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El estadio de Mar del Plata y una historia de desidia y abandono
Inaugurado para el Mundial 78, hoy se encuentra sumergido en la dejadez
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MAR DEL PLATA. El día que lo inauguraron, un mes antes del inicio del Mundial 1978, con cada paso de los jugadores volaban panes de un césped todavía fresco por demás. Hace poco más de dos décadas se inundó tanto durante un temporal que apenas los travesaños asomaban por sobre el nivel de agua en el campo de juego. Desde fines de septiembre pasado tiene la platea techada clausurada por riesgo en caída de mampostería. Y, por si fuera poco, la semana pasada delincuentes robaron bobinas y cableado eléctrico que aún imposibilitan jugar partidos con luz artificial.
La historia del estadio José María Minella -el Mundialista para los marplatenses y algunos más- está plena de patinadas y tropiezos relacionados siempre con déficits en su infraestructura que se multiplican y agravan con el transcurrir del tiempo, compensados apenas con algunos voluntariosos remiendos en el camino que le permiten seguir abriendo sus puertas.
Por estas horas solo con iluminación natural, por lo que se tuvo que cambiar de horario el encuentro entre Aldosivi –que allí tiene su localía y es principal usuario junto con Alvarado, el otro club fuerte de esta ciudad- y Patronato, que originalmente había sido programado para el atardecer del último viernes y se tuvo que jugar desde las 16.
Las promesas de inversiones y arreglos que dejaron las distintas gestiones pasadas podrían llenar buena parte de las más de 20.000 butacas que tiene este emblemático escenario, que con sus populares llegó a tener una capacidad de público estimada en 35.180 espectadores.
Desde intendentes y concejales hasta gobernadores y ministros han dejado siempre voces cargadas de buenas intenciones para emprender lo que se sabe una recuperación costosa para una construcción en la que prevalecen hormigón y hierro, materiales que se llevan bastante mal con la cercanía del mar.
Las autoridades del municipio de General Pueyrredón esperan por un presupuesto encargado a la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp) para que, a través de sus profesionales, describan en detalle el estado de situación en el que se encuentra este estadio, el más importante del interior de la provincia de Buenos Aires. El monto a desembolsar en esta instancia oscila entre 13 y 20 millones de pesos, según las áreas que se incluyan en el relevamiento. Esa partida no está incluida en el presupuesto municipal 2022.
Mínimo mantenimiento
El estreno oficial fue el 2 de junio de 1978 con la victoria de Italia sobre Francia, por la primera ronda del Grupo 1 del Mundial de fútbol que ganaría el seleccionado argentino. Lo poco que ha cambiado desde entonces es la pantalla del tablero electrónico, que pasó de aquella de luces naranjas a la actual tipo LED. Y, en medio, renovación de buena cantidad de butacas. La primera etapa ocurrió en vísperas de los Juegos Panamericanos Mar del Plata 1995, que tuvieron al Estadio Mundialista como sede de las ceremonias de apertura y clausura, además del desarrollo de las competencias de fútbol, que también ganó Argentina. La segunda renovación fue en 2001, para recibir partidos del Mundial Sub 20 organizado por la FIFA.
El escenario albergó la Copa Artemio Franchi que en 1993 ganó el seleccionado nacional, con Diego Maradona como capitán, ante Dinamarca. Ocho años después fue subsede del citado Campeonato Mundial Sub 20 de fútbol. También lució en varias oportunidades como escenario de partidos de rugby de Los Pumas y torneos de seven de verano que se vivían a tribunas repletas, además de recibir recitales con el show de Queen a la cabeza, en 1981. Luego pasarían Rod Stewart, Luis Miguel, Chayanne, Ricardo Arjona, Joaquín Sabina y hasta la banda Duran Duran, esta última de la mano del entonces empresario jamaiquino Máx Higgins.
