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“El Gráfico y las Malvinas, periodismo deportivo en tiempos de guerra”, una obra sobre cómo se involucró editorialmente la revista durante el conflicto
El libro, escrito por Alfredo Bernardi, experiodista de LA NACION e historiador, aborda de forma inédita la actuación de este emblemático medio entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982
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“El Gráfico y las Malvinas, Periodismo deportivo en tiempos de guerra” (Dédalo), es un libro recientemente publicado del experiodista de LA NACION e historiador Alfredo Bernardi. La investigación, con prólogo del periodista Ezequiel Fernández Moores, aborda -de forma inédita- la actuación de este emblemático medio deportivo entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, el día de la rendición en Puerto Argentino. Cuatro décadas después, es un ejercicio que en el que se demuestra cómo El Gráfico trató editorialmente las noticias deportivas durante la Guerra de las Malvinas, y si se evidenció el interés por defender una imagen de la Argentina en el mundo a través de los acontecimientos deportivos, a la par de la preparación de un seleccionado campeón del mundo de fútbol en 1978 que se aprestaba a defender ese título en España.
Además, pone sobre la mesa la relación con la propaganda que Editorial Atlántida ejerció en ese momento con otras revistas del grupo, como Gente o Somos, ya demostrada en otras investigaciones. En este caso, fue clave un minucioso repaso de todo el material publicado por la revista, el contexto social y la palabra de periodistas que en ese momento trabajaron en la tradicional revista.
Extracto de uno de los capítulos de la obra:
Capítulo 2
El periodismo deportivo, otra vía de comunicación en tiempos de contienda
El primer número de El Gráfico editado después de los acontecimientos generados a partir del 2 de abril de 1982, encontró a la Editorial Atlántida y a los periodistas que hacían la revista con un hecho deportivo trascendente. El sábado 3 de abril, un seleccionado de rugby denominado Sudamérica XV, integrado totalmente por jugadores nacidos en la Argentina, venció al seleccionado de Sudáfrica, conocidos como los Springboks, por 21-12, en Bloemfontein (…)
El Gráfico salió a la calle el 6 de abril, cuatro días después del desembarco en las islas. El primer impacto fue la modificación de su tradicional logo (letras en rojo con fondo blanco) por uno celeste y blanco a la usanza de la bandera argentina. (…)
En su autobiografía, Héctor Véga Onesime, que tenía a su cargo la conducción de la revista, hizo especial alusión a cómo fue se vivió el desembarco en Malvinas desde la redacción de El Gráfico.
“El 2 de abril, las Fuerzas Armadas desembarcaron en las Islas Malvinas, provocando una instintiva adhesión popular. Un formidable despliegue comunicacional consiguió en transformar esa “locura” en gesta heroica. Hasta los que recelaban del proceder creían abrazar una antigua y legítima reivindicación inculcada desde la niñez: “Las Malvinas son argentinas”. Resultaba difícil sustraerse de esa atmósfera bélica para sumergirse en la contingencia deportiva. No obstante, la desmesurada prédica triunfalista de los militares permitía deducir un fulminante y victorioso desenlace de la guerra. Por eso no alteramos el ritmo de nuestro quehacer”.
La nota editorial, que un espacio clave en los medios escritos pues allí se expresa el pensamiento y la línea ideológica de las empresas periodísticas, se tituló “El esfuerzo de siempre”, bajo la volanta “En una semana histórica”. En las primeras líneas se confirma la adhesión editorial a la recuperación de las Malvinas y la decisión de cambiar intencionadamente el tradicional logo rojo por uno con “los colores patrios”. Conecta el desembarco en Malvinas con los hechos deportivos que se sucedieron en Inglaterra en el fin de semana posterior al 2 de abril. (…)
Tras la nota editorial, a vuelta de página, la citada cobertura en Inglaterra, con la siguiente volanta y título.
“Primero fue el turno de Ardiles, el sábado, en Birmingham, luego Larrauri, el domingo, en Donington. Los dos, bajo presiones, pero sin agresiones, salieron triunfantes obligando al aplauso y al reconocimiento. COMO SU PROPIO PAÍS, COMO TODOS QUERÍAMOS”.
Se trata de una amplio artículo de seis páginas, con una apertura a doble foto: una del futbolista Osvaldo Ardiles, campeón mundial en 1978 e integrante del seleccionado nacional en 1982, jugando para el equipo inglés Tottenham Hotspur en Birmingham, y otra del piloto de automovilismo Oscar Larrauri, con una bandera argentina de fondo, quien triunfó en Donington en la prueba disputada por el campeonato europeo de Fórmula 3, que el argentino conquistó en esa temporada.
En ese primer despacho desde Inglaterra se aplica un modelo clásico de época en las notas de un enviado especial de El Gráfico. Esto es la descripción del lugar, la voz de los protagonistas, la foto del enviado con uno de ellos para demostrar la presencia y, en este caso en particular, la reproducción de los medios locales para dejar evidencia de lo que se manifestaba en la prensa inglesa.
