Atlanta. El Gato Díaz cae derrotado y deberá olvidarse de la rubia. Fue una tarde mágica, única, y eso que Ferreiro y César González juran no haber leído cuento alguno de un tal Soriano.
Un loco antecedente
El 17 de noviembre de 2001 se dio un hecho insólito en la Liga chaqueña, al completarse el minuto que faltaba del partido suspendido que Fontana le ganaba 2 a 1 a José María Paz. Se jugaron dos tiempos de 30 segundos, e increíblemente, en el complemento, hubo un gol de Fontana.
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