Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
El ojo de Cristian Traverso y 100 respuestas sin filtro: su inicio en River, la gloria con Bianchi en Boca y las milanesas ”de contrabando” con Riquelme
El futbolista que estuvo en las infantiles de River y se consagró en Boca es hoy panelista y apasionado del golf; las historias en el xeneize, el secuestro de su padre y “los presidentes que son sin serlo”, en un mano a mano variopinto
- 57 minutos de lectura'
Se inició como 9 en el fútbol infantil de River, fue moldeado como un mediocampista central de buena técnica en Argentinos, se transformó en un defensor central áspero en la U de Chile y se consagró en Boca, el club del que es hincha desde chiquito, jugando todos los minutos de las cuatro finales de la Libertadores y de las dos Intercontinentales de los años 2000 y 2001 en el glorioso ciclo de Bianchi. Al ganar las elecciones, Riquelme lo invitó a ser parte del Consejo de fútbol, pero como sabía que iba a chocar con algunos integrantes, prefirió pasar y hoy se destaca por su frontalidad para hablar de todos los temas en la televisión, y también en estas 100 preguntas. Destaca a Gallardo, cree que a Tevez lo maltrataron innecesariamente, revela detalles de su convivencia con Maradona y cuenta anécdotas muy jugosas del Boca que integró e hizo historia, incluyendo el cargamento de sándwiches de milanesas que se distribuían en la habitación que compartía con Riquelme. Traverso, sin filtro.
1. –¿Quién es Cristian Alberto Traverso?
–Una persona que desde mis orígenes en San Martín jugó en el barrio a la pelota con la idea de llegar a ser futbolista, esforzándome, estudiando y trabajando. El fútbol fue una hermosa profesión que elegí, pero nunca dejé de ser yo mismo. A mí me conocen de verdad por cómo soy, no por haber jugado en Boca. Durante mi infancia y adolescencia me la pasaba todo el día con la pelota, jugaba los campeonatos en el barrio, después lo hice en las inferiores de Argentinos y los domingos iba a ver a Boca. Así crecí.
2. –Apodo de pibe.
–En el barrio siempre fui Cabezón. Tenía cabeza normal, pero de cuerpo era flaquito. En la U, un periodista me puso Tigre y quedó: un poco por la fuerza y por la entrega, además tenía el pelo largo.
3. –¿A qué se dedicaban tus viejos?
–Mi viejo ponía pisos de goma, laburaba en toldería, siempre se la rebuscó. Mi vieja, en servicio doméstico, limpiaba casas. Vivíamos los tres en un PH que era pieza, cocina y baño. Dormíamos todos juntos. Si abrías la puerta del horno tenías que salir de la cocina, era una casa chiquita pero cálida. Había un patio, y en verano, a veces, dormíamos afuera. Muchos amigos del fútbol se quedaban en casa: dormían en el piso, pero se ve que los tratábamos bien porque volvían. Una de las historias que más destaco, y tiene que ver con los valores que nos inculcaba Argentinos, es la de Juan Gómez, el defensor central que después jugó en River. Vino grande de Corrientes a probarse y lo invité para que viviera en casa conmigo.
4. –¿A qué te referís con “los valores de Argentinos”?
–A que Juan se sumó a la Cuarta, con 18 años, jugaba en mi puesto, era rápido, iba bien arriba y yo podría haber dicho: “Este me va a quitar el lugar, mejor no lo ayudo”. Juan vivía en la pensión, no estaba bien y lo invité a que se quedara en casa. No teníamos demasiado lugar, pero por lo menos iba a tener comida. Al final a mí me subieron a Primera y a la semana lo subieron a él. La escuela de Argentinos pasaba por el compañerismo, por los valores de competir sanamente, de pertenecer a un grupo, de amistad. El padre de un compañero que nos llevaba en auto tenía un televisor color en su cuarto y nosotros teníamos una con antena que teníamos que sacar al patio para ver, pero el chico venía a casa porque la pasaba bien. Esos son valores de amistad. Y en lo futbolístico te inculcaban no traicionar las convicciones, si tirabas un sombrero o un caño, no importaba si la perdías.
5. –¿Cuál era tu equipo de barrio?
–El 1° de mayo de Loma Hermosa. Ahí jugaron mis tíos y mi viejo, viene por generaciones el tema. Las finales eran muy importantes, porque en el barrio tenías que jugar bien a la pelota, no había otra. Ahí yo era 10, mientras en Argentinos era 8 o 5. Después, me agarró Pekerman en Cuarta y me propuso jugar de defensor central ante la venta de Cáceres. Como no quería saber nada, fui a pedir el pase libre. Había un tipo que me había visto en el barrio y me quería llevar a jugar los domingos a Junín por plata. Yo ya había terminado sexto año en el colegio, no era todavía profesional y en Argentinos no me pagaban viático y en casa no alcanzaba la plata. Estuve una semana sin ir al club, enojado, por suerte José me convenció de seguir.
6. –¿Por qué José te propuso ser central?
–Había muchos volantes, me debe haber visto condiciones para el puesto y me dijo que el club iba a apostar por mí en esa posición. Yo no tenía físico de defensor, era muy flaquito, pero en Argentinos no se buscaba al típico central grandote que pegaba sino más la línea de Cáceres, nos impulsaban a salir jugando. Con gente como José en inferiores, Argentinos estuvo un paso adelante del resto.
7. –O sea que Pekerman fue clave en tu carrera.
–Sin dudas. Si no me convencía, quizás hubiera ido a Junín a jugar por plata y andá a saber cómo terminaba. Y hubiera seguido laburando con mi tío, colgado en el camión, repartiendo gaseosas. Mi otro laburo fue gracias a Miguel Bartolometo, un amigo: limpiaba las parcelas, las placas y los floreros en el cementerio de San Martín. Después tenía que cobrarles a los familiares de los difuntos: Iba en bicicleta de casa en casa, para ahorrarme la moneda del colectivo. La gente del barrio siempre me ayudó, me empujó para que pudiera llegar a ser futbolista. Igual, tenía que estudiar. Al menos en mi caso, si no estudiaba, no me dejaban jugar a la pelota. Eso se fue perdiendo, lamentablemente.
8. –Definite como jugador.
–Tuve dos etapas: una en la que trataba de jugar bien, saliendo de abajo, incluso con algún lujo, en mis inicios, y otra que arranqué en la U de Chile, donde la pasé mal los primeros meses justamente por eso, porque quería salir jugando, me la sacaban y nos metían un gol. Perdí el puesto y me dije: “acá tengo que cambiar el chip”. Entonces me adapté a tirarme a los pies, a ser más rústico, un jugador más de sacrificio. Me tuve que ir amoldando y pasé a ser más mañoso.
9. –¿Quién te hizo hincha de Boca?
–Tenía un tío de Chacarita, que era de la hinchada, les regalaba el conjunto de Chaca a todos, pero conmigo no pudo. Un cuñado de mi papá era de Boca y me llevó a la cancha con 10 años y para mí fue monstruoso. Mi viejo es de Boca pero no iba a la cancha. En el barrio éramos todos de Boca, en realidad. Estaba el Tula, un colectivero amigo que trabajaba en la 161: los fines de semana tenía el colectivo y nos íbamos todos del barrio a la cancha. En el 87 me hice socio, eran épocas malas de Boca, pero la hinchada se quedaba cantando después del partido. Y yo me quedaba mirando a la hinchada.
10. –Tu ídolo.
–El Loco Gatti era la figura máxima de Boca en esos años. Era el que daba show. Como mi papá hacía toldos, me hizo una bandera de Boca de 2 x 2 y en el medio le puse una foto de Gatti de El Gráfico. La tenía en mi pieza. Después la vida me permitió jugar el partido despedida de Gatti, increíble.
11. –¿Es cierto que te pusiste la camiseta de River?
–Sí, jugué en el fútbol infantil de River. Me vieron en el baby de Almafuerte pero yo no quería ir porque era hincha de Boca. Al final lo acepté: era 9 de mi categoría y el 10 era Pablo Lavallén. Un día, el viejo Ruiz me sacó porque en una final me tiré a los pies y él decía que los jugadores elegantes no se tiraban a los pies. Después, la elegancia la guardé en el ropero, ja, ja, la tiré a la mierda. En River te inculcaban jugar con la cabeza levantada, en el equipo estaba Fabián Pessano, una lateral que era fanático de Boca y jugaba con la camiseta de Boca debajo de la de River. Eso se sabía, pero eran otras épocas y nadie te decía nada, nada que ver con lo de ahora.