El logo celeste y blanco se mantendrá vigente durante dos semanas hasta el 13 de abril. Casualmente, ese ejemplar tendrá como protagonista de la tapa a Guillermo Vilas, vencedor en el tradicional certamen de Mónaco. Se trata de una portada más elaborada. La foto principal es la del tenista, vestido con una remera blanca con vivos celestes en sus mangas, con el título “Vilas sensacional: tras vencer a Clerc y Lendl se adjudicó el torneo de Montecarlo”. La tapa se completaba con tres títulos, dos de ellos de significativa importancia: “Menotti, entre la guerra y la paz” y “Porta: orgullo argentino”. El mensaje es directo. Se percibe la utilización del éxito de un deportista en Europa (Vilas), nada menos que en el principado más glamoroso del Viejo Continente, al que se lo acompaña con el anuncio de una entrevista al técnico del seleccionado de fútbol que se aprestaba a competir en el Mundial de fútbol con un título capcioso (“La guerra y la paz”) y otro que hace alusión al rugbier Hugo Porta, ya de regreso en la Argentina tras haber integrado el equipo que ganó en Sudáfrica.
(…) El punto de inflexión, con una mirada más pegada y relacionada con los acontecimientos, se produjo a partir del 27 de abril. La tapa refleja un empate sin goles entre Boca y River, sucedido dos días antes. El mensaje relacionado con el conflicto aparece en la editorial y es el primero de los siete con referencia al tema de manera directa a partir del título: “EL GRAFICO Y LAS MALVINAS”. En el mismo, también se especifica que Editorial Atlántida recibió un pedido de las Fuerzas Armadas para enviar mil ejemplares de la revista a las tropas en Malvinas. Con la debida aclaración de que será el primer medio argentino que llegará a las islas durante el conflicto y que eso justificaba el esfuerzo de haber tenido que asumir el cierre de la edición. (…)
(…) Esta nota editorial, al estilo de una primera declaración de principios, es una muestra más que estos artículos pasarán a ser un elemento de propaganda de cuestiones relacionadas con la guerra. A partir del momento en el cual se supo que la flota británica se acercaba a América del Sur, El Gráfico, desde el lugar del deporte, tuvo que empezar a alinearse con la actuación de Atlántida durante el conflicto, encabezada por la revista Gente, el buque insignia de la editorial durante el conflicto del Atlántico Sur. Hizo su presentación oficial con el artículo editorial que acabamos de analizar. Fue el mojón que inició una serie de marcadas presencias hasta el final de la guerra.
Tras el primer bombardeo inglés, el 1° de mayo de 1982, El Gráfico presentó una portada de efecto en el número posterior a esa fecha, tres días después. El título, con letras catástrofe, fue “¡Argentina!”, dentro de un marco blanco bordeado por dos filetes con la bandera nacional y acompañado por una volanta que decía, “En el mundo del deporte este grito se escuchó más fuerte que nunca”. Tres fotos vistieron la portada. Uno era referido a una victoria a Inglaterra por 8 a 0 en hockey sobre patines, en Lisboa; otra del boxeador Santos Laciar, envuelto en una bandera nacional, con motivo de la recuperación del título mundial del peso mosca en México; y la última, el festejo de Vilas tras obtener el torneo de Madrid. Tres acontecimientos deportivos exitosos que sirvieron para unificar el discurso, desde el deporte, con lo que sucedía en las Malvinas.
“Esa tapa es un absoluto despropósito, una aberración. ¡Qué tiene que ver! Claramente está relacionada la guerra con el deporte y es un absurdo”, afirmó, poco más de 30 años después, Juan José Panno, actualmente redactor del diario Página/12 y enviado especial de El Gráfico en el partido de hockey sobre patines entre la Argentina e Inglaterra.
(…) Sin embargo, la línea más compleja y de acción más contundente en cuanto a lo editorial de El Gráfico durante la Guerra de las Malvinas se vivió en la edición correspondiente al 25 de mayo, dos días antes, casualmente, de la no menos famosa portada de la Revista Gente, de la misma editorial, con el título “Seguimos ganando”.
Se trató del número posterior a la primera semana intensa en cruce de bombardeos entre las tropas argentinas e inglesas, sumado al desembarco de éstas últimas, en la playa del Puerto San Carlos, y la solicitud del papa Juan Pablo II a los cardenales de los dos países a concelebrar una misa por la paz. (….)
Empero, lo más contundente está en la apertura de la revista, con un título a cuatro líneas “Para todo el deporte del mundo”. Son dos grandes textos, a tres páginas. El primero, dedicado a la nota editorial, sin firma; el segundo, una carta abierta de Constancio C. Vigil, Director Ejecutivo de El Gráfico y de la Editorial Atlántida, a Joao Havelange, presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), en la cual se hace un relato pormenorizado de los derechos argentinos en Malvinas. (N.delaR.: el seleccionado argentino de fútbol, campeón del mundo en 1978, debutaría el 13 de junio de 1982 en Barcelona, ante Bélgica, por el Mundial de España).
