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El éxito agiganta la leyenda de los reyes de los cuatriciclos
Como en 2010 y 2013, festejó Marcos Patronelli; su hermano Alejandro, vencedor en 2011 y 2012, lo escoltó, y así repitieron el 1-2 de hace seis años; "Hicimos historia, pero tengo ganas de hacer algo más tranquilo", señaló el ganador
ROSARIO.- Marcos Patronelli entró a toda velocidad al sector de carpas donde lo esperaba su familia. Le dió una estruendosa acelerada al cuatriciclo e hizo delirar a la tribuna. "No acelerés así que le vas a cortar la biela", lo retó de un grito su padre, Roberto. Mientras su hermana Clara le sacaba fotos desde todos los planos, el ganador del Dakar 2016 estacionó a la sombra. Mamá Mónica se abrió paso y se abalanzó sobre su hijo. Ella, en puntas de pie, y él, arriba del cuatriciclo. Se dieron un abrazo, tal vez el más largo del mundo.
"Le debo este triunfo a mi familia", fueron las primeras palabras de un emocionado Marcos, al cruzar la línea de llegada. No es casualidad: el círculo íntimo resultó una contención vital para el éxito de un equipo que tiene lazos de sangre. "Que convivieran con nosotros fue increíble. Primero está la familia, y luego todo lo demás", dijo el hombre que ganó el Dakar por tercera vez, tras las conquistas de 2010 y 2013. Lo mismo siente Alejandro Patronelli, que terminó segundo en la general: disfrutó la protección especial, ésa que puede brindar sólo una madre. Por primera vez, la familia bonaerense oriunda de Las Flores estuvo acompañando a los dos pilotos dentro del campamento. "Cada etapa del Dakar es eterna. No sabés lo que se sufre; me pasaba todo el día rezando, desde que salían a competir hasta que los veía regresar", contó Mónica, que les cocinó con gusto a sus cinco hijos (Marcos, Alejandro, Gabriel, Nello y Clara).
"Marcos vive de la misma manera en que corre", opinó Gabriel, que sólo responde al apodo de "Toto". ¿Cuáles son las características de Marcos como piloto? "Es desordenado y desprolijo y va a mil. Por eso le decimos "Loquillo'", reveló. Toto y Nello oficiaron de asistentes en el campamento familiar. Clara cumplió el papel de asesora de prensa y fotógrafa oficial, aunque sin mucha suerte, ya que ninguno de sus hermanos la tuvo muy en cuenta a la hora de posar. Papá Roberto fue el conductor del motorhome y Mónica, simplemente la madre de todos... con todo lo que eso implica.
Es ella quien sugirió a su hija bendecir los cuatriciclos: "El cura de Las Flores nos dio agua bendita, especialmente traída de Jordania. Así que antes de cada etapa, yo la tiraba en círculo alrededor del vehículo. Era mi manera de protegerlos", suspiró Clara. Marcos y Alejandro reforzaban la dosis también antes de comenzar cada etapa.
Los Patronelli viven juntos y trabajan, todos, en la empresa familiar de acoplados. Por eso, dicen, la convivencia no es un problema. Al contrario: ninguno de los integrantes veranea solo sino que prefieren planes colectivos; se mueven en grupo. "Tal vez algún fin de semana se van con sus novias durante el año, pero los fines de semana largos y las vacaciones de fin de año nos vamos siempre todos juntos", detallaron.
"Lo que sentí cuando gané el primer Dakar fue incomparable, pero este año fue especial, porque no imaginé que fuera a ganar. Se me hizo muy difícil, por momentos iba para atrás en vez de hacia adelante", se descargó Marcos, tras un festejo multitudinario en el podio, ubicado en la explanada del Monumento a la Bandera. Y esto respondió el campeón a LA NACION.
-Al final, fue una buena idea que toda la familia viviera en el campamento junto a ustedes los 15 días...
-Disfrutamos cada minuto juntos. Después de tantos años corriendo no era posible que mis padres y mis hermanos no vivieran desde dentro un Dakar. La idea fue de Alejandro, que en una cena dijo "la única manera de correr el próximo Dakar es que vayamos todos juntos".
-Comenzaste con muchos problemas. ¿Dónde estuvo la clave para terminar primero?
-Tuve distintos problemas todos los días cuando comenzó el Dakar. Incluso, en la tercera etapa pensé "se me fue de las manos el Dakar". Pero después empezaron a tener problemas los demás y entonces marcamos la diferencia. En Bolivia venía como 10 minutos abajo y dije "me la juego ahora y acelero a fondo", y ahí empezó a acomodarse todo.
-Terminaste con una amplia diferencia sobre el resto...
-Sí, pero hasta que le bajan la bandera, uno nunca disfruta. No se disfruta hasta el último momento, hasta que se termina la competencia.
-¿Se puede pedirle algo más al Dakar?
-Y... en el Dakar hicimos historia.
-¿Y cómo se sigue ahora?
-Desde hace 20 años corro con Ale en cuatriciclos. La verdad es que con 35 años tengo ganas de hacer algo más tranquilo. No sé bien qué, pero el cuatri es muy violento. Este año nos golpeamos mucho y la cabeza piensa cada vez más. No queremos seguir golpeándonos.
-¿Es el fin de un ciclo?
-No lo sé. Desde hace rato tenemos la idea de que los otros dos hermanos corran con nosotros. Tal vez podamos crear nuestro propio equipo. Tenemos varias ideas dando vueltas.
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