12. –¿Cómo manejabas jugar en River siendo hincha de Boca?
–Nunca me puse a pensar en eso, éramos chiquitos. Si me preguntaban, yo decía que era de Boca. Los ojeadores te identificaban por cómo jugabas, no por el equipo del que eras hincha. Después, uno es profesional y por lo general deja el hincha de lado. En mi caso sí te puedo decir que cuando tuve la oportunidad de elegir entre River y Boca, ahí afloró el hincha y elegí a Boca, aunque River me ofreciera más plata y mejores condiciones deportivas. Mi sueño era jugar en Boca y tuve la posibilidad de elegir y concretarlo.
13. –¿En qué momento fue esa elección?
–A mediados del 96 estaba en la U de Chile, venía de ser elegido el mejor jugador del campeonato y Gustavo Mascardi nos compró a mí y a Marcelo Salas. Me dijo que River me quería a préstamo y yo le dije que a préstamo no iba, sentía que no me valoraban si iba a préstamo. Al final compraron a Salas, yo me quedé y en diciembre me planteó: “Tenés River, Racing y Boca; River es el que más paga”. Leo Rodríguez, compañero mío en la U, había sido comprado por el América de México y de ahí me querían también. Leo me mandó por fax el contrato del América, ¡era el triple de lo que me ofrecía Boca! Pero le dije a Mascardi: “Hacé lo que tengas que hacer, pero yo quiero jugar en Boca”.
14. –¿Qué te dijo Mascardi?
–Se portó muy bien y respetó mi decisión. Fue un caballero. A él le convenía que yo fuera donde pagaban más, porque él había invertido plata en comprar mi pase, pero me dejó elegir. No era mi representante, eh, era el dueño del pase. En esos años estaba permitido que una persona comprara a un futbolista, luego las leyes cambiaron y protegieron más al jugador. Por eso siempre digo que cuando pude elegir, como en este caso, elegí con el corazón. Porque no sólo River me pagaba más plata, también venía de ser campeón, estaba en un gran momento, mientras que Boca vivía el post Bilardo y era medio caótico. Pero no había manera de traicionar el sentimiento. Costó mucho dar vuelta esa historia ganadora de River. Antes de ganar todo con Bianchi hubo que remarla, no fue fácil.
15. –Volvamos a las infantiles: ¿por qué te fuiste de River?
–Por un incidente que hubo en la confitería. Había cena show de fin de año, mi papá había juntado plata no sé de dónde para comprar las entradas y, cuando llegamos, no tenía mesa, entonces se sentó en el piso frente al presidente, creo que era Aragón Cabrera. Y nos echaron a patadas. A mí, que era el goleador, y al Pescadito Walter Paz también, que era el mejor de la categoría. A la semana siguiente nos fuimos a Argentinos.
16. –¿Los tomaron de una?
–Justo habíamos jugado el fin de semana anterior en Boyacá, con nuestra categoría de River. Había como 500 pibes para probarse, se largó a llover, estaba Oscar Refojos tomando los nombres, y cuando nos vio, nos preguntó: “¿Ustedes no jugaron el otro día contra nosotros? Vengan con el pase que los sumamos”. Y así entramos. Mi viejo quería que fuera a Chacarita, porque era más cerca de casa, por el viático. Siempre la plata era un problema...
17. –¿Y en Argentinos seguiste jugando de 9?
–No, ahí arranqué de 5, porque yo quería jugar de 5, porque en el barrio jugaba de 5 y porque mi viejo jugaba de 5 y me decía que tenía que jugar de 5. Para mí, ese es el puesto más lindo, todo pasa por ahí. Creo que el hecho de haber jugado bastante en ese puesto en inferiores me ayudó después, cuando Bianchi me puso de 5 por la lesión de Serna para jugar la Libertadores de 2000.
18. –¿Qué tienen de distinto las inferiores de Argentinos que sacan tantos jugadores sin los recursos de otros clubes?
–En Rosario tenés dos clubes muy grandes, entonces casi todos los pibes van a probarse ahí. En Buenos Aires y alrededores tenés 50 mil clubes, pero cuando la marca está registrada y reconocida, ganás mucho. Se sabe que en Argentinos el trato a los chicos es muy bueno, y también la forma de manejarse de los formadores. Esa es una de las principales claves: que tiene excelentes formadores. Y no son los amigos que se inician de algún dirigente de turno. No, son los viejos maestros. Oscar Refojos fue uno de los tipos más sabios que conocí: te veía caminar y decía “este juega de 8″, y conocía a los pibes de todos lados. Y una más: Argentinos nunca buscó resultados en inferiores, siempre formó chicos, y llegaban a Primera, a diferencia de lo que pasaba en otros clubes.
19. –¿Qué diferencias hay entre ser 2 y 5, vos que jugaste en ambos puestos?
–A mí me gustaba más ser volante central. Como defensor, al no ser morrudo, porque en Argentinos no hacíamos pesas como en otros clubes, tenía que chocar después contra Gambier, Medina Bello o el Turco García, y te tiraban a la mierda. En la mitad de la cancha participás mucho más de juego y si te acostumbrás a dar órdenes, mejor. Atrás tenés más panorama, pero si te equivocás, le tenés que prender una vela al arquero. De 5, te podés equivocar, y no es tan grave.
20. –En la U de Chile jugaste dos años, pero por lo que leo en tus posteos te marcó mucho.
–Me costó mucho los dos primeros meses: pasé a un gigante, donde existía mucha presión de la gente y del periodismo, y no estaba acostumbrado. Yo salía jugando, me la robaban y pagábamos con gol. Me mataban. El técnico me sacó, tuve que cambiar el chip, y al final terminé como el mejor jugador del campeonato en el 95, cuando había grandes figuras como Gorosito y Acosta en la Católica. Hacía dupla con Ronald Fuentes, el mejor defensor con el que compartí una zaga. La U había descendido en el 89, y en el 94 salió campeón después de 25 años. Yo llegué para el siguiente título, pero la gente ya estaba muy identificada con ese equipo. Y en el 96 fuimos semifinalistas de la Libertadores. El hincha de la U es especial, como dicen allá: “si mojan la camiseta es suficiente”. Es muy parecido a Boca. La gente entendió el esfuerzo que hice para dar vuelta la situación y lo reconoció.
21. –¿Se notaba que Salas era distinto?
–He jugado con muchos grandes delanteros, y para mí Marcelo fue el mejor definidor de todos con los que compartí equipo. Dentro del área te liquidaba: enganchaba, era rápido, gambeteador, guapo, cabeceaba, tenía una personalidad tremenda. Por algo hizo una carrera extraordinaria.
22. –¿Los robaron en la semifinal de la Libertadores 96 con River?
–Éramos la piedra en el zapato de esa Copa, la Cenicienta, y el negocio era que llegaran brasileños y argentinos a la final. Uno no imagina que te van a robar de esa manera, pero eran las típicas noches de Copa, con trampillas fuera de la cancha. El día anterior fuimos a entrenar a Lanús y no llegaba el micro, nos cagamos de frío esperando, no había agua caliente y al otro día Ronald Fuentes no jugó, y yo jugué con 39 grados de fiebre. En el partido, el penal que no cobró el árbitro ecuatoriano al Huevito Valencia fue descarado ¡La primera vez que dan ley de ventaja en un penal! Insólito. Esa semifinal la tenía que ganar River, pero nosotros estuvimos a la altura. Se nos escapó en Santiago, que empatamos 2–2, y después perdimos 1–0 en el Monumental con un arbitraje escandaloso y un gol de carambola. Ya pasó, después me enteré de algunas cosas sobre el árbitro que no las puedo decir y son muy fuertes. No las puedo decir porque no tengo pruebas. Pero sí tengo mis razones para decir que fue un robo.
23. –¿Hoy sigue habiendo esas trampillas en la Copa?
–Hoy está todo más controlado, más visible, tenés hasta cámaras en los túneles y accesos a vestuarios. Creo que siguen existiendo esas pequeñas mañas, pero mucho menos. Las localías siempre son fuertes en la Libertadores, después el equipo local tiene que saber ganar. Al sistema le conviene facturar y que los equipos grandes estén en las finales, esa es la realidad. Hay cosas cobrables en la cancha, otras son muy evidentes y no lo pueden hacer: un codazo, un offside de un metro, un penal. La tecnología no va a solucionar esto, porque hay jugadas muy puntuales, y depende de en qué cuadro te tiren la línea del offside para que sea o no. Después, siempre hubo y seguirá habiendo árbitros que se asustan y se dejan influenciar.
