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El otro negocio del tenis
El sponsor particular, con contratos a largo plazo, fue la solución de la última década para que los jugadores argentinos pudieran desarrollarse e insertarse en el circuito
Fines de la década del 80. La hiperinflación era una palabra cotidiana. Sin dinero y con pocas ganas de proyectar un plan de desarrollo, el tenis argentino empezaba a navegar sin rumbo. Eran los tiempos de Alberto Mancini con sus victorias en Roma y en Montecarlo y los mejores momentos de Martín Jaite o Guillermo Pérez Roldán. Un dato más: en 1990 nuestro país accedió, por última vez, a la semifinal en la Copa Davis. Muy pocos se interesaron por lo que podía pasar en un futuro. Porque no se pudo o, tal vez, porque no se quiso.
La rueda del tenis siguió girando. Y muchos chicos que habían empezado a encontrarle el gusto a la raqueta se encontraron con que no tenían los medios para desarrollar su potencial. Con un detalle: para mejorar siempre fue necesario viajar a Europa o a los Estados Unidos. Sin medios, a tantos kilómetros de distancia, la competencia en esos circuitos es imposible. Entonces, ante la falta de una estructura oficial, a diferencia de lo que ocurría en otras partes del mundo, y ante los pocos casos que contaron con ayuda familiar, surgió la figura salvadora: el sponsor.
¿De qué se trata? Simplemente de un particular que entrega plata para que el jugador se desarrolle. Y cuando éste comienza a transitar en el profesionalismo empieza a devolver lo recibido, lógicamente con dividendos. En pocas palabras, éstos fueron los años de las raquetas hipotecadas: se lo puede comparar con cualquier crédito para una vivienda, porque hay plazo, devolución de capital y pago de intereses.
Estos contratos, que se firman ante escribano público, habitualmente tienen una duración de 10 años y poseen estas características: Sponsor con riesgo: es el que invierte durante tres o cuatro años y luego recibe un porcentaje fijo sobre las ganancias (del circuito y de los contratos publicitarios).
Sponsor con porcentaje: el inversor entrega una cierta suma de dinero durante cinco años. Cuando el tenista comienza su carrera profesional le devuelve el 80 por ciento de las ganancias hasta que salda el capital. Luego recibe el 20 por ciento de lo que gana el jugador hasta la finalización del contrato.
En estos dos casos, el dinero que se entrega anualmente oscila entre los 50.000 y los 90.000 dólares. Generalmente, la suma invertida es cercana a los 300.000 billetes con el rostro de George Washington.
Sponsor de coach: le abona un fijo mensual a un determinado entrenador durante un plazo; comienza a recibir un fijo sobre las ganancias del jugador una vez que se cumplió ese lapso.
La mayoría de los consultados coincidió en que la sponsorización es, por ahora, el único camino para insertarse en el mundo profesional. También se destacó que muchas veces puede ser una combinación explosiva, pues son cuatro partes que participan en el asunto: jugador -que habitualmente abandona el colegio-, familia, sponsor y entrenador. Todo va bien mientras exista la armonía, pero un par de flojos rendimientos pueden generar cortocircuitos.
Casos redondos
Vayamos, primero, con Mariano Puerta. En 1991, el mejor argentino de la actualidad en el ranking -39º-, con 13 años recibió la colaboración de Eduardo Duvovisky, ex dueño del Metha´s College.
"En ese momento -señaló Rubén, padre y entrenador de Puerta- fue una ayuda que le permitió a Mariano a ser lo que es hoy. Es más, gracias a ese dinero yo pude dedicarme full- time a la preparación de mi hijo. La relación hoy es óptima, Mariano ya retornó el capital y en los próximos tres años sólo abonará una pequeña porción sobre lo que gane."
Hace siete años Gastón Etlis (153º) fue patrocinado por David Grispanchold con un porcentaje sobre las ganancias. Hoy, con 22, devolvió todo y mantiene un vínculo amistoso excelente. "Se quieren como si fueran dos hermanos", confiesan quienes están alrededor del Pulpo.
Con la ayuda de la prensa
"Invertí en Guillermo Cañas porque creo que es el tenista con mayor futuro. Es el único argentino que juega metido dentro de la cancha. En un par de años va estar entre los mejores y podré tener la satisfacción de haber sido uno de los que colaboró con su formación", fue la carta de presentación del periodista Luis Beldi, jefe de la sección Economía del diario Ambito Financiero y patrocinante del Nº 95 del mundo.
"En 1995 se constituyó una sociedad con Ovidio García (ex productor de Hola Susana) y ahora la comparto con el padre de Cañas. Al fin de cada temporada, Guillermo nos da el 30% de sus ganancias. Más allá de que hay un contrato firmado, éste funciona de palabra, pues cuando se llegó a un acuerdo, Willy era menor de edad. Nosotros nos ocupamos de todos los gastos, desde las raquetas, el encordado, los pasajes y la contratación del coach", agregó Beldi.
Y el tema del entrenador, vale aclararlo. Hasta hace un mes Cañas era dirigido por Jorge Gerosi. Tanto el tenista como el sponsor coinciden en que la desvinculación del Chino fue de común acuerdo. El entrenador opina lo contrario: "Hubo ciertas presiones, discutimos con Beldi y tuve que dar un paso al costado".
Mariano Zabaleta (63º y 20 años) fue un producto de la escuela de Raúl Pérez Roldán, en Tandil. El Negro comenzó a entrenarse en la academia del padre de Guillermo y de Mariana, que se convirtió en su sponsor cuando tenía 9 años. Fue campeón mundial juvenil en 1995 y con el tiempo la relación sufrió un fuerte desgaste. Eso obligó a rescindir el vínculo tras llegar a un acuerdo económico.
Las reacciones fueron distintas entre los que tuvieron éxito y los que no lo consiguieron. Pese a ello, algunos se animaron a hablar.
"Debo dar gracias que mi sponsor fue el hermano de Palito Fidalgo, mi entrenador de toda la vida. Ellos me bancan, a pesar de que les debo mucho dinero. ¿Sabés qué pasa? Andás dando vueltas por todo el mundo sabiendo que no ganás un mango. Y que después de doce meses de ir y venir en el bolsillo no te queda nada. Porque lo que te queda se evapora en viajes y alojamiento. La cabeza no para de trabajar. Entonces te preguntás: ¿para esto estoy jugando?", contó Marcelo Charpentier.
"A mí me pidieron que rindiera. Era la Nº 1 de la Argentina, tenía trece años y tuve que jugar torneos profesionales. No estaba preparada y los resultados, lógicamente, no fueron buenos y después lo terminé sufriendo", confesó Geraldine Aizemberg, hoy 382a en el ranking.
Una de las promesas que todavía no logró pegar el gran salto en el profesionalismo fue Federico Browne. "Firmé un contrato con alguien que no era del ambiente y, por problemas personales, todo terminó en un juicio, que finalmente salió a mi favor. Para estar en el circuito juego el torneo interclubes de Alemania", dijo el campeón mundial juvenil de 1993.
La sponsorización fue la tabla de salvación que marcó la realidad oculta de la última década del tenis argentino. Válida, en algunos casos peligrosa, pero, por falta de recursos, el único medio para tener sobrevivientes en el circuito profesional.
Prueba superada Mariano Puerta recibió el apoyo de un sponsor cuando tenía 13 años; ya devolvió el capital y en los próximos tres años deberá abonarle un porcentaje de sus ganancias; este sistema permitió que su padre pudiera entrenarlo durante toda su formación
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