Y actos políticos, por qué no: cómo olvidar el de 2005, también con Maradona como una de las estrellas de la Cumbre de los Pueblos, sentado junto al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y quien luego sería mandatario de Bolivia, Evo Morales, entre tantas figuras del continente.
La utilización del estadio en actividades ajenas al fútbol siempre se advirtió como una oportunidad para generar recursos que contribuyan a su mejor mantenimiento. Así se generaron enormes debates con organizadores de los tradicionales torneos de verano y, luego, los equipos locales que lo usan para las competencias oficiales. Unos y otros cuestionaron el daño que aquellos eventos masivos provocaban sobre el campo de juego.
Hace pocos días fue el vicepresidente del club Aldosivi, José Moscuzza (h), quien se quejó por el estado general del estadio y responsabilizó a las autoridades comunales. Fuentes del municipio ratificaron a LA NACION que tanto Aldosivi como Alvarado tienen el estadio a disposición y no se les cobra alquiler ni servicio alguno, aun cuando su uso implica consumo de energía eléctrica y en determinadas oportunidades también horas extras de personal.
Esa gratuidad de uso está contemplada en la ordenanza municipal 21481 (más modificatorias) que también se extiende al uso del Polideportivo Malvinas Argentinas, donde Peñarol tiene localía en la Liga Nacional de Básquet. Las instituciones están eximidas de pago, debe utilizar en su indumentaria leyendas identificatorias del del municipio y donar 150 entradas por partido para escuelas o entidades de bien público. Su colaboración directa con el mantenimiento suele darse mediante donaciones de pintura u otros insumos.
Daños estructurales
Cualquier intervención para recuperar la infraestructura requiere un diagnóstico previo. El ingeniero Osvaldo Redivo ya había hecho algo de eso hace dos décadas, cuando también desde la comuna se le pidió un primer relevamiento para determinar estado de la estructura. “Lo que entregué entonces fue un álbum de fotos y un informe verbal donde ya se veía el deterioro general, sobre todo de la estructura metálica de la cubierta de la platea y las torres de iluminación”, comentó a LA NACION.
El nuevo trabajo presupuestado ahora, siempre a través de la Unmdp, estaría dirigido por el arquitecto Fernando Redivo, hijo de Osvaldo, y promete desnudar no solo el crítico estado sino también la necesidad de un plan que requerirá una inversión millonaria. En principio para reducir riesgos y luego -ya en iniciativa más ambiciosa- para su recuperación y reformas. Si es que alguien alguna vez se anima a semejante desafío.
“Está el compromiso del Estado nacional de ayudar en la reparación, reconstrucción y en la refacción del estadio”, dijo el ministro de Turismo y Deportes de la Nación, Matías Lammens, hace dos meses, en declaraciones al medio local 0223. “Hay que buscarle la vuelta para ponerlo en valor y recuperarlo, y sea un gran atractivo de eventos internacionales”, proyectó.
El intendente local, Guillermo Montenegro, dijo hace tres semanas, en la apertura de sesiones del Concejo Deliberante, que el arreglo de este estadio “implica una inversión enorme que ningún municipio puede enfrentar solo”, y se comprometió a avanzar con alternativas y “todas las gestiones necesarias para lograr” ese objetivo. Su mensaje dejó en claro que es una meta, pero por ahora no una prioridad.
El partido entre Aldosivi y Boca Juniors, hace poco más de un mes y como parte del actual torneo de primera división de AFA, expuso la situación como nunca antes. Se vendieron las más de 20.000 entradas gracias a público local y “neutral” (eufemismo de hinchas visitantes en tiempos en que están prohibidos en el fútbol argentino). Fue una noche a capacidad completa, pero con una enorme platea techada vacía, solo con cabinas de radio y TV en uso.
Es todo tan dramático y ridículo que hace seis meses la mayoría de la prensa no tiene acreditación de parte de Aldosivi para cubrir los partidos, dado que el palco para periodistas está en esa misma tribuna en la que se teme que algún momento se puedan desprender piezas del techo.