24. –¿Por qué criticás tanto a la gerenciadora de la U de Chile?
–Es lo que siente el hincha de la U y como yo no tengo compromiso con nadie, siempre estaré del lado de la gente, doy la cara por ellos. El club se gerenció hace más de 10 años y al principio estuvo bueno, fue campeón de la Sudamericana con Sampaoli, pero después las cosas se hicieron muy mal y ahora entró una nueva concesionaria con ciertos personajes que no están tan claros y ya desde hace unos años la U tiene serios riesgos de descender, camina por la cornisa.
25. –¿Estás en contra de la SA en el fútbol? Porque a la Católica le está yendo muy bien con ese modelo desde hace varios años.
–No estoy en contra de las SA por sí mismo, pero tampoco me banco que venga un tipo y haga mierda el club. Hay clubes que pueden ser SA y otros que no: la U no lo necesita, porque es el que más recauda por espectadores, genera más que Colo–Colo y cualquier otro. Quizás estén parejos en gente, pero la fidelidad de la gente de la U es superior. En su peor momento, la U metía 70 mil personas en el estadio Nacional. No me gusta las sociedades anónimas en equipos tan grandes: vienen a hacer negocios, cotizan jugadores con la camiseta y se van. Esta gente de Azul Azul tiene la concesión hasta 2037, es una locura, por eso colaboro con los hinchas. Mostrar el descontento que existe en el hincha es para mí devolver parte del cariño que me dieron.
26. –¿Qué sentiste la primera vez que pisaste la Bombonera como jugador de Boca?
–Fue especial: ver a los hinchas en el portón de Casa Amarilla pidiendo autógrafos, la gran cantidad de periodistas, todo eso que significa el mundo Boca fue muy fuerte. Yo llegué con mis zapatillas Topper blanca y el pañuelito de los Rolling Stones. Caniggia decía que era un roñoso porque no me lo sacaba nunca... A este tipo de clubes los jugadores necesitan adaptarse, por más que el corazón empuje, no es fácil. Yo no estaba bien físicamente cuando llegué, pero no quería dejar de jugar, me daba pudor decir que estaba lesionado, y en mi debut me expulsaron, en un amistoso contra el Sao Paulo.
27. –¿Cómo manejás el sentimiento del hincha siendo panelista en la tele?
–Yo me siento para hablar de fútbol y soy auténtico, no tengo filtro. Cuando a veces me paso de la raya por criticar a la dirigencia lo hago porque soy así, lo único que no quiero es que piensen que digo las cosas por política. Nunca lo hice por ese motivo. Entiendo que la crítica puede molestar, pero si las cosas se hacen mal, aunque sea del club del que soy hincha, las voy a decir.
28. –¿Te seguís poniendo mal cuando pierde Boca?
–Sí, claro, me enojo y me pongo mal, como todo hincha. Incluso lo expreso en voz alta frente a la tele, en mi casa, y alguna puteada se me escapa. Sigo siendo hincha venenoso de Boca, pero me tengo que controlar en mi función. Para mí no corresponde entrar en la chicana de te fuiste al descenso o te gané en Madrid. Mi función es analizar el juego y lo que lo rodea, fríamente, sacándome la camiseta.
29. –¿Cómo te pegó la muerte de Diego?
–Con Diego fuimos compañeros en Boca y estuve cerca en varios momentos y lo ayudé cuando la pasaba muy mal. Después del Mundial de Sudáfrica, tuve un contacto en Dubai, les pregunté a los allegados de Diego cómo estaba, y me dijeron que andaba depresivo. Entonces levanté el teléfono y le dije: “Gordo, ¿tenés ganas de laburar?”. Me contestó: “¿A dónde, Trabuco?”. Diego me decía así. Se estaba yendo a Chechenia a inaugurar un estadio, yo vivía en México y así se armó todo y le conseguí ese trabajo. Al final, Diego llevó a su gente y terminamos como terminan todos con Diego: mal. Porque se meten los que no se tienen que meter. Y la señora me dijo: “La imagen de Diego la manejo yo acá”. Y empezaron los problemas.
30. –¿Verónica Ojeda o Rocío Oliva?
–Ojeda y su gente. Discutimos y terminó todo mal, porque yo estaba una hora con Diego y las otras 23 él estaba con su gente, y todos ahí del entorno quieren chupar sangre. Los acuerdos no se respetaron y listo, se cortó. Cuando Diego murió, me acerqué a la Casa Rosada con periodistas amigos a ver si podíamos saludar a la familia y despedirlo, y por suerte nos dejaron entrar. Con la familia, agradecidos.
31. –¿Lo habías visto últimamente?
–Tuve un acercamiento cuando agarró Gimnasia, y le hice llegar el mensaje de que, si necesitaba algo, estaba para lo que fuera. Me alegró que estuviera trabajando otra vez en el fútbol, porque Diego era el fútbol. Y lo noté contento. Sí lo vi muy mal el día de su cumpleaños 60 en la cancha de Gimnasia. Ese no era Diego. Se ve que los que estaban a su lado no lo veían mal, o no les convenía verlo mal, no sé. Es triste, no me gusta hablar del tema.
32. –Hace no mucho posteaste una foto con Diego en “Mar de Fondo”: le agradeciste, pero te referiste a una pelea.
–La pelea era la de Dubai, lo que te contaba, pero el Gordo siempre me trató bien. Un día, yo había ido al entrenamiento con mi Pontiac azul modelo 78 y me dijo: “Trabuco, dame tu auto y llévate la Ferrari”, ja ja, un genio. “Dale, si viniste en esa porquería, llévate la Ferrari”, insistió. “Estás loco, si me llevo la Ferrari a San Martín, no queda ni el espejito”, le contesté (risas).
33. –Estuviste en el superclásico del 25/10/1997, el último partido de Maradona en su carrera, ¿qué recordás de ese día?
–La arenga que dio en la manga antes de entrar; a mí me tocó reemplazar a Latorre en el segundo tiempo. Me acuerdo que Diego llegó al vestuario en el entretiempo y le pidió al Bambino que lo sacara, que no daba más, y en su lugar entró Riquelme. Que Diego pidiera el cambio en un clásico era porque sentía que no podía aportar nada más. Mostró grandeza, no fue egoísta. Otro hubiera dicho: “Soy Maradona, me quedo parado en un costado y sigo”. Diego siempre priorizó el bien común, era muy buen compañero, eso lo recordaré siempre. Si llegó hasta ese partido fue por su fuerza de voluntad, por su corazón, acordate que ya lo habían suspendido un par de veces, que fue entrenador en el medio y luego volvió a jugar.
34. –Jugaste en el 1–1 entre River y Argentinos que le dio el Apertura 93 a River (gol de Toresani), ¿estaba arreglado el empate?
–Eso no se arregla en la previa, se va dando durante el partido. A nosotros nos servía el empate, porque era contra River en el Monumental, peleábamos el descenso y había que sacar adelante lo nuestro. En la cancha no pensás si perjudicás a un tercero o no, ahí buscás lo que le favorece a tu equipo, sos egoísta, esa es la verdad, entonces llega un momento en que se baja la persiana y listo. En esa época, yo era un pibe que recién empezaba, y como todo pibe tenía ese espíritu amateur de ir para adelante con todo, y los más grandes manejan las situaciones y te van tranquilizando. Siempre hubo este tipo de partidos, son situaciones difíciles, después me tocó vivirlos como tercero perjudicado, estando en Boca: si dependés de otro en la última fecha es porque hiciste algo mal o no hiciste lo suficiente.
35. –¿Es cierto que el Bambino Veira te pidió jugar de 4 y no le aceptaste?
–Así fue. No me sentía cómodo. Una cosa es ser volante central y bajar a ser defensor central, que no cambia tanto, y otra cosa es jugar sobre la raya perfilado. Encima yo tampoco era rápido. Y no había arrancado bien en Boca. Si me insultaban de central, imaginate de 4, ¡me iban a recontra putear! A mí me pasó que a poco de llegar a Boca me lesioné, y quería seguir jugando, entonces me pinchaba. Ya me había peleado con la prensa, como es lógico cuando no funcionás en Boca, porque me trataban muy mal. Me preparé con todo para el superclásico que terminó 3–3. Ahí, o salía a flote o me hundía. Y al poco tiempo el Bambino pidió a Bermúdez, buscó un central no tan técnico. Y medio que me fastidié, sentí que no me había bancado.
