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El hilo invisible entre el escandaloso Maradona y el sigiloso Messi
"Dejenme de joder, yo me voy a Nápoles. ¡Que vaya Bilardo a jugar a Israel!", estalló Diego Maradona, quejoso y bravucón. Nada le importaba la cábala que el director técnico quería seguir con fervorosa fidelidad ni el cachet de 120.000 dólares que iba a cobrar esa selección campeona del mundo que estaba a dos semanas del debut en Italia 90. A veces ausente, casi siempre sigiloso, Lionel Messi ejerce el liderazgo de otra manera, por eso ayer no necesitó gritos ni insultos para reeditar la postura del anterior dueño de la selección: "Yo a Israel no voy", se asustó y se plantó. Cuidó las formas y cuidó su imagen. Se despegó de un partido que, además de peligro, también podía acarrearle otros daños frente a la multitudinaria audiencia del mundo musulmán. Otra vez un amistoso en Israel, hilo invisible que encuentra a Maradona y a Messi. Móviles diferentes entre enojos, desplantes y temores. Siempre que se cruzó Israel en la antesala de un Mundial, la selección se agitó entre tembladerales.
Si los jugadores ahora se solidarizaron con el atemorizado Messi, el otro capitán, Maradona, en 1990 se indignó con Bilardo porque horas antes de embarcarse de la concentración de Roma hacia Tel Aviv borró a Jorge Valdano, a quien el propio entrenador había convencido de que volviera del retiro para intentar jugar su tercera Copa del Mundo consecutiva. Finalmente viajó Maradona a Medio Oriente, pero cuatro horas antes del amistoso correteaba en la playa del hotel Dan Accadia con sus dos hijas y desafiaba a Bilardo con ni ir al estadio Ramat-Gan. Jugó, hizo un gol y la selección ganó 2 a 1 porque el otro tanto lo marcó Caniggia, el suplente que corría detrás de Dezotti y Balbo. Todavía sobraba un jugador en el plantel y el ‘Patón’ Bauza tenía todos los números..., pero el marginado fue el ‘Tata’ Brown. Entonces, Maradona volvería a estallar contra Bilardo.
Cuatro años antes… Maradona llegó a Tel Aviv la misma mañana del amistoso contra Israel, fastidioso porque se retrasaron algunas combinaciones después de participar en Londres de un encuentro homenaje a Osvaldo Ardiles. "¿Cómo hacen ustedes para ganar todos los partidos?", había preguntado el día anterior Shimon Peres, primer ministro israelí, y clavó la mirada en Passarella, el referente de la delegación ante la ausencia..., sí, de Maradona. Estaba desorientado Peres, pero sin dudas se trataba de un cordial anfitrión. Esa selección, que llegaba tras perder un amistoso en Oslo, solo despertaba rechazo en la antesala de México 86. Bilardo buscaba un golpe de efecto antes de pisar el DF. La Argentina goleó 7-2, pero en algún momento estuvieron 2 a 2. La selección se defendió con una línea de 4 liderada por Passarella y los delanteros fueron Borghi y Sergio Almirón, autor de un hat-trick. Para entender la metamorfosis que llegaría en pleno Mundial.
Ocho años después… Otra vez Maradona a los gritos. Basile, adicto a los rituales, no podía desatender el mandato divino que había dejado Bilardo. El amistoso había caído en medio de un raid inexplicable. La Argentina salió de Buenos Aires hacia Quito y perdió con Ecuador. En la escala en Nueva York, los futbolistas se entrenaron en un parque cercano al aeropuerto JFK y luego continuaron hacia Israel desparramados en diferentes filas de asientos y con Redondo recostado en un pasillo. Maradona culpaba a Grondona y amenazaba con irse si no dejaban de tratarlos ‘como barrenderos’. "Dónde, cuándo y contra quien jugarán en el Mundial?", preguntaba antes del juego el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, para continuar con la saga de desconcierto futbolero. Goleó 3-0 la Argentina y siguió la excursión rumbo a Viena, Zagreb y finalmente Boston. Un periplo desgastante, con Maradona enfurecido.
En 1998 fue la última visita y lo seguirá siendo. Ya no estuvo Maradona, que aprovechaba como un francotirador cualquier tropiezo de la selección de Passarella para caerle a un viejo enemigo. Escudero, Cagna, ‘Pelusa’ Cardoso y Lombardi pagaron el precio de una oscura actuación y desbarrancaron antes de la Copa en Francia. La relación entre el ‘Káiser’ y Batistuta desbordaba desconfianza y Grondona advertía que en el plantel no había líderes. Burgos se devoró el gol de la derrota por 2-1 y el DT rival Shlomo Sharf advertía que "Argentina no tendrá ninguna chance en el Mundial". Messi andaba por los 10 años; dos décadas después está envuelto en un escándalo con Israel. Igual que Maradona, pero siempre diferentes.
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