Se trata de un mensaje directo, sin eufemismos. Una artículo editorial que suma palabras, en mayúscula, como patriotismo, amistad, el porqué de la defensa ante el ataque imperialista, la razón de la lucha y la necesidad que el deporte no se encuentre ajeno al momento que vivía la historia argentina. Si bien, a lo largo de este período, El Gráfico venía hablando de la guerra, nunca, hasta este ejemplar, lo había efectuado así, con la decisión de tomar cartas en el asunto. Por medio de El Gráfico, “el deporte no puede estar ausente al momento crucial que nos propone la historia”.
Este artículo solicita hacer una campaña para dar a conocer la versión argentina de los hechos y, a modo de primer impulso, presenta la carta de Vigil a Havelange. Es el mensaje más contundente de El Gráfico durante todo el período del conflicto. Es más, allí anuncia que se hablará de una campaña que la revista iniciará por el tema Malvinas. Con especial interés en dar una versión argentina de los hechos. Se cerraba un círculo. Con la participación de El Gráfico, todas las publicaciones de Atlántida se ponían al servicio de la causa Malvinas y de la defensa y justificación de la imagen que se quería dar sobre los derechos argentinos sobre las islas. Lo que buscaba El Gráfico, en realidad, Editorial Atlántida, era que el mundo, a través de los hechos deportivos de los atletas de nuestro país en el exterior, comprendiera que la Argentina era avasallada en sus derechos sobre las Malvinas y por la prepotencia de un país central como Gran Bretaña. Y en el orden local, entregarle al lector una imagen teñida de exitismo, justificado con un discurso que igualaba las victorias y las confrontaciones de una contienda deportiva con los hechos que pueden suceder en una guerra.
(…)”La relación de Constancio Vigil con Havelange era muy estrecha. Eran del mismo riñón. Para Havelange, la Argentina era El Gráfico. Sí o sí. Y al decir Havelange, Vigil, digo Carlos Alberto Lacoste. Constancio Vigil era más abierto políticamente y más kamikaze por llamarlo de alguna manera. También estaba más en la cuestión comercial que su hermano Aníbal, que dirigía Somos y Para Ti, más cerrado, más de derecha y más comprometido con el Proceso con cosas fuera de la ética”, afirmó el periodista Guillermo Blanco para esta investigación. (…)
Derrota en Barcelona y rendición en Malvinas
Un día después de la rendición de las tropas argentinas en Malvinas, El Gráfico salió a la calle con el ejemplar que se refería a la derrota argentina en el debut por el Mundial. La página editorial vuelve a ser clave y distintiva con el resto de la edición. “Nada más que una derrota”. Está ilustrada con una foto de la visita de Juan Pablo II que realizó a Buenos Aires en junio de 1982, días antes de la capitulación, y la del futbolista argentino Alfredo Di Stéfano, de labor destacada en Real Madrid, en la décadas del 50 y 60, con un ejemplar de una revista en la mano. “Di Stéfano lee uno de los folletos hechos y entregados en España por El GRAFICO sobre el conflicto en las Islas Malvinas”.
La editorial no hace ninguna mención sobre la rendición en Puerto Argentino. Entre la necesidad del cierre anticipado el domingo por la noche, después del partido, y la novedad conocida el 14 de junio, no hubo tiempo para hacer correcciones en el texto editorial en el que surge, otra vez, las comparaciones entre las cuestiones del deporte y la guerra. No falta la mención de la visita relámpago del papa Juan Pablo II a Buenos Aires y el compromiso asumido por la empresa periodística para repartir folletos ilustrados, en varios idiomas, sobre la posición argentina en el tema Malvinas. (…)
“En ningún momento nos dieron eso, jamás los vi. De lo que estoy seguro es que no repartí nada y si me los hubiesen dado, jamás los habría repartido. Es un absurdo. No lo recuerdo. Por ahí era mentira, ¿eh?. Hicieron dos, a lo mejor y decían que la gente de El Gráfico los repartía”, señaló Panno.
“Nosotros, ni Panno, ni (Carlos) Ferreyra (otro enviado especial) ni yo repartimos un ejemplar de ésos. A mí nadie me dio ninguno. Decían que Vigil los tenía. Los debe haber hecho repartir por gente o él los dio en el palco VIP. Yo no los vi. Hace poco pregunté a uno de los periodistas que actualmente trabajan en El Gráfico si había alguno en el archivo, pero no los encontraron. Sabíamos que iban a llevar folletos explicativos de lo que era la guerra, pero no sé quién los repartió”, comentó Blanco al respecto.
Desde la nota editorial, además, se explicó que la palabra debía tener una dimensión exacta. Que un traspié deportivo no debería calificarse como una tragedia, horror, amargura o frustración, porque la tragedia ya se había incorporado en la vida cotidiana.
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