36.–¿Y por qué a Bianchi sí le aceptaste jugar de 4?
–Con Carlos ya estaba en otra época de Boca, me sentía con más confianza y más respaldado por la gente y por el entrenador. Además, fue por un partido puntual en que no podía estar Hugo (Ibarra). Con ese tipo de entrenadores, el jugador se abre más. Cuando saben llevarte le decís “a este sí le juego”; cuando te quieren imponer las cosas, el jugador se retoba, se pone rebelde y cuesta más.
37. –¿Qué les dijo Bianchi al llegar, cómo hizo para cambiar tan brutalmente la situación?
–Una de las primeras frases que nos dijo Carlos fue: “No nos saboteemos entre nosotros”. Me quedó marcado. Pedía que nos comprometiéramos, que el grupo estuviera unido, que respetáramos al compañero. Sus colaboradores fueron muy importantes. El profe Santella era clave, el motor de este equipo, nos daba una preparación física impresionante. También Carlitos Ischia y el Toti Veglio. Y otra cosa que hizo Carlos fue darles tranquilidad de entrada a los que podían hacer la diferencia: les dijo a Palermo, Guillermo (Barros Scholotto) y Román que serían titulares en todo el campeonato. Les dio una gran responsabilidad y ellos respondieron. Carlos decía que antes que buenos jugadores quería tipos inteligentes. Y el grupo fue muy inteligente. Le creíamos a Carlos.
38. –¿Qué te dijo Bianchi a vos?
–”¿Querés la 13?”, me preguntó, ja, ja. Y le contesté que sí, obviamente, si peor no me podía ir, ya la 2 la había perdido hacía tiempo. Carlos nos pidió que trabajáramos en armonía, que todos tiráramos para adelante, que en el fútbol no se sabe a quién le toca y que hay que estar preparado. Con Ischia y Veglio trataban de mantener esa llama del que no jugaba. Mantener al grupo así es muy importante. Y ahí juegan mucho los cuerpos técnicos.
39. –¿Cuándo te ganaste el lugar como titular?
–En enero del 2000 se lesionó Chicho (Serna) y Carlos me dijo: “Vas a jugar la Copa Libertadores de 5; jugá tranquilo, si putean a alguien, me van a putear a mí”. Pah, yo venía jugando poco, justo una semana antes me había contactado Marito Zanabria para ir a Unión y le comenté a Carlos que me interesaba la propuesta. “No quiero estar sentado en el banco”, le dije. “Pensalo, yo quiero que te quedes, en Boca siempre hay partidos para jugar y vas a jugar”. Y a los pocos días se lesionó Chicho. Por suerte me quedé: jugué 13 de los 14 partidos de la Copa. Cuando la ganamos en el Morumbí, Carlos nos vino a abrazar a uno por uno. “Gracias por haber confiado en mí”, le dije.
40. –¿Se confiaron en la semifinal con el América, que ganaron 4–1 la ida y casi los eliminan con un 3–0 en el Azteca?
–Para nada. De hecho, apenas entramos al vestuario tras el 4–1, Carlos dijo “el gol de ellos nos va a complicar”. Estaba molesto por ese gol que nos metieron al final. En México fue nuestro peor partido, no nos escuchábamos entre nosotros, con 100 mil tipos gritando en el Azteca, nos entraban por todos lados. La pasamos muy mal, por suerte apareció Walter (Samuel) para meter ese cabezazo que nos dio la clasificación. Los grandes equipos también deben tener su cuota de suerte. Al terminar el partido dijimos: “Si no perdimos acá, no perdemos más”.
41. –¿Después de empatar 2–2 en la final con Palmeiras en la Bombonera pensaban que eran boleta?
–No nos sentimos descartados para nada. Obviamente siendo locales esperábamos ganar, pero nosotros mentalmente éramos muy fuertes y en el Morumbí le jugamos de igual a igual, no nos fuimos a meter atrás, tuvimos situaciones de gol. Ver las fotocopias con las declaraciones de Scolari pegadas en el vestuario del Morumbí fue una linda sorpresa. Son los detalles que manejan los cuerpos técnicos. Scolari había dicho que ya se sentían campeones y todos los partidos son 50 y 50, hasta la final de Madrid. Carlos siempre nos repetía eso. ¿Cómo no te vas a sentir confiado si tu propio entrenador te dice “nosotros le podemos ganar a cualquiera”? No dependíamos de un jugador, teníamos un muy buen equipo.
42. –Contra el Real Madrid ya jugaste de segundo central.
–Casi no juego, casi no viajo, me subí al avión en la pista (risas). Pasó que tuve un entredicho con Carlos, una situación medio insólita. Estábamos haciendo un trabajo con pelota de a cuatro, yo estaba con Román, siempre estaba con Román, en realidad, porque concentraba con él, nos cagábamos de risa de todo. Hacíamos el trabajo con dos juveniles, en un momento los chicos se fueron, vino el Chelo Delgado, que solía estar con nosotros, y en un momento le dije “andá, manzanita podrida”. Carlos se enojó y me dijo: “No le podés faltar el respeto así al compañero”.
43. –¿Qué le contestaste?
–Lo miraba y no lo podía creer: “Carlos, ¿me está hablando en serio?”. Y volvió a decirme lo mismo. Justo vino una pelota, la pateé lejos, por poco no le pego a él, y me dijo: “Si querés, te vas de la práctica”. Me echó. Había periodistas en la tribuna, entonces dije: “No les voy a dar de comer”. Yo venía con pubalgia, jugaba infiltrado, entonces al otro día lo agarré a Batista y le dije: “Checho, hasta que no me recupere de la pubalgia no juego más”. Eso me costó estar dos meses afuera. Con Carlos no nos hablábamos: yo me cambiaba y me iba al consultorio, después corría alrededor de la cancha. Y nada más.
44. –¿Cómo se solucionó?
–Me maté trabajando para recuperarme de la pubalgia y estar bien: a la mañana me entrenaba en Boca y a la tarde iba con Rubén Araguas a hacer un circuito por los bosques de Palermo. Me recuperé y Carlos me llevó como 23, por eso digo que me metí de última. Eso sí: me rompí el culo para subir al avión, y hasta dos días antes no jugaba la final. Se ve que algo no lo convenció en las últimas prácticas y me terminó poniendo de central con Bermúdez (Samuel ya se había ido) y jugó Matellán de lateral.
45. –¿Tuviste alguna charla con Bianchi por el incidente?
–No. Carlos no le dio mucha importancia al incidente, seguro el equivocado fui yo, un momento de calentura. Siempre fui así, nunca medí las consecuencias de nada, soy genuino, frontal, no careteo. Prefiero ser así. Y creo que la otra persona que me ve cómo soy realmente, sabe que puede contar conmigo porque no le voy a falsear. Con Carlos mantuve muchas charlas extra futbolísticas y siempre me escuchó y me aconsejó. Uno se bajonea, en el fondo somos personas y Carlos siempre se preocupaba por las cuestiones humanas, estaba muy pendiente de todo. Un día viví un problema familiar y Carlos me dio un ejemplo de una situación que había vivido con Margarita, su compañera de toda la vida, y se le llenaron los ojos de lágrimas. Si querés que el jugador te siga a muerte, tenés que ser así, es muy importante. Después me pedía que le juegue de volante por izquierda o de lateral y no le podía decir que no. Además, te convencía.
46. –¿Qué imaginabas en la previa de la final con el Real Madrid?
–Concentraba con Román, y como lo veía muy tranquilo a él, yo estaba tranquilo. Dependíamos de él y de cómo se levantara el goleador. Siempre supimos que teníamos nuestras posibilidades, que dependíamos de la actitud y la mentalidad con que encaráramos el partido. El plan era salir a apretar, no meternos atrás y se dio.
47. –Ganar 2–0 a los 7 minutos no estaba en los planes, ¿o sí?
–Eso no lo planificás, sin dudas, pero sí te digo que fuimos a buscar el primer gol y que después seguimos presionando, no íbamos a dejar de jugar como lo hacía ese equipo. Ellos se sorprendieron. Nunca nos sobrepresionamos. Éramos un equipo tranquilo, preparamos muy bien el partido y estábamos confiados. Desde el primer día en Japón disfrutamos todo, porque pensábamos que era la única vez que íbamos a ir... Y al final Boca fue tres veces más en pocos años.