La clausura del sector rige desde fines de septiembre pasado a partir de medidas preventivas incluidas en un informe realizado por especialistas de Bomberos y Policía, además de organismos de gobierno. Implicaba el cierre total del estadio, pero con varios arreglos de por medio se logró permiso para usarlo solo tres de las tribunas.
“Es imprescindible que la municipalidad incluya en el presupuesto de este año el costo del estudio técnico para determinar el estado de situación del estadio y así pensar en alternativas para su recuperación”, dijo a LA NACION el concejal Vito Amalfitano (Frente de Todos), que ya se ha reunido con el ministro Lammens por este tema.
Incluso presentó un proyecto de creación de una unidad de gestión con participación de representantes del municipio, la provincia y el gobierno nacional en busca de una salida positiva. “El panorama actual es de desidia total, con tres años sin Torneos de Fútbol de Verano que generaban recursos para los clubes de la ciudad”, describió. Se refiere al 7% de recaudación que, por contrato, los organizadores destinaban a las instituciones que son parte de la Liga Marplatense de Fútbol.
Sin competencia internacional
Hace tiempo que el estadio de Mar del Plata se quedó fuera del circuito de grandes eventos. El último paso de un seleccionado argentino mayor fue en febrero de 2010, cuando dirigido por Maradona y previo al Mundial de Sudáfrica jugó frente a Jamaica. No aparece entre las alternativas para partidos de Eliminatorias, quedó fuera de las sedes de la Copa América que se había programado el año pasado en Argentina –luego se mudó a Brasil por la pandemia- y ni siquiera es opción para los amistosos.
Tiene buena capacidad, el campo de juego siempre es mejorable y hay excelente logística en la ciudad, con amplia hotelería cinco estrellas y servicios de transporte acordes. Pero resaltan falencias básicas en el escenario deportivo que la competencia internacional no perdona. Por ejemplo, que no hay altura suficiente como para que al playón de estacionamiento interno puedan ingresar ómnibus de doble piso, que son los que se utilizan para el traslado de delegaciones.
El otro gran problema es la iluminación. Si bien con todo el equipamiento disponible genera condiciones óptimas para partidos nocturnos, no alcanza para atender las necesidades técnicas actuales de la televisión, que requiere mayor calidad para sus transmisiones en alta definición.
Martín Rosales, director general de Infraestructura del Ente Municipal de Deportes (Emder) acompañó a LA NACION durante una recorrida por el estadio. Reconoció las dificultades que presenta el techo de la platea cubierta y lamentó el reciente robo de los balastos y cables que abastecían la torre sur del estadio, lo que imposibilita jugar partidos de noche. La reparación no asoma fácil. “También es cierto que es el estadio donde más partidos se jugaron el año pasado”, dijo sobre 40 cotejos oficiales, correspondientes en su mayoría a actuaciones de Aldosivi y Alvarado, uno en primera división y el otro en categoría de ascenso.
Habló de la nobleza del hormigón y confirma que los estudios técnicos por realizar deberían determinar estado de los metales y posibilidades de reparación o reemplazo. “Mientras tanto, hacemos un trabajo de hormiga, reparando y alistando todo lo que se puede”, dijo, y enumeró: recuperación de iluminación interior y en cochera, reparación de un ascensor interno, cercos perimetrales y cañerías, fijación y pintura de paraavalanchas y limpieza del foso.
También, mantenimiento del campo de juego, que el año pasado tuvo dos intervenciones profundas y se prevén tres durante el actual, siempre con tareas de aireado, siembra y arenado.
Y como indicio del buen mantenimiento de equipos recordó el apagón que sufrió la ciudad –y buena parte de la región- a principios de este mes, cuando estaba por iniciar en el Mundialista el partido entre Aldosivi y Central Córdoba. “Mar del Plata y distritos vecinos estaban completamente a oscuras y en el estadio se jugaba con normalidad”, resaltó.
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