48. –¿Qué te dijo Bianchi a vos?
–Yo jugué de segundo central, con Bermúdez de primero, y tenía que estar muy atento para tomar a Figo si lo desbordaba a Matellán. Pero Mate jugó un partido bárbaro. Ellos tenían un equipazo, y no hubo cruces picantes, no era como una final de Libertadores, que te re puteás. Ellos eran unos gentleman, eran el Real Madrid y no podían andar haciendo lío. Perdieron y se la bancaron.
49. –¿Al Bayern también creían que le podían ganar?
–Ahí ya venía tironeado todo con la dirigencia, Carlos tampoco estaba bien con este tema, veníamos con lesionados y cansancio, con muchas concentraciones, y encima enfrentamos a una máquina. Lo aguantamos bastante bien con uno menos, pero se nos vieron encima, y estos no fueron gentleman como los del Madrid, nos recagaron a patadas con un árbitro permisivo.
50. –Tu mejor partido en Boca.
–La final de la Libertadores 2000 en el Morumbi, que jugué de cinco, con Battaglia y Basualdo a los costados. El 2000 fue mi mejor año, estaba peleado con Olé, porque me ponían 2 o 3 puntos siempre y en la final me pusieron 10, el “León del Morumbí” pusieron, me quedó marcado. Venía con tanta confianza que cuando Carlos preguntó quién pateaba penales en la definición, levanté la mano y dije: “Pateo el quinto”. Gracias a Dios, Oscar (Córdoba) atajó dos y Jorge (Bermúdez) metió el cuarto y zafé de patearlo (risas).
Traverso vs. Palmeiras (2000)
51. –¿El mejor partido de ese Boca?
–La semifinal contra Palmeiras de la Libertadores 2001 en Parque Antártica, que fuimos sin delanteros y estábamos en conflicto con los dirigentes. Para mí, fue el mejor partido de Román en Boca, mejor que con el Real Madrid, porque ahí le daban de verdad. Ese día entraron a pegarle al línea, a Carlos le dieron un piedrazo y se fue a un palco, el banco de suplentes estaba abarrotado de gente, te ponían una grama brasileña altísima, la querían ganar de guapos, pero nosotros éramos un equipo bravo, con mucha personalidad. Ganábamos 2–0, nos empataron y después nos quedamos con los penales.
52. –Ese día sí pateaste un penal.
–No me hagás acordar: la tiré a la mierda. Fue el segundo, pero Oscar otra vez atajó dos y pasamos. Y en la final con Cruz Azul, después de ganar la ida 1–0 y perder la revancha 1–0 en la Bombonera, cuando se venían los penales, Bianchi esta vez no nos preguntó. Y a mí me dijo: “Vos no pateás” (risas). En esa final, yo había pegado un tiro en el travesaño en el minuto 85 o 87, que nos hubiera dado el título sin penales. Macri entró al vestuario y me dijo: “Vos no tenés suerte, con Palermo pega en el travesaño y entra, y a vos te pega en el travesaño y sale”.
53. –¿Se notaba la poca sintonía que existía entre Palermo y Riquelme o se exagera un poco?
–La etapa en la que no estuve, desde el 2007, puede ser que se haya vivido de esa manera, lo que te puedo asegurar es que, en la primera etapa, la que estuve yo, hasta el 2001 que se fue Martín, la relación era normal, no había problemas. De hecho, yo concentraba con Román pero después jugaba a las cartas y al pool con Martín (Palermo) y con Guille (Barros Schelotto) toda la tarde, mientras Román dormía la siesta. Una vez los llevé a Martín y a Román a Pancho 46 a comer panchos y no había ningún problema. Eso de que Palermo le fue a pedir que juegue Guillermo es mentira, lo pude confirmar hace poco. Después, con los años, con ellos siendo más grandes, más figuras, y sin la presencia de un líder como Carlos, se manifestaron esas diferencias y se fue sumando gente con cada uno. No tengo dudas de que, si hubiera estado Carlos, lo habría detectado enseguida y limaba asperezas. El líder de verdad se da cuenta.
54. –Hace poco tiraste la idea de juntarlos.
–Capaz que son ideas mías medio locas, pero Martín, Guillermo y Román, los grandes ídolos, no pueden estar peleados. Ahora están más grandes y las mentes deberían estar más abiertas también. A la dirigencia le conviene tener a jugadores importantes de su bando para jugar políticamente. Yo creo que los exjugadores nos tenemos que mantener al margen de la política. Ahora, como Román es directivo, siempre voy a estar del lado de Román porque fue compañero, y porque tengo algo con los dirigentes, quizás es un problema mío por las experiencias que tuve en el fútbol. Nosotros tenemos que estar más unidos y no dejarnos manejar por los dirigentes, a veces ellos se aprovechan de las situaciones, porque algunos están sin trabajo y eso para mí no sirve.
55. –¿A qué experiencias te referís?
–Nunca entendí que alguien de tu propio club, por más dirigente que sea, te denigre, te insulte, te mire por arriba del hombro por ser jugador de fútbol. Eso nos pasó con Salvestrini, y por eso terminamos escribiendo las remeras. Todo aquel conflicto empezó por los premios y Salvestrini salió a decir que éramos negros, que teníamos que bañarnos con agua fría, que teníamos que ir al psicólogo. Hubo una interna fuerte entre nosotros: algunos no querían viajar a Brasil. Yo dije que había que ir, que la posibilidad de jugar otra final de Libertadores no se daba todos los días. Por suerte, el grupo supo privilegiar la gloria deportiva y fuimos bicampeones de América. No podíamos permitir que un tipo de tu propio club te tirara la gente en contra, por eso le doy tanto valor a ese partido con Palmeiras.
56. –¿Cómo surgió la leyenda “Salvestrini al psicólogo” en las remeras?
–Eran las remeras de entrada en calor, uno agarró un fibrón y lo escribió en el propio vestuario y después aparecieron otras leyendas más fuertes, con insultos. Siempre destaco a Roberto Digón, que era el jefe de la delegación, le tocó entrar al vestuario y comerse los cantitos contra la Comisión. Después le pedí perdón. Y todo esto con las cámaras de televisión adentro del vestuario. No recuerdo un enfrentamiento tan fuerte, y público, de jugadores contra la dirigencia de su propio club. El tema fue que Salvestrini se quiso hacer conocer para ser candidato y la jugada le salió en contra. Al volver a Buenos Aires, Mauricio (Macri) nos sentó a varios referentes en su despacho, no nos dijo ni “buenas tardes”, prendió el video y nos dijo que esas imágenes habían recorrido el mundo y no podía pasar. Ahí aceptamos nuestra parte y Jorge (Bermúdez) dio una conferencia pidiendo disculpas a la gente de la Comisión Directiva.
57. –¿Cómo era la relación del plantel con Macri?
–Mauricio venía a los asados de los viernes, entraba como pidiendo permiso. Un día le dije: “Tenés que saludar, no tengas miedo, acá ninguno te va a faltar el respeto”. Y aprendió que, si se abría con nosotros antes que querer poner un límite entre el jefe y el empleado, la relación iba a ser mucho más confortable. Conmigo, Mauricio siempre se portó muy bien y yo también con él. Cuando me tuvo que renovar, me dijo: “te tengo que dar menos plata porque jugaste menos”. Y lo hice sin problema.
58. –¿Qué les pasó en la final de la Libertadores 2001 después de ganar la ida en México?
–Llegamos casi sin nafta a la revancha, con pocos soldados, había sido un ciclo desgastante. En 2000 estuvimos 270 días concentrados, y para el jugador es duro, por más que vayas a buenos hoteles y demás, pero tus hijos crecen, te perdés cosas. Necesitábamos una renovación y llegamos con lo justo.
59. –Fuiste titular en los cuatro partidos finales de Libertadores y en las dos Intercontinentales del 2000 y 2001, ¿por qué creés que Bianchi confiaba tanto en vos?
–Nunca se lo pregunté. Supongo que porque le cumplía. Sabía que no le iba a resolver un partido pero sí algunos problemas. Me tenía confianza. A veces el entrenador necesita complementos, no solo caño y sombrero. Necesita responsabilidad, hoy a un jugador le ponen amarilla y ya piensan en sacarlo para que no lo echen, yo había aprendido a jugar con una amarilla, sabía cuidarme para que no me expulsaran y él sabía que yo no me iba a mandar una cagada.
60. –¿Cuál de las finales fue la más dura?
–La de Bayern, porque fue la única que no ganamos. Ese día lo mataron a patadas a Román, lo expulsaron al Chelo en el primer tiempo de modo exagerado, el árbitro nos fue llevando, todas las divididas eran para ellos. No podía otra vez un equipo sudamericano ganar la Copa Intercontinental, con lo que se decía de que a los europeos no les interesaba tanto.
61. –¿Se puede ser campeón de América comiendo sándwiches de milanesa de contrabando?
–Y... sí, nosotros pudimos. Pasa que concentrábamos los viernes, y hasta el domingo se hacía largo. En el Hotel Los Dos Chinos no había nada para hacer, solo podíamos jugar al pool y a las cartas y a las 12 de la noche nos agarraba hambre, y la tentación era un buen sándwich de milanesa. Un amigo nos los hacía llegar a la habitación que compartíamos con Román. Y nosotros invitábamos a varios secuaces, venían Martín y Guille... A la habitación llegaba una caja de cartón llena de sándwiches de milanesas.
62. –¿Bianchi sabía?
–Creo que Carlos sabía más de lo que imaginábamos, pero nunca nos dijo nada. Carlos veía que el grupo se sentía bien así, que era un momento para reírnos y compartir cosas y pasarla bien. Y sabía que el grupo, en los partidos, no le fallaba. Aparte, cuando teníamos que trabajar, trabajábamos. Después la milanesa empezó a venir napolitana y con papas fritas, entonces a la noche ya se escuchaban ruidos de plato en la habitación, ja, ja ¡qué locura!
63. –¿Por qué te fuiste de Boca en 2002?
–Porque no me renovaron el contrato. Veníamos del desgaste con la dirigencia y las remeras en 2001, y me habían hecho cargo a mí de incitar a Román de hacer el Topo Gigio. Quizá porque concentraba con él y estábamos todo el tiempo juntos, pero si ves el video del festejo, yo soy de los primeros que llegan para abrazarlo y le digo que se quede con la mente en el partido, quería evitarle un conflicto, y Román me saca, porque él tiene su personalidad. Con ese desgaste, no me quisieron renovar, de México me buscaron y yo mandé al presidente del Querétaro para que hablara con la dirigencia de Boca y me compraran. No quería irme libre.
64. –¿Qué te quedó de tu experiencia en Querétaro?
–Fui con Marito Zanabria a una franquicia nueva y no había jugadores, fueron cayendo de a tandas con el tiempo. Fue raro porque nos entrenábamos en lugares donde no había vestuarios, eran canchas de fábricas, no había duchas, y se me hizo difícil. Al poco tiempo echaron a Mario y vino Julio César Uribe, el peruano, y en un momento, como no atacábamos, le dije: “Julio, si seguimos así, prefiero salir del equipo”. De ahí fui a Puebla. La verdad que las dos ciudades son hermosas y nos trataron muy bien a mí y a mi familia, la gente es súper cálida, por eso respeto mucho a México. De hecho, después de retirarme, me fui a vivir a Puebla.
65. –¿Quién te pidió para volver a Boca después de esos dos años en México?
–Iba a ir a Colón por pedido de Basile, lo declaré en una nota en la radio y a los cinco minutos me llamó Mauricio (Macri) y me preguntó si de verdad estaba sin club. “¿Cómo no me llamaste? Te venís para Boca”, me dijo, como retándome. El contrato lo arreglamos en tres segundos. Yo me saco el sombrero con Mauricio, conmigo se portó 10 puntos. A pesar de que seguían los mismos dirigentes que no me querían, la tuvieron que masticar.
66. –¿Por qué te retiraste un año después, a los 33?
–Jugué contra Junior en Barranquilla, por los octavos de Libertadores, y empatamos 3–3. Había jugado mal, pero pensé que iba a estar en la revancha y el Chino Benítez me sacó. Me enojé, me fui a casa, al otro día entrenábamos a la tarde, a la mañana acompañé a mi señora a la ecografía de los mellizos que esperábamos. Vi que latían los dos corazones, que estaba todo bien, y me propuse disfrutar de mis hijos. No quería volver al club para hacer lío y dije “no juego más”. Apagué el celu, desenchufé el teléfono fijo de casa y no aparecí por varios días. Yo venía también con dolor de pubalgia y se me había hecho crónico. Antes de no estar bien prefería no estar, sentía que no iba a aportar nada.
67. –¿No te arrepentiste de retirarte joven?
–No, porque lo que viví en Boca fueron casi 7 años y parecieron 30. No todo fue bueno, hubo etapas duras y eso cuesta el doble. Ahora las carreras de los futbolistas se alargaron porque son otros los entrenamientos, no son las pretemporadas de antes que te rompías todo. Por suerte cambiaron, ayudó mucho la ciencia y la tecnología.
68. –¿Seguís jugando al fútbol?
–No. Desde que me retiré en 2005 solo jugué dos veces, y una con los chicos del canal. Me dediqué a jugar al golf. Empecé en México en 2003, y me hice profesional en 2007. Tengo el carnet de socio adherente de la PGA. Me invitaron a jugar el Abierto de la República, pero no acepté, quería clasificar por mérito propio. Nunca pasé el corte de la preclasificación, pero me parecía injusto entrar por invitación y que mis amigos que laburan del golf no tuvieran la chance de jugar. Sentía que me lo tenía que ganar, y nunca llegué. No me importa, me conformaba con no salir último, compitiendo con profesionales de toda la vida.
69. –¿Por qué empezaste con el golf en México?
–En 2003 estaba con mi divorcio, tuve que lidiar con el secuestro de mi viejo, iba a entrenar en moto sin casco, a 200 por hora. Todo mal. Y me agarró un día Jorgito Campos, el arquero que jugaba de delantero y vivía en el mismo barrio que yo, y me dijo: “Acompañame güey, vamos a tirar unos palos”. A él también le habían secuestrado al papá en Acapulco un tiempo atrás, y me ayudó mucho: dejé la moto, empecé a andar en auto otra vez, y le encontré el gusto al golf.
70. –¿Qué moto tenías?
–Tenía dos: una Honda 954 y una Harley–Davidson, la Harley era para pasear, la Honda era para darle adrenalina. En México se acostumbra almorzar a las 4 de la tarde, entonces nosotros jugábamos al mediodía, terminábamos a las 2 de la tarde y a las 3 me pasaba a buscar un amigo y nos íbamos en moto a comer a las afueras de Puebla. Así era la cosa. La pasábamos bárbaro. El problema fue que después el presidente Paco Bernat, que tenía concesionaria de autos y me quería mucho, en un momento se quedó sin plata y nos quería pagar con autos, entonces discutí y me fui.
71. –¿Qué le encontraste de atractivo al golf?
–Antes decía que era un deporte de viejos, pero la adrenalina de querer ganarle a tu rival, a vos mismo y al campo es tremenda: ese hoyito se hace cada vez más chico y a veces terminás errando desde un metro. Parece un juego tonto pero es un deporte apasionante: cuando le pegás bien a la bola lo sentís en las manos. Además, caminás mucho y eso es saludable. A Carlitos (Tevez) lo metí yo en el golf, también los llevé a Raúl (Cascini), al Chelo (Delgado), al Flaco (Schiavi) y a Martín (Palermo). Es México es cultural: todo el ambiente del futbol juega al golf.
72. –¿Gritaste los goles de Flamengo a River en la final del 2019?
–Obvio que los grité, no te voy a mentir. Es más: fui disfónico al canal. ¡Por lo menos teníamos una a favor de Boca, si no eran todas de River! Te ganan la final, la semifinal, te eliminan cinco veces seguidas y lo único que faltaba es que se quedaran con el bicampeonato de América nuestro. Encima estoy en Caballito, un barrio bien gallina, el único loco que gritaba los goles de Flamengo era yo.
73. –Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.
–El más feliz, aparte del debut, el día que le ganamos al Madrid. El más triste, cuando nos eliminó Olimpia en la Libertadores 2002. Esa noche, en Asunción, me fui a las duchas y me puse a llorar solo, sentía que era la despedida. Y lo fue.
74. –El mejor y el peor DT que tuviste.
–Tuve muchos buenos, pero en especial Carlos (Bianchi), sin dudas. Malos no tuve, de todos rescaté algo, y siempre fui respetuoso de sus trabajos.
75. –Tus mejores amigos del fútbol.
–Son los chicos del fútbol infantil y amateur, de las inferiores, esos son los verdaderos amigos, los del barrio. Ya en Primera, es muy difícil hacer amistad de verdad, más allá de compartir lindos momentos y tener buena relación. Yo también soy medio parco para eso, eh, soy especial.
76. –¿Te agarraste a piñas con un compañero alguna vez?
–A piñas, no, tuve un altercado pequeño con Jorginho Paulista, el brasileño que jugó un tiempo en Boca. Es que el Negro iba al ataque todos los tiros, entonces le dije que no fuera siempre, y me levantó la mano. Cuando entré al vestuario, el pobre estaba sentado en un rincón y lo agarré del cuello, lo levanté y le dije que no estaba bien ese gesto hacia el compañero en la cancha. Pobre, se asustó. Al otro día le pedí disculpas y le expliqué. Y después no hubo ningún problema, era como todos los brasileños: buenos y divertidos.
77. –El delantero más jodido de marcar.
–El Beto Acosta: era mañoso, y yo no era central típico, era livianito. El Beto era un tanque, te giraba con el cuerpo, era un goleador tremendo.
78. –Algún delantero mala leche al que enfrentaste.
–No te puedo identificar uno. Muchos hablaban de Roberto Cabañas: lo enfrenté un par de veces con Argentinos, pero no era mala leche, era muy fuerte y tenía la costumbre de saltar con los brazos abiertos y entonces por ahí te comías el codazo.
79. –¿No es muy dura la condena para el que yerra un penal en una definición?
–Te deja marcado, claro, es duro, sobre todo en Sudamérica, que se recuerdan más los penales errados que los convertidos. pero es parte de la responsabilidad que debe asumir el futbolista. Juega mucho lo psicológico al momento de patear un penal. En el fútbol pesa mucho más lo psicológico que lo físico, de hecho las maneras de entrenar son más o menos similares en los diferentes equipos pero la mentalidad que imparte un entrenador hace mucho a la forma del equipo. Y luego la cabeza de cada jugador.
80. –¿Los penales son una lotería?
–No, para nada. Es una cuestión de costumbre, el que está más acostumbrado a patear y meterla tiene más confianza en sí mismo. Podés tener suerte que el arquero vaya para donde vos pateás o no, pero si patéas bien, convertís, no hay vuelta que darle.
81. –¿Por qué estuviste mucho tiempo sin dar notas a la prensa?
–Habían sido muy injustos con Caniggia, el tipo al que yo había visto jugar un Mundial por televisión, no podía creer que fueran tan crueles. Después, tampoco me daban muchas ganas de dar notas si siempre me ponían 2 o 3 puntos porque no les caía bien. Eso sí: nunca le falté el respeto a nadie, decía que no hablaba cuando me pedían una nota y me iba a mi casa.
82. –Ahora que estás de este lado y conocés más la cocina, ¿lo ves de otro modo?
–Quizá debí haber sido más abierto, porque la gente consume mucho lo que dicen los medios de comunicación. Ahora me divierto porque entendí un poco más cómo es el tema, a veces se busca el show y, si no tenés posturas opuestas y todos opinan lo mismo, se hace aburrido. Trato de no entrar en terrenos donde no me corresponde, y estar del lado del futbolista, salvo que se manden cosas imperdonables. No me siento periodista porque no estudié, pero estoy muy agradecido al canal (TyCSports) y al programa (Superfútbol), siento que me respetan, me cuidan y me dejan hacer lo que yo quiero.
83. –¿Cuánto tiempo te lleva preparar “El Ojo de Traverso”?
–Miro un determinado partido, después veo todos los programas posteriores con los resúmenes y vuelvo a mirar el partido entero y voy anotando jugadas y detalles con los minutos. La idea es no dar las mismas cosas que en los programas del domingo a la noche, por eso los miro, y después les paso a los editores qué jugadas tomar y entre qué minutos. Otra cosa que intento hacer es hablar con lenguaje de barrio, y darle mi impronta, que sea entretenido. Y que no sea siempre Boca, porque no es un programa partidario. Lo hago con mucha pasión, me gusta.
84. –Como hincha de Boca, ¿cómo viviste estos años de gran predominio de River?
–Mal, como hincha lo viví mal, te duele. River ganó cosas importantes en estos años y dejando a Boca en el camino. En Madrid, ¡mierda que iba a salir alguien dolido! Y nos tocó a nosotros. No queda otra que agachar la cabeza y seguir adelante sin mirar para el costado, tratando de corregir las cosas en nuestro equipo y yendo para adelante.
85. –¿Vas a festejar el día que Gallardo se vaya de River?
–Lo hecho por Gallardo genera respeto porque le ha cambiado la vida a River en estos últimos años. Es una cuestión de fútbol y hay que sacarse la camiseta. Se trata de respetar a un entrenador que ha logrado tantas cosas: no solo resultados, sino también importan las formas y las bases que deja. Después, si Gallardo se va de River, Boca no va a mejorar por ese motivo. Boca tiene que mirar para adentro y mejorar por Boca. Corregir y trabajar. Los argentinos tenemos que igualar para arriba. Gallardo es un gran entrenador, y lo respeto mucho, pero Boca debe concentrarse en retomar sus propias bases sin mirar al costado. También veo que, ante los éxitos de River, parece que todo lo que hace Boca está mal. Y no creo que sea así.
86. –¿Te puso mal que Riquelme no te invitara a ser parte del Consejo?
–A mí me hablaron, me dijeron “vos tenés que estar con nosotros, porque fuiste parte”. Si hubiese querido ir, hoy estaría ahí, pero no me sentiría cómodo. Lo charlé con Román, porque si yo digo en el Consejo “No traigan a Zambrano”, y vos traés a Zambrano, me tengo que ir. Nombro a Zambrano por decir uno, puede ser cualquiera. Entonces, prefiero estar afuera y decir las cosas que pienso sin compromiso, como hago en la tele. Si yo entraba al Consejo y a la primera de cambio me tenía que ir, iba a ser desprolijo. Por mi forma de ser, iba a tener problemas, entonces preferí estar afuera. ¿Viste cuando hay mucha gente? ¿Para qué iba a estar? Tres ya son suficiente.
87. –Pero era estar en Boca y ganando buen dinero.
–Donde estoy hoy gano menos, pero estoy tranquilo y hago lo que me gusta. El día que no me guste más, buscaré otro trabajo, no todo es plata en la vida.
88. –¿Mantenés diálogo con Riquelme y los integrantes del Consejo?
–Me mando mensajes con casi todos, les pregunto cómo están, los felicito cuando hay cosas para felicitar, les digo “esto está bueno, repítanlo”, cuando algo me gusta. Una cosa que mejoraron es hablar más, comunicar mejor, y eso a la gente le gusta. Al Chelo lo llamé hace poco porque había fallecido el hermano, siempre me pongo a disposición. Con Chicho (Serna), antes de que lo contrataran, hablaba todo el tiempo para ver cómo estaban él y su familia, pero después de que asumió no lo llamé más. No me gusta llamar porque están en un cargo, prefiero aislarme. Con el Chipi (Barijho) también me mensajeo, con Román... Quiero que les vaya bien, compartimos muchas cosas. Después, a algún otro que se cree más importante que Román le mandé mensajes y no me contestó, no debo ser digno de que me atienda (risas).
89. –¿Se enojaron los integrantes del Consejo o ex compañeros que están en Boca por cosas que decís en la tele?
–Nadie me ha llamado para decirme nada, así que supongo que no, porque si alguien dice algo fuera de lugar sobre mí, yo lo llamo y se lo digo. Román y su hermano me conocen, saben cómo soy, que no tengo filtro ni compromiso con nadie. Sí me molesta cuando por una crítica dicen que soy angelicista, y nada que ver. En realidad, todos los políticos de Boca son de la misma línea y después se fueron desparramando y queriendo ganar su propio lugar. No te olvides que Ameal tomó protagonismo con las peñas cuando el presidente era Pompilio. Y Pompilio era Macri. Yo no soy de Angelici ni de Ameal, quiero que a Román le vaya bien porque compartí mucho con él. Eso no quita que estuve contrario a varias decisiones del Consejo, en gran parte por falta de experiencia. Tampoco tienen a Carlitos adentro para pegarle como le pegaban. No era necesario maltratarlo así. Y mirá que no soy amigo de Tevez, eh.
90. –¿Por qué creés que se fue Tevez?
–Son dos personalidades que no podían seguir estando juntas. En realidad, no con Román, sino con el Consejo. Se hace difícil el día a día cuando Bermúdez declaró lo que declaró. Ambas partes la fueron llevando, Carlitos fue inteligente en no confrontar, porque a él no le iba a agregar nada, y cuando se cansó, se fue tranquilo. Veremos cómo actúa en un futuro, yo no creo que juegue políticamente en las próximas elecciones.
91. –¿No creés que Riquelme tiene posturas como dirigente que el Riquelme jugador no hubiera tolerado?
–Quizá no toma conciencia o no mida. Estando del otro lado del mostrador, lo primero que debe hacer es cuidar los intereses del club, y habrá cosas que tendrá que ir aprendiendo, sobre todo porque hay maneras de finalizar el contrato de un jugador: si no te pusiste de acuerdo en lo económico, no hace falta llegar a la confrontación, y colgarlo cuando todavía tiene contrato. Con esos casos, como se hacen tantas especulaciones, la mejor que podés hacer es salir y comunicar. Ahí esta gestión tuvo su primera falencia. Creo que lo ha mejorado.
92. –¿Cómo hubieras reaccionado vos siendo jugador si el vicepresidente los hacía bajar del micro?
–En nuestra época no hubiese subido ningún dirigente para hacer eso. Después, nunca ocurrió que el máximo ídolo de Boca sea dirigente del club, entonces Román tiene el derecho a decir las cosas. No creo que lo haya dicho de mala manera, quizá no era el momento, podría habérselo dicho al otro día en Ezeiza.
93. –Fuiste duro con Ameal varias veces.
–Siempre digo que es el hincha de Boca que más suerte tuvo, porque fue presidente dos veces sin mérito propio: una porque se murió Pompilio y la otra porque Román le hizo ganar la elección. Porque el que le hizo ganar la elección fue Román, eso está muy claro. Ellos jugaron sus cartas así y él lo aceptó. Hay muchos ejemplos de presidentes que lo son sin serlo...
94. –¿Lo ves a Battaglia con uñas de guitarrero para ser el técnico de Boca?
–Agarró en un momento difícil y se vio un cambio. Después se fueron perdiendo algunas de esas cosas, pero conoce el club, es un entrenador que recién arranca y se va a equivocar. No es fácil dirigir a Boca, pero creo que debería seguir. A mí me gustan los proyectos a largo plazo, creo que Guillermo, más allá de haber perdido la final de Madrid, tenía un estilo de juego y debió haber seguido.
95. –Eras muy flaco como jugador, ¿es una lucha dura para vos tratar de conservar el peso?
–Aprendí con el tiempo que está bueno aceptarse como uno es y reírse de uno mismo. Yo me autocargo y me digo Gordo a mí mismo al aire. Hay jugadores que se mantienen igual después de retirados: se matan entrenándose. Yo no, yo ya jugué, ya me entrené, competí y a los 50 años no voy a hacerme el flaquito. Como igual que antes pero no me desgasto, esa es la diferencia.
96. –¿Te costó el día después?
–La pasa mal el que está sentado en la casa y no sabe qué hacer, pero yo siempre tuve cosas para hacer. Soy técnico en administración de empresas, tenía los transportes, llevaba y traía productos a Brasil y Chile, hacía comercio exterior. También fui representante, tenía la licencia FIFA. Yo llevé a Julio César Cáceres a River, por ejemplo, le di una mano al Chaco Giménez en México, y representé a Lucas Viatri, con el que no terminé bien. Lo más importante, igual, fue llevar a Diego a Dubai.
97. –¿Por qué terminaste mal con Viatri?
–A Lucas lo conocí a los 5 años, cuando vino a la escuelita de fútbol que teníamos con Juan Gómez. Después lo representé y en un momento otro le puso plata y se lo llevó. Acá no les importa nada, te roban los jugadores por plata. En un momento, a Viatri se le terminaba el contrato con Boca y me ofrecían llevarlo a Qatar por una millonada, pero yo le había dado la palabra a Boca que le iba a renovar el contrato, mejorado, pero le renovaba. Y de Qatar me insistían y me insistían, me ponían mucha plata, pero yo no se lo iba a robar a Boca. Y firmé el contrato con Beraldi, que manejaba el fútbol pero después vino un vivo, le puso plata a él y se lo llevó. Contra la plata no podés pelear. Yo valoré que Boca me abrió la puerta no una vez sino dos. Cada uno actúa como quiere.
98. –Fuiste compañero de Toresani, ¿te sorprendió que se suicidara?
–Había perdido el contacto con él, pero la noticia me impactó porque el Huevo era de esos tipos que iban al frente siempre. Nosotros somos útiles pocos años y los clubes deberían darles más valor a los exjugadores, hay un montón de cosas para hacer: no importa lo que les paguen, importa que la mente esté ocupada, que te sientas útil. Del otro lado no nos escuchan, lamentablemente. El fútbol es muy cruel cuando se baja la persiana: ya no servís más, los que te llamaban para pedirte una entrada ya no te llaman, se olvidan. Lo más triste es que no hay una contención para tantos exfutbolistas.
99. –¿Cómo manejaste el secuestro de tu viejo?
–Yo estaba en México, año 2003, sonó el teléfono a las 6 de la mañana y no podía ser nada bueno. Era mi mamá llorando, me dijo que lo habían secuestrado a mí viejo. Soy hijo único, así que salí rajando al club a buscar el pasaporte, y me tomé el primer avión que pude. Estuve los 17 días encerrado en la casa de mi mamá hablando con los secuestradores. Me pedían plata, fui a la policía y un comisario me dijo: “Flaco, esta vez te tocó a vos, negociá, porque te van a seguir sacando plata, ya los conozco”. No me daba soluciones. Me mandaban pruebas de vida de mi viejo, un casete con mi papá hablando mal, como si estuviera dopado.
100. –¿Tuviste miedo?
–Tuve miedo a la reacción de mi papá, que es un tipo calentón, y que por esa reacción le hicieran algo. En un momento dejaron de llamarme y me asusté. Y ni te digo lo que fue ir con mi compadre en la camioneta a llevar la bolsa de plata a Villa de mayo. Teníamos que ir pasando por ciertas postas, hasta que en un momento me dijeron por el celu “tirala por la ventanilla y andate”. Y eso hice. Al otro día lo soltaron. Con esa experiencia aprendí que la plata no vale nada, que lo material va y viene, lo que te quedan son los afectos, por eso no hay que hacerse tantos problemas por pavadas.
Ficha
- Cristian Alberto Traverso.
- Nacimiento: 17/4/1972, en San Martín (provincia de Buenos Aires). Tiene 49 años.
- Trayectoria: River Plate (fútbol infantil); Argentinos Juniors (divisiones inferiores); Argentinos (1991–94); Universidad de Chile (1995–96); Boca Juniors (1997–02); Querétaro, México (2002–03); Puebla, México (2003–04); Boca Juniors (2004–05). En Boca: 205 partidos jugados, 4 goles y 7 expulsiones.
- Títulos (8): Campeonato 1995 (U de Chile); Apertura 98, Clausura 99 y Apertura 00, Copa Libertadores 2000 y 2001, Copa Intercontinental 2000 y Copa Sudamericana 2004 (todos con Boca).
- Distinción: Mejor futbolista de Chile (1995).
- Luego del retiro: Trabajó en comercio exterior con camiones, fue intermediario y representante. Actualmente trabaja como panelista en la televisión.
Otras noticias de Las 100 preguntas a...
Arquero y panelista. Jugaba con Spinetta, perdió un riñón en un partido y defiende a los argentinos a los gritos en la TV española
Las 100 preguntas. Bruno Zuculini: por qué "comía como jugaba", la llamada que cambió su vida y un detalle desconocido de la final de Madrid
Sin filtro. El "Profe" Córdoba: cuando Scaloni se rebeló en el vestuario, la vez que mordió a un policía y la muerte de su hijo
- 1
Jeta Castagnola: el crack que no puede verse en los videos, su lado sensible y lo que será jugar con “el mejor polista de la historia”
- 2
Dibu Martínez y un partido especial ante Manchester City: pase de billar en el primer gol, discusión acalorada con Grealish y Haaland y saludo navideño
- 3
Bundesliga: Eintracht Frankfurt pateó 34 veces al arco y tuvo un jugador más 70 minutos, pero perdió con Mainz 05 tras los bloopers de su arquero
- 4
Simeone, De Paul, Álvarez, Molina: el Asadito mecánico del Atlético de Madrid cocinó un triunfo histórico en Barcelona